Cuando los hijos se van…

«Nacemos, nos hacen, nos hacemos, maduramos y trascendemos…»

El diccionario de la RAE define querencia como la inclinación o tendencia natural del hombre y de ciertos animales a volver al sitio donde se han criado o tienen costumbre de acudir…

¿Cuál no podría ser otra esta querencia que la patria, el lugar donde se ha nacido, donde nos hemos criado, donde hemos dado nuestros primeros pinitos en la vida, donde iniciamos amores, donde cristalizamos compromisos, donde vinieron los hijos y después los nietos,  donde tuvimos alegrías y decepciones, donde nos hicimos hombre y mujeres bajo los designios aprendidos en hogares funcionales donde el amor a la familia, al prójimo, a la patria eran cartilla de todos los días…?

¿Será que los que se fueron algún día volverán, ahora que el país necesita más que nunca de sus hombres probos y mujeres sabias, de sus ciudadanos de universidad, de academia, de todos los patriotas y almas desinteresadas en el provecho propio, para que lo conduzcan con acierto, amor y probidad…?

Los hijos se fueron sin darnos oportunidad de ejercer como abuelos; nuestros alumnos, otro de nuestros orgullos y soporte, también se marcharon en ocasiones sin decir adiós, como si sintieran vergüenza; nunca debieron sentirla, los avatares de la vida tantas veces nos fuerzan a bogar por ignotos mares, a laborar en tierras extrañas, a sufrir lejos del lar querido; ustedes no tienen la culpa, ustedes están absueltos… Pero a pesar de todo, no nos olviden, llévennos en vuestros corazones y sientan el palpitar de nuestras enseñanzas sencillas…

Ya no nos sirven los falsos patriotas, no nos sirvieron nunca: Chávez, Maduro, ni sus oficiales llenos de resentimiento, envidia y odio; odio primordialmente contra sí mismos, por ser y sentirse inferiores y no poder aceptarlo ni remediarlo….

Siempre hemos estado conscientes de nuestra labor, no sólo como médicos que diagnosticamos males y los tratamos en consecuencia, sino como consejeros del espíritu investidos desde la heredad más remota; porque no es sólo sobre su salud física por lo que el paciente ocurre, sino en forma soterraña para hablar sobre esa espiritualidad hecha añicos por circunstancias de pérdidas de todo género, especialmente en estos tiempos signados por gobernantes hijos de peor madre, donde su furia se transparenta en vidas desmigajadas que intentan soslayar sus penas pero que con su hablar más ocultan que dicen…

Viudas de camas vacías, viudos de querencias incompletas, corazones de  dormitorios vacíos a la espera del ángel de la muerte que les alivie de la pena mundana, porque, ¿qué hace un viudo de feliz matrimonio solo, qué hace en efecto, un hemipléjico virtual porque la otra parte se le escapó al éter? El hombre no suele tener esos recursos asignados que les sobran a las mujeres, capaces de todo inclusive de sobrevivir a las más duras circunstancias con coraje y entereza.

Yo tengo esperanza y decidida fe de que ya pasó el tiempo de la hegemonía de los malos, porque sus frutos podridos están a la vista y su odio, maldad y perversión han dejado solamente un panorama  de desolación y miseria, porque su indiferencia e imposibilidad para sentir culpa por el daño que han realizado clama por justicia terrenal y celestial. A cosa mala sentirse seguro cuando la tormenta los sorprende en un bajel sin astrolabio ni brújula y cada cual quiere salvarse por cuenta propia…

 «Confío en que todo sucede por una razón, incluso cuando no somos lo suficientemente sabios para verla».

 – Oprah Winfrey

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