Nuestros recordados reverendos hermanos Gaspar y Leandro de las Escuelas Cristiana de La Salle de Valencia, eran sujetos de carácter muy fuerte e indoblegable; el uno de muy escasa estatura y el otro de temperamento castrense entrenaba a quienes desfilarían con motivo de las Bodas de Plata que entonces celebraba mi colegio en 1950. Retumba en mis oídos la seguidilla de su potente voz, «¡Un, dos, tres, cuá…! Un, dos, tres, cuá…!»… Con justicia afirmamos que eran ellos una extensión de mi casa en eso de enseñarnos maneras de comportarnos, de ser buenos estudiantes y mejores amigos y ciudadanos. Reiteraban en que escogiéramos con tino a nuestros amigos, no cualquier «bobito», sino aquellos que fueran decentes y leales, pues no había nada más efectivo para pudrir una manzana que una manzana podrida. La conseja popular sin tanto aspaviento, ya lo sabía y lo sabe desde antaño, aunque desconozca los intríngulis bioquímicos del porqué de su ocurrencia.
Es por el gas etileno que emiten las frutas al empezar a madurar; un gas que la manzana produce en grandes cantidades cuando está demasiado madura o en proceso de putrefacción. En el caso del producido por las manzanas, es bien aprovechado por algunos productores que como truco para hacer madurar frutas verdes más rápido: las envuelven en papel (que retiene el etileno) y la asientan junto a una manzana madura. Además de las manzanas que producen gas en grandes cantidades, también están las peras, los aguacates, los plátanos y los kiwis, todos catalogados como climatéricos. Por años se pensó que el calor era lo que maduraba las frutas, sin embargo, más tarde se demostró que se debía al etileno que resultaba de la combustión incompleta del queroseno.
La Involución Bolivariana del Siglo XXI ha producido enormes cantidades de etileno emanado desde la boca y las acciones de sus capitostes que ha llevado a la pudrición del colectivo… El odio es tan eficiente como el etileno para pudrir a un país: Palabrotas, groserías, imprecaciones, rampantes mentiras, invenciones, todas constituyentes del lenguaje de germanía o lenguaje carcelario, se han puesto a circular, y con ellos, parte del pueblo se ha podrido en forma intencional, es decir, lo han envilecido y dispuesto para recibir las migajas de las Cajas Clap aunque sobras sean y la extorsión implícita en la Tarjeta de la Patria –si no me apoyas, no comes- … Sobras para otros, porque para los oficiantes del régimen significan un dos mil por ciento de sucias ganancias para sus bolsillos.
Los venezolanos somos ahora considerados la peor especie; doquiera que vamos nos ven con desdén, desprecio o sospecha, nos tratan como la peste o somos irrisión de la multitud. Los casos de la canciller, del Consejo de Ministros donde el que la comanda nada sabe y los ministros son suerte de un Pastor Maldonado (alias ¨El Chocón¨) o el último espécimen de la imbecilidad Adrián Solano, el esquiador en grama que trató de hacerlo en la nieve y lo catalogaron como ¨the worst ever¨. Nada saben y no tienen vergüenza en demostrarlo… Decía el Hermano Gaspar, ¨Si eres imbécil, no lo manifiestes¨…
Con tanta palabrería insulsa y continuada se ha querido tapar con un dedo la enorme ineficiencia, falta de solidaridad y la corrupción que campea, como debe ser, en un estado militarista fallido, narcotraficante y ofensor de los derechos humanos. La indiferencia ante la magnitud de la crisis crónica humanitaria: ante los niños sufrientes, ante las madres desamparadas –más aún si son adolescentes-, ante los enfermos crónicos particularmente los diabéticos insulinodependientes que esperan el visado de la gangrena o la cetoacidosis para ser despachados al mundo de los muertos, son ejemplos inconcebibles y humanamente condenables.
Ante el mundo, los prohombres de la revolución cubanochavista no son célebres sino por el ridículo y los recuerdos funestos que han ido dejado a lo largo de un tortuoso camino de dieciocho años… Han enfermado por desenfreno de sus bajas pasiones y cada vez muestran más sus pecados de peculado, coimas e ilicitud, de mortificación al prójimo inocente, su opulencia, y las elevadas paredes frontales de sus casas del Country Club y La Lagunita que aunque ellos creen que los tornan invisibles, sin duda por ser ofensivas los hacen más visibles…