Debo advertir que hoy escribiré acerca de un tema por el cual, casi por seguro recibiré palabras acres, insultos y animadversión hacia mi persona especialmente por parte de aquellos que tengan la piel sensible y con tendencia a urticarse espontáneamente.
Se refiere al destino final de los padres cuando alcanzamos la edad provecta, en otras palabras, cuando nos hacemos viejos, cuando nuestra palabra y actos son superfluas y ya no cuentan, sin que ello quiera decir que nos encontremos en la edad de los desechables, vale decir, cuando nos transforman en ¨corotos¨ que pueden ser cambiados de sitio, arrojados al aislamiento o, si tenemos suerte, simplemente desechados.
Ángel Rosenblat (1902-1884), aquel filólogo judío polaco que se hizo venezolano, en su libro ¨Buenas y malas palabras¨ (1956), no podía dejar fuera esta palabra en la que, según él, ¨cabe un universo entero¨. Hay diversas versiones sobre el origen de la palabra de marras, que sí Guzmán Blanco trajo un lienzo de Corot, el famoso paisajista; que si fue José Tadeo Monagas (1858) quien se armó con dos y que al final de su dictadura y saqueada su residencia, el populacho arrastró los lienzos por la calle, y pareciendo adelantarse a mi pariente, el escritor costumbrista Daniel Mendoza en ¨Un llanero en la Capital¨, quien lo convirtió en exclamación, ¡Adiós corotos…!; y la más antigua de Núñez de Cáceres en su ¨Memoria de Venezuela y Caracas¨ de 1852, donde cita una sentencia de 1850 en la que menciona, ¨A los ocho o diez años es preciso reparar techos o mudar y entremeter vigas porque están carcomidas y la casa es un coroto viejo, como dicen vulgarmente¨.
La palabra ¨coroto¨ connota pues, la cosa inútil, el cacharro roto, el perol, el cachivache, el trasto viejo… ese que no importa dónde esté ni donde lo pongan pues no tiene quien lo eche de menos…
Con motivo de la espantosa migración que se ha cebado en la patria de Bolívar, muchos de nuestros familiares y especialmente nuestros hijos y nietos han tenido que irse a otras tierras. Dentro de sus planes, suelen estar el que les acompañemos o el importarnos, tantas veces sin pedir nuestra opinión. No importa si estamos enraizados en un lugar, todavía trabajando en cualesquiera que sea nuestro oficio o profesión, que seamos aún –a pesar de ese misma situación- seamos productivos y nos encontremos relativamente satisfechos, con vidas estructuradas, y estemos dispuestos en continuar viviendo en medio de la barbarie y las limitaciones que la dictadura nos ha impuesto. Pareciera que todos ignoran el vocablo desarraigar:
Desarraigar: Arrancar de raíz una planta. Extinguir, extirpar enteramente, una costumbre
o vicio. Separar a alguien del lugar o medio donde se ha criado o cortar
los vínculos afectivos que tiene con ellos. Expulsar, echar de un lugar,
especialmente a un invasor o enemigo (DRAE).
Haré una digresión para hacerme explicar: Cuando falleció mi padre a los 91 años, mi casa paterna en Valencia era muy grande y tenía un extenso jardín con numerosos árboles frutales, especialmente mangos…. Dentro de ellos destacaba una ¨mata de manga¨, orgullos de mi madre, que se elevaba imponente unos 12 metros en línea recta. Sus frutos enormes, eran deliciosos y en temporada, muchos vecinos y amigos se acercaban a visitar y deleitarse con su aroma, tierna pulpa y delicioso sabor. En cierta ocasión el doctor Alejandro Carías, abogado, casi hermano y compañero de curso de mi hermano José, llegó desde Caracas con la intención de visitarla y de paso… En un momento dado, en la amena conversa que yo presencié, la cara de mi madre, habitualmente lozana y alegre, trasmutó a otra cuitada y sombría, cuando le pidió su parecer acerca de un problema que confrontaba con sus hijos, quienes estaban planeando mudarla de su casa y llevarla a Caracas. A él le pareció un plan formidable, -¨Pues vea misia Panchita, pienso que es lo correcto, así, usted estará con todos sus hijos y ellos felices¨. Mi madre mirando turbiamente hacia la erguida mata de manga le espetó, -¨Entiendo sus razones Alejandro, pero el problema que yo tengo –y señalando con su índice derecho en dirección del esbelto árbol del género Mangifera-, es que yo quiero llevarme esa mata…¨. En medio de la sorpresa y confundido con su respuesta, aquel le dijo, -¨Entiendo misia Panchita, pero usted no puede llevarse ese árbol porque si usted lo saca, se muere…¨. Mi madre fijó sus pupilas tristes en los suyos de párpados retraídos y le respondió, -¨¡Eso es precisamente lo que no entienden mis hijos…!¨. La respuesta no pudo ser más sabia, cierta y oportuna pues era lo que para su desgracia veía venirse. Finalmente, prevaleció la opinión de Luis mi hermano, quien finalmente la desarraigó, se la llevó a su propia casa donde la invadió una pena y cuita profundas que casi nunca expresó, porque sentía que estaba ¨arrimada¨, no importando los mimos que pudieran rodearla; esa no era su amada casa, su cuarto, no era su jardín con sus frondosos helechos, en fin, no era su querencia, no era su vida… Fue un acto de injusticia extrema donde unos pecamos por permitir se condenara al exilio y otros por indiferentes…
Hace cerca de cinco años, mi amigo y hermano, compañero de curso y afamado internista sufrió el embate de sus hijos y su mujer; aquellos los querían fuera del país y esta, autoritaria y safrisca[1], en connivencia con los demás, se empeñó en que debían irse tras ellos. El otro no quería, pero blando de carácter y en contra de su voluntad –sin expresarlo- fue llevado casi ¨nariceado¨ a través del doloroso proceso del desarraigo y despedida en que, durante unos pocos meses, se retiró de su exitoso ejercicio, de sus fieles pacientes, regaló su biblioteca y vendió su casa, todo ello en medio del mayor sigilo. Y es que tantas veces no se entiende que la persona mayor activa no solo se alimenta del ingreso económico, sino más importante aún, del contacto con sus pacientes o clientes –según su profesión-, ese que le hace sentirse vivo, útil y necesitado, no superfluo, inútil ni ya innecesario.
Sus amigos no nos enteramos del asunto hasta que el hecho… consummatum est. Tenía bienes familiares de fortuna así que en otra nación adquirieron una casa cercana a una de sus hijos y ampliaron su seguro de enfermedad. Resignado, me escribía casi que a diario, contándome que salían a caminar por los alrededores, todo tan verde, todo tan lindo, todo tan limpio, todo tan monótono, todos los días parecían domingo para descansar sin estar cansado, pues sus rutinas diarias con sus angustias, preocupaciones y recompensas ya no eran más… Luego, recibían a los nietos casi que durante todo el día. Reservado como era, cada día se fue abriendo más y más para hacerme partícipe de sus preocupaciones, insatisfacciones y temores. A la distancia, le percibía triste, comenzó a deteriorarse y bastaron tres años para que Tánatos comenzara a coquetearle y finalmente Átropos cortara el hilo de su vida… Médicos del extraño país del ¨time is money¨, se sucedían en la búsqueda de una explicación médica que no humana para sus malestares. Le sugerí que buscaran un médico venezolano con un poco de humanidad y empatía, pero siempre el asegurador era quien decidía y escogía. Veamos lo que ocurrió al final de su ¨muerte biográfica¨, esa que es peor que la real muerte -dos correos de él y otro de una hija-:
- ¨Querido Rafael: Se sospechó una amiloidosis sistémica, ayer no fue posible practicarme la biopsia –cardíaca- por problemas técnicos, ya estando en pabellón y sedado, al parecer con el CT-Scan no pudieron hacer una localización segura y me regresaron vivo al corral. Quedaron en tratar de nuevo el lunes en la mañana, con ultrasonido. La verdad es que tengo bastante miedo, principalmente por la posibilidad de sangramiento[2]. ¿Qué te parece? Como permanecí tanto tiempo en ayunas, al regresar vomité, lo que se repitió hoy en la mañana (solamente agua). La tensión arterial sigue igual. Al estar parado cae como un piano de cola. Si se te ocurre algo, escríbeme. Mientras, un fraternal abrazo¨.
- ¨Querido Rafael: el oncólogo me refirió al cardiólogo, para descartar amiloide en el corazón, lo cual dio positivo. Me van a dar tratamiento, advirtiéndome que solamente sería un intento de detener la evolución. Recolecté la orina de 24 horas y espero por resultados de laboratorio. La tensión arterial sigue igual: arriba y abajo. A veces me mareo un poco, estamos evitando las caídas. La incontinencia desapareció completamente. El próximo mes me toca control con el urólogo y ver en cuánto está el antígeno. Ya te contaré como van las cosas. Mientras, recibe un fraternal abrazo, extensivo a Graciela Que Dios te bendiga y me des la claridad necesaria para tomar las decisiones que yo no puedo y me ayudes y les bendiga a todos ustedes. ¨.
- ¨Hola Rafael, desde la semana antepasada papi ha estado durmiendo o con los ojos cerrados todo el día, ya no camina, no toma líquidos ni come nada.
Esta semana estaba tan débil que no podíamos ni siquiera sentarlo en su silla de ruedas.
De miércoles a jueves no orinó, llame al nefrólogo y lo tuvimos que traer en ambulancia al hospital porque no lo podíamos llevar en el carro. La creatinina le subió de 4.5 a más de 5 y tenía el potasio muy alto. Lo sondearon y lo están hidratando pero el nefrólogo dice que o se hace diálisis o ya lo que queda es tenerlo «confortable», que le quedaría muy poco tiempo.
Papi no quería la diálisis pero al final entre él y mami tomaron la decisión de hacérsela (yo sé que mami tuvo mucho que ver en esa decisión). Esta noche le hicieron la primera diálisis, pero duro como un 75% y la tuvieron que parar porque la tensión se le fue al piso. Mañana le hacen otra. Desafortunadamente, yo no le veo salida a esta situación.
Pesa menos de 52 kilos ¨ ¿Qué nos aconsejas…?¨.
La fístula arteriovenosa en el brazo para la diálisis fue un fracaso, no funcionó. La hicieron entonces en la vena subclavia, falló y casi se muere, sangró y desarrolló un hematoma en el pectoral… Al fin, enfrentó su sino de una amiloidosis sistémica, y luego de una gran soledad y de muchos actos iatrogenéticos falleció… Su esposa le siguió y así, corrió situación similar con una demencia tipo Alzheimer y fue directo a un ¨nursing home¨, los hijos y nietos ocupados con trabajos y ocupaciones… y Dios se apiade de ella…
Para mí, una de las connotaciones de la palabra coroto, tiene que ver con un objeto viejo e inservible por lo que se le trata sin cuidado ni delicadeza y muchas veces, termina condenado al ostracismo en ese insípido cuarto llamado precisamente el de ¨los corotos¨, donde se aglomeran sin orden ni consideración aquello que ya no amamos, respetamos ni es parte de nuestras vidas. Aunque no está establecido que este adjetivo sea apropiado para ser aplicado en humanos, veamos que si tiene un lugar…
En la decisión de nuestros hijos de llevarnos con ellos fuera del país, muchas veces inconsulta ni meditada y en muchas otras, producto de un impulso donde no dudando nunca que prevalezca el amor, la preocupación y la consideración de ellos, suele ser una decisión unilateral, simplista y muy egoísta que implica resolver un problema de culpa por el involuntario abandono, sin tomar en cuenta nuestros sentimientos y opiniones al respecto, que, en caso de esgrimirlas, pronto son descalificadas. Tal vez tengamos un seguro internacional en dólares, tal vez no, lo cierto es que, si llegamos a enfermar, estaríamos solos con médicos desconocidos angloparlantes, sin un médico de cabecera que sirva de director de orquesta, con profesionales muy profesionales sin empatía, con otra idiosincrasia, que simplemente harán su trabajo sobre nosotros, enfermos cosificados… Nuestros hijos con empleadores que pudieran no entender que en ese momento el deber de ellos sería de acompañamiento: perderían sus trabajos, así que estaríamos solos con nuestra pena y en un lugar extraño[3]. Otras veces se trata de nuestras esposas, llamadas por nuestros hijos, especialmente las hijas, con frecuencia consentidas e incapaces de ser esposas y madres, de llevar adelante sus vidas en forma independiente, para transformarlas en cuidadoras o cachifas…
Como se ve, el ¨coroto¨ es movido ¨de aquí p´llá y de allá p´ca¨, y a menudo, la mujer se presta al requerimiento ignorando que los matrimonios se estructuran y solidifican en las situaciones de necesidad y no en la vida muelle; de forma tal que, el marido queda solo en su casa, con suerte puede acompañarle una mucama o cocinera, tiene que asumir los roles de la esposa ausente y puede ser fácil presa de otras mujeres que traten de llenarles el vacío y el despecho –después, no se quejen-… El egoísmo implica ignorar que los padres viejos tengan necesidades de cercana compañía, de caricias, de sexo –total ¨son viejos¨-, de hogar y con sus costumbres preservados, apego por la querencia que implica rutinas y trabajo, y la palabra ¨compañía¨ se ignora tanto como la ¨necesidad¨.
Yo por mi parte, y con todo el respeto y amor paternal que profeso a mis hijos, prefiero quedarme y me niego a que ellos me digan a estas alturas de mi vida lo que tengo que hacer por su conveniencia que no la mía; no quiero ser un ¨coroto¨ a ser movido por el capricho de otros. Quiero ver el Ávila cada día y ser despertado por los trinos de mis pájaros criollos, quiero ver el cielo azul de aire impoluto de Caracas luego de la lluvia, quiero ser parte del despelote en que vivimos, quiero tener a mis amigos y a mis alumnos cuyo amor siento a cada paso, quiero sentirme activo no superfluo, aunque corra riesgos, quiero involucrarme en la lucha que nos embarga para salir de la dictadura comunista, quiero levantarme de madrugada para leer, estudiar y escribir en MI biblioteca, con MIS libros, con MIS afectos, quiero enfermarme aquí y ser tratado por médicos venezolanos con lo mucho o poco de que dispongan en ese momento, mejor todavía, si mi cuidado es tomado por mis amigos y alumnos; ya no tengo edad para estar lidiando con un agresivo cáncer u otra espantosa condición para complacer a quienes saben que igualmente, voy a morir irremisiblemente. Quiero que cremen aquí mi cadáver y rieguen mis cenizas en el Ávila [4]. Cuento con el apoyo, el verdadero amor y la consideración de Graciela mi esposa, quien siempre ha estado en comunicación y en consonancia, y nunca me ha abandonado. Quiero agradecer a mis amantísimos hijos y nietos por su interés y por haber dejado de insistir en que me vaya…
[1] Entrometida, imprudente, inoportuna, ansiosa de figuración.
[2] La palabra correcta es sangrado.
[3] Recuerdo que, durante mi viaje de estudios, en el Herbert Moffitt Hospital de la Universidad de California en San Francisco, se creó una unidad de neurooncología con el fin de tratar enfermos con tumores cerebrales malignos luego de la cirugía. Debíamos ocuparnos de evaluar su sintomatología neurooftalmológica, los efectos colaterales de la radiación y/o quimioterapia, pero más importante, servirles de apoyo. En forma lacerante llamó mi atención que, siendo casi todos mayores y algunos muy ancianos, siempre estaban solos y tristes. Al preguntarles por la familia, algunos residían en la ciudad y otros –lo más frecuente- vivían en sitios distantes, y siempre bajo el rigor de sus empleadores. Eso sigue sucediendo y afecta también a nuestros hijos distantes…
[4] Antes decía que quería se esparcieran en el ¨jardín¨ central frente a las salas de medicina interna del Hospital Vargas de Caracas, pero hoy día otra realidad impera, allí merodean los gatos y sus residuos digestivos, y se orinan y hacen necesidades los visitantes carentes de un baño público, así que lo siento mucho, ya no creo que mi querido nosocomio sea el sitio más adecuado…
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