Elogio del apetito material

 

Soy un observador apasionado del drama del ser humano, especialmente, del ser humano enfermo… En ocasiones pareciera que el médico solo quiere ver ¨cosas¨, diagnosticar enfermedades, a veces al boleo sin importarle mucho que ¨esa¨ enfermedad esté aposentada en un ser humano: es cuando se ¨cosifica¨ al paciente, es decir, se le ha transformado en una ¨cosa inanimada¨. En países desarrollados como los Estados Unidos de América donde se privilegia la prisa y el dinero, de ello no escapa el acto médico. Ahora resulta que el acto médico es presenciado a lo lejos, o tal vez  no tan lejos, por una persona ajena a la profesión que juzga el rendimiento del pobre médico asalariado en función del tiempo que se tome para ¨evaluar¨ al cliente, que no al enfermo en función del número de ¨clientes¨ que vea; por ello, se supone que la consulta no debe durar más de 10 minutos y a los 30 segundos, el cuitado será interrumpido en su relato para que el tiempo rinda. Sin embargo, esos primeros cinco minutos de conversación, que se inician con la queja principal del enfermo y continúa con las preguntas del médico, que son fundamentales para el inicio del proceso curativo, es abortado en forma intencional. La medicina se ha mercantilizado al extremo y está en manos de corporaciones de seguros, que encontraron en la salud, un negocio que deja pingües ganancias…

La adoración del dinero es mala señal, pues es indicio de que no cuenta el sufrimiento del paciente que muchas veces, asiste a una consulta para que relatada su historia, el médico le reasegure, porque la mayoría de las veces eso es simplemente lo que el paciente desea, ser escuchado y ser parte del diálogo exploratorio o diagnóstico, donde en 80% de las veces puede arribarse a un diagnóstico con solo escuchar: esa es la brújula que nos guía en el mar misterioso de la enfermedad. El examen físico vendrá después y será ejecutado con especial énfasis en el órgano o sistema que haya sugerido el diálogo… La ¨genética¨ del encuentro ha sido un proceso de siglos de observación cuidadosa y deseo de ayudar. Ahora es suplantado por máquinas para ser usadas aunque no se necesiten, empleadas sin tino ni destino; pero dejan gruesos dividendos. La ¨epigenética¨  se realiza en ese cuerpo y esa mente suyos que están continuamente sometidos , a lo largo de su vida, a fuerzas dinámicas cambiantes: las de su ecuación genética, su medio ambiente, sus estreses internos y su voluntad de realizar podría ser, el cambio negativo que se ha dado en la sociedad y por ende en la medicina, al incorporar al $dolar$ como el objeto amado ante el cual se rinde el conglomerado consumista. y es por encima de todo, el primum movens del existir.

Sirva este preámbulo para narrar la anécdota de un curioso, por no decir insólito hecho clínico que presencié 40 años atrás durante mi estada en el país del norte, específicamente en la ciudad de San Francisco, cuando realizaba mis estudios posdoctorales de neurooftalmología. Cuando se daña el lóbulo occipital del cerebro que tiene su asiento en la parte más posterior del mismo, ocurre un defecto en el campo visual, este defecto se llama ¨homónimo¨ pues se pierde la visión en la mitad derecha o izquierda del campo de ambos ojos, y a veces es ignorado por el paciente; como consecuencia, cuando camina se tropieza con todo lo que esté a su derecha o izquierda, simplemente, porque no lo ve…

La anécdota en cuestión se refiere a un enfermo de 60 años, llamémoslo Cyril  -ver la foto de inicio-, en quien se sospechaba tenía un infarto en el lóbulo occipital derecho con el defecto en el campo visual contalateral izquierdo, pero se encontraba desorientado, algo obnubilado o confundido por lo que sus respuestas eran erráticas… En estos casos, muchas veces  con el paciente mirando al frente, se recurre  a un gesto de ¨amenaza¨, y en el caso presente, tratando de ¨puyarle¨el ojo izquierdo con le dedo extendido. Si el campo está intacto, girará los ojos en la dirección del estímulo.  Lo cierto es que ninguna de las táctica empleada, había dado resultado en el sentido de demostrar que en efecto, sí  existía un defecto campimétrico…

De improviso y desde atrás, se aproximó un médico gringo que escuchaba nuestra conversación a la cabecera del enfermo diciendo que él, en muchos casos complejos como el que nos ocupaba, había resuelto este problema con la ¨estrategia de Jackson¨, ¿y esa cuál es, le pregunté?; nunca la he escuchado mencionar…, y así, presuroso y seguro, extrajo de su cartera !un billete de $20$!, y lo trajo desde la extrema izquierda hacia el centro, y no más al trasponer el meridiano vertical del ojo, ocurrió el milagro, el enfermo desvió los ojos a la izquierda buscando el estímulo más poderoso que pueda existir en una sociedad materialista a ultranza: Un billete verde de $ 20…

 

Andrew Jackson (15 de marzo de 1767-8 de junio de 1845), estadista estadounidense, séptimo presidente de los Estados Unidos (1829-1837).

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