El excepcional remedio de Maimónides… PARTE II y fin

En 1664, un oscuro viajero apellidado Gandolfi recorrió a pie toda Francia. De la narración de sus experiencias extraemos una pequeña muestra:

Ocurrióle que durante la travesía tuvo la desventura de contraer un severo caso de resfriado que le llevó a tocar las puertas de un hospital parisino. Para su fortuna, los médicos del hospicio aquel le trataron con dedicación, esmero y le procuraron lo más depurado de su ciencia y de su arte. Una vez encamado y durante todo el período de tiempo que duró la fiebre, fue sometido a un total de 22 sangrías para alivianarle su sangre corrompida y a dos enemas evacuadores por día, uno al despunte del alba y el otro al tiempo del ocaso…

“La fortaleza del inválido -reza el diario de viandante– era mantenida proporcionándole carne de ternera y sopa de pollo cada tres horas. Se le permitía, además, tomar toda la limonada y aguas refrescantes que su cuerpo apeteciera…” ¡Mirabilis dicto! o lo que es lo mismo, por la ¡milagrosa prescripción!, el paciente Gandolfi, un poco anémico y con el fundillo ardido y rojo como boca de payaso, pero feliz y recuperado, pudo abandonar el refugio aquel, agradeciendo los buenos oficios de sus curadores… ¿Qué diría hoy día si supiera que sólo un componente del “esmerado tratamiento” a que fue ‘sentenciado’ la sopa de pollo– resistiría imperturbable el paso de los siglos? ¿Qué pensaría de su salvo honor tantas veces ofendido y ardoroso, de las cicatrices de sus antebrazos y del aspecto clorótico de su tez en que le dejó la continuada pérdida del ‘preciado líquido’? Mi querido lector, aquí entre nos, hoy le hacemos a usted lo mismo, sólo que con sofisticado y supercientífico sadismo y a mayor coste…

 Cuando es el caso tratar a un semejante con un resfriado común, los médicos hemos venido dispensando por años los mismos consejos: Tome algún antipirético/analgésico -aspirina, acetaminofeno, dipirona para tratar la fiebre, el dolor de cabeza y el malestar general; consuma líquidos en abundancia y sobre todo, emplee sentido común, métase en cama y repose… Aunque mi frustrada paciente, la señora PenéloPe Sadita no lo crea, estos consejos también funcionan para nosotros, los médicos… ¿Por qué no? A diario transitamos entre parásitos, bacterias, hongos, virus y priones, así que no tiene nada de raro que un mal día, algún bicho de estos decida hacernos pasar penas con nuestros pacientes, que más bien como que nos consideran cucarachas, capaces de resistir la invasión de todas las porquerías que pasen nuestro lado, inclusive, aquellas que ellos graciosamente nos contagian…

¿Por qué no nos recetamos ni prescribimos los famosos antigripales? Diversas razones nos inducen a ello. Primero que todo, porque no son más efectivos que un analgésico corriente. Además, porque son más costosos, pues casi todos son una combinación de ingredientes activos que no siempre necesitamos. En otras palabras, combinan un analgésico y un descongestionante, un antialérgico y un analgésico, o una combinación de descongestionante, antialérgico y analgésico. A mayor cantidad de ingredientes, mayor coste y menor beneficio, sin contar los efectos colaterales que ellos producen, que a menudo confundimos como producidos por el resfriado mismo -¡!-

En nuestra pasada columna, exaltamos las propiedades benéficas de la sopa de pollo en el paciente resfriado. En esta ocasión -con la indulgencia del ingeniero Armando Scannone- les suministraré la receta y sus ingredientes, dejando constancia de que no es de mi autoría. Pertenece al doctor Irving Ziment M.D., neumólogo de la Universidad de California en Los Ángeles, apasionado del remedio de Maimónides, el que eleva sus propiedades con ayuda del razonamiento científico moderno.

He aquí los ingredientes:

Rp/. Un pollo o gallina de 2 kilos; entre 7 y 15 dientes de ajo, 2 cebollas picadas, 4 apios-españa cortados con sus hojas, 4 zanahorias peladas y cortadas, 1 litro de agua, 1 cucharadita de curry, pimienta negra y albahaca, 6 tallos de cilantro y 5 de perejil picados. Sal al gusto.

Arte: Descascare los dientes de ajo y póngalos todos con el pollo y la mitad de los vegetales en una cacerola grande. Agregue el agua y las especias llevándolo a ebullición. Entonces reduzca el calor y hierva a fuego lento por espacio de dos horas. Si es su deseo, separe la grasa de la superficie. Retire el pollo cocinado y refrigérelo para su ulterior uso. Ahora, adicione al caldo los vegetales restantes. Hierva a fuego lento por otros diez minutos. Esto permite conservar la mayoría de los nutrientes, en tanto que la porción cocinada por mayor tiempo aportará el sabor.

 William Harvey (1578-1657), el brillante médico inglés que descubriera la circulación de la sangre en nuestro cuerpo ensalzó las virtudes del ajo, llegando a recomendar a sus pacientes bronquíticos, ponerse un diente de ajo dentro del zapato… Es de interés conocer que los componentes químicos del ajo se absorben a través de la piel, no obstante ¡no se los aconsejo! – su aliento y su sudor, no serán bienvenidos en tiempos de cuarentena-. Basta con su presencia en la sopa, ya que sus propiedades expectorantes son de gran ayuda para aliviar la congestión respiratoria y no tienen el inconveniente de enrarecer las patas…

La sopa de pollo, además de su valor nutritivo, posee igualmente beneficios terapéuticos. Unos 15 años atrás, investigadores norteamericanos decidieron investigarlos. Para ello, escogieron a 15 voluntarios -hombres y mujeres sanos-, quienes tomaron, bien, agua caliente, “sopa de picatierra” o agua bien fría. Un pequeño sensor electrónico les fue colocado en una de las fosas nasales con el objeto de medir la velocidad de desplazamiento del moco nasal. El estudio demostró que nuestra heroína se comportó significativamente mejor que el agua fría en facilitar la expulsión del moco del tracto respiratorio superior. El agua caliente fue casi tan buena, pero… ¿quién es capaz de tomarse un vaso de agua caliente sin sentir nauseas? Se preguntará usted entonces por qué no utilizar leche caliente o té. La leche parece enlentecer el mismo mecanismo reflejo para la secreción de moco que las especias ayudan a estimular, por tanto, disminuye el volumen de la secreción acuosa y usted permanecerá con el árbol respiratorio congestionado. Por su parte, el té negro por su elevado contenido de ácido tánico tiende a coagular las proteínas del moco, secando su garganta e impidiendo su eliminación.

Por cierto, que igual puede decirse de las pastillas mentoladas para chupar -con sabor a yerba-buena, que proporcionan un transitorio alivio al refrescar su garganta. Lo que usted no sabe acerca de ellas, es que el mentol paraliza los cilios móviles, esos elementos microscópicos que cubren el tracto respiratorio humano y ayudan a expulsar materiales inhalados por los pulmones o secretados en ellos; o lo que es lo mismo, esos pequeños pelitos que, dispuestos en la superficie de las células del tracto respiratorio, con sus movimientos ayudan a expulsar el moco. La limonada caliente, el té de tilo o jazmín, además de su elevado contenido de vitamina C natural, poseen en su estructura sustancias llamadas polifenoles, las cuales han probado ser hostiles contra los rinovirus productores del resfriado. Aunque sólo eso sea, el té de hierbas también le dará la sensación de ¨estar haciendo algo¨ por tratar su resfriado y es muy probable que algún beneficio pueda sacar de él.

Para terminar, quiero nuevamente enfatizarle no usar antigripales con múltiples componentes.  La mejor elección en términos de coste y seguridad es el producto que contiene un sólo ingrediente. A falta de un tratamiento curativo, el tratamiento del resfriado es sintomático, ello quiere decir que tan sólo deben tratarse los síntomas que usted tenga: fiebre, malestar o dolores -analgésicos y antipiréticos-; tos (escoja antitusígenos de un sólo ingrediente); congestión nasal o respiratoria (si puede tolerarla, no use descongestionantes, pues la moqueadera le ayudará a eliminar los rinovirus más rápidamente; de no ser así, úselos por corto tiempo). ¡Nunca, pero nunca, se inyecte o tome antibióticos por propia cuenta o indicados en una farmacia! ¡Son inefectivos contra los rinovirus! Al destruir las bacterias amigas de su cuerpo que viven en la garganta compartiendo espacio con las nocivas a las cuales contrarrestan, pueden determinar que éstas últimas proliferen y el resfriado de origen viral se le complique con una infección bacteriana. Si usted es hipertenso, sufre del corazón, de la tiroides o de la próstata o se encuentra embarazada consulte a su médico y ¡recuerde al gran Maimónides y su sopa de “picatierra criolla¨…

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Un comentario

  1. Dr. Muci: de nuevo lo felicito por su agudo y mordaz artículo. Este me hace recordar a la famosa «penicilina judía» que consiste en Chicken noodle soup y que es indicada por toda Mamá judía a hijos, nietos y a todos los que quieran escucharla. Es un remedio infalible para el tratamiento de afecciones, digestivas, respiratorias, emocionales y de otras miscelanias. Seguramente proviene de la misma fuente de Maimonides.

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