BRINDANDO SUS SABERES en suelo extraño. Ahora desarraigados, fugitivos si se quiere, trasmutados a otra cultura, quizá perdidos para siempre. Permitimos que sus cerebros fueran reemplazados por una caterva de inútiles pendencieros de seso vano, envidia extremosa, buenos sólo para lacerar y matar. Es el castigo por esa existencia cobarde que llevamos como sino. Ahora nuestros hijos son extraños de otros mundos. Sus puestos han sido ocupados por cubanos, iraníes y alienígenos de la peor estirpe, fieras que ya han probado sangre. No hacemos falta a nuestros nietos, hemos apostatado a su amor frente a sus cunas. ALGUNOS hasta nos sentimos orgullosos de tenerlos fuera, lejos de nuestras caricias, del cielo azul y el sol que siempre brilla en esta tierra generosa. Portamos fotos carentes del calor de la cercanía para no olvidar rostros desdibujados por la distancia. ¡Qué plancha! No moriremos con sus presencias a la vera, moriremos solitarios, como merecemos por nuestro vicio de cobardía… |
Elogio de la renuncia: Cuando los hijos se van…
Publicado en El Unipersonal.
Dr, Muci, con todo el respeto que Ud. me merece, le expreso que entiendo su gran pesar, pues el mío es exactamente el mismo. Sin embargo, no entiendo su punto al llamarnos cobardes. Lo respeto, si Ud. lo siente así, es válido. Pero jamás aceptaré que fuimos cobardes, porque en muchas ocasiones tanto Ud. como yo hemos usado nuestra pluma para denunciar, desnudar a la perversa revolución que nos ha puesto el yugo de la miseria sobre nuestros cuellos y además, hemos sido luz en medio de la oscuridad.
Excelente, maestro, totalmente de acuerdo.