Dedicatoria: A mi familia y muy especialmente a Graciela mi compañera por 56 años, mi soporte y mi amorosa cuidadora; a mis tres hijos y mis amados nietos, a mis hermanos y toda mi familia, a mis compañeros de promoción.
A mis tres ahijadas, las doctoras Angie Valentinier, Emma Quintero y Flor Correa de la Primera Promoción de Oftalmólogos de la Universidad de Carabobo, 2021, Centro Hospitalario doctor Enrique Tejera por su afecto irrestricto, nuestro reconocimiento y a sus familiares y pacientes.
El cuadro de la izquierda que forma parte del preámbulo de este, mi escrito, y está basado en la mitología clásica tal como la reestructuró el filósofo griego Platón (427-347 a.C.), escogimos nuestro ¨genio¨ sin saberlo -nuestro espíritu guardián personal- y ¨Necesidad¨ que es la diosa cuyo huso para hacer hilo controla el destino del mundo nos presenta sus tres hijas llamadas ¨las hermanas fatales¨, cuyo hilado afecta el destino de la gente. En la tradición griega se aparecían tres noches después del alumbramiento de un niño para determinar el curso de su vida. Toda vez que su número se hubo establecido en tres, los nombres y atributos de las Moiras o Parcas quedaron fijados:
- Cloto ( ‘la hilandera’) hilaba la hebra de vida con una rueca y un huso. Su equivalente romana era Nona, originalmente invocada en el noveno mes de gestación.
- Láquesis (‘la que echa a suertes’) medía con su vara la longitud del hilo de la vida. Su equivalente romana era Décima, análoga a Nona.
- Átropos (‘la inexorable’, ´la inflexible´ o ‘la inevitable’), literalmente la ‘que no gira´ era quien cortaba el hilo de la vida, eligiendo la forma en que moría cada hombre, seccionando la hebra con sus «detestables tijeras» cuando llegara la hora.
Luego las almas de los muertos irían a la ¨llanura del olvido¨ para beber en el río Lete y olvidar su vida anterior antes de renacer en el mundo. Con esto quiero significar que no todos aquellos jóvenes que nos iniciamos en el estudio de la carrera médica en la Facultad de Medicina de la Universidad Central de Venezuela en 1955, estaremos presentes en nuestro aniversario. Han sido suficientes los que han fallecido y hago un alto para recordarlos y pedir por el eterno descanso de sus almas. Me hubiera gustado memorarlos a todos, porque todos dejaron una huella indeleble en nuestros corazones, pero no podrá ser así… Que me perdonen todos, ellos y mis compañeros sobrevivientes, y especialmente sus familiares y amigos.
A la diestra colocamos una gráfica publicada en la prestigiosa revista Nature, donde se compara el comportamiento del Covid-19 de nuestra querida Venezuela en Pandemia, calificado por los autores como ¨caso atípico¨ al ser comparado con nuestros vecinos Brasil, Guyana y Colombia. Nunca imaginé yo que los delincuentes que nos gobiernan pudieran manipular de manera tan burda y criminal las cifras de infección cuando apenas si ha sido vacunada con dos dosis menos del 12% de la población y realmente se desconoce y se oculta la terebrante realidad. Especímenes arrancados del pleistoceno de la de la historia macabra y de la mala educación y desconocedores de las buenas costumbres, han llevado al país por derroteros nunca imaginados ante la inercia de casi todos y el comportamiento errático e irresponsable de la llamada ¨oposición¨ y que si a haber vamos, no se opone a nada; antes bien como babiecas, apoyan todo. Algunas sociedades médicas y la Academia Nacional de Medicina de Venezuela han alzado sus valientes voces, pero por infortunio parecen haber gritado en el desierto.
En una tradición que data de fines del siglo XIX, los diamantes simbolizan el 60 aniversario de bodas, de unión, de comunión de intereses. La gema preciosa -el diamante- se conecta al año del aniversario de varias formas. La reina Victoria celebró su Jubileo de Diamante de 1897, luego de 60 años como monarca de Gran Bretaña. Con esa celebración, los diamantes se convirtieron en símbolo del 60 aniversario, como, entre otros, en el aniversario de bodas. El término diamante proviene de la raíz griega «adamas«, con la significación de «indómito» y «perdurable» y así, está asociados a la solidez de un romance y a la eternidad, lo que brinda significado al importante aniversario de los 60 años de matrimonio o en este caso, de ejercicio médico.
El día de hoy, domingo 5 de septiembre de 2021 se cumplirán 60 años de nuestra graduación de médicos-cirujanos venezolanos. Bajo las nubes acústicas de Calder en una reunión presidida por el rector magnífico de la Universidad Central de Venezuela de entonces, doctor Francisco de Venanzi, su equipo rectoral y nuestro padrino el doctor Manuel Morillo Atencio, 227 alumnos regulares (algunos rezagados de años previos) y 45 revalidantes recibidos de otras universidades, muy emocionados, escuchamos en presencia de nuestros padres, representantes o esposas, nuestros nombres en estricto orden alfabético, y el acto finalizó con el Himno Universitario: ¨la casa que vence la sombra¨ interpretado por el Orfeón Universitario… Éramos un aglomerado entusiasta de inquietudes y procedencias, veníamos de todas las regiones del país, con diferentes acentos que delataban nuestras procedencias, preparación y capacidad económica en nuestro hogares; no obstante, nunca hubo diferencias por los apellidos, el acento al pronunciar o el color de la piel, preferencias políticas o por ser hijo de uno de nuestros propios profesores -varios de mis compañeros confiados en esa premisa, tuvieron que repetir el año por imposición ética de sus padres, ¡Honra a ellos!-.
Recibí el Premio Alma Mater en 2017 por mi compromiso con la enseñanza. La docencia ha sido para mí una fantástica y cautivadora experiencia, fácil al inició cuando todo conspiraba para que fuera exitosa y muy comprometida siempre, a veces frustrante por la ignorancia y maldad gubernamental. Mi pasión ha sido enseñar a todo aquel que se me acerca y, aún contando 83 años y estar sometido al rigor de una pandemia y cuarentena, he continuado enseñando en forma virtual y desde una plataforma zoom, el Examen del Fondo del Ojo a un número considerable de médicos latinoamericanos (cerca de 1.800 inscritos) apoyado por un laboratorio transnacional (Laboratorios Roche) lo que me ha obligado a repasar y lustrar de nuevo conocimientos ya despulidos y adquirir otros nuevos, así que pueda continuar siendo confiable y lo más actualizado posible en mi enseñar y a la vez ser enseñado en el proceso, y al decir de Don José Ortega y Gasset (1883-1955), siempre enseñando a dudar de lo que enseño. Mi dilecta alumna, la doctora Emely Karam me ha acompañado fielmente en este peregrinar semanal supliendo mis limitaciones tecnológicas que son muchas y, además, mi esposa Graciela Facchin y la doctora Judith Cantillo animándome a continuar en la ruta a pesar de los saboteos continuos de la Internet y el comportamiento tantas veces indiferente e irresponsable de quienes llevan mi cuenta… Mi actitud -desde que era un estudiante- ha sido comunicar, enseñar y aprender en el proceso. Revisar continuamente lo aprendido y mantener siempre esa actitud docente, motivando, elevando la moral y la ética de mis alumnos y criticando mis propias enseñanzas cuando ha sido necesario. También lo hice al ser incorporado en la Academia Nacional de Medicina de Venezuela -el primer hijo de un inmigrante libanés que ostentara ese honor, individuo de número y expresidente-, creando un segmento semanal llamado ¨Perlas de observación clínica¨ que dio también lugar a otras, ¨Perlas de observación histórica¨ o ¨Perlas de observación científica¨ que tienen una duración de 15 minutos y me permitió dar a conocer mucho de lo que había hecho en mi Unidad de Neurooftalmología del Hospital Vargas de Caracas en compañía de mis alumnos, ¨fellows¨ y médicos relacionados. La Academia Nacional de Medicina me permitió elaborar y enviar las reglas para normarlas. Fue aceptado de inmediato por la Junta Directiva y así se me informó mediante oficio No. 2000/17, del 20 de enero de 2000. Desde el inicio tuvo y ha continuado teniendo la entusiasta acogida de toda la asamblea. Ahora, bajo nuevo reglamento se ha extendido a 15 minutos y hay lugar para 15 minutos de preguntas. Estas cortas sesiones solían transformarse en artículos para nutrir la Gaceta Médica de Caracas, órgano de la corporación. Hasta el presente he presentado y publicado en la Gaceta Médica de Caracas, órgano de la Academia Nacional de Medicina, un total de 43 de ellas
Mi querencia como estudiante había sido el Hospital Vargas de Caracas y así quise que fuera y así fue por 46 años y 2 meses -sin jubilarme- debido a la irrupción de los llamados médicos integrales comunitarios, árboles torcidos desde su gestación para los cuales no cabía una rectificación como no fuera reiniciar la carrera médica según los parámetros impuestos por normas antiquísimas de estudio, seriedad, rigidez, evaluaciones continuadas y sentido común. Decidí que allí me quedaría ¨porque la medicina privada no era para mí¨… Luego mis profesores me hicieron ver lo erróneo de mi pensar y compartí la docencia y asistencia hospitalaria con el trabajo privado que me daría de comer y ayudar a mis hijos a crecer libre y holgadamente, sin rigidez pero sí sembrándoles espíritu de superación y obligación de ser buenos estudiantes, mejores profesionales y ciudadanos. Ninguno se hizo médico… tal vez les espantó observarme en mi ejercicio, largas horas de estudio, de obligaciones, de docencia y asistencia…
Nunca imaginé que sería parte de un país fallido, cuestionable, destruido por la incuria de una clase comunista gobernante; nunca pertenecí a un partido político y menos a un clan con odio que suele estar destinado a la degeneración y desaparición desde su propio interior siendo que su aparente impenetrable fortaleza no será un lugar seguro
Mi viaje familiar -mi esposa Graciela y mis tres hijos Rafael Guillermo, Gustavo Adolfo y Graciela Cristina– a la Universidad de California San Francisco, USA en 1978 -cuando contaba 40 años de edad y 18 años de graduado-, no era precisamente una edad ideal para emprender un viaje de estudios donde mucho cuenta la juventud y y el tiempo. Mi idea, como en efecto fuera, era permanecer dos años: Era un cambio de la medicina que había ejercido hasta entonces y un aprendizaje de nuevos y apasionantes conceptos, técnicas de examen, y hasta formas de pensar; podría decir que en dos años, fui muy cambiado por el espíritu de un genio, mi finado maestro William F. Hoyt; me transformé en un hombre diferente, y me convertí en un semiólogo escrutador aún más apasionado y en un pensador en lo que otros no habían pensado, al estilo de mi héroe de ficción Sherlock Holmes, el personaje de Conan Doyle... Los dos años transcurridos con él tuvieron una influencia decisiva en mi concepción de la clínica y hasta del paciente. Traté de modelarme en él y traje una nueva experiencia para enseñar llegando a formar 42 nuevos especialistas en neurooftalmología -venezolanos y extranjeros, una ciencia desconocida entre nosotros… Fundé la Unidad de Neuro-Oftalmología en el Hospital Vargas de Caracas -gracia a la bondad del doctor Herman Wuani, jefe de la cátedra quien me acogió sin lamentos- que cumplió funciones de asistencia, docencia y extensión hasta que finalmente me retiré temporalmente hace 2 años, a la espera de tiempos mejores. Ya había sido propuesto ante el Consejo de Escuela que llevara mi nombre propio y así fue… Unidad de Neurooftalmología Dr. Rafael Muci-Mendoza. Por su parte, mi familia -Graciela y mis hijos Rafael Guillermo, Gustavo Adolfo y Graciela Cristina- también obtuvieron beneficios inconmensurables para su desarrollo como ciudadanos y profesionales.
Puse atención a la cita latina proveniente de las sátiras de Juvenal ¨mens sana in corpore sano¨ y desde mi adolescencia llevé una vida saludable, nunca me excedí en el comer o en el beber, cultivé el deporte -especialmente las carreras de fondo-, el estudio y la lectura. Me enamoré de la observación y la hice mía y convencí a muchos de mis alumnos a que abrazaran el arte de poner atención a los detalles, pero además, el de ser empáticos aunque con ello el ejercicio se haga más doloroso -pero más gratificante-. En los dos últimos años ha vivido y sentido el dolor mordicante en mi propia persona al sufrir un accidente mientras trotaba con fractura del hombro izquierdo, dolor por varias semanas e insomnio. Trastocó mi vida y aún me esfuerzo por retomar la vida que dejé atrás con el apoyo de Graciela y mi familia sin distingos. Supe de buenos médicos que llevaron mi caso y a los cuales agradezco su trato y compañía en el proceso de ser paciente. En fin, mi ángel guardián y mi Dios querido han estado muy cerca de mi haciendo que mi vida todavía tenga un sentido memorable.
Gracias a mi familia, a mis médicos y a todos…