Elogio de los millones, de los $ 2.800…, y el tonto de capirote

 

«Los pueblos, cuando llega el momento en que sienten la necesidad de

liberarse, son tan fuertes como Dios».

Bolívar

-I-

¿Qué hace que unos jóvenes encapuchados, con frágiles cascos o sin ellos, se enfrenten con improvisados escudos de cartón-piedra, algunos con mascarillas antigases de mala muerte otros con un simple trapo, a un grupo de guardias nacionales con atuendo de guerra y armas mortíferas?, ¿Qué mueve a un militar venezolano a asomar y apuntar fuera de la reja del aeropuerto de La Carlota un arma para disparar casi a quema ropa contra unos jóvenes indefensos?, ¿Qué grado de odio les han inducido sus superiores, oficiales venezolanos, cubanos o iraníes, para que disparen a sus connacionales, o es que NO son venezolanos sino soldados cubanos? 

Al hablar de idiosincrasia hablamos de temperamento, carácter, manera de ser, o características propias que se atribuyen a un individuo o a un grupo social. No fue la idiosincrasia venezolana catalogada de esta forma hace cerca de 3 lustros; entonces nos definía la hospitalidad y la empatía, el hecho de ser optimistas, alegres, trabajadores, emprendedores, luchadores, ambiciosos, talentosos, creativos, imaginativos, soñadores y hasta enamoradizos. El lenguaje tóxico y agresivo que inauguró Hugo Chávez desde el mismo día en que se juramentó como presidente de todos los venezolanos fue modificando lentamente la bendita idiosincrasia; el venezolano se hizo diferente. La toxicidad de sus expresiones, el repertorio de palabras agresivas, de desprecio, inconvenientes o a destiempo, fríamente calculadas, de gestos fríamente medidos, aun pareciendo irrelevantes, fueron sin duda desastrosos, ¡si lo sabemos los médicos cuando no cuidamos las formas y hablamos sin medir lo que decimos…!

 La llaga  dolorosa, la úlcera saniosa[1] y fétida, serpiginosa, que ha sido la experiencia del chavismo en nuestra patria, esa que batalla con el odio como estandarte y el hambre de retaliación como lanza virtual, matando, destruyendo y vedando el camino de la luz del conocimiento, toca su fin…

La constituyente o ¨prostituyente¨ como con sarcasmo ha sido designada el burdo intento de perpetuación de los narcodelincuentes, revela su desprecio por la Patria, por la Madre Patria, violada, violentada y burlada… pero es así como comienza a crujir el organismo vacío del chavismo –ya sin sentido y sin futuro-, pues vivimos una coyuntura decisiva y mortal, un penoso pasado y un futuro por inventar con el concurso de mujeres y hombres de buena voluntad…

-II-

¿Leyó usted las declaraciones del general Rotondaro con relación a las medicinas de alto coste en la institución que dirige? Propias de uno que se hace el tonto o cree que somos tontos… comportamiento típico de un tonto de capirote. ¿Origen de la expresión?: El ‘capirote’ fue un gorro en forma de cucurucho que, desde tiempos de la Edad Media, la Santa Inquisición obligaba a llevar colocado en la cabeza a todo aquel a quien acusaba de algún delito o pecado. Tonto del capirote significa simplemente «tonto». Antes se utilizaba en las escuelas un sombrero o capirote con orejas de burro para castigar a los que no sabían la lección, hoy día lo aplicamos a quienes ni siquiera saben mentir…

El pueblo suele señalar a aquel que lleva un capirote virtual con la cara descubierta como alguien falto o escaso de entendimiento (el tonto de lo que todos se ríen), apareciendo en el vocabulario popular la expresión ‘tonto de capirote’. DRAE. 5. coloq. absurdo (contrario y opuesto a la razón)

Aquel que llevaba puesto este capirote era el centro de burla de la gente que se agolpaba en las plazas públicas donde eran exhibidos los castigados por el tribunal: hoy les vemos declarando ante la historia con sus capirotes con orejas de burro…

 Vaya general, mézclese con el pueblo anhelante, con los cancerosos, con los dializados, con los lúpicos, con los trasplantados y obtenga de primera mano la información cierta si es que lo puede tolerar el poco de integridad que aún le queda. No se oculte tras su escritorio donde estos sentimientos no llegan ni tienen cabida.

-III-

Me llenó de estupor, miedo, rabia y preocupación. ¿Hasta dónde hemos llegado, Dios mío…? El pasado martes 13 de junio –como si fuera poco la mabita que el martes 13 trae aparejado- recibimos en nuestra consulta del Hospital Vargas de Caracas, una niña de 15 años, con los ojos desmesuradamente abiertos, completamente ciega cuya enfermedad se había iniciado en pasado mes de abril con un cuadro de fiebre y dolor de cabeza haciéndose un diagnóstico de meningitis. Recurre el dolor y es hospitalizada por 5 días en el Hospital Domingo Luciani y egresada con la idea de que la visión le retornaría… No fue así… El examen del fondo del ojo mostró los signos de un virus ¨oportunista¨, un virus grande llamado citomegalovirus que normalmente no ataca personas normales sino aquellas que muestran una inmunodeficiencia profunda o falta de defensas producidas por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH)… Hacía por los menos 20 años que no habíamos visto el destructivo cuadro para el sentido de la vista… Los nuevos tratamientos anti-retrovirales habían hecho desaparecer esta condición del panorama hospitalario… Se me hiela la sangre al recordar la década de los 80 cuando hicieron su aparición los primeros casos en sujetos haitianos, atacados por una legión de patógenos sin poder defenderse… Volvemos a tiempos de inmunosupresión, de infecciones por gérmenes oportunistas, sarcomas de Kaposi – el cáncer del SIDA-, desesperanza y el dolor que acompaña la marea roja de la irresponsabilidad y la indiferencia  expresada en ausencia de medicación… ¡Qué vergüenza…!

¿Quién puede creer esta sarta de mentiras y lugares comunes…?

¿Cómo así…? ¿Cómo es que ese ente al menos controlado de nuevo aparezca entre nosotros…? Es claro, por arte de la involución chavista no se ha hecho hace mucho tiempo prevención de la enfermedad, los estudiantes no reciben información acerca de cómo defenderse del SIDA, los niños comienzan su actividad sexual cerca de los 12 años, no saben cómo protegerse, y si lo supieran no hay preservativos ni anticonceptivos orales, de allí el embarazo en adolescentes, infecciones por el virus del papiloma humano (VPH), bofetadas insensibles a la cúpula que nos gobierna. ¡Déjenlos que se infecten y se mueran!, parecieran decir porque no hay antivirales y si los hay, siempre triangulados desde la maldita isla de Cuba, la ¨isla de la felicidad¨, no sabemos de dónde vienen, cómo se fabrican, su actividad y bioequivalencia, y si efectivamente son eficaces. En el país de la mentira roja, de la maldad y del enriquecimiento de las cumbres chavistas están ocurriendo cosas que no deben ni pueden tener perdón de Dios ni de los hombres.

Desde hace meses vengo advirtiendo a neurólogos y oftalmólogos que todas las condiciones para la aparición en nuestro país de la infamante ¨neuropatía epidémica cubana¨ que azotó la isla a principios de la década de los 90 y donde fui testigo de excepción, pues las condiciones están dadas: hay hambre y miseria, la pérdida de peso -9 de cada 10 venezolanos han perdido entre 8 y 9 kg de peso-, la desnutrición proteíno-vitamínico-calórica es el ominoso signo del tiempo, y la miseria y la mala vida determinarán que se repita la ignominiosa condición, y para estar a tono, los maestros de la reversión del discurso cuyos paradigmas fueron y es Fidel y Raúl Castro, le echarán la culpa a la oposición y al Imperio por haber sembrado un virus virtual en la tierra de Bolívar…

Lo vuelvo a repetir oftalmólogos, neurólogos, internistas y médicos comprometidos… ¡paren las antenas son 7 los jinetes del apocalipsis venezolano…!

 Debemos regresar a un tiempo perdido mejor que el presente para revisar nuestros yerros y confusiones y lanzarnos en pos de la búsqueda de un futuro mejor, donde la educación universal y genuina nos salve de la barbarie cuyo ejemplo más reciente muestra su feo rostro en el episodio de Los Verdes ¡Cuán solos nos hemos quedado! La orfandad nos ha arropado con su manto de tristeza, pero el venezolano recuperará su imagen y retomará su destino, y ocurrirá el mismo milagro que permitió a los israelitas atravesar el Jordán…

[1] Sanies. Derrame fétido de una herida o úlcera compuesto de suero, pus y sangre; icor.

 

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