Elogio del amanecer… Damas de la noche y Khalil Gibran Khalil

Rafael Muci Mendoza

             Rafael Muci Mendoza

En mi pequeño jardín, donde leo bajo el salutífero sol de los fines de semana, artículos, libros y la poca prensa libre y democrática que aún nos queda, se privilegia ante mis ojos un complaciente símbolo de bondadosa esperanza: esta vez 67 de ellos… Son los botones de la solanácea y aromática ¨dama de la noche¨ que a borbotones se han desgajado con las primeras lluvias que el Niño malcriado ha permitido; de característica floración nocturna, reserva energías durante el día evitando el calor en espera a que anochezca para desplegar sus níveos encantos. Se marchitan casi antes de que despunte el sol, así que admirar el milagro de su inflorescencia de anzuelo es privilegio de quienes, en el insomnio de nuestras madrugadas y ante la mirada del lucero de la noche, entre las 3.00 y las 4.00 ante merídiem, observamos el estallido armiñado de sus pétalos y el suave perfume de su corazón expuesto. Un milagro de tantos que nos regala la Dios y que nos recuerda que a este dolor tan profundo y espeso que experimentamos los venezolanos sobrevendrá el bálsamo tranquilo que nos dé la paz. El Cerro Ávila celoso, se apresura, acentúa su verdor y deja oír trinares confundidos de sus pájaros multicolores para dar la bienvenida a la salida del sol, momentos en que las damas, recatadas y circunspectas, cierran sus párpados en aceptación de su efímera vida.

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Elogio de mis ochenta y uno…

Elogio de ya son 81…

Rafael Muci-Mendoza

«Dichosos los que pueden dar sin recordar y recibir sin olvidar.»

—Elizabeth Bibesco (1897-1945), escritora inglesa

Este artículo está dedicado a Graciela Facchin, la chica de mis sueños.

El 26 de junio de 1965 contrajimos matrimonio; ya contamos 54 años.

Desde ese día, hemos estado viviendo juntos el sueño de nuestras vidas. No puedo imaginar mi vida sin ella.

T

Hoy, 1º de mayo de 2019, he querido que a los lados de una estilizada acuarela que en 1991 me hiciera mi antigua paciente, la señora Mercedes H. deBellard Pietri (†), estuviera otra con mi esposa Graciela, mi compañera por 54 años, y en mi Unidad de Neurooftalmología del Hospital Vargas de Caracas en 2015 donde han transcurrido mis mañanas por casi 40 años y donde soy velado por la sonrisa empática de mi maestro y mentor, doctor William F. Hoyt (†). Asistí a ella hasta diciembre de 2018 y me he retirado temporalmente. Espero que las circunstancias de inseguridad que rodean la institución, hagan más fácil mi pronta reincorporación. Pero ello no significa que me he detenido, solo he alterado el rumbo de mi camino, no voy al mismo sitio, no obstante, he continuado dictando mi curso anual de ¨Fondo del ojo en la enfermedad sistémica¨ en la institución privada donde laboro y que se encuentra este año en su 50º edición con una audiencia de más de 80 alumnos…

Todo parece mucho tiempo, pero el tiempo se ha empeñado en volar y las hojas del calendario se antojan en caer más rápido que las hojas de los árboles otoñales… Es el llamado “fenómeno de la aceleración del tiempo”, es la percepción de que el tiempo se empeña en acortarse. Muchísimos años atrás, cuando apenas éramos niños, el tiempo parecía pasar de forma muy lenta; pero, mientras más pasan los años, los días parecieran achicarse más y más, tal como si la percepción de la realidad hoy en día fuese distinta. La realidad pareciera decirnos que el tiempo no se está acelerando, pero puede ser todo lo contrario, y a esto nos referiremos más adelante; parece ser nuestra conciencia la que crea la ilusión del tiempo acelerado. Es como si el tiempo pasara más rápido, pero, es nuestra percepción del tiempo que va cambiando sin que se trate de que los días duren menos, sino antes bien, es posible que ya renunciamos a vivir y decidimos no aprender nuevas cosas. Por ello, hay que emprender la búsqueda de nuevas y variadas experiencias para no caer en la monotonía, esa que nos hacen sentir que los días pasan tan rápido. En razón de este hecho, de experimentar los años de forma más rápida, hay que pensar que podríamos estar atrapados en nuestras propias rutinas percibiendo como el tiempo pasa ante nosotros sin que aprendamos algo nuevo o sin realizar actividades variadas y constructivas.

No recuerdo cuándo o cómo escuché esta lapidaria sentencia, ¨Una vez que se alcanza ¨cierta edad¨, cada 15 minutos te sientas a desayunar…¨ -así que les ruego me disculpen por un momento, ¡es que me están llamando de nuevo a desayunar…! -.

 Copiado textualmente [1] “Los científicos descubrieron hace muchos años que la Tierra emite un pulso. Este pulso o frecuencia fue comparado con los latidos del corazón, manteniéndose estable en aproximadamente 7.8 ciclos por segundo durante miles de años. Sin embargo, en 1980 los latidos del corazón de la Tierra comenzaron a acelerar. En la actualidad, se encuentra a 12 ciclos por segundo, pero lo más increíble es que algunos científicos creen que la Tierra realmente dejará de girar cuando este pulso alcance los 13 ciclos por segundo. Cuando la tierra deje de girar sobre su eje se cree que se mantendrá unos tres días  y luego comenzar a girar en la otra dirección.

Esto hace que sintamos como si el tiempo se estuviera acelerando, un período de 24 horas ahora se ha convertido en tan sólo 16 horas. Nuestros relojes todavía se mueven en segundos, minutos y horas, y aún marcan un día completo en 24 horas, pero debido al aumento de la frecuencia de la Tierra, solo se perciben apenas 16 horas.

Las investigaciones sobre este fenómeno son claras; el ser humano está avanzando hacia la cuarta dimensión, un lugar donde nuestros pensamientos se manifestarán casi al instante. Es por eso que tantas personas, en algunos casos sin saber por qué, se están volviendo más conscientes y espirituales, alejándose del materialismo y la codicia. Estamos sintiendo la necesidad de no sólo hacer lo correcto para nuestro propio cuerpo y mente, pero, además estamos más dispuestos a ayudar a otros”.

  Con el tiempo, los puntos de vista y las maneras como vemos las cosas, cambian… En quinto grado, estudiaba yo en el Colegio del Sagrado Corazón de Jesús, La Salle de Valencia. El hermano Elías nos preparaba para hacer la Primera Comunión; dentro de todas aquellas cosas de las cuales habló y mostró mientras hablaba, –algunas horribles como grandes cromos del purgatorio y el infierno que nos hacían vivir el sufrimiento de aquellos desgraciados pecadores en medio de lenguas de fuego y gritos de dolor doquier-, recuerdo que nos refirió una anécdota según la cual, preguntado Napoleón Bonaparte cuál había sido el día más feliz de su vida, él contestó sin titubeos: -¨¡El día de mi primera comunión!¨ -a decir verdad, no he encontrado ninguna referencia acerca de si esta relación es cierta-. Lo cierto es que esperé el gran día… ¡Vaya decepción…!, ¡no sentí absolutamente nada…! Con el tiempo, el concepto del día más feliz de mi vida ha cambiado y todavía no ha ocurrido, pero siempre he dicho que ese día será cuando cese la ocupación cubana en nuestro país, cuando recuperemos la medicina nostra y nuestros valores, y cuando los cubiches se vayan a donde nunca debieron salir, la podrida isla comunista y miserable de Cuba.

Un espaldarazo vino en días pasados de quien no es santo de mi devoción, Donald Trump, quien el 30.04.2019 escribió por tweeter, ¨Si las tropas y las milicias cubanas no cancelan de inmediato las operaciones militares y de otro tipo con el propósito de causar muerte y la destrucción de la Constitución de Venezuela, se impondrá en la isla de Cuba un embargo total y completo, junto con las sanciones de más alto nivel. ¡Ojalá todos los cubanos regresen a su isla sin demora y en paz! ¨ Si realmente esto ocurriera en el próximo futuro, ¡qué mejor regalo de cumpleaños podría tener…!, pero los políticos no son de confiar… Un mes después no ha ocurrido nada…

Los llamados ¨Mártires de Chicago¨, sindicalistas anarquistas, fueron ejecutados en Estados Unidos por participar en las jornadas de lucha por la consecución de la jornada laboral de ocho horas, que tuvieron su origen en la huelga iniciada el 1º de mayo de 1886 y su punto álgido tres días más tarde, el 4 de mayo en la Revuelta de Haymarket. A partir de entonces se convirtió en una jornada reivindicativa de los derechos de los trabajadores en sentido general que es celebrada en mayor o menor medida en todo el mundo. En el pasado y en nuestro país solía ser día de ofrecimientos demagógicos, pero en el hogaño de reiterados aumentos de sueldo solo para engordar la hiperinflación, porque entre otras cosas ya no hay trabajadores, hay esclavos del PSUV o del comunismo, una enfermedad contagiosa de elevada virulencia y alta tasa mortalidad por hambre, inanición, dejadez o maltratos. El 1º de mayo tampoco es el día más feliz de mi vida; ese día acaecerá –repito- cuando no quede un solo cubano invasor en MI país, Venezuela.

Porque la vida continúa, el tiempo pasa en forma inevitable e inasible como el agua que se escapa de entre los dedos de la mano, y sus designios se cumplen cada día no siempre en forma inexorable, pues son influidos por el deseo personal y la decisión. y hasta podría decirse, por una forma de epigenética o capacidad de cambiar o ser cambiados por las circunstancias; puedo decir sin jactancia que, a pesar de mis falencias, limitaciones y debilidades, la suerte y el éxito me han acompañado, si es que por éxito entendemos conseguir aquello que queremos y sentirnos satisfechos con ello…

No he necesitado prostituirme nunca ni degradar el oficio que escogí, para obtener poder, dinero o posición; me he conformado con pocos bienes terrenales, así, que he hecho mío el jocoso concepto del ¨consumismo¨-con su misma mujer: Graciela por 53 años, con su misma casita de La Castellana de 175 m 2 por 51 años, con su mismo automóvil VW Vento GLX ´97 con ¨quema-coco¨, con mi reloj Cassio con marcapasos, con mis mismas amistades de toda la vida y otras más recientes que también tienen la pátina de lo antiguo; con su mismo Hospital Vargas y su misma Clínica El Ávila, con mis mismos gustos y enamorado de la vida-; duermo a pierna suelta porque no tengo deudas, ni materiales ni de conciencia, no le debo nada a nadie, pero ¡Ah!, ¡paradoja!, al mismo tiempo debo mucho a muchos –pero he sabido agradecer con creces a esos, mis queridos padres, mis bondadosos maestros sobre cuyos hombros me he alzado y he visto más lejos, y a Graciela, a mis hijos y nietos, a mi familia, y a aquellos otros que conmigo, han defendido con ahínco mi profesión de médico de la degeneración por la intrusión cubana, a mi país convertido en sumidero, a mis amigos y alumnos a quienes he atendido en situación de necesidad-; he aprendido todo lo que he podido venciendo mi viejo “síndrome de atención dispersa (TDA)” (fui un niño disperso; descubrí en la madurez que había sido un adulto mayor disperso, y ahora soy un viejo disperso pero ya con diagnóstico que me hice o mismo, ¿y qué?), para devolver con enseñanzas y sin restricciones lo que tanto me ha costado adquirir a fuerza de aceptación, convicción y decisión. Siempre tengo una razón que hace sonreír mi corazón y con mi buen sentido del humor hago que otros también sonrían conmigo; he hecho mi propósito de que ningún paciente salga de mi consultorio sin una sonrisa en la cara, aun cuando le haya expresado una amarga y dolorosa verdad…

 

El secreto de mi vida y mi palabra clave en la ruta ha sido trabajo y más trabajo, pero no un trabajo impuesto, por ello me gusta llamarme ¨residente de primer año de medicina –pero viejo-¨, aquel a quien se dejaba todo el trabajo porque los mayores –compañeros residentes de años superiores- ya parecía que sentían el hastío de la vida mientras yo veía en cada paciente una oportunidad de poder ayudarlo –aun con mi sola presencia y escasísimo bastimento-, de poder aprender, de adquirir experiencia, de vencer mi complejo de ¨patito feo¨, de estudiar sobre sus casos para tratar de reconocerlos más temprano y actuar de manera más eficiente, de embadurnarme con ese sentimiento humano que todos transpiramos y que solo los médicos podemos sentir…

 

No te obsesiones con el éxito. El éxito es conseguir lo que quieres. La felicidad es querer lo que consigues.”

Ingrid Bergman 

No creo en la obsolescencia programada, tampoco en el envecimiento prematuro, por ello he aceptado el desafío con que enfrento mis días, ese que sentimos cuando una máquina del progreso tecnológico nos reta, sea un computador, un teléfono inteligente o un nuevo artilugio y nos retiramos asustados; fundar la única unidad de neurooftalmología en un hospital público existente en Venezuela y activa por más de 39 años que hoy lleva mi nombre por escogencia de mis compañeros de cátedra y aceptación del Consejo de la Escuela de Medicina José María Vargas, donde se han formado cerca de 40 especialistas neurooftalmólogos del país y otras naciones; de ingresar sin palanca y por propio mérito en la Academia Nacional de Medicina, de ganarme la estima y la confianza de mis colegas hasta llegar en 2014 a ser su presidente durante dos años reglamentarios, y en seguir luchando para reganar la democracia perdida.

  Los comunistas han pretendido robarnos nuestros sueños cuando nos hemos dejado, y han hecho que vivamos los suyos sórdidos, malsanos y egoístas. No me duele la cabeza, no me duele nada –y a veces al levantarme me acompaña algún achaque o malestar para desaparecer luego, es decir, que si algo me molesta es durante algunos minutos; por ello, me digo, tal como le expreso a mis pacientes provectos como yo, ¿¡Que mueble viejo no cruje de noche!?, total, no consiento mis achaques, vivo enamorado, las curvas, las caderas y las buenas piernas todavía me emocionan, por ello me digo, bienvenidas la horas, semanas o días que me restan…

 No soy hipertenso ni diabético, no me duele la cabeza, no tengo el colesterol elevado, no tomo medicamentos porque a todos les tengo gran respeto y desconfianza, no hago dietas, no suelo repetir mi ración de alimento casi nunca, hago tres comidas y la primera, el desayuno, la más importante, por lo que nunca la desdeño; no tomo edulcorantes sintéticos –peores que el azúcar-; he mantenido mi peso desde que me hice adulto y todavía la balanza me señala mi peso de estudiante, 66 o 67 kg…, y mi estatura que fue de 1.68 m, es ahora de 1.65, es decir, me he encogido, mis discos intervertebrales se han deshidratado, mejor decir, me he despanchurrado 3 cm, pero aun camino erguido y me ejercito… El año pasado gané un maratón de 5 km y llegué de primero y de último, un contrasentido; lo que pasó fue que era ¡el único inscrito en la categoría de 80 años…!

Nunca he tomado somníferos o sedantes y vean el por qué –ya yo lo sabía de antes-: Un estudio reciente que encontró que 25% de los estadounidenses mayores que toman Xanax –en nuestro medio es el alprazolam– o Valium para dormir o calmar ansiedad acaban por quedar enganchados, ¡nunca más lo podrán dejar porque son adictivos! Si en el 9% al 12% de las mujeres y cerca de 5% al 6% de los hombres de 65 años reciben la droga, resulta que existen 2.205.000 de viejos adictos. Como sociedad de consumo siempre estamos buscando atajos. Tomarse una pastilla en lugar de hacer el esfuerzo necesario para mejorar el bienestar a través de cambios de estilo de vida: evitar redes sociales antes de dormir y no creer en todo lo que se lee, buena nutrición hasta donde podamos, ejercicio en forma de caminatas diarias, desestresarse no oyendo cadenas o programas de Maduro o Diosdado, siempre tóxicos, siempre llenas de mentira y porquería….

La ignorancia arrogante, la injusticia social, el crimen sin castigo, que nos trajo el siglo XXI, se trocó en habitud; le huyo como si fuera peste…, me alcanza en una edad provecta, me lame los pasos como un pegoste de chicle en la suela del zapato del cual no puedes zafarte. Entonces es cuando te das por enterado, y quieres que otros se enteren, no queriendo saber que para ello debías disponer en tu bastimento de algo de esa sabiduría –que desde los ancianos de la tribu- dejan los años. Nadie puede vivir la vida en la vida de otro; la nuestra es genuina y única… Hemos vivido apresurados, tan apresurados que no podemos echar la vista atrás y entonces, nos llega ¨el momento de la verdad¨… y su cercanía, nos invita a hacer lo que no quisimos o no pudimos.

En los párrafos siguientes confronto las ideas de dos pensadores de dos realidades geográficas y tiempos diferentes, dos famosos escritores de disímiles realidades, donde vemos a un Víctor Hugo abrumado en su vejez de 83 años repleto de amantes, infidelidades y tragedias, y así, se dice que sus últimas palabras fueron: «Ceci est le combat du jour et de la nuit… Je vois de la lumière noire.» —Es el combate del día y de la noche… Veo la luz negra—, fallece de una apoplejía o ictus, tal vez un hipertenso desconocido e irredento; y a ¨Gabo¨ habiendo alcanzado los 87 fallece de un cáncer linfático, hablando y lamentándose de cosas similares cuando ya poco podía hacerse para enderezar entuertos…

 

¿PONIÉNDOME VIEJO? – Víctor Hugo (1802-1855) a los 53 años…

«Te estás volviendo viejo -me dijeron-, has dejado de ser tú, te estás volviendo amargado y solitario-. No, respondí; no me estoy volviendo viejo, me estoy volviendo sabio. He dejado de ser lo que a otros agrada para convertirme en lo que a mí me agrada ser, he dejado de buscar la aceptación de los demás para aceptarme a mí mismo, he dejado tras de mí los espejos mentirosos que engañan sin piedad. No, no me estoy volviendo viejo, me estoy volviendo asertivo, selectivo de lugares, personas, costumbres e ideologías. He dejado ir apegos, dolores innecesarios, personas, almas, y corazones; no es por amargura es simplemente por salud. Dejé las noches de fiesta por insomnios de aprendizaje, dejé de vivir historias y comencé a escribirlas, hice a un lado los estereotipos impuestos, dejé de usar maquillaje para ocultar mis heridas, ahora llevo un libro que embellece mi mente. Cambié las copas de vino por tazas de café, me olvidé de idealizar la vida y comencé a vivirla. No, no me estoy poniendo viejo. Llevo en la alma lozanía y en el corazón la inocencia de quien a diario se descubre. Llevo en las manos la ternura de un capullo que al abrirse expandirá sus alas a otros sitios inalcanzables para aquellos que sólo buscan la frivolidad de lo material. Llevo en mi rostro la sonrisa que se escapa traviesa al observar la simplicidad de la naturaleza, llevo en mis oídos el trinar de las aves alegrando mi andar. No, no me estoy volviendo viejo, me estoy volviendo selectivo, apostando mi tiempo a lo intangible, reescribiendo el cuento que alguna vez me contaron, redescubriendo mundos, rescatando aquellos viejos libros que a medias páginas había olvidado. Me estoy volviendo más prudente, he dejado los arrebatos que nada enseñan, estoy aprendiendo a hablar de cosas trascendentes, estoy aprendiendo a cultivar conocimientos, estoy sembrando ideales y forjando mi destino. No, no es que me esté volviendo viejo por dormir temprano los sábados, es que también los domingos hay que despertar temprano, disfrutar el café sin prisa y leer con calma un poemario. No es por vejez por lo que se camina lento, es para observar la torpeza de los que a prisa andan y tropiezan con el descontento. No es por vejez por lo que a veces se guarda silencio, es simplemente porque no a toda palabra hay que hacerle eco. No, no me estoy poniendo viejo, estoy comenzando a vivir lo que realmente me interesa».

Cuando Gabriel García Márquez (1927-2014) se retira de la vida pública a los 87 años aquejado de un cáncer linfático, envía una carta de despedida a sus amigos, y que gracias a la Internet ha sido difundida. Es verdaderamente conmovedora; está escrita por él, uno de los latinoamericanos más brillantes de los últimos tiempos.

Reza así:

“Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, aprovecharía ese tiempo lo más que pudiera, posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo.

Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan.

Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz.

Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen.

Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo, sino mi alma.

A los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse.

A un niño le daría alas, pero le dejaría que él sólo aprendiese a volar.

A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres… He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada.

Me apartaría de los necios, los habladores, de las gentes con malas costumbres y actitudes.

Sería siempre honesto y mantendría llenas de amor y de atenciones a las personas a mí alrededor, siempre trataría de dar lo mejor… He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre.

He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse.

Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrá de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo.

Trata de decir siempre lo que sientes y haz siempre lo que piensas en lo más profundo de tu corazón.

Si supiera que hoy fuera la última vez que te voy a ver dormir, te abrazaría fuertemente y rezaría al Señor para poder ser el guardián de tu alma Si supiera que estos son los últimos minutos que te veo, te diría “Te Quiero” y no asumiría, tontamente, que ya lo sabes.

Siempre hay un mañana y la vida nos da siempre otra oportunidad para hacer las cosas bien, pero por si me equivoco y hoy es todo lo que nos queda, me gustaría decirte cuanto te quiero, que nunca te olvidaré.

El mañana no le está asegurado a nadie, joven o viejo. Hoy puede ser la última vez que veas a los que amas. Por eso no esperes más, hazlo hoy, ya que, si mañana nunca llega, seguramente lamentarás el día que no tomaste tiempo para una sonrisa, un abrazo, un beso y que estuviste muy ocupado para concederles un último deseo.

Mantén a los que amas cerca de ti, diles al oído lo mucho que los necesitas, quiérelos y trátalos bien, toma tiempo para decirles, “lo siento”, “perdóname”, “por favor”, “gracias” y todas las palabras de amor que conoces.

Nadie te recordará por tus nobles pensamientos secretos.

Pide al Señor la fuerza y sabiduría para expresarlos.

Finalmente, demuestra a tus amigos y seres queridos cuanto te importan.

Gabriel García Márquez

 A cierta edad no podemos derrochar las horas del reloj y cada minuto por venir debe estar acompañado de un nuevo aprendizaje. Vida y muerte se suceden todo el tiempo, cada despedida, cada cambio es una pequeña muerte que da lugar a un renacer, a un algo nuevo. No hay creación sin destrucción, no hay renovación sin muerte, no hay algo novedoso si primero no existe el vacío, por ello debemos dar la bienvenida a la muerte y a su inventor…

Casi siempre se van afectos, este año falleció nuestro fino y dilecto amigo, el doctor Juan José Puigbó, cardiólogo y señero ejemplo de lo que es ser un médico y académico; por otra parte, mi maestro William F. Hoyt se me fue en su San Francisco del Golden Gate, con su cerebro rebosante de conocimientos opacados por una demencia tipo Alzheimer, ¡pura pérdida!, pero también, fallecieron nuestro canario, ¨Cenizo¨ cantante de insigne registro y a quien así designamos por ser el primero en casa de color gris, y nuestra perrita caniche, ¨Cotufa¨, blanquita toda, que nos acompañó durante 15 años. Todavía los echo de menos… Sendos episodios muy dolorosos…

 

  Con motivo de las felicitaciones por mi aniversario, una antigua alumna me escribió con mucho afecto diciéndome que yo era ¨inmortal¨… Inmediatamente le contesté preguntándole si conocía la historia de Titono inmortal. Ella me contestó que no lo conocía, pero que yo le había enseñado a siempre a investigar, a buscar aquello que desconociéramos… Con su hermosa sonrisa me respondió luego, que también me deseaba ¨juventud eterna¨, un hermoso despropósito…

 Para quienes no lo recuerden: En la mitología griega Titono o Titón era un mortal hijo de Laomedonte, rey de Troya, y hermano de Príamo. Como su hermano Ganímedes, era de una belleza deslumbrante y la diosa Eos, Aurora en la mitología latina, se enamoró de él. Ella misma le pidió al padre Zeus que concediera la inmortalidad a su amado Titono, cosa que el padre de los dioses concedió. Pero a la diosa se le olvidó pedir también la juventud eterna, de modo que Titono fue haciéndose cada vez más viejo, encogido y arrugado, hasta que se convirtió en cigarra, o según otras versiones, en grillo. Desde entonces, cada vez que Eos se despierta por la mañana y llora produciendo el rocío con sus lágrimas, Titono se alimenta de las mismas; según la creencia antigua, cuando le preguntan qué desea, responde en latín: Mori, mori, mori… que significa morir, morir, morir…

 

 

¨El fin siempre es temprano, cada día es toda la vida en tiempo pleno, no hay más que el hoy, que este momento, solo ese, en que

 conozco que estoy vivo y siento¨

Arturo Uslar Pietri

 

   «Si deseas afligir al que te odia, no lo taches de hombre degenerado ni cobarde, ni libertino, ni bufón, ni innoble, sino tú mismo sé un hombre, muéstrate moderado, sincero, y trata con amabilidad y justicia a los que tienen trato contigo. Pero, si eres empujado a censurar, ponte a ti mismo muy lejos de las cosas que tú censuras».

Plutarco,  Cómo sacar provecho de los enemigos, Siruela, 2007, p. 33.

 

[1] https://www.mundoesotericoparanormal.com/tiempo-se-esta-acelerando-fenomeno-no-debe-ser-ignorado/

Elogio del bolero…

Cincuenta años no es nada…

A Graciela, de su

rendido admirador y amante

Rafael

 

  • ¨Aquí dio un gran suspiro Don Quijote, y dijo: -Yo no poder afirmar si la dulce mi enemiga gusta, o no, de que el mundo de que el mundo sepa que yo la sirvo; sólo sé decir, respondiendo a lo que con tanto comedimiento se me pide, que su nombre es Dulcinea; su patria, El Toboso, un lugar de la Mancha; su calidad, por lo menos ha de ser princesa, pues es reina y señora mía; su hermosura, sobrehumana pues en ella se vienen a ser verdaderos todos los imposibles y quiméricos atributos que los poetas dan a sus damas: que sus cabellos son de oro, su frente campos elíseos, sus cejas arcos del cielo, sus ojos soles, mejillas rosas, sus labios corales, perlas sus dientes, alabastro su cuello, mármol su cuello, marfil sus manos, su blancura nieve, y las partes que a la vista humana encubrió la honestidad son tales, según yo pienso y entiendo, que solo la discreta consideración puede encarecerlas, y no compararlas¨. (Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, libro I, capítulo XIII, 1605-1615).

Hoy precisamente se cumplen 50 años de un juramento de amor, que es respeto, comprensión y cercanía. En la iglesia de San José en Valencia, la ciudad natal de ambos, el padre Joaquín Barreto, tío de Graciela nos dio la bendición y selló y nos dio visa ilimitada para que emprendiéramos la escarpada ruta de la vida. Íbamos apertrechados con brújula, astrolabio y sextante así que pudiéramos orientarnos y no perder el camino cuando los tiempos se hicieran oscuros y los vientos se convirtieran en huracán.

¨En la vida hay amores… Una tarde de boleros¨. Asistí con Graciela a este espectáculo organizado por César Miguel Rondón. Debo confesar que yo, siendo renuente a la distracción, asistí tres veces a este extraordinario show… Mientras disfrutábamos de aquella ristra de boleros interpretados por Betsaida Machado y Andrés Barrios sin desear que finalizaran, lágrimas de añoranza saltaban de mis ojos desprevenidos… Era un nuevo y renovado encuentro con el primer amor, ese que nunca se olvida; era el escarceo amoroso con la mujer que amé y que aún amo luego de cincuenta años…[1] Nos hemos sido fiel el uno al otro, compañeros, confidentes y amantes, pues fuimos hechos el uno para el otro. Recuerdo aquellos cambios de guardia de los sábados en el Hospital Vargas de Caracas para viajar a Valencia y estar junto a ella; recuerdo que siendo muy obsesivo en la preparación de las historias de mis pacientes y usaba tinta china para redactarlas y tintas de tres colores para resaltar hechos significativos de la historia o de los exámenes del paciente, el comentario de mi maestro al decir, ¨Esa novia de Muci debe estar resaltada con tres colores…¨. Nada qué reprocharle, tenía ella que ser la más vistosa, la más sobresaliente, la más celebrada, la más hermosa y la más querida…

[1] Ahora 53…

Cuando bailábamos un bolero, muy juntitos y apretados, sentíamos que el amor nos transportaba y así, bailando lentamente en una sola baldosa, nos elevábamos levitando haciendo abstracción de cuanto nos rodeaba; si bien es cierto que el tiempo aplaca esos hervores, todavía siento el mismo amor y respeto por ella que cuando la conocí; corrijo, debo decir mucho más…

Graciela, un ángel hecho mujer, me ha acompañado con decisión en cada acto de mi vida, confiadamente, activamente, sin pequeñas envidias, con admiración, ha estado a mi lado, y si alguna vez me asaltó el deseo de serle infiel, la sinceridad y entrega total de su amor hizo volar el deseo como brizna de paja en el viento, como el clavel del aire… Amorosa, discreta, orgullosa de mi compañía y yo de la de ella. Es la flor que me pongo en el ojal cuando me acompaña con el retintín alegre de su sonrisa y sus deliciosas salidas en la Academia Nacional de Medicina de Venezuela.

Hicimos un pacto de amor sin registro ni registrador que ya venía desde muy lejanos tiempos, como que ya seguramente nos conocíamos a lo largo de muchas vidas pasadas.

Hilos de plata fueron apareciendo al son de cha-cha-chás, boleros o merengues dominicanos mientras nuestros hijos crecían y nos ofrendaban sus propios hijos

Pasaron aquellos, los tiempos de la inseguridad en el amor del otro, de los celos, propios de al inmadurez pues qué más demostración de lealtad y cariño que 50 años bien vividos, de necesidad mutua, de soporte indeclinable, no hemos tenido que esconder nuestra felicidad, bien envidiado y amado.

La pasión fue tornándose en admiración, en necesidad de estar uno junto del otro y en compañía, pues hemos envejecido en el oficio de amantes… Es fina por las manos, ocurrente, emprendedora, luminosa en ideas que comparto y conspiro para que las lleve a cabo…

Era arisca como los sueños o desconfiada como las paraulatas, varios jóvenes habían tocado a su puerta y a todos, felizmente los rechazó; hasta se decía que nunca se casaría porque ningún muchacho le acomodaba y para librarse de ellos les hacía maldades, hasta azuzarle los perros de la casa y deleitarse viendo una camisa hecha jirones…

En la realidad nunca le fui infiel; en la fantasía muchas veces… Bueno, ella nunca lo ha visto así, pero sólo el pensar en el daño que le haría una traición, ha enfriado mis ímpetus. Siempre ha pensado que mi biblioteca, mis libros y mi trabajo profesional compiten por su amor, así que con la chispa y el humor que la tipifica y que siempre la ha acompañado, decidió que yo sí tenía una querida demostrable y palpable: mi biblioteca a la cual hasta con afecto llama, ¨simva¨ [sic]-¨sin vagina¨-.

«Para lograr todo el valor de una alegría has de tener

con quien repetirla».

Mark Twain (1835-1910)

Bueno, no tendremos la clásica foto en un sofá, gordos, un poco idos y muy arrugados, rodeados de hijos y nietos ausentes, pero no seremos el único caso en estos menesteres, nos unimos solos, la vida así lo quiso, y es probable que también nos vayamos solos, pero juntos para siempre…