Elogio de la herbolaria: no por natural inocente y efectiva… Parte 2


¡No por “natural”…inocente o efectiva!
PARTE III

Leer más

Elogio de las malas artes o propiedades del «agua eꞋturraja»

El médico en su cientificismo y grandeza, tantas veces fingida, es ignorante de un inframundo intangible que se despliega a su alrededor y al cual no tiene acceso porque el paciente en su desconfianza, teme ser escarnecido, ser objeto de burla o ignorado. Un joven paciente mío me refirió luego de varias consultas que afianzaron nuestra amistad y le trasmitió la seguridad de ser yo un interlocutor confiable para sus cuitas, me refirió la siguiente anécdota. Por supuesto, el nombre verdadero y las circunstancias han sido cambiados para preservar la anonimia de esta alma conturbada…

 Llamémosle Custodio Sandoval, un llanerito adinerado que calzó alpargatas cuando ya estas no se usaban, tenía poderosas razones para pensar que le habían engañado con malas artes. La que luego fuera su suegra, para colmo llamada Aruspicina[1], vieja zamarra y estrafalaria, experta en endulzamientos y lectura de cartas de Tarot de la India, exorcismos, caracoles, hechizos, rezos, poderosos amarres de amor a través de nudos ciegos y asuntos conexos, no más al verlo pensó que con esa pinta y ese rústico 4×4 último modelo, sería el hombre ideal para su resbalosa hija de 19 años…

[1] Aruspicina: Arte supersticiosa de adivinación por las entrañas de los animales.

Lo llenó de halagos, regalos, exquisitas comidas, coquitos, polvorosas, conservas de coco en hojas de naranjo, todas deliciosas confituras de la granjería criolla. Hasta renunciaba por largo tiempo a su función de chaperona durante la visita nocturna a ver si el diablo y la testosterona hirviente en sus venas tentaban a Custodio.

En razón de tanto halago, él no se sentía seguro… La muchacha además de que estaba muy buena por delante y por detrás, se le antojaba un poco resbalosa, o sea, ligera de cascos, zumbada, e insinuante… Los que la conocían al ver las pupilas de Custodio enchumbadas de lascivia le advertían que fuera cauteloso, que viera y pensara muy bien. Así, que cuando en casa de la muchacha le hablaban de planes futuros, de que la vecina de al lado se había comprometido, de las delicias de la vida matrimonial, él «se hacía el musiú», miraba a otro lado y esquivaba el tercio…

 Sin embargo, en cierta ocasión, luego de un sabroso condumio dominical en una noche de la fase mágica de luna llena, con dos velas rojas encendidas en la mesa del comedor, un gato negro ronroneando cruzando la estancia, perros aullando en el vecindario y en momentos en que una nube oscurecía su esplendor,  se le dio a saborear una bebida parecida a una sangría, dizque un «vino de verano», endulzado, un poco astringente, de la especial preparación de la vieja y que el llanerito apuró con deleite, casi podría decirse que, de un día al otro, y ¨sin que él mismo supiera el por qué¨, quedó «atado», se vio comprometido y de inmediato casado. En su fuero interno él no podía entender qué le había pasado, cómo había tomado esa decisión tan precipitada luego de meditarla tanto…

Un verdadero amigo le preguntó si ese día domingo la muchacha había tenido «la demostración»[1]. Él asintió, efectivamente, como tanto la conocía, había visto su cara un poco quebrantada y ojerosa por un recalcitrante dolor cochambroso en el bajo vientre, y, además, como era su costumbre en tales fechas, evitaba el sereno, vestía durante esos períodos medias tobilleras y una bufanda para «evitar un pasmo»

[1] Nombre dado por el vulgo a la menstruación.

Al parecer las malas artes de Aruspicina y su amarre de amor, habían prevalecido…

En la tradición africana hudú, así como en la magia popular siciliana, la sangre menstrual servida a un hombre en su café o té o en cualquier otra bebida, es una receta efectiva para atraer su atención sexual. No parece necesario ningún ritual, conjuro o hechizo especial de amor, simplemente agregar un poco de sangre menstrual al líquido que consuma. La idea es que la esencia de la enamorada llegue a la esfera de conciencia del ser amado. Los amarres de amor con sangre son una prueba sencilla de magia hormonal, y tiene tanto que ver con la biología del cuerpo como con las prácticas ocultistas. Aruspicina confiaba plenamente en su efectividad cuando se administraba en el tiempo, fase lunar y momento adecuados.

Luego de caer inocentemente en la trampa de la pasión al través de un inusual filtro de amor, Custodio se enteró que en las perfumerías del Centro de Caracas podía también conseguirse toda una colección de ayudas, y vaya usted a saber cuántas de ellas habían sido ensayadas con él; el objetivo de estos menjunjes es la de forzar la voluntad de una persona para conseguir manipular sus deseos voluptuosos u obtener su amor:

  • Venamí: Unto para atraer a los pretendientes.
  • Turrajón, agua o aceite de turraja [1] para atraer a los amantes: confeccionado a pedido, con un líquido mensual, oscuro y de olor penetrante, un ¨no-sé-qué¨ proveniente de «los países bajos de la mujer» en ciertos días del mes, aderezado con conjuros en presencia de un gato negro y ronroneando…
  • Pega-loka: para que no te abandonen…
  • Perropegao: para cuando te abandone la pasión…

Se enteró además que existían pociones llamadas philtre que hacen que uno se enamore de otra persona, y que también eran llamados filtros de amor, considerándolos como mágicos y utilizados desde la antigüedad. Al parecer, este tipo de pócimas eran muy populares en la Edad Media, y en la actualidad se siguen elaborando en algunas tradiciones mágicas del folclor. Tradicionalmente, estos filtros consisten en vino, ron, té o agua contentiva de algunas hierbas misteriosas que previamente se dejan en maceración para que las drogas que poseen se potencien y que, en su conjunto, encienden la pasión y el deseo. Cuando es elaborada por una mujer u hombre de principios, se dice que el filtro es más potente; los constituyentes varían entre países, solo que debe ser bebido por la persona en cuestión y el amor se genera de inmediato.

[1] Les juro que realmente se ignora que significa el término ¨turraja¨ que al parecer es colombiano de origen.

A lo largo de la historia, el más conocido y popular, fue la raíz de la mandrágoraMandragora officinarum o Atropa mandragora , con forma de hombrecito, también conocida como «manzana de amor» o «manzana de Satán». En la Edad Media su extracción se consideraba altamente peligrosa pues cuando la arrancaban del suelo, el hombrecillo encerrado en ella despedía ayes lastimeros y agudos gemidos capaces de matar a quien los escuchara, es decir al oficiante;  por tanto, se hacía necesario que fuera extraída por un perro hambriento con una cuerda atada al cuello de la raíz; ponían fuera de su alcance un pedazo de carne y se alejaban a todo correr. Cuando el can, tirando de la cuerda, arrancaba la mandrágora, era él quien oía el agudo grito que le provocaba la muerte; luego, como si nada, se añadía naranja y ámbar gris para darle sabor y un aroma agradable. Entre las plantas que eran utilizadas con el fin de reforzar la potencia sexual, se pueden citar, entre otras, el muérdago, la ortiga (emblema de la lujuria), la albahaca, el azafrán, el orégano, el cilantro, el lúpulo, el narciso, la valeriana y el pensamiento (el filtro amoroso de las hadas). Unas tenían mayor eficacia que otras. Pero, entre todas ellas, el ajenjo y la cebolla merecían un lugar destacado.

Otros ingredientes todavía empleados con frecuencia son el corazón y los órganos reproductores de los animales, como los testículos de los canguros, utilizado por los aborígenes australianos, o los testículos de castor usados por los indios norteamericanos, considerados altamente afrodisíacos o estimulantes sexuales si se preparan sabia y sanamente como condimentos de las comidas, o entre nosotros el caballito de mar o las criadillas del toro. Los filtros de amor disminuyeron su popularidad después de la Edad Media debido a su olor y sabor desagradable; pero se buscaron alternativas: una era frotar la mano con el jugo de verbena y luego tocar al hombre o la mujer a quien se esperaba inspirar el amor…

Su uso fue habitual entre los personajes célebres de la bohemia francesa del siglo XIX, como el pintor Van Gogh, quien era un bebedor empedernido de ajenjo, y esto, junto con otros factores, pudo desencadenar los ataques de locura de sus últimas etapas. En aquella época era también frecuente ingerir una bebida llamada absenta o pastis que solía prepararse con ajenjo, anís y mejorana.

A pesar de que estas prácticas fueron perseguidas por la Inquisición, los adictos a los filtros de amor realmente se aventuraban a correr el peligro implícito en su empleo; sin embargo, fue  con la legislación de Justiniano (siglo VI) -siglos antes de la Inquisición-, cuando los filtros de amor y las artes mágicas se incluyeron dentro de una misma categoría para aplicarles la Ley o Lex Cornelia: el reo convicto y confeso de hechicería amatoria en caso de pertenecer al populacho era crucificado o arrojado a las fieras. Si el culpable tenía la suerte de pertenecer a la clase alta, era ejecutado por el verdugo.

Con el tiempo, los castigos se fueron suavizando, y en el siglo XIII, el emperador Federico II promulgó una ley que castigaba solamente con prisión la venta o administración de filtros eróticos. Esta tradición de los filtros amorosos estuvo muy extendida en todo el mundo, y aún hoy continúa en bastantes países orientales, pero a partir del siglo XVIII cayó en desuso, calificada de superchería. En el centro de Caracas y particularmente en El Silencio, se encuentran estos establecimientos que hablan de ese mundo real que los médicos no estamos en condiciones ni humor de apreciar.

Nuestro Custodio del relato nos muestra el otro perfil de esa medicina de la persona que nos resistimos a ver a pesar de que a nuestro lado se encuentra, y es que apenas si ponemos cuidado cuando flamantes catedráticos y gente simple se hace rezar una culebrilla (herpes zóster) mientras se aplica la yerba mora (Solanum nigrum),  pues los paisanos temen que dicho animal llegue a juntar su cabeza con la cola, en cuyo caso es irremediablemente fatal –posibilidad negada por razones puramente neurológicas-; a no dudar este caso particular es la  punta de un iceberg donde la magia y las creencias ancestrales se encuentran a la orden del día rozando nuestra grandeza e insensible piel…

Se ha llegado a la sinrazón de considerar que el herpes zóster o culebrilla no es cosa que atañe a la ciencia médica, pues pertenece a los dominios de El Malo. Así es que casi siempre con la recomendación o anuencia de un médico, o cuando él mismo es el afectado y se encuentra en disposición de expeler al íncubo que en forma de culebra reptante bajo su piel desgraciada, usualmente blanco inmisericorde de un distante «trabajo» o pensamiento dañoso, se decide ¨detener¨ su avance limitando el contorno de la piel afectada con tintura de yodo y colocando con la pluma de una gallina negra el zumo de yerba mora mezclado con aceite de coco y limón: y así, se realiza el exorcismo curativo invocando a las alturas .

«Jesús, San Pablo bendito de mi Dios tan poderoso.

Líbrame de culebras bravas, de animales ponzoñosos.

Líbrame de enemigos bravos y peligrosos.

 ¡Paz, paz, Cristo en paz!»

 

A no dudar, ¡Se vive para el pasmo…!