Elogio de la serpiente de Samaniego…

 

La serpiente y la lima

Félix María Samaniego

En casa de un cerrajero
Entró la Serpiente un día,
Y la insensata mordía
En una Lima de acero.
Díjole la Lima: «El mal,
Necia, será para ti;
¿Cómo has de hacer mella en mí,
Si hago polvos el metal?»

Quien pretende sin razón
Al más fuerte derribar
No consigue sino dar
Coces contra el aguijón.

 

 Recuerdo con diáfana claridad ¨MI Gramática¨ de Bruño cuyo texto nos fue renovado varias veces a lo largo de nuestra primaria y que no solo, en este caso nos enseñó gramática, sino que en el capítulo correspondiente finalizaba con viñetas para reforzar la enseñanza. Me imaginaba al tal Bruño, un señorón del porte del Hermano Heraclio León de los Hermanos Cristianos de la Salle, por allá en la década cuarenta del siglo pasado. Pero resulta que no era así…  El Hermano Cristiano San Miguel Febres Cordero, conocido en la Textología escolar como el artífice y autor de la Colección G. M. Bruño, considerada como uno de los autores de textos de más trascendencia en Hispanoamérica. Este escritor ecuatoriano fue conocido en las aulas escolares por sus textos de Aritmética, Geometría, Álgebra, Lenguaje, Español, literatura y religión y otros. Más de cincuenta textos escolares que se estudiaron en todos los países de Hispanoamérica, en España, Francia y en otros lugares del mundo. Por sus méritos religiosos fue beatificado por el pontífice Paulo VI y llevado a los altares como San Miguel Febres Cordero por el papa Juan Pablo II. Pues bien, los insertos que venían al final de cada cpítulo de la Gramática de Bruño eram para mí, alimento para mi alma.

En El CURSO ELEMENTAL, ó 1.ER AÑO DE LECCIONES DE LENGUA CASTELLANA (1898), el Hermano Miguel asentaba,  « También hemos creído interesar á los niños dándoles cada cinco lecciones el Estudio analítico de una historieta en prosa, que además tiene las siguientes ventajas: 1.ª, desarrolla las facultades intelectuales del niño que grabará en su memoria la historia ó la fábula; 2.ª, enseña al alumno en la Conversación el significado de algunas palabras que desconoció hasta entonces; 3.ª, inspira, por la moraleja que de ellas se saca, afición al bien y horror al mal, ilustrando así su mente y educando al propio tiempo su corazón: doble fin que nunca olvidará todo maestro digno de desempeñar tan sublime ministerio. Se termina el curso por una Colección de Trozos escogidos al alcance de todas las inteligencias: en ella hallarán los señores profesores ejercicios de recitación, de los que podrán valerse para enseñar al alumno á presentarse con esa gracia y naturalidad propias del discípulo formado por un hábil maestro. También hemos creído interesar á los niños dándoles cada cinco lecciones el Estudio analítico de una historieta en prosa, que además tiene las siguientes ventajas: 1.ª, desarrolla las facultades intelectuales del niño que grabará en su memoria la historia ó la fábula; 2.ª, enseña al alumno en la Conversación el significado de algunas palabras que desconoció hasta entonces; 3.ª, inspira, por la moraleja que de ellas se saca, afición al bien y horror al mal, ilustrando así su mente y educando al propio tiempo u corazón: doble fin que nunca olvidará todo maestro digno de desempeñar tan sublime ministerio»¨. Este parrafo fue escrito por el hermano Miguel, un prodigio no cabe duda,

Me refiero ahora a la fábula de Felix María Samaniego,  la ¨La serpiente y la lima¨ que vino ayer a mi memoria luego de muchos años… Felix María de Samaniego (La Guardia, Álava 1745-1801) uno de los más destacados escritores de la literatura española de la Ilustración y junto con Tomás de Iriarte es el más acusado representante de la «Fábula» como género literario. La serpiente  es un símbolo de orgullo y confianza en el poder propio; pero este orgullo puede ser también nuestra debilidad, pues impide reconocer nuestras limitaciones. La lima aunque es un objeto inanimado,  sirve como un humilde recordatorio de que hay fuerzas y situaciones en la vida ante las cuales incluso los más fuertes somos impotentes

 Recuerdo que hace algunos años al llegar un lunes a la Unidad de Neurooftalmología me recibieron fellows y residentes diciéndome que algo extraño e inusual había ocurrido y que esperaban que al hacérmelo saber yo no me enojara. Alguien había introducido bajo la puerta un panfleto anónimo donde se me insultaba. Inclusive donde el perpetrador se preguntaba por qué yo utilizaba en artículos ocasionales que escribía en la prensa de entonces, la frase “Médico del Hospital Vargas de Caracas” si en realidad no lo era. ¿Cómo podría ser alguien tan mezquino?, me preguntaba… Era verdad, con la excepción de mis años de internado y residencia en que fui médico contratado por la Junta de Beneficencia Pública del Distrito Federal, posteriormente nunca pertenecí oficialmente a la planta de médicos de la Institución: así, que mi magro sueldo de Bs. 1.500,oo  de  entonces  todavía  lo  paga  íntegramente  la  Universidad  Central  de Venezuela; bueno, en verdad ahora son de devaluados Bs.F 1.250,oo. Pero retaría a alguien que hubiera hecho más asistencia y docencia que yo. Pues bien, no me enojé como ellos creían que lo haría, sólo sentí un asco profundo hacia una persona tan vil.

Les dije, -“Es bien sabido que el criminal siempre regresa al lugar del delito… Estén pendientes, que de seguro vendrá de nuevo, y es más, muy temprano, cuando aún yo no haya llegado…-”

Efectivamente, una semana más tarde sintieron que alguien introducía de nuevo un papel bajo la puerta. Una residente de oftalmología rápidemente abrio la puerta y salió al pasillo para apenas ver una espalda cubierta por una bata blanca de alguien que se alejaba en forma rauda hacia el pasillo y se enfilaba hacia el Norte… Corrió tras él, pero el otro fue más rápido y cruzando a la izquierda se introdujo en la Sala 2, así que no pudo reconocer quién había sido. En eso, venía saliendo una enfermera que terminando su turno abandonaba el Hospital y mirándola le dijo,

-“¿Qué le pasaría al Dr. Fulano que iba con tanta carrera…?¨

El burlador había sido burlado… Bueno, el citado “doctor” muchas veces se cruzaba conmigo en los pasillos y me decía con fingido respeto, -¿”Cómo está Maestro…?” A lo que yo contestaba inclinando la cabeza con una desafiante sonrisa… Tantas otras veces le he visto. Siempre le saludo con afecto queriendo decirle con mi sonrisa,

-“No, aún no me morí como era tu intención de matarme simbólicamente, aquí estoy vivo y haciendo más de lo que suelo hacer cada día”, y le dejo eso ahí, como recordándole la fábula de Félix María Samaniego (1745-1801), “La Serpiente y la Lima”-

  • Postrimería del mes de julio de 2024 y cercano a las elecciones presidenciales, produje un artículo intitulado, Elogio a María Corina… la ¨Marianne¨ venezolana¨. Entre otros, lo envié a un chat de médicos, y muy pronto me contestó un colega de dudosa reputación moral mediante una nota de voz poniendo en duda mi integridad personal y acusándome que utilizaba aun el nombre del diario El Universal a pesar de que ya no era colaborador del mismo y de paso, incluyendo una velada amenaza por los adjetivos despectivos, muy merecidos, para los capitostes y quienes soportan -como él- el régimen de opresión y desdicha entronizado en el país. Pronto le respondí que había renunciado a mis colaboraciones en dicho diario, que tenía un blog donde publicaba mis artículos al cual había denominado, ¨El Uni-Personal¨ donde  escribía lo que mi conciencia me dictaba sin las restricciones de los 800 caracteres a que me 0bligaba mi compromiso con el diario. Algunos pocos  de los  constituyentes del Chat me apoyaron, pero no todos, y tal vez por temor la mayoría dejó pasar el comentario. ¨Dejar hacer, dejar pasar¨ era una frase que empleaban los Hermanos Cristianos de La Salle -los ductores de mi mocedad-  para denotar total indiferencia, que, aunque usada en Francia por primera vez por Vincent de Gournay, fisiócrata del siglo XVIII  contra el intervencionismo del gobierno en la economía, caía muy bien en ciertas circunstancias. Mi vida, como la de él, ha sido diáfana y sometida al escrutinio de nuestros pares. Ellos saben quienes somos los dos…

Quien pretende sin razón
Al más fuerte derribar
No consigue sino dar
Coces contra el aguijón.