Elogio de los pioneros…

 

La fascinación por el escrutinio del entorno en busca de minúsculos detalles que revelen la verdad total, es un ejercicio intelectual cuyos orígenes se remontan a un pasado lejano y se pierden en la oscuridad de los tiempos… La historia del hombre, de las ciencias y particularmente de la medicina está llena, si se quiere,  de pasión y de búsqueda directa de la verdad, pero también de “serendipismos”, de “accidentes felices” si se desea, de hechos encontrados por legítima “sagacidad accidental” cuando no eran buscados, y basten como ejemplos entre otros, los descubrimientos del fuego por el hombre primitivo, de la penicilina, la quinina, la insulina y el éter, la vulcanización del caucho, la dinamita y el polietileno…

Por su parte, pionero es un vocablo que se origina en el francés. Es aquella persona que se adelanta en la exploración de nuevas tierras o da los primeros pasos en una actividad humana. Es quien se ha esforzado en ser constructor de un mundo mejor, es quien inicia un nuevo camino, uno desconocido únicamente guiándose por la inteligencia y la pasión, es ser valiente para lograr trascender en el tiempo y en el espacio. Un pionero es quien se adelanta, quien se arrostra, es quien se mueve por un arrebato desbordante, es el que casi nunca descubre por serendipia, sino que tiene claro un objetivo en su búsqueda.

  • El colombiano Esguerra, pionero de la radiología en Colombia…

El profesor Gonzalo Esguerra Gómez nació en Bogotá, Colombia, el 24 de enero de 1902, y rodeado del amor y los mimos de su familia falleció en su hogar, el 21 de diciembre de 1989 a la edad de 87 años, con un costal repleto de logros, de bien hacer y la satisfacción del deber cumplido.

Poseyó una recia personalidad, honesta y emprendedora imbuida por un deseo constante de superación que puso al servicio de su país y de sus colegas médicos; sus acciones han trascendido incólumes hasta nuestros días sirviendo de ejemplo y bitácora para los que han venido después.

Deseaba estudiar ingeniería, no obstante, el azar y el destino le tenían asignada otra tarea: en las vacaciones de 1919 un hecho trascendental le hizo cambiar sus proyectos: Fue requerido a servir de intérprete del radiólogo francés André Richard, contratado para trabajar en el Laboratorio de Rayos X del Hospital San Juan de Dios perteneciente a la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional en Bogotá. Gonzalo comprendió su inclinación hacia la medicina y se inscribió en la facultad; ya estudiante de medicina, desempeñó el cargo de ayudante del laboratorio de radiología hasta finales de 1922. Luego de haber presentado como requisito para el grado la tesis, ¨Signos radiológicos de la apendicitis crónica¨, recibió el título de doctor en medicina y cirugía de la Universidad Nacional el 19 de noviembre de 1927,

Ya en la ruta, durante tres meses hizo pasantía en el Hospital Vaugirard de París bajo la dirección del profesor Claude Béclère. Su progreso en el conocimiento de la radiología lo animó a adquirir un aparato de rayos X que instaló en la Clínica de Marly de Bogotá, el cual comenzó a funcionar bajo su dirección el 7 de junio de 1923; la universidad lo reclamó y con empeño inició su carrera docente ascendiendo en el escalafón universitario.

Llegó a ser profesor de patología interna y de clínica médica en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional y en el Hospital San Juan de Dios en Bogotá; su dedicación y estudios le llevaron a conocer en profundidad cómo funciona y cómo se enferma el ser humano. Comprometido, en 1904 fue uno de los fundadores de la Sociedad Casas de Salud y Sanatorios, que 24 años más tarde se transformaría en la afamada Clínica de Marly. Posteriormente, en 1930 ocupó la rectoría y la decanatura de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia. Todo ello, aunado a su carácter de líder, a la publicación de muy numerosos trabajos científicos, distinciones y reconocimientos locales e internacionales ha sido considerado “el padre de la radiología en Colombia”.

El pionero abre camino, crea y disemina ejemplos, enseña con rigor y con bondad, deja el camino empedrado para que otros amplíen las vías y extiendan el recorrido. Y así lo dijo, “Me declararía satisfecho si al terminar el año escolar he logrado inculcar en mis alumnos ese cariño y ese fervor que profeso y he profesado siempre por mi estudio de la radiología”.

Honor a quien honor merece…

Referencias

  1. Acero G. Gonzalo Esguerra Gómez ¡Un precursor de la radiología! El Informador Médico. 1995;52:18-24.
  2. Albornoz-Plata A. Un gran señor e inmejorable profesor: Gonzalo Esguerra Gómez. Rev. Medicina. 1991;25:43-44.
  3. Esguerra G. “El descubrimiento de los rayos X y los primeros estudios de radiodiagnóstico realizados en la ciudad de Bogotá”. Primeras Jornadas Radiológicas de la Sociedad de Historia de la Medicina, Bogotá, 14 de agosto de 1983.
  4. Gómez González J, Briceño-Iragorry L, Rabí Chara M. Diccionario Biográfico Médico Hispanoamericano. Op. Cit. pp. 4-242-243. Caracas Editorial Ateproca. 2007.
  5. Ulloa Guerrero LH. Gonzalo Esguerra Gómez: médico radiólogo, docente y fundador. Rev. Colomb. Radiol. 2008;19(2):2440-2443.

  • El venezolano Beauperthuy, pionero de la microbiología, microscopia, entomología, precursor de la moderna inmunología, del mosquitero y de la medicina preventiva y descubridor del rol insectil en la diseminación de la fiebre amarilla y la malaria. 

               Louis Daniel Beauperthuy Desbonnes, 1807–1871

 

Bien sabemos que la historia de la medicina debe aún superar baches de inexactitud o tergiversación acerca de descubrimientos e investigación de hechos y enfermedades. Además, también conocemos que lo importante en ciencia no es quien primero tiene la idea, si no quien la da a conocer al mundo.

Así, hagamos un poco de historia. La teoría de Carlos Finlay (1833-1915), proponía la intervención causal de un virus en el origen de la fiebre amarilla y la transmisión de éste por la picadura de un insecto, el mosquito Aedes aegypti. Como suele suceder con los pioneros, en sus inicios pareció irracional, pero ciertamente, no era tan novedosa: En 1790 el médico irlandés John Crawford, relacionó directamente a la fiebre amarilla con el contagio a través de los insectos. Posteriormente en 1797, Benjamín Rush hizo notar la enorme cantidad de mosquitos presentes durante la epidemia de fiebre amarilla ocurrida en Filadelfia, observación seguida por otras semejantes de Vaugham, en Illington, Inglaterra en 1802; Blair en la Guyana Británica en 1812, y Whightman, en San Agustín en 1833. El notable médico Josiah Clark Nott (1), publicó en 1848 un importante artículo en el que refutó la teoría miasmática y postuló que la fiebre amarilla y quizás la malaria, eran de origen animal o producidas por insectos, y mostró numerosas y valiosas analogías entre el ciclo vital de los insectos y la epidemiología de la fiebre amarilla.

* Como venezolano es un deber mío y sería un acto de imperdonable omisión, no mencionar en esta memorable conferencia magistral el nombre del doctor en medicina Louis Daniel Beauperhuy Desbonnes (1807–1871), médico y científico nacido en Basse Terre, Isla de Guadalupe (Antillas Francesas), radicado en Venezuela; venezolano por naturalización y genuino descubridor del agente transmisor de la fiebre amarilla. Su historia resumida es una de excelencia.

Puede decirse que en Venezuela mucho se ha escrito acerca de este esclarecido venezolano: académicos, investigadores e historiadores han investigado su vida y su obra.  (2-15)

Al año siguiente de graduarse en medicina en la Universidad de París en 1837 con la tesis ¨De la Climatologie¨, donde analiza el ambiente y su relación con las enfermedades es enviado como viajero naturalista del Museo de Historia Natural de París a Venezuela, llega a Cumaná en el oriente del país a orillas del mar Caribe, una población de 26.000 almas en 1802 -y que en 1853 era de apenas de seis a siete mil habitantes por migración-;  de allí pasa a Maturín desde donde realizó numerosos envíos de muestras de minerales, flora y fauna. En 1842 se radica de manera definitiva en Cumaná donde forma hogar y ejerce la medicina durante 30 años. En 1844 luego de revalidar su título en la Universidad Central de Venezuela, comenzó a cultivar la investigación científica; ella le conduciría a establecer en 1853 que la fiebre amarilla se transmitía mediante un mosquito, no por los malos aires como hasta entonces se creía (2, 3, 5,6).

Fue un investigador incansable y en dos trabajos seminales explica el rol de las picaduras de insecto en la transmisión de la enfermedad: Beauperthuy L. D. Pathologie sur une varieté de forme de la Pustule Maligne due a la piqured d’un insecte de la familia des Acariens. Comptes Rendus des Science de L’ Académie de Sciences. 1861;52(21):1076-1077, y Beauperthuy L. D. Miasmas. Escuela Médica. Periódico Médico Quirúrgico. Caracas (Venezuela). 1875; Número 1:10-15 (16-24).

Sobre la base de sus cuidadosas observaciones realizadas en el día a día de su trabajo y en sus investigaciones de campo apoyado en un excelente microscopio acromático modelo Vincent Chevalier de mucha fama en su tiempo, reputado como de los mejores que siempre le acompañaba (5), se distancia de la teoría miasmática, hipótesis  aceptada y dominante durante su formación parisina; de esa forma apunta en 1875, ¨…la causa de la enfermedad no es un agente miasmático ideal, insensible a nuestros medios de investigación: son agentes, a la verdad imperceptibles a la simple vista, pero visibles examinados microscópicamente…¨ (16). Este aporte magnífico y original, indudablemente contribuyó a la formación de la base teórica del origen microbiano de muchas enfermedades infecciosa, que debió esperar por los luminosos trabajos de Pasteur y Koch tiempo después de su fallecimiento en 1871.

En 1853 acaece una epidemia de fiebre amarilla en Cumaná, ocasión que aprovecha para inculpar a los mosquitos como agentes transmisores. En 1854 pone sus observaciones por escrito y al referirse al rol vector de insectos tuliparios (designación de los mosquitos en la época de Beauperthuy), describe entre las especies que captura, colecta e identifica al Aedes aegypti, ¨los agentes de esta infección presentan un gran número de variedades que no son todas perjudiciales en el mismo grado. La variedad zancudo bobo, de patas rayadas de blanco, en cierto modo la especie doméstica, es la más corriente…¨ (16).

Y no bastándole con ello, poco tiempo después en Cumaná, durante una epidemia de cólera examinando muestras de heces identifica al vibrión colérico mucho antes de que ese microorganismo fuera reconocido e involucrado en su génesis. Veamos cómo se expresa, ¨el líquido blanquecino, coposo, parecido a un cocimiento de arroz, que se considera patognomónico del Colera Morbus, está formado… de una multitud de vibriones o tenias microscópicas de uno, dos y de tres centésimos de milímetros de largo… Insectos microscópicos, dotados de movimiento propio de rotación lateral o circular y de progresión… provistos de un apéndice caudal muy corto…” (17-21).

En 1856 dirige una memoria a su antiguo profesor Marie-Jean-Pierre Fluorens a la Academia de Ciencias de París en la que reúne sus observaciones sobre la fiebre amarilla y el cólera con el objeto de someter a consideración para asegurarse a toda eventualidad -decía -, ¨la prioridad de mis descubrimientos sobre las causas de las fiebres en general¨. Aunque la memoria fue publicada en el Comptes Rendus (1856) de la Academia de Ciencias de París (18), y en L´Abeille Médicalle (1856) (19), permaneció ignorada durante más de cincuenta años antes de que su importancia fuera reconocida por la comunidad científica internacional y su imagen científica fuera rescatada para la historia de la ciencia. Duda no cabe que con sus estudios y precisas descripciones se revela como el pionero de la microbiología en Venezuela, al tiempo que precursor de la microscopía, entomología, los trabajos de campo, clínicos y científicos (20-24).

La confirmación de que mosquitos eran los responsables de la transmisión de Fiebre Amarilla, fue realizada por la Yellow Fever Commission (YFC) en 1900, coordinada por Walter Reed, e integrada por W. Reed, L. Carrol, A. Agramonte, y J. W. Lazear, con la cooperación de otros como W. C. Gorgas y C. Finlay: este último, desde 1881 afirmaba en Cuba, país donde realizó su trabajo la YFC. Carlos Juan Finlay (1833-1915) médico y eminente científico cubano en 1881, descubrió y describió la importancia del vector biológico a través de la teoría metaxénica de la transmisión de enfermedades por agentes biológicos, aplicándola a la fiebre amarilla transmitida por el mosquito Aedes aegypti (25). Afirmaba que los mosquitos eran los trasmisores de la enfermedad (una teoría sin demostración experimental, como tantas otras de la época relacionadas a este proceso infeccioso –Horsman, 1987-, responsable de graves brotes epidémicos en el continente americano). La ulterior confirmación experimental permitió la adopción de medidas preventivas de gran eficacia, para el control de la enfermedad (25-28).

No obstante, el meritorio trabajo llevado a cabo por la YFC, es importante resaltar que pocos años después de su informe oficial en 1908 y en 1915, Arístides Agramonte (29), uno de sus miembros constitutivos, reconoció que fue Louis Daniel Beauperthuy, quien por vez primera vinculó a mosquitos como los responsables de la transmisión de enfermedades infecciosas tales como malaria y la fiebre amarilla.

No vivió el sabio Beauperthuy para presenciarlo, pero alcanzó el título honorífico de ¨el abuelo de la teoría de Finlay¨ pues precedió en casi 30 años a la confirmación experimental realizada por la comisión. (Agramonte 1908, 1915), reconocimiento hecho también por Chauffard en 1909 (Chauffard, 1909) y Blanchard en 1914 (Blanchard, 1914) (22,25).

En adición, él presintió igualmente la naturaleza de la inmunidad infecciosa cuando escribió que, ¨nosotros debemos considerar la aclimatación como una inoculación¨. También el profesor Blanchard dijo que era verdaderamente interesante encontrar escrito de la pluma de Beauperthuy semejante lenguaje que un parasitólogo contemporáneo hubiera firmado sin titubear: ¨Esta cuestión de la aclimatación tiene por solución la de la inoculación, que modifica lentamente y en alguna forma de una manera insensible el conjunto del organismo… Esta modificación, verdadera vacunación disminuye la intensidad de acción del virus tipulario sobre el organismo y modifica profundamente la constitución de los tejidos sanguíneos¨ (22). En esta cita puede apreciarse el profundo alcance y la visión profética de Beauperthuy, precursor de la moderna inmunología y de la medicina preventiva con sus vacunaciones… Recomendó el mosquitero, ¨Basta, además, la interposición de un mosquitero entre el cuerpo del hombre y estos insectos para preservarlo de la fiebre¨…

William Osler (1849-1919), médico canadiense y padre de la medicina interna asentó elocuentemente: “En las ciencias, el crédito se da al hombre que convence al mundo, no al hombre a quien se le ocurrió inicialmente la idea”. En 1881 el cubano Carlos Finlay fue a Washington D.C. como representante del gobierno colonial ante la Conferencia Sanitaria Internacional; allí presentó por primera vez su teoría de la transmisión de la fiebre amarilla por un vector intermediario, el mosquito. Pero ya en 1853 en Cumaná, Venezuela, Louis Daniel Beauperthuy encargado de dirigir las acciones durante una epidemia de fiebre amarilla, tuvo la ocasión de efectuar observaciones más detalladas acerca de la etiología, el contagio y el tratamiento de la fiebre amarilla.

Luego de haber sido controlada la epidemia, en mayo de 1854 publica en la Gaceta Oficial de Cumaná, 27 años antes que Finlay, los resultados de esas observaciones en las cuales concluía enfáticamente que dicha fiebre era provocada por un agente vegeto-animal procedente de materias en putrefacción, el cual era introducido en los cuerpos de la víctimas humanas mediante la picada de mosquitos o tipularios, e inculpa a un mosquito especial  reconocible por las rayas de sus patas –estriped legged mosquito– o Aedes aegypti como el vector responsable. Tal vez por ignorancia o descuido, la gloria del descubrimiento de la teoría insectil de la transmisión de la fiebre amarilla se le atribuyó a Finlay y no a Beauperthuy, quien hizo la observación, elaboró su teoría y la publicó en Venezuela y posteriormente en Francia; por tanto, considero que es de justicia, hacer la precisión precedente.

Una pregunta surge como colofón, ¿Qué circunstancias se conjugaron para que la gesta gloriosa de Beauperthuy no fuera tomada en cuenta a la hora de designar su primigenio rol en la teoría insectil de la fiebre amarilla? Aunque fue diligente en publicar sus observaciones, se entiende que su primer reporte en una oscura revista, la Gaceta Oficial de Cumaná en 1854 y 1855 (20, 21) y Periódico, no fuera conocida. Sin embargo, es bien sabido que sus comunicaciones epistolares fueron enviadas a la Academia de Ciencias de París a su preceptor el doctor R. Blanchard que designara para su examen a los doctores Andral, Boussingault y Serres; éstos, aferrados a las ideas reinantes no supieron apreciar la trascendental importancia de sus descubrimientos. La memoria fue resumida por el profesor Fluorens el año de 1856 y publicada en L’Abeille Medicale y en Comptes Rendus des Sciences de L’Ácadémie de Sciences en 1856 (16).

Quizá, si Beauperthuy hubiera residido en Francia, otra suerte hubiera premiado los esfuerzos del pionero…

Quiero de nuevo expresar mi gratitud sincera por el grande honor concedido…

 Referencias.

  1. Horsman R. Biography of Josiah Clark Nott (1848, Mobile, Alabama) LSU Press. Baton Rouge. Louisiana. 1987. USA.
  2. Anduze PJ. Beauperthuy entomólogo. Boletín de Laboratorio Clínico, 1954;1:8-13.
  3. Archila R. 1954. Luis Daniel Beauperthuy, revisión de una vida. Caracas. Imprenta Nacional. 48 pp.
  4. Beauperthuy de Benedetti R. Adición a Juicios y Comentarios a la Obra de Beauperthuy. Revista de la Sociedad de Historia de la Medicina. 1964;12:227.
  5. Beauperthuy de Benedetti R. Louis Daniel Beauperthuy et la méthode scientific, the role des moustiques dans le transmission de la fièvre jaune. Les annals d’Hygiène de Langue Francaise, 1962;(6):25-32.
  6. Beauperthuy de Benedetti R. Beauperthuy y su microscopio. Revista de la Sociedad de Historia de la Medicine. 1978;27:59-64.
  7. Beauperthuy de Benedetti R. Présence de Beauperthuy. Editions Hervas. Paris. (40 pp).
  8. Agramonte A. An account of the doctor Louis Daniel Beauperthuy, a Pioneer in the Yellow Fever Research. Boston Medical Surgical Journal. 1908;158:927-930.
  9. Godoy G. A 200 años del nacimiento de Louis Daniel Beauperthuy se conmemora su vida y su aporte a la ciencia. Sabe, Universidad de Oriente. Venezuela, 2007;19 (2):266-69.
  10. Gómez JM: Trabajos científicos. 1991. Luis Daniel Beauperthuy. Biblioteca de autores y temas sucrenses. ISBN 980-6047-80-X. Cumaná. Venezuela.
  11. Gutiérrez Alfaro JJ. Luis Daniel Beauperthuy: El precursor. Boletín de la Sociedad Venezolana de Microbiología. 1990;10:5-7. Agramonte A. The inside history of a great medical discovery, origin and development of mosquito theory. Scientific Monthly. 1915;1-15:209-237.
  12. Lemoine W, Suárez MM. Beauperthuy. De Cumaná a la Academia de Ciencias de París. Editado Por: Fundación para la Ciencia José Gregorio Hernández, Universidad Católica Andrés Bello e Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC). Depósito Legal: 1f 84-5307. Editora Cromotip. Caracas, Venezuela. 1984. 116 pp.
  13. Llopis JM. La obra de Beauperthuy (1807-1871). Caracas, Venezuela 1963. (270 pp).
  14. Sanabria A, Beauperthuy de Benedetti R. Beauperthuy. Ensayo Biográfico. Ediciones del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social. Oficina de Publicaciones, Biblioteca y Archivo, Caracas. 1969. (171 pp).
  15. Sanabria A. Juicio Crítico sobre las investigaciones científicas de Louis Daniel Beauperthuy. Acta Médica Venezolana, 1975;22:73-77.
  16. Beauperthuy LD. Cause du Cholera Asiatique: L’Abeille Medicale, revue des journaux et des ouvrages de medicine, de chirugie, de pharmacie, des science physiques et naturalles; travau académiques. 1856 b; Tome 13 émé, trezieme année, Paris. P 117.
  17. Beauperthuy L. D. Pathologie sur une varieté de forme de la Pustule Maligne due a la piqured d’un insecte de la familla des Acariens. Comptes Rendus des Science de L’ Académie de Sciences. 1861;52(21):1076-1077
  18. Beauperthuy LD. Miasmas. Escuela Médica. Periódico Médico Quirúrgico. Caracas (Venezuela). 1875; Año 1. Número 10-15.
  19. Beauperthuy LD. Recherches sur la cause du Cholera Asiatique, sur cell du typhus ictérode et de fiebres de Maré. Comptes rendus des Séances de L’Ácadémie de Sciences. 1856 ª;14(13)692-693.
  20. Beauperthuy LD. Fiebre amarilla. Gaceta Oficial de Cumaná. 1854;57, 1 de diciembre.
  21. Beauperthuy LD. 1855. Colera morbus. Gaceta Oficial de Cumaná, nº 79, 23 de mayo.
  22. Beauperthuy LD, de Roseville A. Lettre sur la presense D’Animalcules Dans Diverses Secrétions et Excrétions de l’Homme malade. Comptes Rendus des Séanles de L’Ácadémie de Sciences, 1836; 52(21):1076-1077.
  23. Beauperthuy LD, de Roseville A. Animalcules Microscopiques Considérés Comme Cause de la Putréfaction. Journal des Connaissances Medicales, 1838;Avril p 203.
  24. Finlay C. El mosquito hipotéticamente considerado como agente de transmisión dela fiebre amarilla. Anales de la Academia de Ciencias Físicas y Naturales de la Habana. 1881;18:147-169.
  25. Reed W, Carrol J, Agramonte A. The etiology of yellow fever- An additional note. Journal American Medical Association. 1901;36:431.
  26. Blanchard R. Noticies biographiques XXIV. Louis Daniel Beauperthuy, 1807-1871. Archives de Parasitologie 1914;16:503-545.
  27. Brassac PJ. Une misión a Cumana. Resultats obtenus dans le traitement de la Lépre Greecque par le docteur Beauperthuy. Report adressé a M. le Director de L’Interieur de la Guadaloupe, Bass-Terre, Guadaloupe, 1866; Imprimiere du Governement.
  28. Chauffard A. Lecón d’Ouverure. Faculte de Médicine de Paris. Course D’Histoire de la Médicine e de la Chirugie. La Presse Medicale. 1909;23:201-209.
  29. González Font J. Travaux Scientifiques de Louis Daniel Beauperthuy. Imprimiere Nouvelle, A Bellier et C, Bordeaux. 1891; France.

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Un comentario

  1. Louis Daniel Beauperthuy, Carlos Finlay y Walter Reed contribuyeron de maneras diferentes al descubrimiento de la transmisión de la fiebre amarilla por mosquitos, limitados por el conocimiento científico que existía durante la época en la cual publicaron (1853, 1881 y 1901, respectivamente). Basado en observaciones epidemiológicas Beauperthuy propuso en 1853 que los mosquitos, específicamente el que hoy conocemos como Aedes aegypti, obtiene de los pantanos un agente “vegeto-animal” causante de la enfermedad, el cual lo transmite a los humanos, causándole la enfermedad. Hay que recordar que la teoría microbiana de las enfermedades infecciosas solo vino a ser formalizada por los trabajos de Koch y Pasteur en los 1880s. En 1881 Carlos Finlay propuso que el mismo mosquito A. aegypti transmite el agente patógeno de humano a humano, pero no logró demostrarlo experimentalmente. La contribución de Walter Reed y colaboradores fue demostrar en 1901 que el agente que el mosquito transmitía era un virus “filtrable” (la fiebre amarilla fue la primera enfermedad humana que se demostró causada por un virus). Un diferencia mayor entre la interpretación de Finlay y la Reed era que Finlay pensaba que el mosquito era solamente un vector mecánico del virus (una aguja voladora) mientras que Reed ya comenzaba a considerar al mosquito como un vector biológico. De hecho, después que el mosquito ha chupado sangre infectada de un paciente, el virus debe multiplicarse en el mosquito para finalmente llegar a sus glándulas salivares y poder ser trasmitido por picadura a una persona sana. Ese periodo, que se denomina de “incubación extrínseca” puede durar varios días y no era conocido por Finlay, por lo que sus experimentos de trasmisión entre humanos no fueron convincentes.

    Referencia:
    Esparza J. (2017). Viral Epidemics in Latin America from the Sixteenth to the Nineteenth centuries and the early days of virology in the region. In: Human Virology in Latin America: from biology to control. Ludert JE, Pujol FH, Arbiza J. (Editors). Springer International Publishing AG, pp 3-16.

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