Elogio del hígado: cuando no queda sino el gancho… En tres tristes actos

 

 

Elogio del hígado: cuando no le queda sino

el gancho…

Acto ILeer más

El excepcional remedio de Maimónides… PARTE II y fin

En 1664, un oscuro viajero apellidado Gandolfi recorrió a pie toda Francia. De la narración de sus experiencias extraemos una pequeña muestra:

Ocurrióle que durante la travesía tuvo la desventura de contraer un severo caso de resfriado que le llevó a tocar las puertas de un hospital parisino. Para su fortuna, los médicos del hospicio aquel le trataron con dedicación, esmero y le procuraron lo más depurado de su ciencia y de su arte. Una vez encamado y durante todo el período de tiempo que duró la fiebre, fue sometido a un total de 22 sangrías para alivianarle su sangre corrompida y a dos enemas evacuadores por día, uno al despunte del alba y el otro al tiempo del ocaso…Leer más

El excepcional remedio de Maimónides… PARTE I

“Buenas tardes, ¿con la señora PenéloPe Sadita? Soy la secretaria del doctor. La estoy llamando a objeto de cancelarle su consulta de mañana. El doctor desea excusarse porque se encuentra engripado y en cama…” -“¿Qué quééé?” —como caballo picado de tábano, brinca la doñita teléfono allá…— ¿Engripado y en cama? ¿Precisamente hoy, el día de mi ansiada consulta? ¡Esto es inaudito e intolerable! ¡Qué desfachatez y falta de humana sensibilidad el venir a enfermarse hoy! —tenso silencio— Bueno viéndolo bien, ¿Quién querría verse con una clase de médico así, tan chimbo, que no puede prevenirse ni curarse un vulgar caso de pinche gripe, y para colmo, se toma un día de asueto golpista…?”Leer más

Elogio de mis estudios de medicina… mis crisis, mi crecimiento y mi triunfo

Dedicado con gran admiración y afecto a las promociones de médicos-cirujanos del país, 2020

Debo confesar que en algún momento de mis estudios de pregrado, sentí que mi vocación fallaba y se resquebrajaba… ¡Yo como que no había nacido para ser médico! ¿Sería que tal vez una vis a tergo [1] que me llevaba abandonado, lentamente, como el paso de la miel a través de un delgado tubo, un, ¨uno va porque lo empujan…¨? Aunque había comenzado mi contacto con pacientes desde mi primer año de medicina cuando asistía una vez por semana al Puesto de Socorro en la Esquina de Salas a ¨coger puntos de sutura¨ a borrachitos llenos de mala vida, olvido y cicatrices, prostitutas golpeadas con el cabello empegostado de sangre coagulada, o valientes maricones también abusados –los llamo valientes porque habían de serlo para luchar contra la intolerancia exacerbada de aquellos tiempos-;  o la ocasional herida en cruz para clavipunturas en el centro del pie ocasionado por un clavo herrumbroso y el miedo consiguiente al desarrollo de un tétanos.Leer más