La conjura de la industria ¿cómo vender la enfermedad? Parte II

Primero, No Hacer Daño

La conjura de los remedios o ¿para qué tantas medicinas?

Chismes del pasado dan cuenta que Charles II de Inglaterra, Escocia e Irlanda (1630-1685), en el trigésimo séptimo año de su reinado, ocurrióle que cuando era afeitado de improviso emitió un sonoro grito y se fue al suelo cuan largo era mientras era sacudido por convulsiones. ¿Qué hacer? ¡Él no podía imponerse sus propias manos!

De acuerdo a los conceptos médicos imperantes en su época, era mandante sacar la enfermedad recién aposentada por cualesquiera orificio, natural o antinatural que existiere o fuera necesario crear… Y así, fue tratado por doce desesperados galenos, quienes aplicaron toda su sabiduría sobre la humanidad de su alteza real, pues mientras más poderoso uno sea, más médicos meterán su cuchara en el caldo corporal en que uno se transforma…

En las memorias de uno de ellos, un tal doctor Scarburgh, se da cuenta de los particulares de la singular “cura” a que le sometieron o más propiamente, de sus dieciséis martirios, sin que hayamos podido identificar cuál de ellos le dio el ‘coup de grace’ al desventurado monarca… (1). Sangría. (2). Incisión en el hombro y aplicación de ventosa para extraerle ocho onzas adicionales de sangre. (3). Administración de un vomitivo y un purgante. (4). Segunda purga. (5). Colocación de una lavativa antimonial. (6). A las dos horas, repetición del enema con un purgante. (7). Rasurado del cabello y aplicación ‘in situ’ de un vejigatorio. (8). Polvo para estornudar con la finalidad de “energizar su cerebro”. (9). Catárticos repetidos a frecuentes intervalos. (10). Paños sedativos con licor, agua de cebada y almendras dulces a intervalos regulares. (11). Emplasto de vino de Borgoña y estiércol de paloma aplicado en los pies. (12). Continuación de sangrías y purgas. (13). La condición del soberano empeora —¿Cómo? ¿empeora…?— Se administran cuarenta gotas de extracto de cráneo humano. (14). Medicación con piedra de bezoar. (15). Se le receta antídoto de Raleigh —una poción contentiva de enorme cantidad de hierbas y extractos animales— (16). ¡E pur si muove! ( “¡y sin embargo se mueve!”), dice uno de los matasanos parodiando a Galileo Galilei y le administra otra dosis de antídoto de Raleigh aderezado con julepe de perla y amoníaco… ¡Grande finale!

Yo le pido su indulgencia, desprevenido lector, por la larga lista que le di a leer… ¡Da a uno en qué pensar! Pero seguramente usted cree que  esto ya no ocurre… Ojee cualquier receta de nosotros, los médicos “modernos” que “cuidamos” de su salud… ¡Nada que ver! ¿Qué dirán nuestros colegas, por ejemplo, y para no exagerar, en el año 2155? Posiblemente, ¡Qué clase de solípedos eran aquellos! Forrados de cencia” trataban las enfermedades por las ramas, pues con limitadas excepciones, no sabían ni qué las producían creando hasta otras peores que el paciente no tenía cuando llegó a confiarle sus cuitas… Y si nosotros, profesionales en el arte de curar no lo hacemos ni tan bien, ¿Qué queda para los ignaros que tratan de emularnos?

 Lamento tener que echarle a perder esa detestable afición que usted comparte con muchos otros legos en la materia esa de recetar a otros  semejantes por el sólo hecho de que usted cree que eso es facilito y de que esa medicina le hizo bien a usted… Créame amigo mío, que cada vez que me siento en mi escritorio (sin., trinchera) con mi bolígrafo a la diestra (sin., misil Patriot) me acuerdo de lo que “viejo” maestro Henrique Tejera Guevara  (1889-1980), decía a los recién graduados de aquellos viejos tiempos, “Doctor, empadrone su título!”, y me tiembla el pulso al momento de escribirle una prescripción, y sólo pienso en lo sencillo que es para los miles de mis conciudadanos que a troche y moche se dedican al cultivo de este cuasi-deporte nacional de recetar de todo… a todos.

 

Así que le parecerá extraño que le diga que mientras más conocimientos tenemos y más hemos visto, más inseguros nos sintamos durante el sublime acto del recetar… Yo, por ejemplo, no he olvidado la terrible lección de la talidomida, que dejó esa retahíla de muchachitos focomiélicos sin bracitos ni piernitas como las focas… Era el producto “ideal” para combatir los nervios de una mujer embarazada por su “carencia” de efectos colaterales… Tampoco olvido el reciente “affaire” del aminoácido L-triptófano expendido libremente en tiendas “naturistas” con el pretendido mote de hipnótico natural, el que le evitaba a usted emplear somníferos… Ahora resulta que produce un desorden orgánico llamado síndrome de mialgia y eosinofilia, que no le voy a explicar qué es, pero puedo decirle que es responsable al menos de cinco muertes y que podría continuar importunándole un largo rato después de que usted haya dejado de ingerirlo… ¿No le digo que “patentados” y productos “naturistas —¿quién dice que lo son?—, son componentes del mismo imperio multimillonario que nos induce a tomar medicinas para prevenir enfermedades que aún no tenemos..? Vitaminas, laxantes “naturales”, lecitina, aceite de pescado, ginseng, fuentes de la eterna juventud…

 No hay dudas de que hay enfermedades que necesitan de medicamentos para su control, pues sin ellas, el paciente podría morir, sufriría inútilmente o tardaría mucho tiempo en reintegrarse a una vida activa y feliz ¡No existe discusión en ello! ¡Yo no soy partidario del nihilismo terapéutico!, pero el mayor porcentaje de pacientes que asisten a mis consultas no tiene nada que no pueda sanarse sólo, quizás con unos días de reposo, o más importante aún, con un cambio en sus hábitos de vida, un ajuste en la ruta… Pero no el golpe de timón —a la caja de seguridad de las arcas públicas— que pretendía hacer aquel gobernante enamorado, sino un verdadero cambio en su vida… Pero el paciente

parece estar frente a usted diciéndole, ¿A quién? ¿A mííí? ¡Qué va, oh! Déjeme con mis tragos, mis cigarrillos, mis comidas malsanas y mi colesterol y mi sedentarismo, y váyase a freír monos y a aconsejar al padre de sus hijos… ¡Yo vine aquí por una receta y sin ella no me iré!

El pobre iluso cree que ese lento cavar de su propia tumba, o peor aún, eso de estar continuamente comprando boletos para la rifa de una hemiplejía o de un infarto del miocardio puede remediarlo con medicamentos ¡Ja, ja, ja! ¡Qué bo…luntad! Pues bien, mi querido amigo, déjeme decirle que usted está equivocado de metra a metra. Usted, al igual que yo, somos objeto de un manejo, de una conjura, de una conspiración de las casas farmacéuticas para que nos mediquemos por nimiedades. Su negocio es redondo, pues se nutre de su imbecilidad tanto como de la mía, tratando es cierto- enfermedades producidas por la naturaleza… pero también otras que sus tósigos producen, para las cuales habrá que emplear otros venenos parecidos y así sucesivamente…

Nuevamente, sentado en mi trinchera con mi misil Patriot abandonado al desgaire en mi escritorio, miro a hurtadillas el sapiente libro “Side  effects of Drugs” no precisamente regalado por un laboratorio farmacéutico—, ubicado a mi siniestra como recordatorio de mi flaqueza farmacológica me pregunto: ¿Qué le indico? Este parroquiano vino a salir con una receta en su bolsillo y de no dársela, dirá que soy un ignorante, que no sé qué es lo que tiene, o que le robé sus reales. ¡Nada de eso! —pareciera decirme—, a un médico se viene para que le recete a uno. ¡Ya él verá qué hace! No se le paga para que hable pendejadas y le dé a uno consejos pues para eso están los rabinos, los ministros y los curas. Bueno —pienso yo mirándole — ¿qué voy a hacer? Tendré que recetarle… Pero, ¿qué?, si hasta la aspirina, los antiácidos y aún las vitaminas pueden producirle a este tipo amarguras futuras… a este tipo que está sano pero que se siente enfermo… Después de ofrecerle por cuarenta y cinco minutos las razones por las cuales no le voy a recetar, el sujeto insiste – “¿Y es qué no me va a dar nada…? ¿Es que usted no me toma en serio?” -“Okey, le voy a recetar una aspirina infantil un día sí y otro no…”.

Con cara de hereje el sujeto se despide y yo me quedo pensando, ¿qué efecto secundario le producirá una aspirinita a este semejante en particular? ¿la tolerará bien? ¿se irá la pastilla a embochinchar con esas otras porquerías que ya viene tomando desde antes? ¿su hígado y sus riñones podrán detoxificarla y eliminarla con prontitud? ¿le dañará el estómago, la vista, el oído o el olfato? ¿y si le da dengue hemorrágico? ¿y qué tal si la medicina le cae bien y en este país, sin gobierno ni nadie a quien le duelen los demás, se le ocurre continuar tomándola indefinidamente…?

El timbre del intercomunicador me saca de mis cavilaciones…

Es mi secretaria quien muy dulcemente me dice, “Otro vivo p’al corral doctor, ¡el señor Godínez tiró la puerta y se fue sin pagar…!”

Adendum

  • Y es que la sed de lucro parece ingénita a los comerciantes de la salud. Antes de seguir adelante, mostraremos algunos ejemplos paradigmáticos concernientes a el deseo, que va con la riqueza, de que todos nos creamos enfermos aún cuando no lo estemos… Un ejemplo es la antigua ¨colitis¨, hoy trocada en ¨síndrome de colon irritable¨… Y el dinero está a la orden para comprar tu opinión y tu receta…

La conjura de los remedios o

¿para qué tantas medicinas?

 PARTE II

 

Muchos pacientes y colegas me acusarán de nihilista, de mostrar vergonzoso escepticismo sobre la eficacia y seguridad de muchas de las drogas que uso, de que todo lo curo mandando a la gente a hacer ejercicios y a moderar sus excesos… ¡Quizás tengan razón! Mis ‘verdades terapéuticas’ de recién graduado de cutis lozano, las he transmutado ya tantas veces por ‘nuevas verdades’ a lo largo de estos treinta años de trajinar el camino…, que mucho me temo seguiré cambiándolas y reformándolas hasta el cese total funcionamiento de mis lóbulos frontales. ¡Qué más me da mí que soy un caliche! De lo mismo probablemente acusaron a los alumnos de Avicena (980-1037), el eximio médico árabe, el Príncipe de los Médicos, luego de observar a su maestro introducirle un vulgar piojo Pediculus capitis— a un presumiblemente prostático por el meato uretral, para aliviarle de una retención urinaria aguda. Guy de Chauliac, el eminente cirujano francés del 1300 y médico de los papas de Aviñón, también empleó con tino truco tan singular… Y de paso, yo también me adheriría a este procedimiento del estrés uretral por el hemíptero, de encontrarme ante una vejiga repleta, de repente y solitario con mi ineptitud, desprovisto de una sonda de Nélaton en la Medicatura Rural de Samariapo

Egoístamente hablando, no crea que el drama del anciano no deja de preocuparme… Habiendo ya cruzado la esquina de la cincuentena, me veo arribando raudo a mi vejez que, aunque ha de llegar porque sí, he tratado de que no se refleje tanto en mis funciones orgánicas llevando una vida reglamentada y saludable, con un mínimo ocasional de medicamentos y aderezándola con un poco de trote, porque si no lo sabía, vejez es casi equivalente a enfermedades crónicas, y si así se define, para la mayoría ello significaría que deberemos tomar medicamentos para contrarrestarlas… Mas, hay una enorme evidencia acumulada que indica que el consumo superfluo de medicinas asciende en directa relación al desarrollo del país y a la edad que usted vaya acumulando… Lo que asegura que a los viejitos se les administrarán drogas innecesarias; bien porque el diagnóstico que sustenta su indicación ha sido apresurado y erróneo; bien porque no se haya  demostrado que algún tratamiento aliviará esa condición determinada; bien porque se prescriba una droga peligrosa cuando otra menos dañina podría emplearse con éxito; bien porque podría indicarse una dosis más pequeña que brinde similares beneficios, sin mayores inconvenientes…

  Decía el maestro Francisco Antonio Rísquez (1856-1941), (el “viejo Rísquez” como era cariñosamente llamado), “mitad de dosis, mitad de efectividad” como queriendo decirnos: Pruebe primero con poco, vea qué pasa, e incremente de ser necesario…Atisbaba tal vez el problema aún peor de la polifarmacia, o una medicina para cada dolencia, múltiples drogas para tantos achaques que aquejan a un anciano y los cuales, muchas veces intolerantes, exigen una cura particular. Imagínese usted, una píldora para la tensión, otra para el reuma, aquella otra para la infección urinaria, esta tableta para los gases y la rosada para la memoria, un supositorio para el estreñimiento, esta inyección para la libido, esta cápsula para la diabetes, una para orinar con facilidad, junto con estas otras para la retención de líquidos y el ácido úrico alto… ¿Consecuencias? ¡Me huele a reacciones adversas! Sea a una droga en sí o a la interacción ocurrida entre unas y otras que generalmente no son reconocidas como tales ni por el médico ni por el paciente.

El epílogo tantas veces repetido, es que para un nuevo síntoma(s) –efecto colateral de alguna de ellas-, surgirá un nuevo medicamento e imagínese ese caldo gallego bioquímico circulando por la sangre del provecto, golpeando aquí y pateando allá inclemente, los ya cansados órganos, sistemas y aparatos… Entre las drogas más a menudo prescritas a los pacientes de edad se encuentran los tranquilizantes mayores y menores, las de acción cardiovascular y las de efecto gastrointestinal. Las primeras son quizás, las que más producen víctimas entre la población añosa (y en muchos adultos y jóvenes también). Particularmente indicados para el insomnio, existe suficiente evidencia de que ya no serán tan efectivos al cabo de pocas semanas, creando, por tanto, sólo dependencia química y hasta trastornos de las funciones cerebrales superiores -especialmente en la memoria-, atribuidas entonces a la senectud. Por su parte, la hipertensión arterial y las enfermedades del corazón son muy comunes en el anciano, pero de nuevo se hace presente en ellos una exagerada prescripción en situaciones donde no sería

necesaria una droga tan potente o a tan elevada dosis. Por último, la categoría de drogas de efecto digestivo incluye entre otras, las empleadas en el tratamiento de los ‘gases’, que son totalmente inútiles, siendo que quizás podrían prevenirse si se hicieran comidas ligeras cuatro veces al día, se aumentara en ellas el contenido de fibras y se masticaran los alimentos sin prisa y con diligencia.

Nuevamente se me podría tachar de exagerado… La Organización Mundial de la Salud (1985), al discutir el problema de los efectos adversos de los medicamentos en el anciano, asienta que “muy a menudo, la historia clínica y el examen de pacientes que han desarrollado efectos secundarios revela que no había una indicación válida para la droga en cuestión… Las reacciones adversas podrían en gran proporción ser evitadas en el anciano, escogiendo drogas seguras y efectivas y aplicando principios terapéuticos establecidos al hacer la prescripción, tales como (¡Ahh, el viejo Rísquez otra vez!) comenzar con una dosis baja, observar al paciente frecuentemente y evitar la excesiva polifarmacia. Dicho en otras palabras y de acuerdo a los expertos, los ancianos que sufren reacciones adversas a las drogas son a menudo víctimas de medicinas que no tenían en ellos una indicación válida. Un frecuente reflejo condicionado, ¡Prescribir por prescribir; prescribir por complacer!, diríamos nosotros.

Una regla práctica que no debemos olvidar es la de que cualquier síntoma puede ser producido o empeorado por una droga por más inocente que parezca y que ello es más cierto en el anciano. Pero tantas veces los médicos subdesarrollados nos sentimos inculpados ante la pregunta del paciente y dictaminamos en tono omnipotente: “En mi experiencia, ¡No tiene nada que ver… sígala tomando!) (prrrr… ¡trompetilla para tí!), pero por fortuna, el paciente no es pen y dejo lo demás, hace mutis, y ya no la toma más. Las clases más humildes y menos enteradas pagan el mayor peaje al gustar de esas extensas recetas, escritas a ambos lados del largo récipe, donde se duplican o triplican medicinas para un mismo fin, suerte de “tiro e’chopo” capaz de acabar con cualquier indisposición, y de paso con los magros ingresos y con el paciente mismo… ¿Y qué me dice usted de los nuevos medicamentos? Si usted no los conoce o no los receta, sus pacientes y colegas le verán con malos ojos. ¡El que llegue de último es pupú de perro!, decíamos en el recreo en el Colegio La Salle de Valencia que me vio hacer mis primeras y escatológicas apuestas… Sólo eso será usted cuando el paciente le pregunte si conoce o ha oído hablar del último “onenev odatnetap” — para su interpretación, recúrrase a la lectura especular del gran Leonardo da Vinci— y usted se quede en neutro o titubee. Se le mirará con el mayor desprecio… ¿Qué clase de médico gaznápiro será este que no sabe /no dice /no conoce? Por mi parte, yo prefiero no conocerlo todavía pues total, tampoco seré el primero en recetarlo y podré mirar desde lejitos los primeros lamentosos que hayan quedado machucados a la primera carga de caballería de manos de la alegre receta de otros colegas. Pero tampoco seré el último si razonablemente se demuestra que serviría para mí… y lo que es bueno para mí, podría serlo también para mis enfermos. No hay ni debe haber remedios para cada inconveniencia. Ello sería un insulto a la Madre Naturaleza. ¿Cómo iba el Todopoderoso a crear -perdóneseme la expresión— una ‘máquina biológica’ tan perfecta sin tomar en cuenta sistemas propios para corregir sus entuertos? El cuerpo humano en su perfección sublime es la antítesis de la Venezuela que no cuida ni conoce el mantenimiento.

Los antiguos sin tanto medicamento peligroso lo intuyeron y le llamaron la vis medicatrix naturae o poder curativo del organismo, vis conservatrix o fuerza natural del organismo para resistir las enfermedades o farmacia interna que posee sus propias drogas

¿Cuantas veces nos oponemos a ese poder o a esa fuerza implícita al ser al introducir en forma por demás ligera, sustancias extrañas que ni necesitamos? ¿Será que no nos queremos…?

Adendum

  • La industria de la comida rápida, el sedentarismo, los malos hábitos de vida: el licor, el cigarrillo y las  drogas preparan a nuestros niños, jóvenes y adultos para enfermar y morir…

 

Carta abierta con motivo de mi jubilación forzada de la UCV de fecha 17 de febrero de 2011

 

¡Carta abierta del Dr Rafael Muci-Mendoza poniendo su cargo a la orden:

Ejemplo de Dignidad!

El 17 de febrero de 2011 el Insigne profesor Dr Rafael Muci-Mendoza, maestro de generaciones en el Hospital Vargas de Caracas, formando parte de la Universidad Central de Venezuela, dirigió una carta abierta como protesta a la situación de la Medicina en la Venezuela bolivariana. En la misiva pide la jubilación del cargo ejercido en dicho hospital por 53 años y circula desde hace días en la red. Es un documento para reflexionar y actuar y no debe dejar de leerse.

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Carta abierta

A mis compañeros de Cátedra y del Hospital Vargas de Caracas; a las autoridades y profesores de la Facultad de Medicina de la Universidad Central de Venezuela y en particular de la Escuela de Medicina ¨José María Vargas¨; a otros miembros de la comunidad universitaria; a mis alumnos  de pregrado y cursantes de postgrados de medicina interna, de oftalmología de los Hospitales Vargas, Rísquez, Domingo Luciani y Militar, al postgrado de neuro-pediatría del Hospital Pérez Carreño y postgrado de neurología de la Universidad de los Andes.

 

El 18 de junio de 2010, conjuntamente con otros destacados médicos venezolanos[1], suscribí un documento intitulado “Consideraciones sobre la incorporación de 8.581 estudiantes de la carrera de Médicos Integrales Comunitarios a los hospitales públicos”, un problema que ya fuera planteado en cartas y comunicados desde julio del 2007 y del que extraigo textualmente algunos párrafos ¨El documento señaló de forma terminante que el diseño curricular de las carrera de Médicos Integrales Comunitarios resultaba  ser prácticamente el pensum de carreras similares que se cursan en Cuba, con un alto contenido ideológico que “pareciera ser un objetivo esencial en su diseño, lo cual está en contra de los principios fundamentales de la educación y especialmente de la educación universitaria, basada en que el alumno pueda ejercer libremente el análisis y la discusión de todas las ideologías, libertad que es atributo fundamental de las universidades….” ¨Como afirmamos en el Manifiesto de julio de 2007 al cual hemos hecho referencia, “no se les ha brindado la posibilidad que nuestras facultades de medicina ofrecen a sus estudiantes: una carrera con un pensum acreditado, garantía de la obtención de grados y otorgamiento de títulos de indiscutible solvencia académica y profesional”. Por su parte y en relación con los cursantes, el documento finalizaba diciendo, ¨asegurar que la práctica que llevará a cabo este personal esté enmarcada en los estándares internacionales para la educación médica de pregrado, que exige alto compromiso en la formación del médico, en la que deben combinarse, la excelencia en la atención de la salud de la persona, de servicio a la comunidad, de sensibilidad humana y equidad en todos los estratos sociales¨.

Pues bien, en la mañana del pasado lunes 24 de enero de 2011, luego de atender, como es mi ancestral costumbre, a mis pacientes de la Unidad de Neurooftalmología del Hospital Vargas de Caracas, me dirigí a las 9:30 a.m. a la Sala 3 con la finalidad de participar en el ritual de la revista médica de sala por tantos años acostumbrado; fue grande mi sorpresa cuando se me comunicó que estarían presentes tres cursantes del programa de Medicina Integral Comunitaria que propicia el estado venezolano en connivencia con la misión médica cubana. Según se me informó, constituía una ¨colaboración¨ pedida por el director del Hospital para recibir a seis pasantes divididos en 2 grupos, uno para la Sala 3 y otro para la Sala 2. Me presentaron a tres mujeres superando la treintena y en gesto de elemental cortesía les ofrecí mi mano. De acuerdo a lo comunicado, serían ¨invitados de palo¨, es decir, que ¨no molestarían, no hablarían, sólo escucharían y sólo tomarían notas¨, como en efecto ocurrió…

Antes de proseguir, debo significar que he permanecido en el Hospital Vargas de Caracas desde 1957, cuando iniciara mi paso por las clínicas en tercer año de medicina; allí recibí información, pero más que todo, formación médica, ética y humanitaria. Me gradué el 5 de septiembre de 1961 y desde entonces mi vida ha permanecido atada al Hospital Vargas de Caracas -53 años; ¡más de medio siglo! -. Solamente durante mi Internado y Residencia en Medicina Interna, recibí mis emolumentos a través del Hospital (Bs. 1.500,oo de entonces). Luego, ingresé al escalafón universitario ascendiendo progresivamente hasta la categoría de profesor titular; todos mis trabajos de ascenso fueron laureados y se recomendó su publicación; todos fueron publicados. Desde entonces y hasta el presente, he permanecido como Profesor Titular universitario activo de Clínica Médica, a medio tiempo de contratación, en la Cátedra de Clínica y Terapéutica B de la Escuela José María Vargas de la Facultad de Medicina de la UCV, a la cual ingresé oficialmente el 1º de febrero de 1965 manteniéndome en mi puesto hasta el día de hoy, es decir, exactamente 46 años y un mes de intensa actividad asistencial y académica; ininterrumpida con excepción del período comprendido entre julio de 1978 y julio de 1980 cuando permanecí en el Centro Médico de la Universidad de California, San Francisco donde realicé un entrenamiento en neurooftalmología durante dos años, superespecialidad hasta entonces desconocida en mi país y la cual enseño desinteresadamente desde entonces.  Debo manifestar que nunca tomé un tiempo completo por temor a no poder cumplirlo, aunque mi lapso de trabajo se extendió habitualmente entre las 7.00 a.m. y las 11.45 a.m..

Es por ello que mi sueldo actual, me avergüenza decirlo, es de tan sólo Bs.F. 1.331,oo que con las deducciones, termina siendo de Bs.F. 829,36. Se pensará que sólo un imbécil trabajaría por un sueldo tal, pero a decir verdad, nunca laboré por un sueldo sino por amor a mis pacientes –los más desposeídos-, por la memoria de mis profesores, al Hospital al que tanto quiero y tanto debo, a la docencia universitaria a la que he dedicado tiempo, desvelos y puntillosa escrupulosidad, y a mis centenares de alumnos de pre y postgrado, solazándome henchido de orgullo al verlos de mis manos aprender y ser mejores ciudadanos y triunfar en nuestro medio y allende los mares.

En mis charlas dictadas y en artículos médicos publicados en el país o en el extranjero, siempre y con orgullo me he identificado como ¨Médico del Hospital Vargas de Caracas¨, nunca he mencionado la institución médica privada a la cual pertenezco. En algún momento y en forma anónima mi supuesta auto designación de ¨Médico del Hospital Vargas¨ conque suscribí muchos artículos de prensa en su defensa, me valió críticas por ¨identificarme como tal sin serlo¨.

He compartido mis actividades de Cátedra con la dirección de la Unidad de Neurooftalmología, fundada por mí, única en el país y dependiente económicamente de mi persona y de los Cursos introductorios de Fondo del Ojo en la Enfermedad Sistémica que anualmente dicto por más de 40 años; nunca he pedido ni recibido ayuda de mi Escuela ni de la Dirección del Hospital, tampoco se me ha ofrecido -se me ha ignorado, lo que también significa que no han interferido con mi labor-. Nunca cobramos un céntimo a nuestros pacientes, considerando nuestro trabajo como una ofrenda a quienes nos han enseñado y como una obligación moral y de empatía.

La Unidad fue designada con mi nombre el 18 de julio de 2003 a pedido de mis propios compañeros de Cátedra y aprobado por el Consejo de la Escuela de Medicina ¨José María Vargas¨ en su sesión # 783 de fecha 15 de mayo de 2003, fundada a mi regreso del Norte en julio de 1980 con material e instrumentos adquiridos de mi propio peculio y a la cual asisto entre las 7.00 a.m. y las 9.30 a.m. viendo una docena de enfermos diarios, intentando solucionar o aliviar sus problemas y de paso, enseñando a los médicos internistas y oftalmólogos que me acompañan lo que considero el arte de la medicina al través de ser un hombre que trata de estar enterado en su oficio, cabal, respetuoso y bondadoso para con mis pacientes y para con mis alumnos.

Tan sólo eso ha sido mi vida hospitalaria…

Volviendo al tema que me ocupará en adelante, tal vez por algún descuido involuntario, no fui informado que estos cursantes asistirían a las revistas de sala, ni que supiera, se hubiera convocado a todos los miembros de la Escuela, del Departamento Médico, de la Cátedra y del Servicio para discutirlo, decidirlo y aceptarlo o improbarlo. Era pues ese lunes, el día en que se consumaba de un hecho cumplido. En razón de ello debo hacer algunas precisiones.

El 8 de julio de 2006 escribí en la sección de Opinión del Diario El Universal de Caracas, 2:9, el siguiente artículo:

¨Oferta fraudulenta…¨

Rafael Muci-Mendoza

La medicina es profesión de elevada actividad intelectual; nuestro padre Hipócrates, 2500 años atrás trocó el empirismo en medicina que se explicaba el mundo en términos de razón, surgiendo así la medicina científico-natural, disciplina en constante evolución y perfeccionamiento. La medicina constituye parte neural de la cultura de una época y de un país. La situación no deja de ser al menos triste… Mil quinientos jóvenes bolivianos, adolescentes ilusionados e incautos, masa proclive al engaño, enlabiada y traída a ‘estudiar medicina’ mediante un plan manipulado y contrahecho: 2500 años de progreso continuado reducidos a un año de estudios limítrofes y 5 de práctica -un tinglado sin bases-, tiempo apenas suficiente para producir un rutinero. Retrocedemos en medio del empirismo revolucionario. Un sistema engañanecios en el que nunca podrán competir con sus pares académicamente formados del primer mundo porque estarán privados de la universalidad del conocimiento, entrampados en estudios superficiales planificados en función política y no científica, resentidos dentro de su propia marginalidad, mesas de tres patas…

Todos los médicos cometemos errores porque la medicina es la ciencia más inexacta de cuantas existen, por tanto, insistimos en formarnos bien y brindar adecuada formación a nuestros alumnos suministrándoles las herramientas necesarias para comprender al humano enfermo en todas sus artistas, desde anatomía hasta humanismo y humanitarismo. Les enseñamos a desconfiar de propias destrezas, a temer a la falsa seguridad de una formación deficiente o fronteriza, no los queremos médicos del montón, los queremos ágiles en el pensar, claros en el diagnosticar, solidarios con el necesitado, acompañantes del sufrimiento y ponderados en la indicación terapéutica.

¿Desearían los gestores de este bodrio tener para sus hijos enfermos, estos empíricos del diagnóstico y la terapéutica…?

rafaelmuci@gmail.com¨

A lo largo de doce años del llamado gobierno revolucionario, los médicos venezolanos hemos sido segregados, insultados, desmerecidos, se nos ha endilgado toda clase de penosos adjetivos, se ha favorecido y forzado una diáspora de más de seis mil médicos jóvenes, nuestros mejores cerebros, nuestra generación de relevo, para implantar dizque una nueva forma de aprender y hacer medicina con ¨médicos¨ que, por su formación, tristemente nunca lo serán. Una verdadera falsificación de los estudios médicos, una verdadera estafa. A este respecto, he tenido una posición crítica y clara, y siendo así, sería una incongruencia con mi conciencia, con mis principios y con mis ideas, cohonestar con mi presencia en la que ha sido mi Facultad, mi Escuela y mi Hospital una manera aberrante de enseñar medicina.

¿Conocemos a fondo el pensum de los estudios de estos cursantes? Fuera del tinte ideológico de sus estudios y el empleo de una computadora, ¿Tenemos alguna idea acerca de qué les han enseñado sobre medicina y cuáles son sus destrezas y sus aptitudes?, ¿Han conversado estos jóvenes alguna vez con algún humano enfermo y aprendido las bases de la medicina clínica: el diálogo diagnóstico-terapéutico, la nosología y la semiología y el arte de tratar al enfermo que no a la enfermedad?, ¿Por qué estos pasantes, que no estudiantes formales, no son enseñados en alguno de los 500 Centros de Diagnóstico Integral, instituciones hacedoras de exámenes complementarios sin rumbo en ausencia de una historia clínica –herramienta principalísima desconocida por sus ductores-, conducidos por ensalzados médicos cubanos? Yo no sé qué saben, ignoro sus planes de estudio, no me siento culpable del producto final que estamos presenciando, no soy responsable de que se les haya engañado, y no pueden pedirme ahora, que participe yo mismo del engaño, de la farsa, dejándolos permanecer de pie frente a mí, como ¨invitados de palo¨ -designación que además considero peyorativa e inhumana-, tomando insulsas notas para continuar el sainete que han montado entre los cubanos, el mandón y médicos traidores a su esencia venezolana. ¿Dónde quedan el esfuerzo y los desvelos de nuestros verdaderos estudiantes para aprobar sus materias? ¿Vamos a juzgar a estos otros de manera diferente? Aunque siento dolor y pena por los engañados, no me prestaré a esta engañifa, pues no deja de parecerme una traición hacia nuestra condición de docentes universitarios, de ucevistas, de ciudadanos de un país al que consideraba soberano.

No quiero ser un títere del autócrata ni de las autoridades universitarias que nos impusieron aceptarlos a través de la Dirección del Hospital y ahora hasta nos piden que los evaluemos; no quiero ser un colaboracionista en esta imposición enmascarada de ¨colaboración¨ después que nuestros mejores hospitales docentes han sido destruidos intencionalmente y con saña, nuestros médicos minados en su mística, nuestros postgrados desmejorados y desmembrados, todo para hacer prevalecer los dictados de un programa paralelo conducido por la Misión Médica Cubana, para conculcar la soberanía de la enseñanza médica instituida desde José María Vargas por invasores extranjeros que han clavado su pendón en estas tierras generosas sin encontrar oposición alguna, pues ni un tiro se ha echado durante la invasión, que venden a nuestros jóvenes una dolosa quimera. Sé que me tildarán de egoísta, de escuálido, y quién sabe cuáles otros epítetos me pondrán a cuestas, pero no ha sido ni será por mí que este caballo de Troya portador del empirismo más redomado haya entrado como ya ha entrado en mi universidad, en mi hospital, en nuestras vidas. Mientras asfixian nuestra Universidad negándole recursos, colaboramos con nuestros enemigos. Y véase, les llamo ¨enemigos¨ tal y como sienten los médicos cubanos a los médicos venezolanos. Ilusos e invidentes funcionales no hemos comprendido la saña de nuestros invasores, de nuestros enemigos.

He tenido una posición clara y crítica con este régimen involutivo, ahora dictatorial; sería una incongruencia con mis principios transformarme ahora en un colaboracionista, en un tonto útil, que seré borrado como mis compañeros en cuanto ya no les sirva más a sus propósitos.

Con todo respeto y consideración, elevo ante las autoridades de mi Universidad, de mi Facultad, de mi Escuela y a los integrantes de mi Cátedra y Servicio, a mis queridos compañeros de tantos años, mi enconada protesta por la conducta de aquellos que han dado muestras de flaqueza y timidez, que quiere ser también un llamado a meditar las consecuencias de este acto de cobarde entrega.

Debo irme… Me separaré temporalmente de mi cargo universitario, he pedido un permiso no remunerado mientras arreglo asuntos concernientes a mi Unidad, a mis pacientes y a mis alumnos a los cuales no abandonaré. Hoy introduje los documentos para mi jubilación ante el Decanato de la Facultad de Medicina. Hasta ahora nadie ha querido como herencia una Unidad donde sólo hay obligación, trabajo y responsabilidad sin mediar ningún estipendio, por tanto, aunque jubilado, seguiré trabajando desligado del Hospital, aunque no de mi Universidad. Permítaseme esta, mi forma de protesta…

Con toda honestidad sé que, con esta, mi decisión irrevocable, perderé mi querencia de medio siglo, mis compañeros de tantos años, mis pacientes, mis alumnos, sustancia con la que está hecha mi vida… Pero ha llegado el momento de decir basta a la imposición velada de quienes parecen no darse cuenta que están siendo también llevados a destruir nuestro hospital, nuestra escuela, nuestra facultad y nuestra universidad haciéndola más venal y tolerante con sus enemigos.

Con Umberto Eco debo decir, ¨Este es el motivo por el que a veces hay que decir que no, aunque, con pesimismo, se sepa que no servirá para nada¨.

Y con José Martí, con la frente en alto y la voz clara, debo también decir que, ¨Prefiero morir de pie, que vivir de rodillas…¨

Caracas, jueves 17 de febrero de 2011

Dr. Rafael Muci-Mendoza

Profesor Titular de Clínica Médica

Escuela de Medicina José María Vargas

Facultad de Medicina

Universidad Central de Venezuela

Cédula de identidad # 1.345.517

[1] Blas Bruni Celli, Vicente Lecuna Torres, Luis López Grillo, Carlos A. Moros Ghersi. Rafael Muci-Mendoza, José Félix Oletta López, Ángel Rafael Orihuela, Antonio París P., Pablo Pulido M., Carlos Walter Valecillos.

 

 

Sobre mi carta abierta…

Dr. Rafael Muci-Mendoza

Profesor titular de medicina interna, UCV. Hoy 17 de febrero se cumple un año desde que a través de una Carta Abierta y a manera de protesta, presenté ante la UCV luego de 46 años y un mes de servicio ininterrumpido, mi pedido de jubilación forzada –que no mi renuncia-, contra el ingreso al Hospital Vargas de Caracas de los ¨médicos integrales comunitarios¨ (MIC), con la finalidad de hacer pasantías clínicas cuando estaban ya académicamente malformados e ideologizados en profundidad. Lo supe desde que la escribí… mi carta sería un fracaso anunciado. Si las más altas autoridades de la Facultad de Medicina de la UCV habían cohonestado y hasta apoyado bajo cuerdas directa y abiertamente su ingreso, ¿Qué podía yo esperar? Verdaderos traidores a la Patria y a la Universidad, quienes conjuntamente con el coordinador nacional del Programa de Medicina Integral Comunitaria –un venezolano exprofesor de la Escuela Vargas-, facilitaron el secuestro de la soberanía nacional en enseñanza médica entregándosela a la Misión Cubana. Con ello se mostraron como el Arimaza de Voltaire, cuya íntima fealdad era trasunto de su alma torva, de vulgaridad, falta de principios e inmensa perfidia. Perdí mi tiempo con alguno de ellos a quienes acerqué a mi afecto, queriendo enseñarle lo poco que sabía, mostrándole de paso el amor por mi por mi país, por el hospital, la veneración por el legado de mis maestros, el valor de un examen clínico riguroso y fino, en fin, mi orgullo de ser ucevista y médico venezolano.

¡Menudo problema! Los MIC ahora en los hospitales… ignoran si están para ¨nivelarse¨ o para hacer un ¨posgrado; Chávez no sabe qué contestarles. Con otros 20 mil más, son ¨médicos¨ engañados, mal troquelados en la planta de ensamblaje en serie del socialismo del siglo XXI… ¨

Febrero 2012

rafaelmuci@gmail.com

¨La culpa no es del ciego, sino de quien le da el garrote¨

(1). ¨Favor realizar ecosonograma escrotal, ecosonograma prostático. ID: Hidrocele Hernia inguinal¨. (2). ¨Por favor tirarle una placa de espalda al pasiente JM¨. (3). ¨Favor realizar TAC de abdomen simple de pie¨.  (4). ¨Rx de ojo izquierdo y tabique nasal específicamente de huesos¨.

¡Demasiado sospechoso! No, no le creo. Luego de tantos meses mintiendo y sólo diciendo que tiene un cáncer curado, sin ninguna célula maligna en la sangre, ahora, después del revolcón del pasado domingo 12F que le dejó tres días sin habla, viene ahora a decirnos con gran ¨sinceridad¨, palabras más, palabras menos, que adyacente al cáncer de colon que tuvo, apareció otro de 2 cm de diámetro… y que no se sabe si es de la misma estirpe o de otro tipo… En cualquier caso, si fue así, ¿es que no le realizaron una colectomía? ¿Le dejaron tumor en el borde la resección? De acuerdo a Navarrete ¿no era un sarcoma…? Si todos estamos de acuerdo en que recibió grandes dosis de corticosteroides (dexametasona, más probablemente) que le deformaron rostro y cuerpo, ¿¡fue entonces para tratar un cáncer de colon!? A riesgo de ser un mal clínico, este sujeto desafía todas las reglas del arte, es un mentiroso confeso y no le creo, y es hasta es posible que el G2 cubano le haya convencido en deformarlo químicamente con el fármaco para concitar lástima y aumentar su popularidad. Ahora luego de rebajarlos, vuelve por sus fueros… Lo suyo es simple y plano, ¨cojera de perro¨… ¨Como juega el gato maula con el mísero ratón¨-escribí hace unas semanas Mano a Mano, tango de Celedonio Flores…-

Elogio del coroto II… Adendum

Debo advertir que hoy escribiré acerca de un tema por el cual, casi por seguro, recibiré palabras acres, insultos y animadversión hacia mi persona especialmente por parte de aquellos que tengan la piel sensible y con tendencia a urticarse espontáneamente.

Se refiere al destino final de los padres cuando alcanzamos la edad provecta, en otras palabras, cuando nos hacemos viejos, cuando nuestra palabra y actos son superfluos y ya no cuentan, sin que ello quiera decir que nos encontremos en la edad de los desechables, vale decir, cuando nos transforman en ¨corotos¨ que pueden ser cambiados de sitio, arrojados al aislamiento o, si tenemos suerte, simplemente desechados.

Ángel Rosenblat (1902-1884), aquel filólogo judío polaco que se hizo venezolano, en su libro ¨Buenas y malas palabras¨ (1956), no podía dejar fuera esta palabra en la que, según él, ¨cabe un universo entero¨. Hay diversas versiones sobre el origen de la palabra de marras, que sí Guzman Blanco trajo un lienzo de Corot, el famoso paisajista; que si fue José Tadeo Monagas (1858) quien se armó con dos y que al final de su dictadura y saqueada su residencia, el populacho arrastró los lienzos por la calle, y pareciendo adelantarse a mi pariente y tatarabuelo, el escritor costumbrista Daniel Mendoza (1823-1867) en ¨Un llanero en la Capital¨, quien lo convirtió en exclamación, ¡Adiós corotos…!; y la más antigua de Núñez de Cáceres en su ¨Memoria de Venezuela y Caracas¨ de 1852, donde cita una sentencia de 1850 en la que menciona, ¨A los ocho o diez años es preciso reparar techos o mudar y entremeter vigas porque están carcomidas y la casa es un coroto viejo, como dicen vulgarmente¨.

La palabra ¨coroto¨ connota pues, la cosa inútil, el cacharro roto, el perol, el cachivache, el trasto viejo… ese que no importa dónde esté ni donde lo pongan pues no tiene quien lo quiera ni quien le eche de menos…

Con motivo de la espantosa migración que se ha cebado en la patria de Bolívar, muchos de nuestros familiares y especialmente nuestros hijos y nietos han tenido que irse a otras tierras en la búsqueda de horizontes de esperanzas. Dentro de sus planes, suelen estar el que les acompañemos o el importarnos, tantas veces sin pedir nuestra opinión. No importa si estamos enraizados en un lugar, todavía trabajando en cualquiera que sea nuestro oficio o profesión, que seamos aún –a pesar de ese misma situación- productivos y nos encontremos relativamente satisfechos, con vidas estructuradas, y estemos dispuestos en continuar viviendo en medio de la barbarie y las limitaciones que la dictadura nos ha impuesto porque aquí está nuestra querencia… Pareciera que todos ignoran el vocablo desarraigar:

Desarraigar: Arrancar de raíz una planta. Extinguir, extirpar enteramente, una costumbre
o vicio. Separar a alguien del lugar o medio donde se ha criado o cortar
los vínculos afectivos que tiene con ellos. Expulsar, echar de un lugar,
especialmente a un invasor o enemigo (DRAE).

Haré una digresión para hacerme explicar: Cuando falleció mi padre a los 91 años, mi casa paterna en Valencia era muy grande y tenía un extenso jardín con numerosos árboles frutales, especialmente mangos…. Dentro de ellos destacaba una ¨mata de manga¨, orgullo de mi madre, que se elevaba imponente hacia los cielos unos 12 metros en línea recta. Sus frutos enormes, eran deliciosos y en temporada, muchos vecinos y amigos se acercaban a visitar y deleitarse con su aroma, tierna pulpa y delicioso sabor. En cierta ocasión el doctor Alejandro Carías, abogado, casi hermano y compañero de curso de mi hermano José, llegó desde Caracas con la intención de visitarla y de paso…

En un momento dado, en la amena conversa que yo presencié, la cara de mi madre, habitualmente lozana y alegre, trasmutó a otra cuitada y sombría, cuando le pidió su parecer acerca de un problema que confrontaba con sus hijos, quienes estaban planeando mudarla de su casa y llevarla a Caracas. A él le pareció un plan formidable, -¨Pues vea misia Panchita, pienso que es lo correcto, así, usted estará con todos sus hijos y ellos felices¨. Mi madre mirando turbiamente hacia la erguida mata de manga le espetó, –¨Entiendo sus razones Alejandro, pero el problema que yo tengo –y señalando con su índice derecho en dirección del esbelto árbol del género Mangifera-, es que yo quiero llevarme esa mata de manga…¨. En medio de la sorpresa y confundido con su respuesta, aquel le dijo, -¨Entiendo misia Panchita, pero usted no puede llevarse ese árbol porque si usted lo saca, se muere…¨. Mi madre fijó sus pupilas tristes en los suyos de párpados retraídos y le respondió, –¨¡Eso es precisamente lo que no entienden mis hijos…!¨. La respuesta no pudo ser más sabia, cierta y oportuna pues era lo que para su desgracia veía venirse. Finalmente, prevaleció la opinión de Luis, mi hermano, quien finalmente la desarraigó, se la llevó a su propia casa donde la invadió una pena y cuita profundas que casi nunca expresó, porque sentía que estaba ¨arrimada¨, no importando los mimos que pudieran rodearla; esa no era su amada casa, ese no era su cuarto, ese no era su jardín con sus frondosos helechos, en fin, esa no era no era su querencia, esa no era su vida… Fue un acto de injusticia extrema donde unos hijos pecamos por aupar se la condenara al exilio y otros por indiferentes…

Hace cerca de cinco años, mi amigo y hermano, compañero de curso y afamado internista sufrió el embate de sus hijos y su mujer; aquellos los querían fuera del país y esta, autoritaria y safrisca , en connivencia con los demás, se empeñó en que debían irse tras ellos. El otro no quería, pero blando de carácter y en contra de su voluntad –sin expresarlo- fue llevado casi ¨nariceado¨ a través del doloroso proceso del desarraigo y despedida en que, durante unos pocos meses, se retiró de su exitoso ejercicio, de sus fieles pacientes, regaló su biblioteca y vendió su casa, todo ello en medio del mayor sigilo, quizá porque le aplastaba la vergüenza con sus amigos; yo, entre ellos. Y es que tantas veces no se entiende que la persona mayor activa no solo se alimenta del ingreso económico, sino más importante aún, del contacto con sus pacientes o clientes –según su profesión-, ese que le hace sentirse vivo, útil y necesitado, no superfluo, inútil, ni ya innecesario.

Sus amigos no nos enteramos del asunto hasta que el hecho… consummatum est. Tenía bienes familiares de fortuna así que en otra nación adquirieron una casa cercana a una de sus hijos y ampliaron su seguro de enfermedad.

Resignado, contándome me escribía que casi a diario salían a caminar por los alrededores, todo tan verde, todo tan lindo, todo tan limpio, todo tan monótono, todos los días parecían domingo para descansar sin estar cansado, pues aquellas, sus rutinas diarias con sus pacientes, sus angustias, preocupaciones y recompensas ya no eran más… Luego, recibían a los nietos casi que durante todo el día. Reservado como era, cada día se fue abriendo más y más para hacerme partícipe de sus cuitas, preocupaciones, insatisfacciones y temores. A la distancia, le percibía muy triste, comenzó a deteriorarse y bastaron tres años para que Tánatos comenzara a coquetearle y finalmente Átropos cortara con sus tijeras el hilo de su vida en medio de médicos indiferentes … Médicos del extraño país, del ¨time is money¨, se sucedían en la búsqueda de una explicación médica que no humana para sus malestares. Le sugerí que buscaran un médico venezolano con un poco de humanidad y empatía, pero siempre el asegurador era quien decidía y escogía cuál sería el especialista. Veamos lo que ocurrió al final de su ¨muerte biográfica¨, esa que es peor que la muerte real…

Para ponerles en situación, copiaré texturalmente dos  correos, uno de él y otro de una hija-:
• ¨Querido Rafael: Se sospechó una amiloidosis sistémica, ayer no fue posible practicarme la biopsia –cardíaca- por problemas técnicos, ya estando en pabellón y sedado, al parecer con el CT-Scan no pudieron hacer una localización segura y me regresaron vivo al corral. Quedaron en tratar de nuevo el lunes en la mañana, con ultrasonido. La verdad es que tengo bastante miedo, principalmente porque nadie me explica y por la posibilidad de sangramiento . ¿Qué te parece? Como permanecí tanto tiempo en ayunas, al regresar vomité, lo que se repitió hoy en la mañana (solamente agua). La tensión arterial sigue igual. Al estar parado cae como un piano de cola. Si se te ocurre algo, escríbeme. Mientras, un fraternal abrazo¨.
• ¨Querido Rafael: el oncólogo me refirió al cardiólogo para descartar amiloide en el corazón, lo cual dio positivo. Me van a dar tratamiento, advirtiéndome que solamente sería un intento de detener la evolución inexorable -así, sin anestesia-. Recolecté la orina de 24 horas y espero por resultados de laboratorio. La tensión arterial sigue igual: arriba y abajo. A veces me mareo un poco, estamos evitando las caídas. La incontinencia desapareció completamente. El próximo mes me toca control con el urólogo y ver en cuánto está el antígeno. Ya te contaré como van las cosas. Mientras, recibe un fraternal abrazo, extensivo a Graciela Que Dios te bendiga y me des la claridad necesaria para tomar las decisiones que yo no puedo y me ayudes y les bendiga a todos ustedes. ¨.
• ¨Hola Rafael, desde la semana antepasada papi ha estado durmiendo o con los ojos cerrados todo el día, ya no camina, no toma líquidos ni come nada. Esta semana estaba tan débil que no podíamos ni siquiera sentarlo en su silla de ruedas. De miércoles a jueves no orinó, llame al nefrólogo y lo tuvimos que traer en ambulancia al hospital porque no lo podíamos llevar en el carro. La creatinina le subió de 4.5, a más de 5 y tenía el potasio muy alto. Lo sondearon y lo están hidratando pero el nefrólogo dice que o se hace diálisis o ya lo que queda es tenerlo «confortable», que le quedaría muy poco tiempo. Papi no quería la diálisis pero al final entre él y mami tomaron la decisión de hacérsela (yo sé que mami tuvo mucho que ver en esa decisión). Esta noche le hicieron la primera diálisis, pero duro como un 75% y la tuvieron que parar porque la tensión se le fue al piso. Mañana le hacen otra. Desafortunadamente, yo no le veo salida a esta situación.
Pesa menos de 52 kilos ¨ ¿Qué nos aconsejas…?¨.

-La fístula arteriovenosa en el brazo para la diálisis fue un fracaso, no funcionó y sangró mucho. La hicieron entonces en la vena subclavia, falló y casi se muere, sangró más aun y desarrolló un hematoma en el pectoral… Al fin, enfrentó su sino de una amiloidosis sistémica, y luego de una gran soledad y de muchos actos iatrogenéticos falleció… Su esposa le siguió un poco más tarde y así, corrió un similar desenlace con una demencia tipo Alzheimer y fue directo a un ¨nursing home¨, los hijos y nietos ocupados con trabajos y ocupaciones… y Dios se apiade de ella…

  • Para mí, una de las connotaciones de la palabra coroto, tiene que ver con un objeto viejo e inservible por lo que se le trata sin cuidado ni delicadeza y muchas veces, termina condenado al ostracismo en ese insípido cuarto llamado precisamente el de ¨los corotos¨, donde se aglomeran sin orden ni consideración aquello que ya no amamos ni respetamos ni es parte de nuestras vidas. Aunque no está establecido que este adjetivo sea apropiado para ser aplicado en humanos, veamos que si tiene un lugar…

En la decisión de nuestros hijos de llevarnos con ellos fuera del país, muchas veces inconsulta ni meditada y en muchas otras, producto de un impulso donde no dudando nunca que prevalezca el amor, la preocupación y la consideración de ellos, suele ser una decisión unilateral, simplista y muy egoísta que implica resolver un problema de culpa por el involuntario abandono, sin tomar en cuenta nuestros sentimientos y opiniones al respecto, que, en caso de esgrimirlas, pronto son descalificadas. Tal vez tengamos un seguro internacional en dólares, tal vez no, lo cierto es que, si llegamos a enfermar, estaríamos solos con médicos desconocidos angloparlantes, sin un médico de cabecera que sirva de director de orquesta, con profesionales muy profesionales sin empatía, con otra idiosincrasia, que simplemente harán su trabajo sobre nosotros, humanos ya enfermos y cosificados… Nuestros hijos con empleadores que pudieran no entender que en ese momento el deber de ellos sería de acompañamiento: perderían sus trabajos, así que estaríamos solos con nuestra pena y en un lugar extraño. Otras veces se trata de nuestras esposas, llamadas por nuestros hijos, especialmente las hijas, con frecuencia mimadas y consentidas e incapaces de ser esposas y madres, de llevar adelante sus vidas en forma independiente, para transformarlas en cuidadoras o cachifas…

Como se ve, el ¨coroto¨ es movido ¨de aquí p´llá y de allá p´ca¨, y a menudo, la mujer se presta al requerimiento ignorando que los matrimonios se estructuran y solidifican en las situaciones de necesidad y no en la vida muelle; de forma tal que, el marido queda solo en su casa, con suerte puede acompañarle una mucama o cocinera, tiene que asumir los roles de la esposa ausente y puede ser fácil presa de otras mujeres que traten de llenarles el vacío y el despecho –después, no se quejen-… El egoísmo implica ignorar que los padres viejos tengan necesidades de cercana compañía, de caricias, de sexo, pues –total ¨son corotos viejos¨-, muchos hogareños y con sus costumbres preservadas, apego por la querencia que implica rutinas y trabajo, y la palabra ¨compañía¨, se ignora tanto como la ¨necesidad¨.

Yo por mi parte, y con todo el respeto y amor paternal que profeso a mis hijos, prefiero quedarme y me niego a que ellos me digan a estas alturas de mi vida lo que tengo que hacer por su conveniencia que no la mía; no quiero ser un ¨coroto¨ a ser movido por el capricho de otros, pues, entiéndase, para mí sería un horrible anticipo de la muerte, ¨la muerte biográfica¨, la muerte todavía en vida.

Quiero ver el Ávila cada día y ser despertado por los trinos de mis pájaros criollos, quiero ver el cielo azul de aire impoluto de Caracas luego de la lluvia, quiero ser parte del despelote en que vivimos, quiero tener a mis amigos y a mis alumnos cuyo amor siento a cada paso, quiero sentirme vivo, activo, no superfluo; aunque corra riesgos, quiero involucrarme en la lucha que nos embarga para salir de la dictadura comunista, quiero levantarme de madrugada para leer, estudiar y escribir en MI biblioteca, con MIS libros, con MIS afectos, quiero enfermarme aquí y ser tratado por médicos venezolanos con lo mucho o poco de que dispongan en ese momento, mejor todavía, si mi cuidado es tomado por mis amigos y alumnos; ya no tengo edad para estar lidiando con un agresivo cáncer u otra espantosa condición para complacer a quienes saben que igualmente, irremisiblemente a morir . Quiero que cremen aquí mi cadáver y rieguen mis cenizas en el Ávila . Cuento con el apoyo, el verdadero amor y la consideración de Graciela mi esposa, quien siempre ha estado en comunicación y en consonancia, y nunca me ha abandonado – ni yo la he abandonado a ella-.

Quiero agradecer a mis amantísimos hijos y nietos por su interés y por haber dejado de insistir en que me vaya…

23.01.2020
Adendum

A pesar del régimen dictatorial criminal y asesino que nos posee, y de haber abandonado nuestras fronteras más de 4 millones de venezolanos migrantes, los malditos no han podido vencer nuestra fortaleza espiritual. Hienas salvajes que son, se han cebado en nuestros niños, en nuestros ancianos, en nuestras embarazadas, en nuestra educación y universidades; han regalado la patria a un régimen abyecto y chulo que ahora nos rige, el régimen cubano… Tendrán que pagar sin concesiones, caer al averno y no será mediante acuerdos y negociaciones, pues, como reza el Evangelio de San Mateo (Capitulo 25, versículos 51-52),»Guarda tu espada, porque el que a hierro mata a hierro muere.” Ello quiere decir que no saldrán por la buenas, los sacaremos con las armas y por las malas…

Dios despierte a quienes tienen el poder de las espadas y se pongan del lado del pueblo…

Mi padre, al igual que muchos libaneses de su tiempo también fue aventado a América por la implacable y cruel dictadura turca-otomana, por eso se ganaron el apelativo de ¨turcos¨, hábiles con el ábaco, el regateo y el comercio, no en vano, en las postrimerías del tercer milenio antes de Cristo, el pueblo fenicio ya se había establecido a orillas del litoral Mediterráneo en una región montañosa célebre por sus cedros y habían depurado al máximo el arte de la navegación y el comercio; de allí, que cuando venían a estas tierras traían el conocimiento milenario del comercio en su sangre y en sus ejecuciones.

Un grupo de compatriotas decidimos hacer nuestra lucha desde el propio país y cada vez observamos tristes como las familias se han fragmentado y en muchos casos, sucumbido. La familia, el núcleo de una sociedad, tiene que permanecer unida hasta donde pueda para evitar su desaparición porque es una unidad funcional

En días pasados recibí como paciente a un colega maduro, que muy lucía saludable y vital, con síntomas sin trascendencia producto del a ansiedad de la soledad, pues me confió que él y su familia, habían decidido viajar y establecerse en España; ya su esposa se encontraba en Madrid con dos hijos desde hacía tres meses, y él, esperaba vender su casa y arreglar algunos asuntos mientras se marchaba. Siempre fueron una pareja estable y querendona. Me contó que el ínterin le habían llamado amigas de la familia -algunas divorciadas y otras casadas- y también algunas novias del pasado, para ofrecerle compañía, atención y ¨algo más¨… ¿Cómo, un hombre todavía sexualmente activo, con necesidades urgentes impuestas por su biología y sus costumbres, sintiéndose solitario en medio de la angustia patria podría mantenerse indiferente frente a los ofrecimientos y galanteos de hermosas mujeres…? También podría de decirse de mujer que se ha dejado detrás con los hijos sometida a las insinuaciones veladas o descubiertas de hombres en su cercanía… La institución del matrimonio y el hogar deben ser preservados a toda costa…

Los ejemplos sobran; las anécdotas sobran: esta de un cercano amigo con 5 hijos, 4 mujeres y un varón, 3 casadas, todas en diferentes países, llaman a su madre para el momento del parto de una de ellas, lo cual me parece razonable; pero lejos de la esposa ir y volver luego de los primeros días, decide quedarse por un tiempo prolongado, no sabemos por cuál razón… Él anda por aquí ¨cómo perro sin amo¨, y la soledad le atenaza al máximo especialmente los fines de semana cuando se queda íngrimo con sus saudades y su realidad inmerecida. Por razones de su trabajo siempre está rodeado de mujeres jóvenes y hermosas que le profesan admiración y cariño, y luego del ¨verano¨ impuesto, se me hace muy difícil imaginar que no tenga fantasías libidinosas con alguna o con todas ellas. Es posible que alguna le acompañe también libidinosa y complacida, en su soledad…
Pienso pues que la primera responsabilidad de la esposa(o) es con su pareja particularmente cuando median muchos años de unión… No es que los hijos(as) no cuenten: vaya, ayúdelas(os), permanezca por un tiempo prudencial y luego regrese para que ellas(os) también maduren como padres y madres y resuelvan las problemáticas de sus vidas… ¿Acaso la pareja no juró ante el altar acompañarse en las buenas y en las malas, en salud y enfermedad, y permanecer juntos hasta que la muerte los separe? Vano juramento que desaparece cuando los bríos sexuales se esfuman en la distancia.
Mi padre a menudo decía, ¨¡El que tenga su tienda que la atienda…!¨ y ¨¡El casado, casa quiere…!¨. Luego, en medio de las comidillas propias de la comedia humana se dirá que, ¡El bicho(a) ese(a) sólo esperaba una oportunidad para serle infiel a la pobre de su mujer (hombre)…! Lección de oprobio y traición

Algunos testimonios recibidos con motivo de la primera entrega de este artículo:


De: Gustavo Coronel [mailto:gustavocoronelg@hotmail.com] Enviado el: viernes, 24 de mayo de 2019 8:07 a. m.
Para: rafael muci <rafaelmuci@gmail.com>
Asunto: RE: El Uni-Personal Año 4; número 165; Caracas, domingo 05 de mayo de 2019
Hola, Dr. Muci:
Siempre disfruto de sus crónicas llenas de buena prosa y fino humor. Mi experiencia como «coroto» ha sido muy diferente a la que se describe en su nota y la actitud de mis hijos ha sido muy constructiva y positiva. Fuimos rescatados por ellos de una Venezuela que se derrumbaba y hemos sido muy felices en nuestro rincón del estado de Virginia. Claro, cada quien se enfrenta a circunstancias diferentes que inciden positiva o negativamente en cada experiencia. Cada uno de nosotros es apenas un punto en la curva.
Nos ha ido muy bien porque hablamos el idioma y nos hemos adaptado sin mayor esfuerzo a una nueva cultura, pero también perdimos las matas de mango que teníamos en nuestra casa cercana a Valencia. Hemos descubierto los perales y las matas de melocotones. Disfrutamos del nivel de civilización de esta sociedad y tenemos 15 años sin ver una cucaracha o sin experimentar un apagón para el cual no haya rápida respuesta.
Puedo comprender su tristeza al ver lo que le ha pasado al Hospital Vargas. Si concuerdo con usted en la naturaleza impersonal y excesivamente especializada que prevalece en el ejercicio médico en estas latitudes
Como geólogo tengo una perspectiva diferente de lo que es el hogar. Veo la Tierra como mi hogar y cuando muera mis cenizas irán a algún frondoso árbol cercano, no tiene por qué ser el Avila, montaña que en todo caso desaparecerá dentro de algunos millones de años debido a la implacable isostasia, ya que las montañas surgen y desaparecen.
Quién sabe si la raza humana podrá sobrevivir algunos miles de años más. Trump está tratando de acortar esa expectativa de vida.
Un gran saludo para usted,
Cordialmente,
Gustavo Coronel
Me hizo reír mucho la palabra Safrisca, muy utilizada por mi mamá. Otra similar que ella utilizaba era Frasquitera.

Estimado Gustavo:
Por favor, no me trates de usted… Yo voy a ser ¨frasquitero¨ llamándote de tú. También leo tus artículos siempre muy lúcidos y veraces.
Como puedes ver, son dos realidades diferentes, la tuya y la mía confrontadas. Aunque he adversado al régimen desde hace muchos años en mis escritos, hasta el presente no he sufrido persecución. Algunos amigos cínicos que dicen que no me han acosado porque no entienden mis artículos… Bueno, no sé si será cierto.
La realidad es que aquí y solo aquí es donde me necesitan. Hoy en la mañana dicté una clase –como todos los viernes-, ya no en el HVC sino en la Clínica El Ávila mi sitio de trabajo. La asistencia fue superior a 80 personas entre estudiantes y médicos; a pesar de la falta de gasolina, algunos vinieron de Bejuma del estado Carabobo, Valencia y Maracay, el resto, de la sultana…
Cumplí 81 años y me siento bendecido, soy feliz, tengo una buena mujer y tres hijos muy querendones todos y 6 nietos Por supuesto, ninguno cerca de Graciela y yo. Te enviaré un artículo de mis 81… y mi salud bien, no tomo medicina alguna, pero como siempre digo a mis cercanos y pacientes que ¨La salud es un estado transitorio que no conduce a nada bueno…¨ Ja, hay que reírse, comenzando por uno mismo de uno mismo.
Muy bien Gustavo, muchas gracias por comunicarte y mis mejores deseos para contigo y tu familia.
Afectuosamente
Rafael

Héctor Aguilera,
Hola Rafael, muy bueno tu artículo, como siempre. Educa y entretiene. Comparto 100 % su contenido, a un amigo médico quien me requirió consejo al respecto desde Barcelona (España) le sugerí responderse la siguiente pregunta.
¿Más allá de ciudadanías, pasaportes y dinero, adonde perteneces tú?

Eliana Rísquez: Dr. Buenos días!
¡Como siempre, me encantan sus escritos!
Por favor. me puede enviar el escrito de los Corotos!! Me llegó por otra vía, por cierto, se está haciendo viral!!!! ¡Pero, no pude abrirlo completo! Me parece que describe una realidad cruda de lo que estamos viviendo padres, abuelos, tíos… que estamos contentos que nuestros hijos estén haciendo nueva vida afuera con mayores horizontes y creciendo mucho como personas y profesionales. Aunque, se sienten preocupados y culpables de » dejarnos desamparados». «TODO TIENE SU PRECIO! ¨
¡Porfa, reenvíemelo!
¡Muchas gracias por ser tan ESPECIAL y ser GUIA para todos!
¡Una más de sus estudiantes FANS!

Elogio de la farmacocracia: la conjura de la industria…

Academia Nacional de Medicina de Venezuela. Boletín virtual. EDITORIAL. Agosto 2016

 

La medicina de nuestros días está dirigida por banqueros y contables; es una tendencia que debemos combatir de lleno

¨Hay mucho dinero por hacer si se dice a la gente que está enferma¨

 

 

  • Introducción

En el prólogo del libro de Ray Moynihan y Alan Cassels (Nation Books, 2005) se lee más o menos lo siguiente, “Treinta años atrás el director de una de las más conocidas compañías farmacéuticas hizo algunos comentarios sinceros. Cercano a su retiro, Henry Gadsden, agresivo presidente ejecutivo de Merck expresó a la revista Fortune su malestar porque el mercado potencial de la compañía se había sólo limitado a las personas enfermas. Sugirió que Merck debía parecerse más a la compañía de goma de mascar Wrigley’s, y prosiguió diciendo que un sueño largamente abrigado por él, era el de fabricar drogas para personas saludables, porque así la compañía “podría venderle a todo mundo”. Con el transcurrir del tiempo, el sueño de Gadsden se ha hecho realidad: Las estrategias de mercadeo de las más poderosas compañías farmacéuticas del globo dirigen sus agresivas baterías al que se siente bien y está saludable. Es así como vaivenes emocionales de la vida diaria han sido transformados en desórdenes mentales, síntomas o condiciones nimias han devenido en espeluznantes enfermedades, y más y más personas normales, bajo el influjo de millonarias campañas promocionales que explotan los más recónditos miedos a la enfermedad, la incapacidad o la muerte, están ahora más enfermos que nunca… sin estarlo, y han sido transformados en pacientes que ahora deslucen, hasta con orgullo, forjadas etiquetas diagnósticas.Leer más