Elogio del ¨mal de irse¨…

 

Vayamos este próximo domingo a aventurar la vida si fuera necesario, recordando  lo dicho cuando don Quijote, con los espíritus renovados luego de los requiebros de Altisadora volviéndose a Sancho le habló sobre la libertad…

Tomo prestado del escritor, periodista y humorista colombiano, Daniel Samper Pizano (‘Postre de notas’, Plaza y Janes, 1986) el término ¨mal de irse¨, pero con una connotación diferente, actual y menos festiva… Hace muchos años, cuando decidí irme al San Francisco del Golden Gate con mi familia en viaje de estudios, era yo ya un médico maduro de 40 años. Había coqueteado con derivaciones de la medicina interna pero ninguna me acomodaba, no quería perder mi condición de internista y al decir del maestro Henrique Benaím Pinto (1922-1979), permanecer como ¨integralista¨; y así, un buen día al fin conseguí que la neurooftalmología –para entonces desconocida en el país- fuera la horma de mis zapatos… Inicié lo que podría llamarse un ¨bien de irse¨, aquella circunstancia en que escogemos alejarnos transitoria y libremente del país en prosecución de un sueño, de algo que por no tener en nuestro derredor y a nuestro alcance, tenemos que buscarlo allende los mares… Y fue así, como durante dos años de ¨total immersion¨ me nutrí de todo cuanto pude, asombrándome una vez más de mi insondable ignorancia y de la disposición de otros de alivianármela, temiendo –por supuesto- que en el intento mis circuitos neuronales resentidos por los años, fueran a fundirse por recalentamiento del sistema; era algo totalmente novedoso para mí, donde lo que sabía luego de veinte años de ejercicio activo de la medicina interna parecía servirme de poco o muy poco… Pero nunca perdí mi meta: el que mi familia tuviera una nueva experiencia bajo la observación y tutela de Graciela y yo, y en mi caso particular, aprender cuanto pudiera de las relaciones de la oftalmología con la neurología y luego volver a MI país bondadoso, a pagar la deuda de gratitud por cuanto me había dado; cumplir de esa forma mi anhelo de formar escuela en mi propia Escuela de Medicina José María Vargas, en la ¨casa que vence las sombras¨, en la Universidad Central de Venezuela.

De inmediato fundé la Unidad de Neurooftalmología del Hospital Vargas de Caracas que continúa siendo única en un hospital público venezolano. Haríamos asistencia, docencia y extensión. Trataríamos que la enseñanza no fuera tan dura y dolorosa como la que me había tocado a mí en un medio de elevado y exigente nivel académico, donde hasta los más jóvenes ¨volaban con todo y jaula¨.

Para trasmitirlo a otros, soñaba con hacer fácil y digerible aquello que tanto me había costado aprender, pues al decir de mi maestro y amigo, el Profesor William Hoyt, siempre he sido un ¨slow lerner¨, pero con sobradas ganas de aprender. Y como siempre hay quienes también quieren aprender, nunca me han faltado alumnos ni pacientes para ayudarlos, en binomio inseparable, enseñando y consolando a la vera de sus enfermedades que con frecuencia son demandantes, terribles y hasta devastadoras. Yo sabía… mejor dicho, daba por descontado que a mi regreso, MÍ país me acogería con brazos extendidos como había acogido a tantos otros que hicieron lo mismo que yo. Desde tiempos anteriores a nuestra democracia –ahora maltrecha e irreconocible- nuestros hospitales públicos y su pobre clientela se beneficiaron de todos cuantos salimos a colmarnos de nuevos conocimientos y absorber nuevas maneras de hacer para progresar y hacer más llevaderos los sufrimientos de los menos favorecidos…

Podríamos decir con don Mariano Picón Salas que en MÍ país ha habido muchos ¨hombres-Atlas¨; vale decir, ¨aquellos que se han echado sobre sus hombros la labor crítica, organizadora y valiente que, en países de mayor sosiego y tradición, cumplirían academias e institutos enteros¨.

Hoy, en la Venezuela roja, se ha echado irresponsablemente del país a los jóvenes más brillantes y mejor preparados que ha parido esta tierra bondadosa, y aún, a sus profesores de talla internacional sobre la base del desprecio y la exigua remuneración; se ha intentado sin éxito revertir las universidades autónomas a la oscurana medieval: nos hemos defendido a capa y espada… Se han fundado ¨universidades¨ sin universalidad, descartables, de ínfima calificación y calidad, sin ningún brillo y pletóricas de jóvenes fraudulentamente engañados al tiempo que han hecho que la lacerante migración de talentos haya sido masiva.

Ellos no se van como nosotros nos fuimos, alegres y libres; por el delito de haberse arrimado a la sabiduría de los libros y las experiencias, se marchan denigrados y despedidos al son de un pito a vivir el dolor por la ausencia de la patria de la cual son, en amañada táctica, arbitrariamente extrañados… Es así como el ¨mal de irse¨ los posesiona: una sensación de profundo vacío por el despojo, un manto de espesa nostalgia por lo que se deja: la tierra, la familia, muchas veces los padres ancianos, otras veces las novias y aún las esposas; un ahogo, un tarugo en la garganta, una incertidumbre inenarrable, un despertar en casa ajena sintiéndose presa de la desorientación y el desconcierto, un adiós a la patria querida sin la certeza de regresar: es la pena del país inhóspito, inseguro y sucio que el castrocomunismo en conchupancia con muchos compatriotas cooperantes nos ha dejado. Nos conformamos porque ellos dejan la palabrería embustera y estéril detrás, porque tendrán que competir para progresar y sabemos que bien que lo harán, porque ni las tarjetas, ni las cartas de recomendación o las llamadas telefónicas ¨desde arriba¨ harán nada para que muestren su valía, tendrán que labrar y laborar con esfuerzo en el día a día…

Ya no oirán los denuestos de La Hojilla, del Mazo Dando, las noticias en pleno desarrollo de un enano siniestro y entregado, portadores de tanta violencia, vaciedad y porquería intelectual… que total, ¡ni ellos mismos son capaces de oír esa clase de tósigos pseudointelectuales! Irán a países donde el trabajo, el esfuerzo y el compromiso se premian. Mucho sufrirán, nada será gratis, no encontrarán quien quiera seducirlos con apartamentos, automóviles o becas obtenidas sin esfuerzo bajo el compromiso de lamer sus botas; estarán solos con lo que se hayan llevado de este MÍ país en sus cerebros, las enseñanzas del hogar, la disposición al insomnio creador, las lecciones y el ejemplo de sus maestros, las jornadas inacabables es pos de la excelencia…

Nosotros, los padres despojados y exiliados de los hijos y de los nietos, con opresión en el pecho y puchero en la palabra, los vemos partir con la certeza de que tendrán cielos para volar; cierto, cielos muchas veces turbulentos y necesarios, donde se harán hombres y mujeres de valía modelados en el torno con que se perfila la personalidad, la reciedumbre y el carácter…

Lamentamos no poder acompañarlos en este viaje que es de ustedes, para vivir nosotros una vejez miserable en un sitio extraño, especialmente cuando se nos han amputado las querencias, cuando las circunstancias nos han bajado las santamarías a destiempo, cuando todavía teníamos mucho o poco que dar porque la vida es dar, a sentarnos en un sitio apacible y tal vez hermoso, a esperar silenciosos que acaezca nuestra muerte biográfica lejos del lar amado prenuncio de la muerte total, heridos por el desgarro del alma y obligados a posar en un cementerio de peregrina tierra donde no conoceremos ni compartiremos vicisitudes con ninguno de los tierra habientes que habrán de acompañarnos…

Sin embargo, esperanzados y con la frente en alto esperamos el domingo 6 de diciembre, porque no se puede aguantar tanto tiempo la saña destructora, porque hemos dejado hacer y pasar, porque la rebeldía ciudadana ha estado adormilada e inactiva, porque somos un ahora o nunca… Digámosles que ¡NO!, que ya es suficiente, que han demostrado su ignorancia, su maldad, su impericia, su deslealtad a la patria y a sus conciudadanos, su falta de compromiso, su voracidad insaciable y su extremosa indiferencia…

Vayamos este próximo domingo a aventurar la vida si fuera necesario, recordando lo dicho cuando don Quijote, con los espíritus renovados luego de los requiebros de Altisadora volviéndose a Sancho le dijo:

«—La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres».

rafaelmuci@gmail.com

 

Elogio de las lágrimas…

Pensaba en mis nietos, apenas dos de ellos, adolescentes, podrían estar manifestando en la calles de Caracas en razón de su edad, pero residen en Montevideo y viajaron con su colegio a Santiago de Chile a medirse en una actividad deportiva y por primera vez su equipo ganó; los bautizaron: el varón perdió todo su cabello y la hembra apenas unos mechones de él, largo y hermoso, pero prometió recortárselo a nivel de los hombros; cumplirá su promesa… Mis tres nietos que viven en Londres de vacaciones, estuvieron en sus clases de oboe, guitarra y visitando el Tower Bridge,  el puente más famosos de Londres y ciertamente el más vistoso con su estilo Gótico Victoriano. El único que reside en Doral, Florida, un ¨gifted child¨, ávido lector debe estar leyéndose uno de los más de 80 libros que ha pasado frente a sus ojos, sin tramontar la cota de los diez, es responsable y como todos los demás piensan en sus abuelos y en el país de sus padres.  Ellos, por diversas razones decidieron como tantos venezolanos, buscar nuevos rumbos para asentar sus hogares… Todos siguen muy de cerca a los que aquí se quedaron, que manifiestan en las calles y desean retomar el país que se nos fue y un mejor futuro…

Los hindúes aseguran que hay tres tipos de lágrimas diferentes y se clasifican según el lugar del ojo desde donde que brotan.  Las llamadas ¨Vata¨ son las lágrimas que salen de la comisura del ojo que está más cercana a la nariz. Tienen un sabor amargo y su origen se debe al miedo y la inseguridad. Es el tipo de lágrimas que derramamos cuando nos encontramos en situaciones que no podemos controlar, y nos causan miedo y angustia. Las conocidas como «pitta» tienen un sabor amargo y se escapan por la parte central del párpado inferior. Se generan por sentimientos de baja estima generadores de inseguridad; por ejemplo, los celos, la competencia y la envidia. En fin, las designadas ¨Kapha¨ vertidas desde la comisura externa son lágrimas dulces, aunque no precisamente relacionadas con las alegrías. Si bien brotan cuando la felicidad nos enfrenta, o cuando estamos poseídos de un amor profundo, podemos derramarlas cuando nuestros seres queridos están lejos, y por ello abundan en esta tierra de gracia.

Muchos de mis alumnos y sus hijos van de protesta en protesta, enarbolando en su pecho el artículo # 350 de la Constitución que los invita, que los conmina, que los obliga a salir del cubano gobernante, siendo mal recibidos por un régimen dictatorial que ama el poder solo por detentarlo, que ha destruido la nación y sus instituciones; que ha pactado con el narcotráfico, con la guerrilla colombiana, con el jezbolá (¨partido de Dios¨ ¿qué clase de Dios podría ser este?) y con el dios de dioses, el dios dinero: coimas; regalos; casas, mejor mansiones; castilletes y automóviles de lujo mal habidos, todo en el exterior. El capo mayor a cada momento en Cuba, un poquito asustado buscando colarse bajo el ala de sus chulos, porque sepa usted que los dictadores y quienes los apuntalan, son profundamente cobardes…

 Eso sí, han enviado directas instrucciones de cómo abusar del poder sin contemplaciones, de la represión cruda y dura sin respetar ancianos, mujeres ni niños. El envío de las tropas élites de las Fuerzas Armadas Cubanas, las llamadas Avispas Negras, están en el país y prenuncian mayores desgracias. Nuestros hermanos de la guardia nacional y la policía bolivariana, amamantados con odio cerril en sus comandos, más parecería que son los enemigos acérrimos que nunca tuvimos y hasta lazan bombas lacrimógenas vencidas desde helicópteros sin mediar consecuencias. ¡Ay! Sus delitos no prescriben…

 Esas lágrimas duelen mucho, valen mucho; esas lágrimas de mi patria deben ser pagadas…

En las protestas de esta Semana Santa las vi de todos los tipos, pero en mucho de rabia y frustración, de coraje y decisión, de deseos de volver a ser más de lo que fuimos en el pasado y perdimos por irresponsables y cándidos…

Mi admirado amigo y compañero de la cátedra de medicina interna en el Hospital Vargas de Caracas, doctor José Félix Oletta nos envía un instructivo acerca de cómo resguardarse de los efectos de las bombas lacrimógenas; para eso y llenarse de armas destructivas  si hay dinero, ese del que carece el pueblo para comprar alimentos que no existen y medicinas esenciales. Los expondré en gráficos a continuación.

 

C

Con Platón desde la antigüedad, se enumeran cuatro virtudes cardinales: templanza, fortaleza, prudencia y justicia…

La prudencia consiste en elegir correctamente los medios hacia el fin último y obrar correctamente en cada caso particular. La fortaleza o valentía es la disposición a sobrellevar males y no retroceder ni ante la muerte en atención a fines elevados. La justicia es la firme disposición a reconocer a cada cual lo que le corresponde. La templanza o disposición a contener el placer sensitivo dentro de los límites de la razón. Trataremos de moderarnos –cuán difícil es en estos tiempos-, trataremos de ser humildes, trataremos de ser modestos y mansos, y ojalá que podamos tratar de ejercer la clemencia…

 

Pero nada se da por nada, hay que luchar, hay que decir lo que hay que decir, hay que hacer lo que haya que hacer, no sea que el día de mañana mis nietos y los nietos de otros nos reprochen, ¨-¿Por qué no hablaste… por qué nada dijiste… por qué nada hiciste… por qué permitiste que muriera la virtud y nos dejaran este erial como herencia…?¨. !Mucha razón tendrían…!

 

 

 

 

Elogio del ¨coroto¨…

 

Debo advertir que hoy escribiré acerca de un tema por el cual, casi por seguro recibiré palabras acres, insultos y animadversión hacia mi persona especialmente por parte de aquellos que tengan la piel sensible y con tendencia a urticarse espontáneamente.

Se refiere al destino final de los padres cuando alcanzamos la edad provecta, en otras palabras, cuando nos hacemos viejos, cuando nuestra palabra y actos son superfluas y ya no cuentan, sin que ello quiera decir que nos encontremos en la edad de los desechables, vale decir, cuando nos transforman en ¨corotos¨ que pueden ser cambiados de sitio, arrojados al aislamiento o, si tenemos suerte, simplemente desechados.

  Ángel Rosenblat (1902-1884), aquel filólogo judío polaco que se hizo venezolano, en su libro ¨Buenas y malas palabras¨ (1956), no podía dejar fuera esta palabra en la que, según él, ¨cabe un universo entero¨. Hay diversas versiones sobre el origen de la palabra de marras, que sí Guzmán Blanco trajo un lienzo de Corot, el famoso paisajista; que si fue José Tadeo Monagas (1858) quien se armó con dos y que al final de su dictadura y saqueada su residencia, el populacho arrastró los lienzos por la calle, y pareciendo adelantarse a mi pariente, el escritor costumbrista Daniel Mendoza en ¨Un llanero en la Capital¨, quien lo convirtió en exclamación, ¡Adiós corotos…!; y la más antigua de Núñez de Cáceres en su ¨Memoria de Venezuela y Caracas¨ de 1852, donde cita una sentencia de 1850 en la que menciona, ¨A los ocho o diez años es preciso reparar techos o mudar y entremeter vigas porque están carcomidas y la casa es un coroto viejo, como dicen vulgarmente¨.

La palabra ¨coroto¨ connota pues, la cosa inútil, el cacharro roto, el perol, el cachivache, el trasto viejo… ese que no importa dónde esté ni donde lo pongan pues no tiene quien lo eche de menos…

Con motivo de la espantosa migración que se ha cebado en la patria de Bolívar, muchos de nuestros familiares y especialmente nuestros hijos y nietos han tenido que irse a otras tierras. Dentro de sus planes, suelen estar el que les acompañemos o el importarnos, tantas veces sin pedir nuestra opinión. No importa si estamos enraizados en un lugar, todavía trabajando en cualesquiera que sea nuestro oficio o profesión, que seamos aún –a pesar de ese misma situación- seamos productivos y nos encontremos relativamente satisfechos, con vidas estructuradas, y estemos dispuestos en continuar viviendo en medio de la barbarie y las limitaciones que la dictadura nos ha impuesto. Pareciera que todos ignoran el vocablo desarraigar:

Desarraigar: Arrancar de raíz una planta. Extinguir, extirpar enteramente, una costumbre

 o vicio. Separar a alguien del lugar o medio donde se ha criado o cortar

los vínculos afectivos que tiene con ellos.  Expulsar, echar de un lugar,

especialmente a un invasor o enemigo (DRAE).

Haré una digresión para hacerme explicar: Cuando falleció mi padre a los 91 años, mi casa paterna en Valencia era muy grande y tenía un extenso jardín con numerosos árboles frutales, especialmente mangos…. Dentro de ellos destacaba una ¨mata de manga¨, orgullos de mi madre, que se elevaba imponente unos 12 metros en línea recta. Sus frutos enormes, eran deliciosos y en temporada, muchos vecinos y amigos se acercaban a visitar y deleitarse con su aroma, tierna pulpa y delicioso sabor. En cierta ocasión el doctor Alejandro Carías, abogado, casi hermano y compañero de curso de mi hermano José, llegó desde Caracas con la intención de visitarla y de paso… En un momento dado, en la amena conversa que yo presencié, la cara de mi madre, habitualmente lozana y alegre, trasmutó a otra cuitada y sombría, cuando le pidió su parecer acerca de un problema que confrontaba con sus hijos, quienes estaban planeando mudarla de su casa y llevarla a Caracas. A él le pareció un plan formidable, -¨Pues vea misia Panchita, pienso que es lo correcto, así, usted estará con todos sus hijos y ellos felices¨. Mi madre mirando turbiamente hacia la erguida mata de manga le espetó, -¨Entiendo sus razones Alejandro, pero el problema que yo tengo –y señalando con su índice derecho en dirección del esbelto árbol del género Mangifera-, es que yo quiero llevarme esa mata…¨. En medio de la sorpresa y confundido con su respuesta, aquel le dijo, -¨Entiendo misia Panchita, pero usted no puede llevarse ese árbol porque si usted lo saca, se muere…¨. Mi madre fijó sus pupilas tristes en los suyos de párpados retraídos y le respondió, -¨¡Eso es precisamente lo que no entienden mis hijos…!¨. La respuesta no pudo ser más sabia, cierta y oportuna pues era lo que para su desgracia veía venirse. Finalmente, prevaleció la opinión de Luis mi hermano, quien finalmente la desarraigó, se la llevó a su propia casa donde la invadió una pena y cuita profundas que casi nunca expresó, porque sentía que estaba ¨arrimada¨, no importando los mimos que pudieran rodearla; esa no era su amada casa, su cuarto, no era su jardín con sus frondosos helechos, en fin, no era su querencia, no era su vida… Fue un acto de injusticia extrema donde unos pecamos por permitir se condenara al exilio y otros por indiferentes…

Hace cerca de cinco años, mi amigo y hermano, compañero de curso y afamado internista sufrió el embate de sus hijos y su mujer; aquellos los querían fuera del país y esta, autoritaria y safrisca[1], en connivencia con los demás, se empeñó en que debían irse tras ellos. El otro no quería, pero blando de carácter y en contra de su voluntad –sin expresarlo- fue llevado casi ¨nariceado¨ a través del doloroso proceso del desarraigo y despedida en que, durante unos pocos meses, se retiró de su exitoso ejercicio, de sus fieles pacientes, regaló su biblioteca y vendió su casa, todo ello en medio del mayor sigilo. Y es que tantas veces no se entiende que la persona mayor activa no solo se alimenta del ingreso económico, sino más importante aún, del contacto con sus pacientes o clientes –según su profesión-, ese que le hace sentirse vivo, útil y necesitado, no superfluo, inútil ni ya innecesario.

   Sus amigos no nos enteramos del asunto hasta que el hecho… consummatum est. Tenía bienes familiares de fortuna así que en otra nación adquirieron una casa cercana a una de sus hijos y ampliaron su seguro de enfermedad. Resignado, me escribía casi que a diario, contándome que salían a caminar por los alrededores, todo tan verde, todo tan lindo, todo tan limpio, todo tan monótono, todos los días parecían domingo para descansar sin estar cansado, pues sus rutinas diarias con sus angustias, preocupaciones y recompensas ya no eran más… Luego, recibían a los nietos casi que durante todo el día. Reservado como era, cada día se fue abriendo más y más para hacerme partícipe de sus preocupaciones, insatisfacciones y temores. A la distancia, le percibía triste, comenzó a deteriorarse y bastaron tres años para que Tánatos comenzara a coquetearle y finalmente Átropos cortara el hilo de su vida… Médicos del extraño país del ¨time is money¨, se sucedían en la búsqueda de una explicación médica que no humana para sus malestares. Le sugerí que buscaran un médico venezolano con un poco de humanidad y empatía, pero siempre el asegurador era quien decidía y escogía. Veamos lo que ocurrió al final de su ¨muerte biográfica¨, esa que es peor que la real muerte -dos correos de él y otro de una hija-:

  • ¨Querido Rafael: Se sospechó una amiloidosis sistémica, ayer no fue posible practicarme la biopsia –cardíaca- por problemas técnicos, ya estando en pabellón y sedado, al parecer con el CT-Scan no pudieron hacer una localización segura y me regresaron vivo al corral. Quedaron en tratar de nuevo el lunes en la mañana, con ultrasonido. La verdad es que tengo bastante miedo, principalmente por la posibilidad de sangramiento[2]. ¿Qué te parece? Como permanecí tanto tiempo en ayunas, al regresar vomité, lo que se repitió hoy en la mañana (solamente agua). La tensión arterial sigue igual. Al estar parado cae como un piano de cola.  Si se te ocurre algo, escríbeme. Mientras, un fraternal abrazo¨.
  • ¨Querido Rafael: el oncólogo me refirió al cardiólogo, para descartar amiloide en el corazón, lo cual dio positivo. Me van a dar tratamiento, advirtiéndome que solamente sería un intento de detener la evolución. Recolecté la orina de 24 horas y espero por resultados de laboratorio. La tensión arterial sigue igual: arriba y abajo. A veces me mareo un poco, estamos evitando las caídas. La incontinencia desapareció completamente. El próximo mes me toca control con el urólogo y ver en cuánto está el antígeno. Ya te contaré como van las cosas. Mientras, recibe un fraternal abrazo, extensivo a Graciela Que Dios te bendiga y me des la claridad necesaria para tomar las decisiones que yo no puedo y me ayudes y les bendiga a todos ustedes. ¨.
  • ¨Hola Rafael, desde la semana antepasada papi ha estado durmiendo o con los ojos cerrados todo el día, ya no camina, no toma líquidos ni come nada.
    Esta semana estaba tan débil que no podíamos ni siquiera sentarlo en su silla de ruedas.
    De miércoles a jueves no orinó, llame al nefrólogo y lo tuvimos que traer en ambulancia al hospital porque no lo podíamos llevar en el carro. La creatinina le subió de 4.5 a más de 5 y tenía el potasio muy alto. Lo sondearon y lo están hidratando pero el nefrólogo dice que o se hace diálisis o ya lo que queda es tenerlo «confortable», que le quedaría muy poco tiempo.
    Papi no quería la diálisis pero al final entre él y mami tomaron la decisión de hacérsela (yo sé que mami tuvo mucho que ver en esa decisión). Esta noche le hicieron la primera diálisis, pero duro como un 75% y la tuvieron que parar porque la tensión se le fue al piso. Mañana le hacen otra. Desafortunadamente, yo no le veo salida a esta situación.
    Pesa menos de 52 kilos ¨ ¿Qué nos aconsejas…?¨.

La fístula arteriovenosa en el brazo para la diálisis fue un fracaso, no funcionó. La hicieron entonces en la vena subclavia, falló y casi se muere, sangró y desarrolló un hematoma en el pectoral… Al fin, enfrentó su sino de una amiloidosis sistémica, y luego de una gran soledad y de muchos actos iatrogenéticos falleció… Su esposa le siguió y así, corrió situación similar con una demencia tipo Alzheimer y fue directo a un ¨nursing home¨, los hijos y nietos ocupados con trabajos y ocupaciones… y Dios se apiade de ella…

Para mí, una de las connotaciones de la palabra coroto, tiene que ver con un objeto viejo e inservible por lo que se le trata sin cuidado ni delicadeza y muchas veces, termina condenado al ostracismo en ese insípido cuarto llamado precisamente el de ¨los corotos¨, donde se aglomeran sin orden ni consideración aquello que ya no amamos, respetamos ni es parte de nuestras vidas. Aunque no está establecido que este adjetivo sea apropiado para ser aplicado en humanos, veamos que si tiene un lugar…

 En la decisión de nuestros hijos de llevarnos con ellos fuera del país, muchas veces inconsulta ni meditada y en muchas otras, producto de un impulso donde no dudando nunca que prevalezca el amor, la preocupación y la consideración de ellos, suele ser una decisión unilateral, simplista y muy egoísta que implica resolver un problema de culpa por el involuntario abandono, sin tomar en cuenta nuestros sentimientos y opiniones al respecto, que, en caso de esgrimirlas, pronto son descalificadas. Tal vez tengamos un seguro internacional en dólares, tal vez no, lo cierto es que, si llegamos a enfermar, estaríamos solos con médicos desconocidos angloparlantes, sin un médico de cabecera que sirva de director de orquesta, con profesionales muy profesionales sin empatía, con otra idiosincrasia, que simplemente harán su trabajo sobre nosotros, enfermos cosificados… Nuestros hijos con empleadores que pudieran no entender que en ese momento el deber de ellos sería de acompañamiento: perderían sus trabajos, así que estaríamos solos con nuestra pena y en un lugar extraño[3]. Otras veces se trata de nuestras esposas, llamadas por nuestros hijos, especialmente las hijas, con frecuencia consentidas e incapaces de ser esposas y madres, de llevar adelante sus vidas en forma independiente, para transformarlas en cuidadoras o cachifas…

Como se ve, el ¨coroto¨ es movido ¨de aquí p´llá y de allá p´ca¨, y a menudo, la mujer se presta al requerimiento ignorando que los matrimonios se estructuran y solidifican en las situaciones de necesidad y no en la vida muelle; de forma tal que, el marido queda solo en su casa, con suerte puede acompañarle una mucama o cocinera, tiene que asumir los roles de la esposa ausente y puede ser fácil presa de otras mujeres que traten de llenarles el vacío y el despecho –después, no se quejen-… El egoísmo implica ignorar que los padres viejos tengan necesidades de cercana compañía, de caricias, de sexo –total ¨son viejos¨-, de hogar y con sus costumbres preservados, apego por la querencia que implica rutinas y trabajo, y la palabra ¨compañía¨ se ignora tanto como la ¨necesidad¨.

Yo por mi parte, y con todo el respeto y amor paternal que profeso a mis hijos, prefiero quedarme y me niego a que ellos me digan a estas alturas de mi vida lo que tengo que hacer por su conveniencia que no la mía; no quiero ser un ¨coroto¨ a ser movido por el capricho de otros. Quiero ver el Ávila cada día y ser despertado por los trinos de mis pájaros criollos, quiero ver el cielo azul de aire impoluto de Caracas luego de la lluvia, quiero ser parte del despelote en que vivimos, quiero tener a mis amigos y a mis alumnos cuyo amor siento a cada paso, quiero sentirme activo no superfluo, aunque corra riesgos, quiero involucrarme en la lucha que nos embarga para salir de la dictadura comunista, quiero levantarme de madrugada para leer, estudiar y escribir en MI biblioteca, con MIS libros, con MIS afectos, quiero enfermarme aquí y ser tratado por médicos venezolanos con lo mucho o poco de que dispongan en ese momento, mejor todavía, si mi cuidado es tomado por mis amigos y alumnos; ya no tengo edad para estar lidiando con un agresivo cáncer u otra espantosa condición para complacer a quienes saben que igualmente, voy a morir irremisiblemente. Quiero que cremen aquí mi cadáver y rieguen mis cenizas en el Ávila [4]. Cuento con el apoyo, el verdadero amor y la consideración de Graciela mi esposa, quien siempre ha estado en comunicación y en consonancia, y nunca me ha abandonado. Quiero agradecer a mis amantísimos hijos y nietos por su interés y por haber dejado de insistir en que me vaya…

[1] Entrometida, imprudente, inoportuna, ansiosa de figuración.

[2] La palabra correcta es sangrado.

[3] Recuerdo que, durante mi viaje de estudios, en el Herbert Moffitt Hospital de la Universidad de California en San Francisco, se creó una unidad de neurooncología con el fin de tratar enfermos con tumores cerebrales malignos luego de la cirugía. Debíamos ocuparnos de evaluar su sintomatología neurooftalmológica, los efectos colaterales de la radiación y/o quimioterapia, pero más importante, servirles de apoyo.  En forma lacerante llamó mi atención que, siendo casi todos mayores y algunos muy ancianos, siempre estaban solos y tristes. Al preguntarles por la familia, algunos residían en la ciudad y otros –lo más frecuente- vivían en sitios distantes, y siempre bajo el rigor de sus empleadores. Eso sigue sucediendo y afecta también a nuestros hijos distantes…

[4] Antes decía que quería se esparcieran en el ¨jardín¨ central frente a las salas de medicina interna del Hospital Vargas de Caracas, pero hoy día otra realidad impera, allí merodean los gatos y sus residuos digestivos, y se orinan y hacen necesidades los visitantes carentes de un baño público, así que lo siento mucho, ya no creo que mi querido nosocomio sea el sitio más adecuado…

Elogio de la Facultad… ¿¡Qué te han hecho madre mía!?

Muy queridos alumnos María y Pedro o a quien pueda interesar:

Ver al joven de la foto caminando, los libros a la diestra, derrotado y sin destino, la cabeza gacha mirando hacia la tierra que ha de albergar el polvo en que se convertirá, pateando las hojas del desafecto que cubren la antesala al Instituto Anatómico doctor José Izquierdo en la Ciudad Universitaria, tan temido en nuestras mentes juveniles, valla elevadísima a rebasar no siempre limpiamente, suerte de salto de garrocha matizado de madrugonazos, estragos e insomnios, filtro insuperable para los espíritus ventajistas o melindrosos.

¡Cuán diferente de mis tiempos…! Todo aquello luminoso, el mural de baldosas brillantes obra del insigne Francisco Narváez y ejecutado por la ceramista María Luisa Tovar, anticipando la interioridad material del ser humano que habríamos de trajinar en medio del espeso humor flotante de la formalina irritante de la mucosa pituitaria, haciéndonos saltar lágrimas premonitorias de lo que significaría ser médicos, gestación y parto glorioso al final.

Pero el mal es un monstruo que nació para existir, retroalimentarse y cebarse en sí mismo, que vive de la aniquilación del país por malas artes de almas torvas dispuestas a dañar y seguir dañando sin sentir escrúpulo alguno, como un matapalo que aprieta y asfixia hasta sus últimas consecuencias. El ataque a la universidad autónoma por gentes resentidas procura llevar a nuestras casas de estudio a la desaparición: esa es precisamente la idea que Fidel sembró en la mente envilecida de Chávez. Implantar la idea única y última de la escuela de borregos de pensamiento único, a menos que sacudiéndonos demos al traste con este régimen maldito…

Soy un ucevista a carta cabal, orgulloso y a la misma vez, adolorido por la suerte actual de nuestra querida Alma Mater, que con seguridad no será mañana la misma: renacerá de sus cenizas como el Ave Fénix. Es un algo compartido con muchos otros… pero propio, amado y respetado, una añoranza llena de compromisos y hermosos recuerdos, una entrada dolorosa al mundo de la adultez, como debe ser cuando se percibe lo grave y decisivo de lo involucrado, pero… a la vez un sentimiento de agradecimiento y pena nos embarga ¿Por qué…?

Los jóvenes de mi Venezuela actual no tienen los mismos horizontes ni oportunidades que tuvimos nosotros, aquella generación que inició el agreste camino de la medicina en medio de una dictadura… En 1955, a los 17 años, con mezcla de orgullo, alegría, gran expectativa y temor me inscribí en la flamante Facultad de Medicina de Universidad Central de Venezuela para cursar mis estudios médicos… Compañeros de cualquier clase social: alta, media o baja, y procedentes de los cuatro puntos cardinales de la geografía nacional nos dimos cita para emprender el largo y escarpado camino, todos mezclados, todos hermanos en pos de la excelencia, en un pugilato por ser los mejores y de esa forma agradecer a nuestros padres, a nuestros maestros, a nuestra universidad y a nuestra patria… Hubo profesores insignes, regulares y muy pocos malos, todos nos mostraron qué hacer y qué no hacer en nuestras vidas…

  La anatomía normal era un desafío a la memoria, consumidora de noches y madrugadas, la caja de huesos humanos que pasaba de mano en mano, siendo manoseados para aprender a identificar protuberancias, agujeros, cóndilos y un sinfín de nuevos términos que, sumados a otro caudal aportado por otras materias, al final de nuestra carrera remontarían a unos 2.500 nuevos vocablos; las seis escuelas, los institutos, el Hospital Universitario de Caracas entraban en escena, e inmersos en aquél enjambre de almas limpias comenzábamos la ruta acompañados de un astrolabio, una brújula y un sextante cuya adquisición y dominio había comenzado desde el hogar paterno y sucesivamente en el colegio La Salle de Valencia y el Liceo Andrés Bello de Caracas.

 Reinaban el secreteo y las reuniones furtivas, la rigidez institucional era el signo del tiempo, y como debía ser, el desafío era diario, se medía si servías o te ibas. Era la dictadura de Marcos Pérez Jiménez… Prácticamente estrenábamos la Ciudad Universitaria. Hasta un dictador sabía que los confines de la patria eran inalienables, sabía que había que proteger los activos de la nación era hacer patria, construir, trascender… y también robar, porque ese ha sido nuestro sino, los gobernantes suelen sentirse héroes mal pagados de la patria y por ello, se pagan y se dan el vuelto en demasía; pero tenían claro entonces que entre sus obligaciones se encontraba aquella cantidad de jóvenes estudiantes que seríamos el futuro y a los que nada podía faltarnos. Y casi nada faltaba, y aunque existía el descaro de la designación a dedo, en general se escogían personas bien formadas en sus respectivas áreas de saber, y aun estando presente la enojosa preferencia, no se parecía en nada a la rastrera situación de hoy día en las malparidas universidades del régimen.

 En mi caso particular, bullían en mi interior las enseñanzas de mi padre: trabajo sin pausa, responsabilidad, lo que se poseía había que compartirlo pues él se recodaba que su lacerante necesidad había sido alivianada por gentes generosas a quienes ni siquiera conocía; el que tenía más debía ayudar al necesitado, el que tenía más conocimientos, debía compartirlo con otros, haciéndolos más sencillos de entender y juzgando con justicia y sin esperar nada a cambio.

 Me fascinó la semiótica médica, el arte de la búsqueda e interpretación de los síntomas y signos, herramienta básica e indispensable para diagnosticar y tratar adecuadamente al paciente, y así, consumíamos horas a la cabecera del paciente que siempre bondadoso colaboraba para que los alumnos aprendieran de su cuerpo mortificado por la enfermedad. Así, que como ya nos habían enseñado nuestros maestros, bajo nuestra mirada atenta y solícita, moderaran posturas y atemperaran impulsos y miraran con respeto y conmiseración a los privados de salud…  ese era el norte, curar y de no ser posible, como a menudo el caso era, al menos aliviar…

El sueldo del profesor universitario se ha devaluado constantemente por la situación económica del país y por un deseo de aniquilar al que no piensa igual, y esto ha sumido en la pobreza a los profesores al percibir salarios por mucho inferiores al coste de la canasta básica alimentaria o la que gana una doméstica. Nos dice el doctor Enrique Planchar, rector de la Universidad Simón Bolívar, «El sueldo máximo de un profesor universitario quedó en Bs 36.812 mensuales, este es el sueldo de un Profesor Titular a Dedicación Exclusiva, es decir, un Profesor Investigador con un mínimo de 16 años de servicio, el equivalente a un General de División en las FAN. Este es el sueldo máximo mensual en las universidades nacionales, pero la mayoría de los profesores no están en ese nivel del escalafón, sino en las categorías de asistentes, agregados o asociados con sueldos considerablemente más bajos y, por tanto, en situación de pobreza más crítica aún». Y agrega, ¨la situación de los profesores, con un sueldo equivalente a 50 dólares al mes, tiene gravísimas consecuencias para la Universidad Venezolana, para el desarrollo de nuestro país y para el futuro de nuestra juventud». Una de las más notables consecuencias es la fuga de talentos: más de 400 profesores han renunciado a la USB y han aceptado ofertas en universidades extranjeras, donde pueden ganar hasta 6.000 dólares mensuales¨.

MI país, nuestro país es ahora un reino de tristes estrecheces, un país pobretón, ahogado y resentido, producto de un totalitarismo vergonzante, de un militarismo cuartelario de sargentones, de un imperio del ignorante y engreído, sin sistema de valores, ganado para el crimen, regido por los últimos de sus clases o aquellos que nunca sentaron sus posaderas ni en un salón de clases ni en el autobús que le correspondía manejar; todo, en ausencia de moral, ética y patriotismo. ¿Cómo entonces conducirnos hacia el bien común…? ¿Cómo defender la libertad y la búsqueda de la verdad…?

María y Pedro, debemos rechazar una formación fraudulenta, queremos acompañarles y queremos que ustedes también nos acompañen a extirpar este cáncer de sanioso carácter, debemos luchar sin descansar, debemos expresar sin temor la necesidad de un cambio, donde todos echemos el país a andar; el vacío existencial y la gran tristeza que lanza al materialista a buscar más y más sin importar si no le pertenece, como si alguna bula papal le permitiese en el momento mori llevarse todos sus bienes mal habidos; debemos prepararnos para llevar tan solo un pequeño atado colmado de paz interior por el deber cumplido y el bien realizado…

«Omnia vincit amor», significa «el amor lo vence todo» o «el amor siempre triunfa»; el amor por Venezuela es nuestro motor y lo haremos efectivo en algo menos de un mes al momento de la votaciones. La movilización tiene que ser total para demostrar a la claque que nos gobierna y al mundo, que un cambio es la solución y que nosotros podemos solucionar nuestros problemas…

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