Elogio de las actitudes riesgosas… ¡Donde entra el sol no entra el médico!

Leo los periódicos desnudo y bajo el sol meridiano de los sábados y los domingos. Bien que podría hacerlo en mi biblioteca, por la Internet, a resguardo del sol y ahorrándome algunos bolívares ¨ique¨ fuertes. No es un espectáculo muy edificante que digamos el verme desnudo. Graciela –única sobreviviente de la jet-terapia que se dieron mis hijos y nietos aventándose fuera del país- me mira, se sonríe con sorna y compasión como diciendo, ¡Pájaro embalsamao nunca se escapa! No me molesta, también me gusta reírme de mí mismo, eleva mi ego y me hace más humano y más conforme. ¿Quién ha visto viejo bonito? Me digo palmeándome yo mismo en el hombro… La fealdad de la vejez es como la inflación, definitivamente subversiva –hay feos que ofenden-, el gobierno la esconde, la edulcora, pero está allí y aunque con el cabello pintado, el Bótox® y otros afeites, se le reconoce a la distancia; además, quien va a querer el beso baboso de un viejo. Dice la copla sexista:

Una vieja me dio un beso

que me tiene enmabitao:

los besos que dan las viejas

saben a cacho quemao.

El sol produce cáncer de piel. Eso lo sé. Suele ser visible, es extirpable y puede ser curado en sus comienzos –me digo con fe franciscana-. Quizá el melanoma maligno y el epitelioma espinocelular sean las grandes excepciones. Para que ustedes reconozcan al rompe un melanoma, suele definirse con una tríada: negro, feo y maligno. Por cierto, no sé por qué llamaban así a un antiguo profesor mío de bioquímica: le sobraba melanina, se jactaba de su intransigencia y no le pasaba nadie en los exámenes finales…

También lo sé, lo sé… no lo justifico, es una actitud riesgosa y no quiero que mis lectores se contagien de mi irresponsabilidad. ¿Qué voy a hacer?, me gusta tomar el sol. ¿Total? Dicen por ahí que los viejos no cogemos sino resfriados, pulmonías y fracturas, y que no levantamos ni el polvo. Bueno yo cojo… el sol. Leo el periódico con una cervecita a la diestra y un pote de maníes: trotar cerca del mediodía, dicen que también produce deshidratación y eso ¨ique¨ no es bueno para los riñones, pero aun así, me hace sentir vivo. Por su parte, los maníes no siempre me complacen, también nos lo quitó la involución chavista. ¡Porca miseria…!

 El rosado apio de algunos de mis amigos y pacientes me horripila. Parece que tuvieran cáncer terminal, anemia, consunción, insuficiencia renal o un hipogonadismo verraco por un adenoma hipofisario grande, muy grande. En mi infancia ese feo color cetrino tenía tufo a pendejeromia[1], sobreprotección o masturbación: a ¨placer oculto¨ y reiterado. Al sufriente se le llamaba ¨pajizo¨ porque además sufría de retardo motor, es decir no jugaba al fútbol o al básquet y ni siquiera corría en el recreo. Su lasitud le impedía pararse de un sofá y hasta estudiar. ¡Hacerse la paja seca el cerebro! –nos decían los mayores pelando los ojos y nos seguían hasta el baño en horas inoportunas; por ello, en el julepe ¡ojo!, no había que jadear-. Nos hacían mostrar la palma de la mano derecha a los diestros y la izquierda a los zurdos: se aseguraba que allí tenía su guarida la huella delatora: se formaba un surco profundo de tanto tocar el furruco[2] o se despellejaba la piel de la palma. Habían pajizos de pajizos, uno de ellos, loco del cerebro, de flux de kaki sucio, arrugado y descuidado al igual que un sombrero destartalado con marcas de mareas de sudor, se paseaba tambaleante e ido por Camoruco Viejo en mi Valencia del Rey natal, sacudiendo su mano derecha en el aire como si tuviera el miembro viril, virtual, envuelto con ella. Los muchachos le pusimos el mote de ¨Cuántas veces¨, y al conjuro de la frase dicha en voz alta y a prudencial distancia, ¨¿¡Cuántas veces!?¨, siempre respondía mirando al infinito, ¨¡un millón!¨, y seguía su camino errabundo y batiendo la mano. Duda no nos quedaba que el desgraciado aquel había caído en esa decadencia por artes del placer oculto, de esa polución final que nos liberaba a los adolescentes de tensiones reprimidas. Nos daba miedo caer en una situación semejante; claro está, por un ratico…

[1] La palabra ¨pendejeromia¨, no existe en ningún diccionario de venezolanismos, la empleo con la connotación de productora de lasitud, estupidez, dejadez,  falta de sentido o inteligencia

[2] Instrumento musical de percusión hecho de madera en forma de barrilito, con una membrana de cuero atravesada por un palo que asido por una mano que al subirla y bajarla produce un ruido sordo; era acompañante indispensable de las parrandas de la Navidad.

El tema de la masturbación ha sido conversación sotto voce y casi siempre en un tono de broma en medios ilustrados y en conversaciones de mabiles de bailar rucaneao y patios de bola; no obstante, su historia ha reptado a lo largo de los siglos debatiéndose entre el mito, el pecado, el crimen, la lujuria y por supuesto del castigo. El erotismo no es exclusivo de los humanos actuales, hace unos 40.000 años, los primeros homo sapiens que llegaron a Europa, tenían ya un complejo comportamiento sexual del que dejaron constancia en unos pocos grabados y pinturas rupestres, convirtiéndolos en el primer Kama Sutra[1] de la humanidad. Entre las civilizaciones precolombinas es difícil encontrar datos fehacientes sobre el tema, pero por ciertas producciones artístico-ornamentales, como es el caso de los «huacos eróticos del Perú», se puede concluir que la masturbación era tolerada. Un huaco es una pieza de cerámica de factura delicada y de características estéticas notables, producida por culturas precolombinas de los Andes centrales (época precolombina del Perú de 300 a.C.).

En los primeros siglos, el cristianismo consideraba a la fornicación uno los más grandes pecados, y aunque se incluía todo tipo de actos sexuales se hacía más hincapié en el bestialismo, la sodomía, las relaciones orales, la masturbación, variar de postura a la hora de hacer el acto sexual, el incesto y la homosexualidad femenina.

San Agustín de Hipona (354-430), el más ilustre de los Padres de la Iglesia latina, enseñaba que la masturbación o tocamientos contactus partium corporis” y otras formas de relaciones sin penetración, la masturbación o tocamientos, eran pecados peores que la fornicación, la violación, el incesto o el adulterio.

San Beda o Beda el Venerable (672-735), fue un monje benedictino que en el monasterio de Saint Peter, un área metropolitana de Inglaterra, impuso en su libro «Penitential», siete años de penitencia para las mujeres que fornicaran ayudadas de falos artificiales. Con la enorme variedad de vibradores de nuestra época, casi todas las mujeres estarían presas, o mejor ¨privadas de libertad¨…

[1] El Kama Sutra es un antiguo texto hindú que trata sobre el comportamiento sexual humano. Define el sexo como una «unión divina». Vatsyayana creía que el sexo por sí mismo no era algo «malo», pero practicarlo de manera frívola sí era pecaminoso. El Kama Sutra ha ayudado a muchas personas a disfrutar del arte del sexo a un nivel más profundo, y puede considerarse una guía técnica para el disfrute sexual, así como un esbozo de las prácticas sexuales en la India durante esa época.

Santo Tomás de Aquino (1225-1274), encarna la época dorada de la escolástica caracterizada por la construcción de grandes sistemas filosóficos, majestuosas catedrales conceptuales elevadas hacia Dios y cuyos cimientos arraigan en la terrenal filosofía aristotélica. En su Summa Theologiae”, cataloga como vicios, entre otras, conductas contra natura como la masturbación, el bestialismo y la homosexualidad. Sin embargo, en siglo XIV, el descenso de la población en toda Europa a causa de la Peste Negra, motivó que la Iglesia endureciera su postura condenatoria respecto a las prácticas sexuales, como el onanismo, que no conllevaran a la perpetuación de la especie.

El término onanismo deriva de un personaje bíblico quizá de baja importancia, Onan, que se casó con la esposa de su hermano muerto para procrearle progenie. Sin embargo, si bien tuvo relaciones con su cuñada, «derramaba a tierra», evitando el dar descendencia a su hermano. Le pareció mal a Yaveh lo que hacía y le procuró la muerte a él también (Génesis 9.10).
El crimen de Onan fue interrumpir el acto sexual antes de la eyaculación, lo que el historiador francés Philippe Aries (1914-1984) llamó coitus interruptus. Quizá pensarán ustedes que me equivoqué, ya que había dicho onanismo es lo mismo que masturbación, pero no. La confusión comenzó en 1710, cuando Becker, sacerdote inglés, publicó Onania apoyado por la iglesia en su campaña contra los actos sexuales sin reproducción, entre ellos la masturbación y el pecado atroz de la autopolución.

Aunque parezca perturbador, es hecho cierto que la medicina posee un largo historial de contubernios con el mito y con la magia, con el crimen y el castigo, con el embuste y la invención, con la tortura y la intimidación… En mi época y aún todavía, constituía gran dificultad hacer un diagnóstico acertado de enfermedades sin aparente causa. Por tanto, se ejercía en demasía el terrorismo médico por lo que cualquier matasanos podía hacer afirmaciones absurdas y sin sentido acerca del origen de una ¨enfermedad¨ y sugerir que su causa radicaba en lo más a la mano: los hábitos del enfermo. Luego le prescribía horribles remedios como purgantes de aceite de castor o lavativas humillantes para depurar el cuerpo, irritantes cataplasmas, sangrías, ventosas y sinapismos.

Un médico suizo, Samuel Auguste David Tissot (1728-1797), escribió un libro intitulado Onanismoo tratado sobre los desórdenes producidos por la masturbación (1758). Su obra fue ampliamente difundida y tuvo mucha aceptación. Escrita originalmente en francés, fue traducida a varios idiomas, incluso al inglés, y tuvo 80 ediciones. Él no sólo le atribuyó a la masturbación ser la causa de agotamiento, nerviosismo y locura, sino que llegó a sostener que el daño físico y psíquico sobrevenía del daño moral y el castigo divino consiguiente. No contento con tal desatino, llegó a afirmar que la pérdida de una onza de semen por vía masturbatoria, era tan debilitante como la pérdida de 40 onzas de sangre…

Ya en el siglo XIX, Benjamin Rush (1746-1813), en 1812, uno de los firmantes de la «Declaración de Independencia Americana» y uno de los autores de obras médicas más influyentes de su tiempo, afirmó que la masturbación “produce debilidad seminal, impotencia, micción dolorosa, tabes dorsal, consunción pulmonar, dispepsia, visión borrosa, vértigo, epilepsia, hipocondría, fatuidad y muerte”.

John Harvey Kellogg (1852-1943), fue un médico estadounidense. Dirigió el sanatorio de Battle Creek en el que empleó métodos holísticos, haciendo particular énfasis en la nutrición, el ejercicio físico y el uso terapéutico de enemas. Kellogg fue un firme partidario del vegetarianismo. En su libro “Plain Facts”, de 1888, al crear los “Cereales Kellogg”, advertía a los lectores que la masturbación era la más peligrosa de las conductas sexuales. Según él, entre las causas de la masturbación se contaban: el ocio, las pasiones sexuales anormales, la gula, el trabajo sedentario y los alimentos excitantes e irritantes.

En 1885, Charles K. Mills (1845-1931), fue el primer médico que propuso la circuncisión de los varones como cura para la masturbación. En la década de los 90 se empezó ya a practicar la circuncisión neonatal en EEUU y Reino Unido para prevenir el «vicio solitario». En adición, a las niñas a las que se les descubría consolándose, se les practicaba en ocasiones la extirpación del clítoris. Esta técnica se abandonó bien entrada la década de 1930, pero la circuncisión de los niños se sigue practicando hoy en día. A mediados del siglo XIX, escribía en el New Orleans Medical and Surgical Journal: “Ninguna plaga, ninguna guerra, ni la viruela, ni una multitud de males similares han resultado más desastrosos para la humanidad que el hábito de la masturbación: es el elemento destructor de la sociedad civilizada”…

Robert Lord Baden-Powell (1857-1941), nació en Londres, Reino Unido, fue actor, pintor, músico, militar, escultor, escritor británico y fundador del Movimiento Scout Mundial (Boy Scouts). Lo que él pensaba de la masturbación se puede leerse en el manual del “Boy Scout” escrito durante la primera mitad del siglo XX: «…la lectura de libros sucios o mirar fotografías lascivas, llevan a los jóvenes irreflexivos a la tentación del auto-abuso. Esto es algo muy peligroso para ellos porque si se torna en hábito, destruye rápidamente la salud y el espíritu; su cuerpo y mente se debilitan y frecuentemente, terminan en un asilo para enfermos mentales…»

Durante el siglo XIX hubo una preocupación obsesiva por la masturbación. La edición del Warren´s Household Physician o ¨Guía Warren de Medicina Casera¨ de 1891, incluía un texto a propósito de lo que su autor designaba ¨autopolución u onanismo¨. Si se me permite, les transcribiré el relato que calca en forma desgarradora lo que le pasó al pobre de ¨Cuantas veces¨ de mi infancia:

  • ¨Difícilmente existe otro vicio al que los niños y jóvenes, e incluso niñas y jovencitas, sean tan adictos, y a causa del cual se echan a perder tantas constituciones, como el vicio de la autopolución.
  • Los síntomas (…) son muy numerosos (…): entre los principales se cuentan los dolores de cabeza, el insomnio y la ansiedad nocturna, la indolencia, la indisposición al estudio, la melancolía, el desánimo, los olvidos frecuentes, la debilidad de la espalda y de las partes íntimas, la falta de confianza en las propias capacidades, la cobardía, la incapacidad de mirar a los ojos a los demás ¨.

No se mencionan los hallazgos físicos, los surcos en las palmas de las manos o color pajizo de la cara, el descuido general, pero se advertía que la masturbación o sexo solitario podía conducir a una enfermedad aún más grave: las poluciones nocturnas o ¨espermatorrea¨, ominosa condición descrita en la edición de 1889 de The People´s Common Sense Medical Advisor, o ¨Consejos Médicos de Sentido Común¨, de un tal renombrado doctor Ray Vaughn Pierce, que en adición, agrega otras perlas de sabiduría: impotencia, envejecimiento prematuro, la temida ¨consunción¨ o tuberculosis -¿se tocaba tal vez Marguerite Gautier?-, el mal de San Vito, epilepsia, parálisis, debilitamiento cerebral, demencia y locura; ¨esta variante de la enfermedad mental –agregaba nuestro héroe, el doctor Pierce, congresista estadounidense-, rara vez se cura, y a menudo desemboca en el suicidio¨ (¿no te lo dije ¨cuantas veces¨?). Para evitar este aterrorizante desenlace era menester vestir ropa holgada y recibir ¨inyecciones diarias de agua helada en el intestino grueso¨. Otros tratamientos en boga consistían en el consumo de tónicos -¿píldoras de vida del doctor Ross?- y baños frecuentes en los genitales con agua helada (¡otra vez con el agua helada!); se recomendaba también evitar la soledad ¨durmiendo con algún amigo¨. El colega Pierce dimitió su cargo en 1880 y se dedicó con sobrado éxito a fabricar unas ¨agradables píldoras purgantes¨ de su autoría y llamadas por supuesto, ¨del doctor Pierce¨.

Sigmund Freud (1856-1939), en una serie de reuniones de la Sociedad Psicoanalítica de Viena, de 1910-12, reconoció que la masturbación podía tener efectos beneficiosos tales como aliviar el estrés y evitar las enfermedades de transmisión sexual. Pero advertía que la masturbación podía causar trastornos neuróticos, especialmente neurastenia, era capaz de reducir la potencia sexual y tener efectos psíquicos negativos como: ...»el hecho de que la actividad masturbadora es idéntica a la preservación de la condición infantil en todo sentido… Aquí reside el principal aspecto negativo de la masturbación, porque con ella se crean las bases para una psiconeurosis, que se instala cuando se agregan el conflicto y el rechazo»… 

 

Havelock Ellis (1859-1939), fue un sexólogo, médico y activista social británico. En abril de 1879, había decidido dedicarse al estudio del sexo y creía que lo podría conseguir mejor desde la perspectiva de la medicina. Le debemos más que al conocimiento de la sexualidad humana el que no sólo señaló que la masturbación era común en los hombres, sino que también se trataba de una práctica habitual en las mujeres de todas las edades. Además de señalar que el orgasmo múltiple era un fenómeno frecuente entre ellas.
Pero tiene en su contra haber creído y mantenido hasta una edad avanzada, que la masturbación adulta era la causa de una de las formas de neurosis conocidas por aquel entonces bajo el nombre de «neurastenia», equivalente en la actualidad a la llamada fibromialgia o fatiga crónica. Aunque no condenó los programas de esterilización llevados a cabo por Hitler, sin embargo sus libros fueron quemados

Alfred C. Kinsey (1894-1956), a fines de la década de 1940 y principios de la de 1950, publicó los resultados de más de 15 años de investigaciones sobre conducta sexual humana. Uno de los resultados más importantes de ese trabajo fue contribuir a considerar la masturbación como algo normal y a debilitar el estigma que la rodeaba. Las investigaciones de Kinsey revelaron que eran más las personas que se habían masturbado que las que no lo habían hecho. Entre 92 y 97% de los hombres entrevistados para su estudio de 1948, “Conducta Sexual del Varón”, se habían masturbado. El 62% de las mujeres entrevistadas para su estudio de 1953, “Conducta Sexual de la Mujer”, se había masturbado y alcanzado el orgasmo. Aunque la masturbación estaba en segundo lugar entre las prácticas sexuales, era más frecuente en las mujeres casadas que solteras, y en algunas, la forma más frecuente de lograr el orgasmo.

Los trabajos de Willianm Masters (1915-2001) y Virginia Johnson (1925-2013), dieron comienzo a finales de 1956, y en 1966 publicaron el libro “Respuesta Sexual Humana”. Este texto es considerado como el primer estudio serio y científico de la anatomía y fisiología de la actividad sexual humana. Para el estudio utilizaron cámaras aisladas, electrocardiógrafos, electroencefalógrafos, análisis de laboratorio, etc. Filmaron y observaron más de 10.000 actos sexuales en un grupo de 382 mujeres (de edades entre 18 y 70 años) y 312 hombres (de edades entre 21 y 89 años) con el fin de describir de forma científica y objetiva los cambios físicos que se producían durante la misma.

En las investigaciones de Masters y Johnson, de 1966, se encontró que varias de las mujeres que participaron en experiencias sexuales en laboratorio, describieron que los orgasmos provenientes de estímulos directos como la masturbación, eran fisiológicamente más satisfactorios que el coito, aunque este último, era más satisfactorio desde el punto de vista emocional.

Shere Hite (1942- ), nació en Saint Joseph, Missouri, Estados Unidos de Norteamérica y es una sexóloga y feminista. Hite no tiene hijos y ha estado casada desde 1985 con el concertista de piano alemán Friedrich Horicke, que es 19 años menor que ella. Para ella…, «La masturbación es motivo de celebración, pues es una vía sencillísima para alcanzar el orgasmo en la mayoría de las mujeres»…

¿Cuáles son las noticias y las conclusiones del trabajo de esta autora?: La noticia es que las mujeres han descubierto la masturbación; la mala noticia es que siguen sintiéndose culpables; el punto G es una leyenda para justificar el orgasmo durante el coito; el orgasmo femenino sin estimulación del clítoris es difícil de lograr; el orgasmo por masturbación es más intenso que el logrado por el coito; se puede estimular donde más le guste; no tiene que estar pendiente de la respuesta del compañero; la pueden realizar tantas veces que quieran, cuando quieran y como quieran.

En 1976 el Vaticano publicó el documento “Declaration on Certain Questions Concerning Sexual Ethics”, en el que declaraba nuevamente que la masturbación es “un trastorno intrínseco serio”. En 1983, publicó el documento sobre la educación sexual “Orientaciones educativas sobre el amor humano», donde se asienta que: «la masturbación es un grave desorden moral… que aunque sólo Dios conoce la responsabilidad moral subjetiva de cada acto, … de ningún modo se puede sostener que en el campo sexual no se cometen pecados mortales»…  Su posición de 1992 con la revisión del “Catecismo de la Iglesia Católica”, además de seguir condenando a la masturbación como un «desorden intrínseco serio», la iglesia mostraba algo más de flexibilidad moral que en los tiempos de Augustine, al sugerir que daba cuenta de «inmadurez emocional, fuerza del hábito, un estado de angustia u otros factores mentales o sociales que debilitan o extenúan la culpa moral de un individuo”.

La posición de la ONU: el 1° de Diciembre de 1994, en una conferencia sobre el SIDA bajo su patrocinio, la entonces Jefa del Cuerpo Comisionado del Servicio de Salud Pública de los Estados Unidos, doctora Joycelyn Elders, dijo que tal vez la masturbación debería ser enseñada en las escuelas, como una parte de los programas educativos escolares sobre sexualidad. Por estas declaraciones, el presidente Bill Clinton le pidió que renunciara al cargo, cosa a la que se resistió. Pero a causa de la pacatería y viniendo precisamente de quien vino, el cazado in fraganti, finalmente, fue cesanteada. La medicina moderna reconoce que la masturbación no produce daños significativos a corto o largo plazo, y la considera una práctica normal, incluso antiestresante y está demostrado científicamente que es un acto natural sin efectos negativos.

Perdónenme, no puedo deslastrarme de mis atavismos sexuales… Todavía en el tráfico y con alguna frecuencia se escucha: ¡muévete pajúo…!, dirigido a aquellos que parecen adormecidos o distraídos en medio del tráfago. Yo me sumo al coro cuando le veo la cara pálida al (la) interfecto(a), pero no puedo confirmar mi diagnóstico al no poder observarle la palma de su mano o la punta del dedo índice…


 

Los conceptos y mitos han ido cambiando al son de los tiempos; muchos seres humanos llegaron a sufrir martirios inenarrables y apartamiento por conductas que hoy en día nos parecen perfectamente legítimas y normales.

Si a algunos les parece inapropiado este, mi editorial, es porque todavía parecemos no querer enfrentar sin tapujos los fantasmas de nuestra infancia, los dolores de crecimiento de nuestras adolescencias y aún, aunque seamos médicos, los tabúes de la adultez, la madurez y la senescencia aún nos persiguen. 

Desde que somos jóvenes la masturbación ha sido la primera forma de expresión que tiene nuestra sexualidad y aún en el envejecer y en la soledad vital también suele ser la última. La masturbación es la forma en la que el individuo se identifica como ser sexual que es, aprendiendo por sí solo a calmar sus tensiones sexuales. Parece mentira que en pleno siglo XXI, cuando en teoría, muchos de nosotros –aún los profesionales- hemos desarrollado una mente amplia en lo que se refiere a nuestra sexualidad, seguimos encontrando tantos prejuicios e ideas erróneas especialmente con respecto a la masturbación femenina, aunque en el lado masculino hay ciertas ventajas deparadas especialmente de la justificación machista.

La masturbación tiene muchos beneficios: relaja, es una forma de liberar tensiones, gozar, experimentar con el propio cuerpo, y supone un buen entrenamiento a la hora de conocer la forma de obtener placer y orgasmos. La masturbación, tanto femenina como masculina, en muchos casos, resulta beneficiosa para la vida erótica en pareja, ya que permite conocer el propio cuerpo y saber cómo obtener orgasmos y placer.

Miren pues adonde me trajo mi pequeño placer del fin de semana: Tomar el sol. Es un ínfimo deleite que no estoy dispuesto a abandonar; un placer que me roba los días nublados. En este mismo momento veo el cielo y atisbo una nube gris que se acerca rauda desde el sur; casi que puedo ver las gotitas condensadas dispuestas a arruinar mi mañana; cambia rápidamente de forma, hasta parecen dibujarse en ella figuras fantasmagóricas amenazantes, se aposenta sobre mi cabeza, me tapa el sol, todo se entristece; caen gotas frías; tal parece que tengo que irme para adentro…

Leer el periódico dentro la casa, para mí…, ahora carece de sentido.

 

 

 

Elogio del nudo asfictico: la oscuridad del ahorcamiento…

De acuerdo a Johannes Escotus Eriúgena (siglo IX, 810-877), ¨La sabiduría se ilumina por su relación con la insipiencia, la ciencia por su comparación con la ignorancia que es solo defecto y privación, la vida por la muerte, la luz por la oposición de las tinieblas, por la ausencia de alabanzas las cosas dignas; en resumen, todas las virtudes no sólo obtienen alabanzas de los vicios opuestos, sino que sin esta confrontación no merecerían alabanzas… En efecto, todo lo que está ordenado según los diseños de la Divina Providencia es bueno, es bello, es justo. ¿Hay algo mejor que del enfrentamiento de los contrarios se obtenga la alabanza inefable del Universo y del Creador? ¨.

Es la eterna lucha de los contrarios… Si lo sabremos los médicos que vivimos y sufrimos tratando en tantos casos y sin éxito el calvario ajeno, y luego, cuando la desnudez nos atenaza a veces no conseguimos quien nos ayude a cargar nuestra propia cruz… El dolor y la desesperanza son muy profundos en mi país y no hay peor sentimiento que el desaliento, hermano del pesimismo, de la desmoralización y el desengaño, vía rápida a males mayores y peores.

Nos han golpeado hasta el hartazgo, se han mofado de nuestras ideas, no han tenido compasión con nuestra congoja de padres y abuelos separados de hijos y nietos, y más bien, desde un empíreo inventado, se solazan presenciando nuestras penurias. Es increíble que tanta miseria se acloque en el alma humana, que tanto odio aflore a la superficie del prodigio de la creación, que no importe para nada la privación, el dolor ajeno, el sumergir un ser humano en una ¨tumba¨ o  celda de 3×2 m, sin ventanas, sin luz del sol, sin afectos y con premeditada maldad, amenazas de toda índole, luz artificial noche y día, intenso frío con hambre, bañándolos con heces fecales y orina en medio del éxtasis gozoso del carcelero…

Un preso político, Rodolfo González de 64 años, llamado «el aviador», aprehendido y sepultado sin fórmula de juicio, es detenido e inducido a suicidarse en ¨La Tumba¨. Aunque diga que no lo dijo, el ilegítimo presidente Nicolás Maduro expresó en cadena nacional que a “El Aviador” debían enviarlo al Penal de Yare, tenebrosa comarca donde todo vicio cunde, conocida y temida por albergar los presos comunes de la mayor peligrosidad que haya parido la tierra. En su pureza de alma se sacrificó para llamar la atención y evitar que otros compañeros de reclusión, la mayoría jóvenes, corrieran el mismo destino que ya les había sido ofrecido. Una conmovedora carta a su esposa entreveía sus intenciones. La ofrenda de su vida logró que la miseria no tomara pasos de acción contra los estudiantes detenidos para enviarlos a Yare… Última ofrenda de un alma noble…

No más hace tres semanas, en plena sala 3 de medicina interna del Hospital Vargas de Caracas un paciente sin esperanzas y con dolores irredentos se ahorca: una fístula enteral recalcitrante, dicen, fue la razón, y a juzgar por una cura mal hecha sobre su hipocondrio derecho eso fue todo cuanto recibió; pero, más que eso, fue el saberse malquerido, mal atendido, maltratado, sin una entidad superior a la cual recurrir…

 En una pared del cubículo las estampitas pegadas del doctor José Gregorio Hernández, de las Siete Potencias, de El Negro Miguel o del Arcángel San Gabriel no pudieron interceder para mitigar su dolor. Del listón metálico que une las divisiones de los cubículos colgó una sábana que terciada en su cuello le sirvió de lazo asfíctico que se lo llevó rapidito de este mundo injusto. Los técnicos forenses dijeron que fue un ahorcamiento asimétrico e incompleto pues sus pies estaban en tierra y atípico, porque el nudo no estaba en el centro del cuello sino de un lado… Lo siento, la imagen es cruda, descarnada y quizá ofensiva… Esto ocurre frente a nuestras narices…

Aunque en el campo la gente se ahorca en un árbol en un sitio poco concurrido y en las poblaciones se eligen los sitios retirados de las casas, los graneros o el jardín, a veces la ahorcadura tiene un carácter eminentemente exhibicionista, el sello de un mensaje sin destino cierto, un ¨cúlpese a todos de mi muerte…¨.

¿Pero qué importan estos detalles técnicos cuando de un humano se trata…? Porque somos lerdos o displicentes es que desconocemos lo que los suicidas sí conocen: Es decir, que aún en las ahorcaduras en que no actúa como fuerza todo el peso del cuerpo, se origina una presión suficiente para originar trastornos considerables de la circulación cerebral con anoxia o falta total de oxígeno. Que sólo son necesarios 2 kg para obliterar las venas yugulares, 5 kg para cancelar la circulación por las arterias carótidas, 15 kg para obstruir la tráquea y 25 kg para suprimir la permeabilidad de las arterias…; así, que ni siquiera tenemos que colgarnos de un árbol ni caer al vacío como peso muerto cuando se abre la trampa bajo nuestros pies para entrar en los dominios de  Caronte, el barquero del Hades, el encargado de guiar las sombras errantes de los difuntos recientes de un lado a otro del río Aqueronte …

¡Qué horrible! Adentrarse en lo temido, en lo desconocido, cuando la muerte tiene más el sabor de la miel, y la vida más el sabor de la hiel…

Como en el caso de muchos suicidas alguno supo de sus intenciones, pero no lo tomó con seriedad… De entre sus compañeros y en el recinto de la sala, nadie dice haberse percatado del colgante suicida, nadie oyó los estertores de su agonía ni percibió las sacudidas convulsivas de su cuerpo pues en las noches de hospital se acrecienta la soledad y el desamparo, nadie mantiene los ojos abiertos porque los espectros de tantos muertos acumulados en el tiempo, desfilan con sus ayes de aire frío, de denuncia, de reclamo, sin ser escuchados…

Total son tan pobres como él, olvidados, molestosos, menesterosos de toda ley y desechables; no habrá investigación, responsables ni culpables, no dejó una carta porque era analfabeto, su única y última declaración de desabrigo fue la propia inmolación, una bofetada a sus tratantes que le pelotearon de un servicio a otro quizá, aduciendo que la institución es un asco donde nada se consigue, al hospital que le brindó falsaria acogida y al Estado criminal que nadando entre prebendas, comisiones millonarias, ineptitud e indiferencia, se constituye el principal culpable.

¿Cuántos como él en tantos hospitales olvidados y desguarnecidos de mi país? En Venezuela el significado del vocablo ¨hospital¨ carece de todo sentido. La clase dirigente, una estirpe bárbara y talibana, ayuna de humanidad, se ha trocado en manada de perros de presa que ordenan tirar a matar a estudiantes desarmados para ahorcar el sagrado don de la libertad o ponen preso con falsas acusaciones a quienes se les antoja…

De acuerdo al DRAE, el término hospital proviene de una voz latina, ¨hospitalis¨, que significa ¨afable y caritativo con los huéspedes¨, pues los hospitales deben brindar ¨hospitalidad¨ o ¨virtud que se ejerce con los menesterosos y desvalidos, dispensándoles buena acogida y recibimiento, y prestándoles la debida asistencia a sus necesidades¨.

Como si fuera poco, en la práctica médica actual la técnica fragmenta fríamente y por especialidades la indivisible humanidad, en flagrante ignorancia de que ningún órgano existe en solitud de los demás, pues es influido por todos, y todos son influidos por él. En clara conspiración cartesiana, en nuestra práctica y en los nosocomios en los cuales malpasamos nuestros días, se malentiende que sólo serán escrudiñados y tratados los cuerpos o somas en descarada ausencia del individuo todo, su mente, su espíritu y el medio, tantas veces áspero, en que se desenvuelve su ser total, muy especialmente en esta ola creciente de pena, carencia y pobreza que a todos sin excepción nos abraza pretendiendo asfixiarnos como lazo en cuello de ahorcado.

Entre tanto maltratado, todavía nos domina la influencia norteamericana del ensamblaje en serie llevada a la atención del paciente, que desplaza con su falsario canto de ¨ciencia con eficiencia¨ al hipocratismo de nuestros maestros y que ha traído consigo el «caso» clínico y el manido «manejo», desdeñando al hombre enfermo, o sencillamente al ¨enfermo¨ no susceptible de manejo sino de cuidados… El caso clínico, como las enfermedades, ejerce un poderoso magnetismo en nosotros los médicos; es un necesario, simple o complicado relato del hecho físico, en ausencia del hombre que lo sufre, un recuento pormenorizado de síntomas y signos, hechos fisiopatológicos y bioquímicos, trozos de tejido diseccionados y hasta biología molecular, imágenes maravillosas de toda ralea que ¨todo¨ pretenden decirnos, y detalles del tratamiento, sin resonancia afectiva alguna

Bien podría tratarse de la dolencia que aqueja a un noble bruto o a un primate superior. Saber de enfermedades… es saber de medicina –se cree erróneamente-; ¨Quien sólo de medicina sabe, ni de medicina sabe¨, pontificaba don José de Letamendi y de Manjarrés (1828-1897), Catedrático de Patología General de la Universidad de Madrid; así que se soslaya que el juicio clínico se fragua, además, en el conocimiento de la situación personal, familiar y de los valores intrínsecos al paciente.

De esta forma el verdadero ars médico induce a reconocer el patrón sintomatológico y sus adjuntos, a relacionarlo con las necesidades y recursos del enfermo y traduciendo todo a términos de cuidado médico, no de manejo médico como aludiendo a una máquina, término con el cual hoy día fríamente nos llenamos la boca los médicos para estar a la moda. ¿Cuándo será que desaparecerá el infeliz término más propio de un Trump que de un médico…?

Tanto se parece el ahorcamiento de las libertades al del ¨aviador¨ y al de mi paciente del Hospital Vargas: nadie parece enterarse, a nadie le interesa, nadie está dispuesto a denunciarlo por ese miedo tantas veces servil disfrazado de indiferencia que sólo protege nuestros cotos materialistas, olvidando que nada de lo que estamos viendo en esta otrora tierra de gracia y ahora de desgracias, pertenece a la comarca de las sociedades civilizadas…

Sólo nos falta la autoinmolación a lo bonzo, forma de inmolación y suicidio en el que el sacerdote budista se rocía con un líquido inflamable y se prende fuego en público como forma de protesta, desobediencia civil o gesto solidario guiado por algún motivo.

 Y es porque el gobierno del ilegítimo Maduro realmente no es una amenaza para el Imperio Norteamericano, allá ellos que disponen de dinero y herramientas para defenderse, es una amenaza trocada en la realidad de cada día, para todos los venezolanos que no sabemos cómo, o no podemos defendernos…

rafaelmuci@gmail.com

 

 

 

Elogio de las malas artes o propiedades del «agua eꞋturraja»

El médico en su cientificismo y grandeza, tantas veces fingida, es ignorante de un inframundo intangible que se despliega a su alrededor y al cual no tiene acceso porque el paciente en su desconfianza, teme ser escarnecido, ser objeto de burla o ignorado. Un joven paciente mío me refirió luego de varias consultas que afianzaron nuestra amistad y le trasmitió la seguridad de ser yo un interlocutor confiable para sus cuitas, me refirió la siguiente anécdota. Por supuesto, el nombre verdadero y las circunstancias han sido cambiados para preservar la anonimia de esta alma conturbada…

 Llamémosle Custodio Sandoval, un llanerito adinerado que calzó alpargatas cuando ya estas no se usaban, tenía poderosas razones para pensar que le habían engañado con malas artes. La que luego fuera su suegra, para colmo llamada Aruspicina[1], vieja zamarra y estrafalaria, experta en endulzamientos y lectura de cartas de Tarot de la India, exorcismos, caracoles, hechizos, rezos, poderosos amarres de amor a través de nudos ciegos y asuntos conexos, no más al verlo pensó que con esa pinta y ese rústico 4×4 último modelo, sería el hombre ideal para su resbalosa hija de 19 años…

[1] Aruspicina: Arte supersticiosa de adivinación por las entrañas de los animales.

Lo llenó de halagos, regalos, exquisitas comidas, coquitos, polvorosas, conservas de coco en hojas de naranjo, todas deliciosas confituras de la granjería criolla. Hasta renunciaba por largo tiempo a su función de chaperona durante la visita nocturna a ver si el diablo y la testosterona hirviente en sus venas tentaban a Custodio.

En razón de tanto halago, él no se sentía seguro… La muchacha además de que estaba muy buena por delante y por detrás, se le antojaba un poco resbalosa, o sea, ligera de cascos, zumbada, e insinuante… Los que la conocían al ver las pupilas de Custodio enchumbadas de lascivia le advertían que fuera cauteloso, que viera y pensara muy bien. Así, que cuando en casa de la muchacha le hablaban de planes futuros, de que la vecina de al lado se había comprometido, de las delicias de la vida matrimonial, él «se hacía el musiú», miraba a otro lado y esquivaba el tercio…

 Sin embargo, en cierta ocasión, luego de un sabroso condumio dominical en una noche de la fase mágica de luna llena, con dos velas rojas encendidas en la mesa del comedor, un gato negro ronroneando cruzando la estancia, perros aullando en el vecindario y en momentos en que una nube oscurecía su esplendor,  se le dio a saborear una bebida parecida a una sangría, dizque un «vino de verano», endulzado, un poco astringente, de la especial preparación de la vieja y que el llanerito apuró con deleite, casi podría decirse que, de un día al otro, y ¨sin que él mismo supiera el por qué¨, quedó «atado», se vio comprometido y de inmediato casado. En su fuero interno él no podía entender qué le había pasado, cómo había tomado esa decisión tan precipitada luego de meditarla tanto…

Un verdadero amigo le preguntó si ese día domingo la muchacha había tenido «la demostración»[1]. Él asintió, efectivamente, como tanto la conocía, había visto su cara un poco quebrantada y ojerosa por un recalcitrante dolor cochambroso en el bajo vientre, y, además, como era su costumbre en tales fechas, evitaba el sereno, vestía durante esos períodos medias tobilleras y una bufanda para «evitar un pasmo»

[1] Nombre dado por el vulgo a la menstruación.

Al parecer las malas artes de Aruspicina y su amarre de amor, habían prevalecido…

En la tradición africana hudú, así como en la magia popular siciliana, la sangre menstrual servida a un hombre en su café o té o en cualquier otra bebida, es una receta efectiva para atraer su atención sexual. No parece necesario ningún ritual, conjuro o hechizo especial de amor, simplemente agregar un poco de sangre menstrual al líquido que consuma. La idea es que la esencia de la enamorada llegue a la esfera de conciencia del ser amado. Los amarres de amor con sangre son una prueba sencilla de magia hormonal, y tiene tanto que ver con la biología del cuerpo como con las prácticas ocultistas. Aruspicina confiaba plenamente en su efectividad cuando se administraba en el tiempo, fase lunar y momento adecuados.

Luego de caer inocentemente en la trampa de la pasión al través de un inusual filtro de amor, Custodio se enteró que en las perfumerías del Centro de Caracas podía también conseguirse toda una colección de ayudas, y vaya usted a saber cuántas de ellas habían sido ensayadas con él; el objetivo de estos menjunjes es la de forzar la voluntad de una persona para conseguir manipular sus deseos voluptuosos u obtener su amor:

  • Venamí: Unto para atraer a los pretendientes.
  • Turrajón, agua o aceite de turraja [1] para atraer a los amantes: confeccionado a pedido, con un líquido mensual, oscuro y de olor penetrante, un ¨no-sé-qué¨ proveniente de «los países bajos de la mujer» en ciertos días del mes, aderezado con conjuros en presencia de un gato negro y ronroneando…
  • Pega-loka: para que no te abandonen…
  • Perropegao: para cuando te abandone la pasión…

Se enteró además que existían pociones llamadas philtre que hacen que uno se enamore de otra persona, y que también eran llamados filtros de amor, considerándolos como mágicos y utilizados desde la antigüedad. Al parecer, este tipo de pócimas eran muy populares en la Edad Media, y en la actualidad se siguen elaborando en algunas tradiciones mágicas del folclor. Tradicionalmente, estos filtros consisten en vino, ron, té o agua contentiva de algunas hierbas misteriosas que previamente se dejan en maceración para que las drogas que poseen se potencien y que, en su conjunto, encienden la pasión y el deseo. Cuando es elaborada por una mujer u hombre de principios, se dice que el filtro es más potente; los constituyentes varían entre países, solo que debe ser bebido por la persona en cuestión y el amor se genera de inmediato.

[1] Les juro que realmente se ignora que significa el término ¨turraja¨ que al parecer es colombiano de origen.

A lo largo de la historia, el más conocido y popular, fue la raíz de la mandrágoraMandragora officinarum o Atropa mandragora , con forma de hombrecito, también conocida como «manzana de amor» o «manzana de Satán». En la Edad Media su extracción se consideraba altamente peligrosa pues cuando la arrancaban del suelo, el hombrecillo encerrado en ella despedía ayes lastimeros y agudos gemidos capaces de matar a quien los escuchara, es decir al oficiante;  por tanto, se hacía necesario que fuera extraída por un perro hambriento con una cuerda atada al cuello de la raíz; ponían fuera de su alcance un pedazo de carne y se alejaban a todo correr. Cuando el can, tirando de la cuerda, arrancaba la mandrágora, era él quien oía el agudo grito que le provocaba la muerte; luego, como si nada, se añadía naranja y ámbar gris para darle sabor y un aroma agradable. Entre las plantas que eran utilizadas con el fin de reforzar la potencia sexual, se pueden citar, entre otras, el muérdago, la ortiga (emblema de la lujuria), la albahaca, el azafrán, el orégano, el cilantro, el lúpulo, el narciso, la valeriana y el pensamiento (el filtro amoroso de las hadas). Unas tenían mayor eficacia que otras. Pero, entre todas ellas, el ajenjo y la cebolla merecían un lugar destacado.

Otros ingredientes todavía empleados con frecuencia son el corazón y los órganos reproductores de los animales, como los testículos de los canguros, utilizado por los aborígenes australianos, o los testículos de castor usados por los indios norteamericanos, considerados altamente afrodisíacos o estimulantes sexuales si se preparan sabia y sanamente como condimentos de las comidas, o entre nosotros el caballito de mar o las criadillas del toro. Los filtros de amor disminuyeron su popularidad después de la Edad Media debido a su olor y sabor desagradable; pero se buscaron alternativas: una era frotar la mano con el jugo de verbena y luego tocar al hombre o la mujer a quien se esperaba inspirar el amor…

Su uso fue habitual entre los personajes célebres de la bohemia francesa del siglo XIX, como el pintor Van Gogh, quien era un bebedor empedernido de ajenjo, y esto, junto con otros factores, pudo desencadenar los ataques de locura de sus últimas etapas. En aquella época era también frecuente ingerir una bebida llamada absenta o pastis que solía prepararse con ajenjo, anís y mejorana.

A pesar de que estas prácticas fueron perseguidas por la Inquisición, los adictos a los filtros de amor realmente se aventuraban a correr el peligro implícito en su empleo; sin embargo, fue  con la legislación de Justiniano (siglo VI) -siglos antes de la Inquisición-, cuando los filtros de amor y las artes mágicas se incluyeron dentro de una misma categoría para aplicarles la Ley o Lex Cornelia: el reo convicto y confeso de hechicería amatoria en caso de pertenecer al populacho era crucificado o arrojado a las fieras. Si el culpable tenía la suerte de pertenecer a la clase alta, era ejecutado por el verdugo.

Con el tiempo, los castigos se fueron suavizando, y en el siglo XIII, el emperador Federico II promulgó una ley que castigaba solamente con prisión la venta o administración de filtros eróticos. Esta tradición de los filtros amorosos estuvo muy extendida en todo el mundo, y aún hoy continúa en bastantes países orientales, pero a partir del siglo XVIII cayó en desuso, calificada de superchería. En el centro de Caracas y particularmente en El Silencio, se encuentran estos establecimientos que hablan de ese mundo real que los médicos no estamos en condiciones ni humor de apreciar.

Nuestro Custodio del relato nos muestra el otro perfil de esa medicina de la persona que nos resistimos a ver a pesar de que a nuestro lado se encuentra, y es que apenas si ponemos cuidado cuando flamantes catedráticos y gente simple se hace rezar una culebrilla (herpes zóster) mientras se aplica la yerba mora (Solanum nigrum),  pues los paisanos temen que dicho animal llegue a juntar su cabeza con la cola, en cuyo caso es irremediablemente fatal –posibilidad negada por razones puramente neurológicas-; a no dudar este caso particular es la  punta de un iceberg donde la magia y las creencias ancestrales se encuentran a la orden del día rozando nuestra grandeza e insensible piel…

Se ha llegado a la sinrazón de considerar que el herpes zóster o culebrilla no es cosa que atañe a la ciencia médica, pues pertenece a los dominios de El Malo. Así es que casi siempre con la recomendación o anuencia de un médico, o cuando él mismo es el afectado y se encuentra en disposición de expeler al íncubo que en forma de culebra reptante bajo su piel desgraciada, usualmente blanco inmisericorde de un distante «trabajo» o pensamiento dañoso, se decide ¨detener¨ su avance limitando el contorno de la piel afectada con tintura de yodo y colocando con la pluma de una gallina negra el zumo de yerba mora mezclado con aceite de coco y limón: y así, se realiza el exorcismo curativo invocando a las alturas .

«Jesús, San Pablo bendito de mi Dios tan poderoso.

Líbrame de culebras bravas, de animales ponzoñosos.

Líbrame de enemigos bravos y peligrosos.

 ¡Paz, paz, Cristo en paz!»

 

A no dudar, ¡Se vive para el pasmo…!

 

 

Elogio de la senescencia profesional o cuando el médico entra en apoptosis…

¨Envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre y

la vista más amplia y serena¨.

Ingmar Bergman

 

Un gran hospital de Caracas lleva su nombre… El doctor y profesor Domingo Luciani (1886-1979) quien ocupara el Sillón XVIII de Individuo de Número de la Academia Nacional de Medicina desde el 7 de enero de 1921. Se graduó de Doctor en Ciencias Médicas en 1911; marchó a Europa y sucesivamente estuvo en el Hospital Cochin al lado de Faure, luego en el Hospital Necker al lado de Nebet y Doyen, y en el Hospital Saint Louis con Morestin; así, durante tres años adquirió conocimientos, destreza y maestría en el arte quirúrgico para ser después Maestro de generaciones sucediendo a Razetti en la Cátedra de Clínica Quirúrgica del Hospital Vargas de Caracas desde 1932 hasta 1958. Se le definió de la siguiente manera, ¨Ductor de juventudes, hombre de bien, caballero del honor y la modestia, señero de honradez, bastión de humildad y celoso cumplidor de sus deberes, no toleraba indisciplinas ni resabios¨. Le conocí desde la distancia en la sala 17 del Hospital donde fuera jefe del Servicio de Cirugía 2 hasta la fecha de mi graduación en 1961. No acumuló bienes de fortuna. Cuentan que la Junta de Beneficencia Pública del Distrito Federal le jubiló con un sueldo de ochenta bolívares mensuales los cuales, aún en la novena década de su vida y vencido por los años, tenía que ir a cobrar directamente a la sede de la Institución. Nada de que sus antiguos empleadores se lo enviaran a casa ni que alguno de sus alumnos lo hiciera por él; total, pregunte a alguno de los médicos de la institución si saben quién fue el epónimo de su hospital, no sabrán responderle ni saber qué hizo…

Es uno de los paradigmas del trato que la República y la sociedad han dado ancestralmente a sus más leales hombres de bien… Se repite una y otra vez… Como médicos, trabajaron con sobrada mística por una miseria, fueron ejemplo para generaciones, enseñaron con bondad, nunca se les ha reconocido su valía y ni se les retribuyó ni se les ha retribuido con honorarios decentes y adecuados a su merecimiento, experiencia y hacer. En los últimos 20 años de catastrófica pestilencia, a muchos les han jubilado a destiempo y sin pedirlo y aun, otros se han enterado en los pasillos del hospital que no les quieren y les han dado la baja –como en el ejército- sin una pizca de agradecimiento, consideración ni respeto. Todos quienes hemos trabajado de gratis –porque así ha sido- por largos años nunca nos preocupó –que ha debido preocuparnos- cuánto era el valor real de nuestro trabajo y cuánto se nos pagaba: Una vez me preguntó un gringo cuanto era mi salario anual; al yo contestarle se quedó atónito, sorprendido y me dijo con ánimo de herirme –»Es un sueldo miserable, no me explico que poco te valoras…».

Me refiero al maestro Luciani porque muchos médicos dejaron sus prácticas sin que nos interesara ni hayamos sabido cómo transcurrieron sus últimos años, tal vez en el ostracismo, o quizá en las arenas movedizas del olvido, acaso en la soledad de sus recuerdos, como quien se siente malquerido; pero quizá no, quizá continuaron su labor ductora en los mismos hospitales públicos o en la universidad que nunca les apreció tanto como debieron estimarlos. Fue el caso de mi Maestro el doctor Herman Wuani Ettedgui (1929-2014) profesor Honoris Causa de la UCV que una vez jubilado y olvidado por muchos de sus antiguos alumnos, continuaba irradiando saber y consejos a los estudiantes de medicina y a todos aquellos que fuimos sus cercanos compañeros, hasta fecha muy cercana a su muerte, y aún en la intimidad de su hogar y ya en el encamamiento definitivo, recibía en su propia casa y en su lecho de enfermo a los pacientes que solicitaban sus servicios…

Pero en el otro extremo, es duro tener que aceptarlo, el médico que ha trajinado en medio de experiencias crecedoras muchas veces termina sin saber qué hacer con todo ese bagaje de saber que ha acumulado en su memoria experiencial, ni tener a nadie a quien ya le interese su saber ni a quien donar libros, fotografías, conferencias en Power Point, etc… Esta coyuntura trágica nos ha tocado profundamente y con desnudez por efecto de la diáspora, cuándo nuestros alumnos  y médicos de todas las edades han sido aventados por el destino inclemente hacia otras latitudes y no encontramos una institución que pueda recibir nuestras donaciones y asegurarnos su protección y uso… [1]

El joven conoce las reglas, pero el viejo las excepciones.

Oliver Wendell Holmes

 

La edad cronológica de nuestro cuerpo, siendo importante, no lo es tanto como cuando el médico deja de crecer, cuando los nuevos conocimientos, las nuevas habilidades, las nuevas formas de mirar al mundo, el desafío intelectual de la tecnología expresada en computadores, iPads, teléfonos celulares y la entrada en el cyberspace, que son desafíos que mantienen el crecimiento de la mente, del cuerpo y el espíritu, se dejan de lado mostrándose ante ellos una indiferencia pasmosa; pero por otro lado, si aceptamos el reto de continuar creciendo, podremos ser nuevos cada minuto, cada segundo, cada instante de nuestras vidas.

[1]   Veamos, los familiares del doctor Rudolf Jaffe (Berlín 1885 -Caracas 1975) Patólogo alemán. En 1936 emigró a Venezuela donde se convirtió en el director-fundador del Servicio de Anatomía Patológica del Hospital Vargas de Caracas basando su trabajo en el modelo alemán. Se ocupó del estudio de la sífilis y la esquistosomiasis mansoni.  Hace algunos años sus familiares donaron escritos, objetos de trabajo, colección de láminas microscópicas: Las llevaron a un sótano sin ninguna protección colocando las cajas en el suelo. Un día se inundó y se perdió todo… ¡Vergüenza!

Otro caso: el doctor Oscar Beaujon Graterol (1914-1990), que en el Hospital Vargas de Caracas desarrolló su más extensa actividad, como cirujano y fue nombrado su biógrafo, pues en 1961 narró en dos tomos (1261 páginas) la historia del instituto profusamente ilustrada con fotografías y documentos desde su fundación. Como me contó el doctor Blas Bruni Celli, entregó a la Sociedad de Médicos y Cirujanos una caja contentiva de todos sus documentos y material fotográfico, y tristemente desapareció sin dejar huellas. ¡Vergüenza!

La American Medical Association (AMA) Council on Medical Education (AMA-CME) reportó que en 1975 había 50.993 profesionales en actividad con 65 o más años de edad; sin embargo, para 2013, había aumentado a 241.641, un incremento del 374%: en 2015, el 33% de los médicos activos tenían 65 o más años de edad. Por ello, representantes del gremio médico, entes hospitalarios y organizaciones de seguros de salud discuten sobre la creciente tendencia a evaluar las competencias de los médicos senescentes[1].

Según un comunicado de prensa de la Asociación Médica Americana (AMA), en una reciente reunión, se ha tratado de llamar la atención acerca de si deben desarrollarse directrices nacionales para evaluar la capacidad de los médicos envejecidos para seguir practicando. En el estudio se incluyeron temas acerca de las implicaciones legales de una investigación de un grupo de médicos con base a su edad, así como también preguntas acerca de cómo interpretar las pruebas cognitivas realizadas [Amy Farouk. Key stakeholders explore assessment of aging physicians. AMA Wire.  Published on March 22, 2016, Accessed on june 3, 2016]. Cerca de tres docenas de representantes de organizaciones para la seguridad del paciente, médicos y hospitales examinaron la evidencia relativa a la competencia y la evaluación del médico. La discusión de problemas y desafíos relacionados con el desarrollo de directrices incluye implicaciones legales sobre la investigación de médicos basados en la edad; la variabilidad del efecto de la edad sobre la competencia del médico, la incertidumbre acerca de cómo interpretar pruebas de función cognitiva o motora; y la confusión de los efectos de otras variables de competencia y desempeño de los médicos son temas aun no resueltos.

«La autorregulación es un aspecto importante de profesionalismo médico y ayudar a compañeros a reconocer la reducción de sus habilidades es una parte importante de la autorregulación», según un reciente informe del Consejo de la Asociación Médica Americana en educación médica. «Por lo tanto, los médicos deben desarrollar directrices y normas para el seguimiento y evaluar tanto su propia competencia como las de sus colegas».

«Es la opinión del Consejo sobre educación médica que los médicos deben permanecer en la práctica siempre y cuando no esté en peligro la seguridad del paciente y, si fuera necesario, la corrección debe ser un proceso de apoyo, constante y proactiva», declaró además el informe.

Es bien sabido que la civilización occidental ensalza la juventud y recela de la vejez. Sin embargo, todavía podemos transportar la bandera de la docencia y aún de la asistencia para mantener un cerebro joven y activo. Lo cierto es que pocas personas e instituciones ayudan a que el médico que envejece pueda aún realizar una actividad productiva, siempre es visto con desconfianza por instituciones y pacientes. Recuerdo cuando en mis primeros años de graduado los pacientes me decían –Doctor, usted es un médico bueno, pero «muy jovencito»; sin embargo, el péndulo se desplazó en sentido contrario y ahora me dicen, –»Doctor, usted es un médico bueno, pero está «muy viejecito», y aunque no me lo digan, muy probablemente pueden hasta dudar de mis capacidades…

¨Todos deseamos llegar a viejos; y todos negamos que hayamos llegado¨.

Francisco de Quevedo

[1] Los médicos más jóvenes y necesitados son pasto de la codicia de las aseguradoras quienes imponen las reglas de su ejercicio, los más viejos saben que necesitan más tiempo para llevar a cabo su arte y por ello, necesitan sacarlos del escenario…

Perder el vigor juvenil, envejecer, hacerse frágil y volverse enfermo parece ser pasos previos del morir… Versión harto difundida y creída a pie juntillas por todos; pero no tiene que ser así pues la senescencia humana es plástica y cambiante, de forma tal que puede acelerarse, demorarse, detenerse por algún tiempo y hasta revertirse… No olvidemos que somos parte del cosmos y que, como él, somos hechos de nuevo cada segundo, tal cual el riachuelo que desciende del Cerro Ávila en invierno y cambia su caudal a cada instante y el agua que lo inunda nunca es la misma en su descender. Es cierto, la marea de la vejez trae ciertos achaques y limitaciones a las cuales no hay que temer ni consentir, pues si lo vemos bajo otra óptica, con la experiencia del achaque, del malestar transitorio –créame-, nuestro organismo se está ¨reseteandose a sí mismo¨ continuamente, por ello no trate de medicarse con cualquier síntoma que se presente…

Como antes señalábamos, nuestra sociedad occidental exhibe mucho desdén hacia los viejos; por lo contrario, las sociedades orientales aceptan la vejez como parte de la trama social por lo que los senescentes se mantienen vigorosos, activos y son venerados y considerados como un apreciado bien tamizado por la experiencia. Copiado de Norteamérica e Inglaterra, en nuestro país la jubilación es obligatoria cuando el trabajador ha alcanzado la edad de 60 años si es hombre, o de 55 años si es mujer, siempre que hubiere cumplido, por lo menos, veinticinco años de servicios; ello, por supuesto, se aplica también al médico que trabaja para alguna dependencia del estado. Tal significa que el día antes de su jubilación el médico aporta a la sociedad su obra y su valor; pero al día siguiente, troca en uno más de la lista de los que, extendiendo la mano dependen ahora de la sociedad y del estado. ¿Es esto justo o injusto?

Este abrupto cambio, a menos que el individuo haya planificado un quehacer productivo con el tiempo libre que signarán sus días posteriores, significa un cambio perceptual que puede llegar a ser adverso, desafortunado y ruinoso, pues en los primeros años que siguen al apartamiento, una legión de calamidades le persiguen, la depresión y el insomnio, los trastornos de la memoria, el ataque cardíaco, el cáncer, los ictus cerebrovasculares y las fracturas del fémur se elevan raudamente conduciendo a lo que se ha llamado ¨síndrome de muerte por retiro prematuro¨. Pero aún peor, el fantasma de la ¨muerte biográfica¨ se alía con la otra para cebarse en un hombre que era saludable hasta el momento de licenciarse. La detención de la biografía inicia lo que hemos llamado el ¨drama apoptótico de la senescencia del médico¨, un considerarse inútil y superfluo, echado de menos y molesto, un extraño que no encaja en ningún lado, traído de la mano por el Estado, a familia y aún por la entrega del mismo profesional a lo que considera su irreversible sino…

La apoptosis: de apoptein = caer, es un fenómeno comparable con las hojas amarillentas que caen silenciosamente de un árbol durante el otoño, porque ya no más son necesarias… Un ser humano, tal como una célula corporal saludable, requiere de la información de su ambiente que le diga que todavía es necesario, útil y aceptado… Desde el embrión hasta el organismo adulto fisiológicamente sano, millones de células mueren diariamente sin dejar cicatrices ni activar un proceso inflamatorio; podría decirse que mueren en la mayor pasividad del silencio. La apoptosis o muerte celular programada es un acto de radical altruismo que ocurre en nuestros cuerpos, un sacrificio extremo por el bien común del resto de las células y del que depende nuestra propia sobrevivencia. Pero una cosa es la célula y otra la vida del ser humano provecto, tantas Quiero veces jubilado injustamente y a destiempo, cuando todavía tenía mucho que dar.

Es cierto que al aproximarse ven el cabello de mi cabeza y barba cano, las arrugas, ciertas manchas parduscas en la piel de áreas expuestas al sol, que tal vez vistas a gran aumento podrían mostrar un área devastada por la guerra, pedregones y desechos fibrosos, pigmento amarillento oscuro de desecho que es la traducción del deterioro ancestral en la intimidad profunda de la célula y al cual llamamos lipofuccina. Es un no entender cómo se entretejen los hilos de la vida en una madeja compacta y necesaria, y entiendo que el retiro del médico es una decisión propia, una decisión de no ser seguir creciendo como médico, de no seguir sanando ni enseñando, y hasta de no seguir viviendo, porque vivir no es un vegetar improductivo…

Quiero ser como la jirafa de Lamarck,  que mi función haga el organo, que mi intelecto debe expandirse hasta que se vuelva mas amplio, pues yo todavía quiero aprender más, y aprender para enseñar más… Cada día madrugo y estudio, ideo charlas y formas de presentarlas. En las últimas semanas de los meses de mayo y junio de 2018, ya contando 80 años, he completado otro curso de fondo del ojo, el #49° de 16 semanas, he asistido en calidad de invitado y conferenciante a los congresos nacionales de medicina interna, cardiología, oftalmología y neurología; en cada caso ha habido alguien que se me ha aproximado con sorpresa asumiendo que yo ya me había retirado o preguntándose por qué todavía trabajo e inclusive, cometiendo la indiscreción de decirme que había oído que había muerto

Por su parte, los telómeros (del griego telos, «final» y meros, «parte») son los extremos de los cromosomas que nos protegen contra el envejecimiento y la degradación corporal; son regiones de ADN no codificante, altamente repetitivas, cuya función principal es la estabilidad estructural de los cromosomas en las células eucariotas, la división celular y el tiempo de vida de las estirpes celulares. La evidencia de la relación entre el tamaño de los telómeros y el envejecimiento se encuentra en un estudio de la Universidad de Leicester donde se analizó a más de 12,000 personas en búsqueda de alguna característica reveladora respecto al largo de los telómeros, los genes y el envejecimiento. El resultado fue la localización de una secuencia genética cercana a un gen denominado TERT, telomerasa transcriptasa reversa, que acortaba los telómeros y por lo tanto aceleraba el envejecimiento. Los resultados del estudio indicaron que aquellos individuos (38%) que tenían esta secuencia tenían telómeros del mismo tamaño que personas 3 o 4 años mayores que no la tenían, mientras que aquellos que tenían la secuencia duplicada (7%) tenían biológicamente 6 o 7 años menos. Un telómero de corta extensión es un indicador de futuras enfermedades y está relacionado con la aparición del cáncer y del envejecimiento celular.

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La vejez nos arrebata lo que hemos heredado y nos da lo

que hemos merecido.

Gerald Brenan

El síndrome por desuso mental a menudo atrapa al médico cuando decide jubilarse simplemente porque cumplió una edad o un número de años de servicio, corriendo el riesgo de inscribirse en la sociedad de ociosos; es allí cuando le invade la desesperanza, cuando se siente socialmente inútil y emocionalmente superfluo, es allí cuando se acelera el proceso apoptótico… A diferencia de las máquinas que se agotan con el excesivo uso, el cuerpo y la mente humanos son capaces de mejorar cuanto más se les usa, y si el desgaste fuera la verdadera causa del envejecimiento, la mejor estrategia para combatirlo sería quedarse en cama…

De nuevo, quiero ser como la jirafa de Lamarck, mi cerebro continuara expandiéndose en la medida de mis desafíos intelectuales pues el factor capital del envejecimiento es la edad psicológica, con capacidad para revertir el proceso, y el trabajo, como creador de orden se opone a la entropía o la tendencia natural a la pérdida de orden en un sistema. La depresión y la tristeza que le embarga por haber perdido la actividad habitual, proyecta en el médico la tristeza a todo el cuerpo, con agotamiento de neurotransmisores salutíferos, descenso de niveles de hormonas, distorsión de receptores de neuropéptidos en la superficie de las células, interrupción del sueño, incremento de la agregabilidad de las plaquetas que se tornan más pegajosas y propensas a la aglutinación y a producción de trombos, vale decir, todas esas tristes experiencias se transforman en expresión física cuando dejas de crecer y envejeces…

 ¡No te dejes, hasta que el cuerpo aguante y la voluntad no falte…!