Elogio del sembrador -redivivo-

 

Elogio del sembrador… otra vez

Rafael Muci-Mendoza

 

Yo no hubiera permitido que por razones políticas y de ideología, se me obligara a dañar la vida profesional de tantos

estudiantes a mi cuidado…

 

Justificación

Alguien se quejará de que este artículo es un ¨refrito¨ [Diccionario del Habla Actual de Venezuela. Pérez FJ, Núñez R. UCAB, 1994 //. adj 1. Coloq. Información periodística atrasada o que se vuelve a difundir con ligeros cambios], de que tengo sequía de ideas o que el fastidio de mis no tan consecuentes lectores también me invadió a mí, pero no es así… La situación de la Universidad Rómulo Gallegos y su Facultad de Medicina me ha tocado muy de cerca, muy profundo; la distorsión  de la enseñanza de la semiología sin el paciente de cuerpo presente ha producido en mí un tremendo impacto, gran angustia y la percepción de un gran desvalimiento… ¿Cómo ayudo? ¿A quién recurrir si nadie oye?  ¿A quién acudir para que no se materialice el crimen o es que ya se materializó? ¿Cómo así…? Uno de los profesores de esa casa de estudios dijo que ¨la ropa sucia se lava en casa¨, lavándose las manos como el infame Pilatos. En medio de una dictadura o te enfrentas, o tienes miedo y te escondes… Luego, no te quejes…

La Semiología Médica… Materia de la cual me enamoré muy temprano en mi carrera médica, que estudié y sigo estudiando con admiración, respeto y deleite luego de tantos años, que enseñé y sigo enseñando como el arte al lado del enfermo, diagnosticando el ser humano total y el órgano enfermo que le joroba para luego saber cómo aliviarlo, como sanarlo, y en la cual por poco me raspan en el examen final del tercer año de medicina. Ocurrió cuando uno de mis profesores ante un paciente con el hígado y el bazo recrecidos y confiado yo de tener mi historia clínica muy bien elaborada y mis diagnósticos diferenciales dispuestos, con aire de gran suficiencia me preguntó:

-¨A ver bachiller, ¿qué tamaño tiene la molécula de la albúmina…?¨.

Aquello había sido materia del curso de Bioquímica en primer año, mis lóbulos temporales eran incapaces de procesar ese  pedido, enmarañado como estaba aquel conocimiento en alguna de mis redes neuronales; ello no podía ser el objeto del examen pues no tenía nada que ver con la materia actual, eminentemente clínica: Apreciar mis aptitudes y destrezas de examen y mi razonamiento clínico; así pues, yo me quedé de una sola pieza, pálido, frío, mi piel anserina se humedeció y no pude articular palabra… Ante mi titubeo, me dijo,

 

-¨Ya veo bachiller que no sabe la respuesta, déjeme cambiarle la pregunta a otra más fácil. Bien, recíteme las reacciones enzimáticas del Ciclo de Krebs…¨

Se me bajaron las medias, los calzoncillos lo intentaron también, pero quedaron sustentados por el tiro del pantalón, me invadió un frío terror y temí lo peor… ¿Comportamiento pedantesco? ¿Mala intención? Afortunadamente, otro de los miembros del Jurado Examinador me sacó de aquel tremedal que me llevaba rápidamente al fracaso total y me preguntó acerca de mi enfermo, y entonces, con seguridad y suficiencia pude a medias remendar aquel capote ahuecado por dos cornadas malintencionadas, pues el mal ya estaba hecho. Esa baja calificación, inusual para mi impecable desempeño estudiantil, a la final impidió mi graduación Suma Cum Laude... A la molécula de albúmina, y al Ciclo de Krebs, esa ruta metabólica de importancia fundamental en todas las células que utilizan oxígeno durante el proceso de respiración celular, por supuesto que les cogí ojeriza. A ese sapiente profesor todavía le tengo presente en mis oraciones diarias, pues me enseñó acerca de la insana hostilidad de algunos y de paso, que si bien debía ser exigente como profesor, nunca debía ser injusto ni mucho menos cruel… Creo que esa ha sido mi norte como maestro de escuela…

El comunismo castrochavista -irrisión de la multitud-, ha destruido la educación comenzando por la primaria donde el adoctrinamiento ha sembrado en las mentes infantiles historias inexistentes, mitos, flatos chavistas y torceduras, siguiendo con el bachillerato sin profesores calificados evacuados del sistema por los bajos salarios, mientras los pensa están ayunos de la biología, la química, la física y las matemáticas que preparan a los futuros estudiantes universitarios para un sonado fracaso.

Por ello puedo comprender el pecado cometido por el Decano y el Director de la Facultad de Medicina de la Universidad Rómulo Gallegos provenientes de esa cohorte llena de rencores y pocas luces producto de la colonización cubana… Parece que nunca fueron preñados por el espíritu vital venido de la democracia; almas tristes y obnubiladas, prestas a la venta… Yo no hubiera permitido que por razones políticas y de ideología, se me obligara a dañar la vida profesional de tantos estudiantes engañados y a mi cuidado… Lo habría denunciado a viva voz y con carta pública, pues espero y estoy seguro de ver MI país feliz y próspero en un futuro cada vez más cercano…

Elogio del sembrador…

Rafael Muci-Mendoza

 

¨El que más sabe debe enseñar al que sabe menos y nosotros sabemos menos que tú…¨

Marcos 4:1-9 ¨Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar.  Y se le juntó mucha gente; y entrando él en la barca, se sentó, y toda la gente estaba en la playa. Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador que salió a sembrar. Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra;  pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó.  Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron.  Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno.  El que tiene oídos para oír, oiga¨.

Jovencito cursaba el último año de mi carrera de médico en el Hospital Vargas de Caracas, mi querencia por cerca de cincuenta y 56 años; nos hacía compañía un viejo médico español que mezclado con la vocinglería juvenil hacía con nosotros la reválida de su título profesional. Cabello blanco y ralo, incipiente giba de antiguos pesares, persecuciones y abandonos, tez blanca surcada por profundos y anfractuosos caminitos que hablaban de sufrimientos de una guerra entre hermanos, y quizá el deseo de olvidar viejos dolores y de echar raíces en la nueva tierra de gracia que había escogido como bondadoso refugio; zapatos de goma Keds blancos con protuberancias que daban cuenta de los juanetes y callos gestados en caminos pedregosos; una humilde bata blanca cruzada y amarrada con un nudo delante de una panza añosa, y un bastón a la diestra con el que siempre amenazaba en bromas a un maracucho impertinente, nuestro compañero de curso, que contra toda compostura hacía bromas a su costa.

Ya la semiología, la ciencia de la interpretación de los síntomas y signos me había cautivado y aprendía con fruición y asombrada expectativa todo aquello que me permitiera extraer del interior del enfermo las verdades que la piel opaca ocultaban. Pues no somos como las ranas que muestran su corazón latiendo… El Creador no nos lo hizo todo tan sencillito, pero nos dotó de inteligencia, razón y decisión para que hiciéramos el resto por nuestra cuenta, y así, laboriosos y persistentes, ladrillo a ladrillo, construiríamos a lo largo de siglos y sobre firmes bases, el edificio de la semiótica.

   En 1957, el examen del fondo ocular fue un amor a primera vista desde mi tercer año de medicina, dos años antes de mi encuentro con el viejo de hablar pausado y sabio. Armado del maravilloso instrumento llamado oftalmoscopio intentaba aprender sus secretos, vencer la umbra de la pupila y robarle los secretos a la retina, mujer veleidosa y difícil, que muestra poco, pero dice mucho, que oculta esos decidores signos de profundos conflictos del alma que traslucen en la enfermedad somática, y entusiasta comentaba con mis compañeros mis hallazgos y descubrimientos. En una de tantas, con ese español gutural que al pronunciar ¨naranjja¨ lo dice todo, me dijo un día: -¨Muci, ¿por qué no nos da un curso de fondo del ojo? Me mostré sorprendido y le respondí, -¨ ¿Cómo?, sí sé muy poco… soy apenas un bachiller de 6º año¨; su respuesta, dardo sincero en el blanco, se clavó en mi corazón como un mandato. y para siempre:

-¨¡El que más sabe debe enseñar al que sabe menos y nosotros sabemos menos que tú…!¨.

Y así fue como desde ese día, su palabra me graduó de maestro de pueblo, ese que, sin muchos recursos, pero armado de convencimiento y amor me lanzó por los caminos de la enseñanza pertrechado de buenas intenciones y mejores semillas. Por más de medio siglo, siguiendo aquel encargo he tratado de serle fiel al encargo que me hizo, y nunca le olvidé… Es verdad que cincuenta y tres años enseñando no es mucho; como Graciela mi mujer, el enseñar se ha hecho carne de mi carne, y aunque he sido un maestro de primaria exigente, he tratado de ser como el dador feliz: aquel que da y da sin esperar nada a cambio.

Además, siempre me he atenido al precepto orteguiano: ¨Siempre que enseñes, enseña a la vez a dudar de los enseñes¨. Mis alumnos –buena tierra-, me han retribuido con su afecto, obligándome a estudiar más con sus estimulantes preguntas y por esto, me siento muy orgulloso y reconocido con ellos, los excelentes y los regulares, los inatentos y los malos, y cada vez que relleno una pequeña laguna de ignorancia en mis lóbulos temporales, esos que almacenan recuerdos, fórmulas, alegrías, tristezas y conocimientos, a su lado se abre un océano de insipiencia, invitándome a continuar llenándolo, a no flejar, a seguir haciendo lo que hago con el mayor deleite…

Por ello, siempre les digo que dejen espacio para la ignorancia y así, toda la vida estará rellenando recónditos circuitos neuronales que, al influjo del deseo y la constancia, se irán multiplicando, atesorando más y más conocimientos que sirvan para entregarlos a otros, a quienes los necesitan: a aquellos, los que menos saben, sin reservas, con desprendimiento, para que, a su vez, ellos enseñen y ayuden a otros.

Suelo decirles cuando lisonjean diciéndome, ¡es que usted sabe mucho!: ¨No se crean, en el mar de la ignorancia estamos todos totalmente sumergidos, la diferencia entre unos y otros, es sólo cuestión de profundidad¨.

Hoy ya viejo pero con muchas energías y nunca vencido, cargado de experiencias, buenas y malas, tristes y alegres, anécdotas simpáticas y amargas, síntomas, signos, un talego repleto para compartir y enseñar, me pregunto, ¿Cómo ha podido esta revolución de mentiras acabar con los sembradores de buena simiente, maestros de escuela que aún quedamos regados por cientos en los hospitales públicos del país?, ¿Qué migaja de pan duro y rancio les han dado a cambio al país y al sufriente?, ¿Quizá algo para ser imitado…?, ¿Quizá saberes interesados, inservibles y fraudulentos…? Nos han hecho la vida imposible con ese desprecio que se le da al gusano, tildándonos de materialistas, maltratándonos con miserables sueldos, acosándonos  con inseguridad personal y frustración al no poder hacer lo que con tanto esfuerzo pudimos aprender a hacer, cortándonos las alas: jubilándonos antes de tiempo, con egoísmo, saña y sin consideración, impidiéndonos hacer nuestro oficio con dignidad. ¡Déjennos seguir esparciendo la simiente, déjennos seguir enseñando…!

¡No!, mis camaradas comunistas de cerebro chiquito y mezquino,  trasnochado y rancio, mezquino y envidioso, full of shit, una computadora no puede reemplazar a un maestro de escuela; una computadora carece de vocación, de sentimientos, de la pericia del buen clínico recorriendo el cuerpo anhelante del enfermo con sus manos perceptivas; auscultando con la fineza de su oído atento y erudito; apoyando con el bálsamo de su verbo bondadoso, comprensivo y sanador; y cuando se enseña medicina con un fin político, queriendo destruir e inventar sin ingenio ni luces, se destruye irremisiblemente el fin y el corazón del oficio: al maestro y al alumno, condenándoles a la ignorancia de la sombras, a ser un chapucero con ínfulas de doctor… Tal vez el mayor pecado por el cual deberán pagar dentro muy de poco… de lo contrario…, dará susto leer la admonición de Antonio Machado (1875-1939) con la graciosa ocurrencia de Lázaro Carreter.

 

La embídia de la birtúd

izo a Kaín kriminál.

¡Glória a Kaín! Oy el bizio

es lo que se embídia más…

Elogio del mercurio…

EL EJERCITO no tiene razón de existir, si no cuida las fronteras ni preserva el ambiente, si no salvaguarda el honor suyo ni el de la patria, si amarga la vida de los ciudadanos, si da armas y balas a la delincuencia…

 ¿cuál es su objetivo…?

 

En la mitología romana Mercurio… importante dios del comercio, hijo de Júpiter y de Maia Maiestas. Fácilmente identificable por su sombrero de ala ancha o pétaso, la bolsa con cordeles, el caduceo -símbolo griego que consiste en dos serpientes enrolladas y enfrentadas entre sí a lo largo de una vara con dos alas en la parte superior-, las sandalias con alas, el gallo y la cabra.

Su contrapartida en la mitología griega fue Hermes, el dios olímpico mensajero, de las fronteras y los viajeros que las cruzan, de los pastores, de los oradores, del ingenio y del comercio en general, de la astucia de los ladrones y los mentirosos. Era denominado Mercurio: hijo de Zeus y la pléyade Maya. El himno homérico a Hermes lo invoca como el de «multiforme ingenio» (polytropos), de astutos pensamientos, ladrón, cuatrero de bueyes, jefe de los sueños, espía nocturno, guardián de las puertas, que muy pronto habría de hacer alarde de gloriosas hazañas ante los inmortales dioses.

Pero, además, el mercurio o azogue es el elemento químico ubicado en la Tabla Periódica con el número atómico 80, cuyo nombre y símbolo (Hg) procede de hidrargirio (agua divina, agua de plata o plata líquida), términos hoy ya en desuso. En los escritos de Plinio se recomienda a los mineros que extraen el cinabrio o sulfuro, que  cubran sus caras con una tela fina para no aspirar el polvo. Estos velos vinieron a ser las precursoras de las caretas antigás. Desde muy antiguo eran conocidas las enfermedades producidas por el mercurio, algunas daban como resultado un temblequeo característico. Este hecho se asoció a todo movimiento nervioso, y así se introdujo el vocablo azorarse, por ponerse nervioso, que inicialmente debió significar estado de envenenamiento por el azogue, denominación castellana del mercurio.

Zósimo, el tebano (III-IV d. C.), en su tratado sobre el agua divina, hace referencia con ese nombre al mercurio, del cual dice que ¨no es un metal, ni agua siempre en movimiento, ni un cuerpo; es el todo, tiene una vida y un espíritu¨; era preparada con serpientes recogidas en el monte Olimpo, destiladas con azufre y mercurio para producir un aceite rojo y nuevamente destilada hasta siete veces, con sangre de buitres de alas de oro cogidos junto a los cedros del Monte Líbano. Esta agua ¨resucita a los muertos y mata a los vivos¨.

Sirva este introito para relatar una experiencia mía donde se dieron cita sentimientos encontrados. El pasado viernes 11 del mes marzo que corre, atendí una singular y cálida invitación muchas veces pospuesta, de mi amigo el doctor Tomás Sanabria Borjas, cardiólogo invasivo, pionero y propulsor de la telemedicina en Venezuela, a viajar al corazón del estado Bolívar, en plena Gran Sabana; sin ánimo de exageración, la experiencia cambió mi vida en momentos patrios en que la tristeza, el abatimiento y la desesperación dictan la pauta. Quedé profundamente impactado, optimista y esperanzado…

¿El motivo? Llevar a una doctora recién graduada a la población de Uribán para que ejerza su pasantía rural en esa zona minera. Su avioneta paró en diversas estaciones donde tuvimos contacto con ¨pasantes¨ o estudiantes del último año de carreras universitarias: medicina de la Universidad Central de Venezuela –artículo 8 pasantía rural-, nutrición y bioanálisis, odontología de la Universidad Santa María…

¡Qué emoción!, ver aquellos jóvenes corajudos, mujeres y hombres, con la frente en alto y de cara al futuro, destilando pasión, ayudando a mitigar tanto dolor a la población pemona, tan desasistida y desesperanzada, tan engañada y vista con desprecio. Atendimos pacientes con ellos, discutimos problemas médicos, refrescamos su semiología y hablamos de valores, de los valores supremos del espíritu, de la comprensión amorosa del prójimo, de la interpretación apasionada y caritativa de su misión, de la indulgencia frente a los defectos del hombre –sin dejar de incluir los propios nuestros-, de esa, su experiencia única como inductora de temple espiritual. Sentí mucha envidia, sana envidia. Me llenó de inmensa esperanza, jóvenes dispuestos a ocupar sus puestos en el relevo generacional de esta Venezuela que se nos ha ido pero que sin duda renacerá de sus cenizas: Uruyén, Urimán, Kamarata, Wonken… estuvieron en nuestro destino.

El esplendoroso macizo guayanés, el gigantesco ecocidio y el río Caroní arrastrando toneladas de tierra contaminada con mercurio, una consulta dermatológica en Wonken con pasantes de medicina y la malaria que hace estragos en la comunidad indígena pemona.

Y al inicio hablé de sentimientos encontrados, el uno de confianza en el futuro, el otro de estupor, tristeza e inmensa rabia. Sobrevolamos la zona de minería ilegal; desde la altura se apreciaban aquellos grandes claros amarillentos, inclementes desgarros a la foresta selvática que nunca más se recuperarán debido a lo frágil del terreno, incapaz de recomponerse, traídos por la codicia del hombre y su deseo de poseer el oro que aquellas tierras alberga. Indios trabajadores abusados, atraídos por dinero, con exposición crónica al metilmercurio, demostración flagrante y palpable de la indolencia criminal de quienes deberían proteger nuestras fronteras y ser garantes de nuestra soberanía: Militares de todo rango, por dinero, se han olvidado de su juramento y han hecho causa con depredadores, garimpeiros y criminales de la más baja ralea, y ya nuestros pemones mostrarán signos del desastre tóxico, de la neurotoxicidad del mercurio, similar a la enfermedad de Parkinson –parkinsonismo secundario- y discapacidad tales como ocurrió en Irak y Minamata –Japón-, temblores, deterioro de las habilidades cognitivas y trastornos del sueño, incluso a bajas concentraciones en el rango de 0.7 hasta 42 μg/m³, se ha demostrado su capacidad para producir profundos efectos en el sistema nervioso central, incluyendo reacciones psicóticas caracterizadas por delirio, alucinaciones y tendencias suicidas.

La exposición ocupacional da lugar a trastornos funcionales de amplio alcance, incluyendo eretismo, irritabilidad, nerviosismo, timidez excesiva e insomnio. Con la exposición permanente, se desarrolla un temblor fino y puede escalar severidad para producir violentos espasmos musculares. El temblor de manos se inicia para luego extenderse a los párpados, los labios y la lengua. A largo plazo, la exposición de bajo nivel se ha asociado con síntomas más sutiles de eretismo, incluyendo la fatiga, irritabilidad, pérdida de memoria, sueños vívidos, y la depresión… El Estado venezolano es responsable de esta hecatombe dirigida a seres humanos que parecen no tener ciudadanía, ni nadie que vea por ellos.

Pero además observar el río Caroní, antaño de color oscuro por contener altas concentraciones de ácidos húmico y fúlvico, presentes en la materia orgánica del suelo, ácidos orgánicos producto de la descomposición de la hojarasca que viene de todo el Escudo Guayanés y la Amazonia. Ahora el río viene arrastrando en su cauce sedimentos provenientes de la tierra movilizada en sus orillas por la minería ilegal y ese es el origen de su coloración amarillenta; sedimentos que van a parar a la represa del Guri; hay que ser muy imbécil para vestir traje de buzo y comprobar lo que está a la vista. Si a eso no se lo llama asesinato ecológico, crimen de lesa patria, o quebrantamiento de un juramento, no sé cómo podría llamarse…

Con dolor me hace pensar…, ¿Para qué sirve nuestra fuerza armada si ha permitido la presencia de cubanos en sus altos mandos, si ha permitido que la identificación del venezolano se encuentre en manos extrañas, si se ha aliado con la criminalidad para intoxicar a nuestros indígenas con mercurio y dividirse las ganancias del tremendo ilícito, si ha distribuido armas y balas entre la delincuencia y en sus filas hay gente despreciable, si han ejercido maridaje con el narcotráfico…?

Cuando se les enrostraba que no hacían nada por preservar la Constitución, por proteger a los estudiantes o por evitar sus muertes, se excusaban diciendo que no lo harían hasta que el pueblo saliera a la calle.  Bien, el pueblo salió a la calle y una inmensa cobardía los arropó e hicieron mutis como en el presente. Hoy Venezuela es apenas una provincia inferior de Cuba, dirigida por los Castro y los militares sólo esperan que les den de baja por ricos, gordos y viejos para no perder sus privilegios… Shame on you! ¡Vergüenza en sus corazones!, deberíamos decirles.

Si los congresistas de la MUD hubieran visto la cola que yo presencié ayer en la mañana para acceder a alimentos en Plan Suárez de Macaracuay, tres largas cuadras, no en fila india, sino en grupos desordenados de personas, jóvenes, adultos, madres con hijos en sus brazos y ancianos –no tercera edad porque eso era lo que una vez fueron-, con la cerviz inclinada, ya hubieran sentido la necesidad impostergable de sacar a Maduro y su pandilla de criminales corruptos de la presidencia; el ilegítimo no tiene por qué estar allí todavía cuando todo el pueblo lo denigra, lo denuncia y lo rechaza. ¿Qué están esperando…?, ¿Es que hay alianza vituperable o conchupancia y palabrería vacía…?, ¿Será que están esperando que truene el soberano y que la sangre corra por las calles del país, o que una dictadura aún peor nos arrope con su vaho pestífero…?

EL EJERCITO no tiene razón de existir, si no cuida las fronteras ni preserva el ambiente, si no salvaguarda el honor suyo ni el de la patria, si amarga la vida de los ciudadanos, si da armas y balas a la delincuencia, ¿cuál es su objetivo…?

rafaelmuci@gmail.com

Elogio de la amputación…

…Les recordamos  hijos–como alguien dijo-, que regresar es el motivo de todo viaje…

Somos tantos los amputados… Alguien diría que es inmemorial a la humanidad. Los pueblos derrotados e invadidos crean la mayor cantidad de amputados, pero no esos que usted supone, sin brazos ni piernas, sin un ojo… sino aquellos a quienes les han sido amputados sus afectos, las raíces y las ramas de un árbol vigoroso para volverlo débil y tiñoso, especialmente cuando la edad cuenta…

Mostraba mi padre en su espalda pequeñas cicatrices lineales dispersas. Eran tiempos de la dominación otomana en su amado Líbano. Las magras cosechas que podían serle reclamadas a la tierra agreste, eran escondidas bajo la tierra para preservarlas de los zorros y especialmente de la rapiña invasora. Los más jóvenes eran torturados para que revelaran los escondidos sitios de acopio. Apretó los dientes, nada reveló cuándo el ferrete incandescente cimbró su cuerpo y quemó su carne inocente.

Desesperados los padres buscaban cómo aventar a sus hijos, como disecar la carne de su carne en aquel dolorosísimo proceso de separar lo inseparable, para enviarlos allende los mares y salvarlos así de la barbarie. Jóvenes promisorios que en amplia y dolorosa diáspora se diseminaron por campos afectuosos o mezquinos, y muchos como mi padre llegaron a esta tierra de gracia, besaron su suelo y se hicieron tierra de la generosa tierra conjuntándose con su gente y sus costumbres. No supieron de la muerte de sus padres ni de la suerte de sus hermanos.

Las comunicaciones eran tan exiguas que las separaciones eran verdaderas amputaciones harto traumáticas. Traían en sus alforjas deseos de trabajar, de hacer patria en patria ajena, de ayudar a su familia lejana. Los de su raza eran gente sana, industriosa, inteligente, duros y dispuestos para el trabajo sin pausa y de vida austera, que venían al país sin un centavo en el bolsillo pero con cinco mil años de ventaja en el arte del comercio, ese legado de antiguos navegantes fenicios, arriesgados y batalladores, y en razón de ello, pronto eclipsaban a los nativos.

Su vocación de trabajo y sus vidas sobrias permitió a esos como mi padre ahorrar y financiar, no sólo los estudios de sus hijos, sino los de sus sobrinos que habían quedado en ¨su tierra¨ y de innumerables ahijados que adquirieron mi mamá y él, entre sus paisanos, inmigrantes europeos, y nativos, a quienes dieron y mucho, sin intereses malsanos y sin ser requeridos.

Lágrimas de amargura pujaban por brotar de sus curtidos ojos cuando nos contaba que salió a escondidas al puerto evitando la guardia otomana para abordar un barco como polizón y no pudo despedirse de sus hermanas ni recibir la bendición de sus padres en el puerto de Trípoli que en la antigüedad había sido centro de la confederación fenicia que conformaba con otros distritos: Tiro, Sidón y Ruad. Mucho tiempo después se enteró con dolor que cayeron víctimas de esa pandemia que fue la gripe española de 1918 que solo en un año mató entre 50 y 100 millones de personas. Después vendría el batallar en tierra, costumbres y lenguaje extraños, todo, facilitado por la acogida bondadosa y desinteresada de los habitantes de un pueblecito casi que no reseñado en el mapa, Guayabal del Estado Guárico, donde encontró una mujer insigne y fiel que le acompañó por más de sesenta años y que fue mi admirada madre.

Pero además de todas esas virtudes que adornaban a los libaneses, aunque tenían fama de avaros, eran por lo contrario, también muy caritativos. Lo que muchos ignoran es que venían de una cultura de carencias en la que aprendían a guardar un equilibrio entre la abundancia y la escasez: Durante la cosecha se consumía lo necesario y se guardaba el excedente. Era la cultura de pueblos semíticos como árabes, judíos y fenicios. Allí adquirieron un alto sentido del ahorro, que como dijimos era visto como codicia, sin que se llegase a comprender que su sistema metódico en el aspecto económico obedecía más a la necesidad de mantener un respaldo monetario en un país desconocido, que un puro afán de lucro.

Quizá por eso mi padre clamaba en sentido figurado que le dieran a Venezuela para gobernarla ¨un año¨, para hacerla productiva y ordenada, para sembrar doquier seriedad, felicidad, prosperidad y justicia para todos; y especialmente honestidad y compromiso. A Dios gracias se fue hace muchos lustros y no alcanzó a atisbar los negros nubarrones que se arremolinaban en el poniente debido a la incuria de muchos venezolanos y que finalmente desembocó en la borrasca comunista de nuestros días… que, borrasca al fin, con absoluta seguridad se extinguirá en su propio accionar… ¡Quién sabe cuándo!

Ahora somos nosotros, sus hijos, los que vivimos la invasión extranjera, suerte de ocupación otomana agavillada donde se conjugan cubanos, rusos y chinos aupada por Chávez y sus sucesores, que dispendiosos y sin consentimiento traicionaron y regalaron la patria y malbarataron sus riquezas. Hemos sido echados de lado, perseguidos por no pensar igual, por aspirar al mérito y a la excelencia, por ser fieles a la palabra empeñada y al juramento prestado. Legiones de mal vivientes han sido lanzados a las calles para secuestrarnos y matarnos, para hacer el país invivible, para sobre la base de amputaciones forzarnos a abandonar el país en nueva diáspora de jóvenes íntegros, bien formados, inteligentes que, a su vez, echarán raíces en predios desconocidos. Deseamos para ellos la mayor suerte y el mejor de los éxitos, pero al mismo tiempo les recordamos –como alguien dijo- que regresar es el motivo de todo viaje…

En el hogaño se repiten tiempos de ocupación extrajera, cubana para más señas, regalado el país a traidores, de sapos, ladrones y asesinos y sus métodos de amedrentamiento del colectivo para hacerse del poder omnímodo, y que les han sido útiles por más de medio siglo en aquella isla de la infamia, injertados en esta tierra que mi padre admiró y nunca se cansó de agradecerle, para que la triste diáspora se repita en sentido inverso.

Ahora perdemos parte de nuestros cuerpos, se nos amputa la carne por desgarramiento, nuestros hijos huyen con nuestra aprobación cuando temen cada segundo por sus vidas y por la culminación de sus metas, y de paso nuestros nietos se llevan parte de nuestro corazón desecho sin que sepamos cuándo será el último encuentro, el último abrazo, la última caricia, el último beso… Pero al menos sabemos que en tierras extrañas sus derechos humanos y ciudadanos les serán respetados y podrán –como mi padre-, echar fuertes raíces y emprenderán una nueva vida llevando las enseñanzas de su hogar bajo su piel y transparentándolas en sus acciones.

Por tanto, nos conforta el poema  de la Hermana Teresa de Calcuta:

Pero no se crean que esto se queda así… Ustedes, traidores, ya son ¨periódico de ayer¨. Les derrotaremos sin armas, con la verdad, con el deseo sincero de hacer una Venezuela digna y próspera para todos los venezolanos sin ningún distingo, donde se respete y se promueva la excelencia, la jerarquía del espíritu y el poder del intelecto en beneficio del bien común, seremos como el mito del ave Fénix que renacerá de sus cenizas con toda su gloria y será símbolo del renacimiento físico y espiritual, del poder del fuego, de la purificación y la inmortalidad con la virtud de sus lágrimas curativas.

Por ello muchachos tengan fe, ustedes regresarán a un país decente, nos encargaremos de que así sea…

 

 

 

 

 

 

 

Elogio de mis ochenta y uno…

Elogio de ya son 81…

Rafael Muci-Mendoza

«Dichosos los que pueden dar sin recordar y recibir sin olvidar.»

—Elizabeth Bibesco (1897-1945), escritora inglesa

Este artículo está dedicado a Graciela Facchin, la chica de mis sueños.

El 26 de junio de 1965 contrajimos matrimonio; ya contamos 54 años.

Desde ese día, hemos estado viviendo juntos el sueño de nuestras vidas. No puedo imaginar mi vida sin ella.

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Hoy, 1º de mayo de 2019, he querido que a los lados de una estilizada acuarela que en 1991 me hiciera mi antigua paciente, la señora Mercedes H. deBellard Pietri (†), estuviera otra con mi esposa Graciela, mi compañera por 54 años, y en mi Unidad de Neurooftalmología del Hospital Vargas de Caracas en 2015 donde han transcurrido mis mañanas por casi 40 años y donde soy velado por la sonrisa empática de mi maestro y mentor, doctor William F. Hoyt (†). Asistí a ella hasta diciembre de 2018 y me he retirado temporalmente. Espero que las circunstancias de inseguridad que rodean la institución, hagan más fácil mi pronta reincorporación. Pero ello no significa que me he detenido, solo he alterado el rumbo de mi camino, no voy al mismo sitio, no obstante, he continuado dictando mi curso anual de ¨Fondo del ojo en la enfermedad sistémica¨ en la institución privada donde laboro y que se encuentra este año en su 50º edición con una audiencia de más de 80 alumnos…

Todo parece mucho tiempo, pero el tiempo se ha empeñado en volar y las hojas del calendario se antojan en caer más rápido que las hojas de los árboles otoñales… Es el llamado “fenómeno de la aceleración del tiempo”, es la percepción de que el tiempo se empeña en acortarse. Muchísimos años atrás, cuando apenas éramos niños, el tiempo parecía pasar de forma muy lenta; pero, mientras más pasan los años, los días parecieran achicarse más y más, tal como si la percepción de la realidad hoy en día fuese distinta. La realidad pareciera decirnos que el tiempo no se está acelerando, pero puede ser todo lo contrario, y a esto nos referiremos más adelante; parece ser nuestra conciencia la que crea la ilusión del tiempo acelerado. Es como si el tiempo pasara más rápido, pero, es nuestra percepción del tiempo que va cambiando sin que se trate de que los días duren menos, sino antes bien, es posible que ya renunciamos a vivir y decidimos no aprender nuevas cosas. Por ello, hay que emprender la búsqueda de nuevas y variadas experiencias para no caer en la monotonía, esa que nos hacen sentir que los días pasan tan rápido. En razón de este hecho, de experimentar los años de forma más rápida, hay que pensar que podríamos estar atrapados en nuestras propias rutinas percibiendo como el tiempo pasa ante nosotros sin que aprendamos algo nuevo o sin realizar actividades variadas y constructivas.

No recuerdo cuándo o cómo escuché esta lapidaria sentencia, ¨Una vez que se alcanza ¨cierta edad¨, cada 15 minutos te sientas a desayunar…¨ -así que les ruego me disculpen por un momento, ¡es que me están llamando de nuevo a desayunar…! -.

 Copiado textualmente [1] “Los científicos descubrieron hace muchos años que la Tierra emite un pulso. Este pulso o frecuencia fue comparado con los latidos del corazón, manteniéndose estable en aproximadamente 7.8 ciclos por segundo durante miles de años. Sin embargo, en 1980 los latidos del corazón de la Tierra comenzaron a acelerar. En la actualidad, se encuentra a 12 ciclos por segundo, pero lo más increíble es que algunos científicos creen que la Tierra realmente dejará de girar cuando este pulso alcance los 13 ciclos por segundo. Cuando la tierra deje de girar sobre su eje se cree que se mantendrá unos tres días  y luego comenzar a girar en la otra dirección.

Esto hace que sintamos como si el tiempo se estuviera acelerando, un período de 24 horas ahora se ha convertido en tan sólo 16 horas. Nuestros relojes todavía se mueven en segundos, minutos y horas, y aún marcan un día completo en 24 horas, pero debido al aumento de la frecuencia de la Tierra, solo se perciben apenas 16 horas.

Las investigaciones sobre este fenómeno son claras; el ser humano está avanzando hacia la cuarta dimensión, un lugar donde nuestros pensamientos se manifestarán casi al instante. Es por eso que tantas personas, en algunos casos sin saber por qué, se están volviendo más conscientes y espirituales, alejándose del materialismo y la codicia. Estamos sintiendo la necesidad de no sólo hacer lo correcto para nuestro propio cuerpo y mente, pero, además estamos más dispuestos a ayudar a otros”.

  Con el tiempo, los puntos de vista y las maneras como vemos las cosas, cambian… En quinto grado, estudiaba yo en el Colegio del Sagrado Corazón de Jesús, La Salle de Valencia. El hermano Elías nos preparaba para hacer la Primera Comunión; dentro de todas aquellas cosas de las cuales habló y mostró mientras hablaba, –algunas horribles como grandes cromos del purgatorio y el infierno que nos hacían vivir el sufrimiento de aquellos desgraciados pecadores en medio de lenguas de fuego y gritos de dolor doquier-, recuerdo que nos refirió una anécdota según la cual, preguntado Napoleón Bonaparte cuál había sido el día más feliz de su vida, él contestó sin titubeos: -¨¡El día de mi primera comunión!¨ -a decir verdad, no he encontrado ninguna referencia acerca de si esta relación es cierta-. Lo cierto es que esperé el gran día… ¡Vaya decepción…!, ¡no sentí absolutamente nada…! Con el tiempo, el concepto del día más feliz de mi vida ha cambiado y todavía no ha ocurrido, pero siempre he dicho que ese día será cuando cese la ocupación cubana en nuestro país, cuando recuperemos la medicina nostra y nuestros valores, y cuando los cubiches se vayan a donde nunca debieron salir, la podrida isla comunista y miserable de Cuba.

Un espaldarazo vino en días pasados de quien no es santo de mi devoción, Donald Trump, quien el 30.04.2019 escribió por tweeter, ¨Si las tropas y las milicias cubanas no cancelan de inmediato las operaciones militares y de otro tipo con el propósito de causar muerte y la destrucción de la Constitución de Venezuela, se impondrá en la isla de Cuba un embargo total y completo, junto con las sanciones de más alto nivel. ¡Ojalá todos los cubanos regresen a su isla sin demora y en paz! ¨ Si realmente esto ocurriera en el próximo futuro, ¡qué mejor regalo de cumpleaños podría tener…!, pero los políticos no son de confiar… Un mes después no ha ocurrido nada…

Los llamados ¨Mártires de Chicago¨, sindicalistas anarquistas, fueron ejecutados en Estados Unidos por participar en las jornadas de lucha por la consecución de la jornada laboral de ocho horas, que tuvieron su origen en la huelga iniciada el 1º de mayo de 1886 y su punto álgido tres días más tarde, el 4 de mayo en la Revuelta de Haymarket. A partir de entonces se convirtió en una jornada reivindicativa de los derechos de los trabajadores en sentido general que es celebrada en mayor o menor medida en todo el mundo. En el pasado y en nuestro país solía ser día de ofrecimientos demagógicos, pero en el hogaño de reiterados aumentos de sueldo solo para engordar la hiperinflación, porque entre otras cosas ya no hay trabajadores, hay esclavos del PSUV o del comunismo, una enfermedad contagiosa de elevada virulencia y alta tasa mortalidad por hambre, inanición, dejadez o maltratos. El 1º de mayo tampoco es el día más feliz de mi vida; ese día acaecerá –repito- cuando no quede un solo cubano invasor en MI país, Venezuela.

Porque la vida continúa, el tiempo pasa en forma inevitable e inasible como el agua que se escapa de entre los dedos de la mano, y sus designios se cumplen cada día no siempre en forma inexorable, pues son influidos por el deseo personal y la decisión. y hasta podría decirse, por una forma de epigenética o capacidad de cambiar o ser cambiados por las circunstancias; puedo decir sin jactancia que, a pesar de mis falencias, limitaciones y debilidades, la suerte y el éxito me han acompañado, si es que por éxito entendemos conseguir aquello que queremos y sentirnos satisfechos con ello…

No he necesitado prostituirme nunca ni degradar el oficio que escogí, para obtener poder, dinero o posición; me he conformado con pocos bienes terrenales, así, que he hecho mío el jocoso concepto del ¨consumismo¨-con su misma mujer: Graciela por 53 años, con su misma casita de La Castellana de 175 m 2 por 51 años, con su mismo automóvil VW Vento GLX ´97 con ¨quema-coco¨, con mi reloj Cassio con marcapasos, con mis mismas amistades de toda la vida y otras más recientes que también tienen la pátina de lo antiguo; con su mismo Hospital Vargas y su misma Clínica El Ávila, con mis mismos gustos y enamorado de la vida-; duermo a pierna suelta porque no tengo deudas, ni materiales ni de conciencia, no le debo nada a nadie, pero ¡Ah!, ¡paradoja!, al mismo tiempo debo mucho a muchos –pero he sabido agradecer con creces a esos, mis queridos padres, mis bondadosos maestros sobre cuyos hombros me he alzado y he visto más lejos, y a Graciela, a mis hijos y nietos, a mi familia, y a aquellos otros que conmigo, han defendido con ahínco mi profesión de médico de la degeneración por la intrusión cubana, a mi país convertido en sumidero, a mis amigos y alumnos a quienes he atendido en situación de necesidad-; he aprendido todo lo que he podido venciendo mi viejo “síndrome de atención dispersa (TDA)” (fui un niño disperso; descubrí en la madurez que había sido un adulto mayor disperso, y ahora soy un viejo disperso pero ya con diagnóstico que me hice o mismo, ¿y qué?), para devolver con enseñanzas y sin restricciones lo que tanto me ha costado adquirir a fuerza de aceptación, convicción y decisión. Siempre tengo una razón que hace sonreír mi corazón y con mi buen sentido del humor hago que otros también sonrían conmigo; he hecho mi propósito de que ningún paciente salga de mi consultorio sin una sonrisa en la cara, aun cuando le haya expresado una amarga y dolorosa verdad…

 

El secreto de mi vida y mi palabra clave en la ruta ha sido trabajo y más trabajo, pero no un trabajo impuesto, por ello me gusta llamarme ¨residente de primer año de medicina –pero viejo-¨, aquel a quien se dejaba todo el trabajo porque los mayores –compañeros residentes de años superiores- ya parecía que sentían el hastío de la vida mientras yo veía en cada paciente una oportunidad de poder ayudarlo –aun con mi sola presencia y escasísimo bastimento-, de poder aprender, de adquirir experiencia, de vencer mi complejo de ¨patito feo¨, de estudiar sobre sus casos para tratar de reconocerlos más temprano y actuar de manera más eficiente, de embadurnarme con ese sentimiento humano que todos transpiramos y que solo los médicos podemos sentir…

 

No te obsesiones con el éxito. El éxito es conseguir lo que quieres. La felicidad es querer lo que consigues.”

Ingrid Bergman 

No creo en la obsolescencia programada, tampoco en el envecimiento prematuro, por ello he aceptado el desafío con que enfrento mis días, ese que sentimos cuando una máquina del progreso tecnológico nos reta, sea un computador, un teléfono inteligente o un nuevo artilugio y nos retiramos asustados; fundar la única unidad de neurooftalmología en un hospital público existente en Venezuela y activa por más de 39 años que hoy lleva mi nombre por escogencia de mis compañeros de cátedra y aceptación del Consejo de la Escuela de Medicina José María Vargas, donde se han formado cerca de 40 especialistas neurooftalmólogos del país y otras naciones; de ingresar sin palanca y por propio mérito en la Academia Nacional de Medicina, de ganarme la estima y la confianza de mis colegas hasta llegar en 2014 a ser su presidente durante dos años reglamentarios, y en seguir luchando para reganar la democracia perdida.

  Los comunistas han pretendido robarnos nuestros sueños cuando nos hemos dejado, y han hecho que vivamos los suyos sórdidos, malsanos y egoístas. No me duele la cabeza, no me duele nada –y a veces al levantarme me acompaña algún achaque o malestar para desaparecer luego, es decir, que si algo me molesta es durante algunos minutos; por ello, me digo, tal como le expreso a mis pacientes provectos como yo, ¿¡Que mueble viejo no cruje de noche!?, total, no consiento mis achaques, vivo enamorado, las curvas, las caderas y las buenas piernas todavía me emocionan, por ello me digo, bienvenidas la horas, semanas o días que me restan…

 No soy hipertenso ni diabético, no me duele la cabeza, no tengo el colesterol elevado, no tomo medicamentos porque a todos les tengo gran respeto y desconfianza, no hago dietas, no suelo repetir mi ración de alimento casi nunca, hago tres comidas y la primera, el desayuno, la más importante, por lo que nunca la desdeño; no tomo edulcorantes sintéticos –peores que el azúcar-; he mantenido mi peso desde que me hice adulto y todavía la balanza me señala mi peso de estudiante, 66 o 67 kg…, y mi estatura que fue de 1.68 m, es ahora de 1.65, es decir, me he encogido, mis discos intervertebrales se han deshidratado, mejor decir, me he despanchurrado 3 cm, pero aun camino erguido y me ejercito… El año pasado gané un maratón de 5 km y llegué de primero y de último, un contrasentido; lo que pasó fue que era ¡el único inscrito en la categoría de 80 años…!

Nunca he tomado somníferos o sedantes y vean el por qué –ya yo lo sabía de antes-: Un estudio reciente que encontró que 25% de los estadounidenses mayores que toman Xanax –en nuestro medio es el alprazolam– o Valium para dormir o calmar ansiedad acaban por quedar enganchados, ¡nunca más lo podrán dejar porque son adictivos! Si en el 9% al 12% de las mujeres y cerca de 5% al 6% de los hombres de 65 años reciben la droga, resulta que existen 2.205.000 de viejos adictos. Como sociedad de consumo siempre estamos buscando atajos. Tomarse una pastilla en lugar de hacer el esfuerzo necesario para mejorar el bienestar a través de cambios de estilo de vida: evitar redes sociales antes de dormir y no creer en todo lo que se lee, buena nutrición hasta donde podamos, ejercicio en forma de caminatas diarias, desestresarse no oyendo cadenas o programas de Maduro o Diosdado, siempre tóxicos, siempre llenas de mentira y porquería….

La ignorancia arrogante, la injusticia social, el crimen sin castigo, que nos trajo el siglo XXI, se trocó en habitud; le huyo como si fuera peste…, me alcanza en una edad provecta, me lame los pasos como un pegoste de chicle en la suela del zapato del cual no puedes zafarte. Entonces es cuando te das por enterado, y quieres que otros se enteren, no queriendo saber que para ello debías disponer en tu bastimento de algo de esa sabiduría –que desde los ancianos de la tribu- dejan los años. Nadie puede vivir la vida en la vida de otro; la nuestra es genuina y única… Hemos vivido apresurados, tan apresurados que no podemos echar la vista atrás y entonces, nos llega ¨el momento de la verdad¨… y su cercanía, nos invita a hacer lo que no quisimos o no pudimos.

En los párrafos siguientes confronto las ideas de dos pensadores de dos realidades geográficas y tiempos diferentes, dos famosos escritores de disímiles realidades, donde vemos a un Víctor Hugo abrumado en su vejez de 83 años repleto de amantes, infidelidades y tragedias, y así, se dice que sus últimas palabras fueron: «Ceci est le combat du jour et de la nuit… Je vois de la lumière noire.» —Es el combate del día y de la noche… Veo la luz negra—, fallece de una apoplejía o ictus, tal vez un hipertenso desconocido e irredento; y a ¨Gabo¨ habiendo alcanzado los 87 fallece de un cáncer linfático, hablando y lamentándose de cosas similares cuando ya poco podía hacerse para enderezar entuertos…

 

¿PONIÉNDOME VIEJO? – Víctor Hugo (1802-1855) a los 53 años…

«Te estás volviendo viejo -me dijeron-, has dejado de ser tú, te estás volviendo amargado y solitario-. No, respondí; no me estoy volviendo viejo, me estoy volviendo sabio. He dejado de ser lo que a otros agrada para convertirme en lo que a mí me agrada ser, he dejado de buscar la aceptación de los demás para aceptarme a mí mismo, he dejado tras de mí los espejos mentirosos que engañan sin piedad. No, no me estoy volviendo viejo, me estoy volviendo asertivo, selectivo de lugares, personas, costumbres e ideologías. He dejado ir apegos, dolores innecesarios, personas, almas, y corazones; no es por amargura es simplemente por salud. Dejé las noches de fiesta por insomnios de aprendizaje, dejé de vivir historias y comencé a escribirlas, hice a un lado los estereotipos impuestos, dejé de usar maquillaje para ocultar mis heridas, ahora llevo un libro que embellece mi mente. Cambié las copas de vino por tazas de café, me olvidé de idealizar la vida y comencé a vivirla. No, no me estoy poniendo viejo. Llevo en la alma lozanía y en el corazón la inocencia de quien a diario se descubre. Llevo en las manos la ternura de un capullo que al abrirse expandirá sus alas a otros sitios inalcanzables para aquellos que sólo buscan la frivolidad de lo material. Llevo en mi rostro la sonrisa que se escapa traviesa al observar la simplicidad de la naturaleza, llevo en mis oídos el trinar de las aves alegrando mi andar. No, no me estoy volviendo viejo, me estoy volviendo selectivo, apostando mi tiempo a lo intangible, reescribiendo el cuento que alguna vez me contaron, redescubriendo mundos, rescatando aquellos viejos libros que a medias páginas había olvidado. Me estoy volviendo más prudente, he dejado los arrebatos que nada enseñan, estoy aprendiendo a hablar de cosas trascendentes, estoy aprendiendo a cultivar conocimientos, estoy sembrando ideales y forjando mi destino. No, no es que me esté volviendo viejo por dormir temprano los sábados, es que también los domingos hay que despertar temprano, disfrutar el café sin prisa y leer con calma un poemario. No es por vejez por lo que se camina lento, es para observar la torpeza de los que a prisa andan y tropiezan con el descontento. No es por vejez por lo que a veces se guarda silencio, es simplemente porque no a toda palabra hay que hacerle eco. No, no me estoy poniendo viejo, estoy comenzando a vivir lo que realmente me interesa».

Cuando Gabriel García Márquez (1927-2014) se retira de la vida pública a los 87 años aquejado de un cáncer linfático, envía una carta de despedida a sus amigos, y que gracias a la Internet ha sido difundida. Es verdaderamente conmovedora; está escrita por él, uno de los latinoamericanos más brillantes de los últimos tiempos.

Reza así:

“Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, aprovecharía ese tiempo lo más que pudiera, posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo.

Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan.

Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz.

Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen.

Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo, sino mi alma.

A los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse.

A un niño le daría alas, pero le dejaría que él sólo aprendiese a volar.

A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres… He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada.

Me apartaría de los necios, los habladores, de las gentes con malas costumbres y actitudes.

Sería siempre honesto y mantendría llenas de amor y de atenciones a las personas a mí alrededor, siempre trataría de dar lo mejor… He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre.

He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse.

Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrá de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo.

Trata de decir siempre lo que sientes y haz siempre lo que piensas en lo más profundo de tu corazón.

Si supiera que hoy fuera la última vez que te voy a ver dormir, te abrazaría fuertemente y rezaría al Señor para poder ser el guardián de tu alma Si supiera que estos son los últimos minutos que te veo, te diría “Te Quiero” y no asumiría, tontamente, que ya lo sabes.

Siempre hay un mañana y la vida nos da siempre otra oportunidad para hacer las cosas bien, pero por si me equivoco y hoy es todo lo que nos queda, me gustaría decirte cuanto te quiero, que nunca te olvidaré.

El mañana no le está asegurado a nadie, joven o viejo. Hoy puede ser la última vez que veas a los que amas. Por eso no esperes más, hazlo hoy, ya que, si mañana nunca llega, seguramente lamentarás el día que no tomaste tiempo para una sonrisa, un abrazo, un beso y que estuviste muy ocupado para concederles un último deseo.

Mantén a los que amas cerca de ti, diles al oído lo mucho que los necesitas, quiérelos y trátalos bien, toma tiempo para decirles, “lo siento”, “perdóname”, “por favor”, “gracias” y todas las palabras de amor que conoces.

Nadie te recordará por tus nobles pensamientos secretos.

Pide al Señor la fuerza y sabiduría para expresarlos.

Finalmente, demuestra a tus amigos y seres queridos cuanto te importan.

Gabriel García Márquez

 A cierta edad no podemos derrochar las horas del reloj y cada minuto por venir debe estar acompañado de un nuevo aprendizaje. Vida y muerte se suceden todo el tiempo, cada despedida, cada cambio es una pequeña muerte que da lugar a un renacer, a un algo nuevo. No hay creación sin destrucción, no hay renovación sin muerte, no hay algo novedoso si primero no existe el vacío, por ello debemos dar la bienvenida a la muerte y a su inventor…

Casi siempre se van afectos, este año falleció nuestro fino y dilecto amigo, el doctor Juan José Puigbó, cardiólogo y señero ejemplo de lo que es ser un médico y académico; por otra parte, mi maestro William F. Hoyt se me fue en su San Francisco del Golden Gate, con su cerebro rebosante de conocimientos opacados por una demencia tipo Alzheimer, ¡pura pérdida!, pero también, fallecieron nuestro canario, ¨Cenizo¨ cantante de insigne registro y a quien así designamos por ser el primero en casa de color gris, y nuestra perrita caniche, ¨Cotufa¨, blanquita toda, que nos acompañó durante 15 años. Todavía los echo de menos… Sendos episodios muy dolorosos…

 

  Con motivo de las felicitaciones por mi aniversario, una antigua alumna me escribió con mucho afecto diciéndome que yo era ¨inmortal¨… Inmediatamente le contesté preguntándole si conocía la historia de Titono inmortal. Ella me contestó que no lo conocía, pero que yo le había enseñado a siempre a investigar, a buscar aquello que desconociéramos… Con su hermosa sonrisa me respondió luego, que también me deseaba ¨juventud eterna¨, un hermoso despropósito…

 Para quienes no lo recuerden: En la mitología griega Titono o Titón era un mortal hijo de Laomedonte, rey de Troya, y hermano de Príamo. Como su hermano Ganímedes, era de una belleza deslumbrante y la diosa Eos, Aurora en la mitología latina, se enamoró de él. Ella misma le pidió al padre Zeus que concediera la inmortalidad a su amado Titono, cosa que el padre de los dioses concedió. Pero a la diosa se le olvidó pedir también la juventud eterna, de modo que Titono fue haciéndose cada vez más viejo, encogido y arrugado, hasta que se convirtió en cigarra, o según otras versiones, en grillo. Desde entonces, cada vez que Eos se despierta por la mañana y llora produciendo el rocío con sus lágrimas, Titono se alimenta de las mismas; según la creencia antigua, cuando le preguntan qué desea, responde en latín: Mori, mori, mori… que significa morir, morir, morir…

 

 

¨El fin siempre es temprano, cada día es toda la vida en tiempo pleno, no hay más que el hoy, que este momento, solo ese, en que

 conozco que estoy vivo y siento¨

Arturo Uslar Pietri

 

   «Si deseas afligir al que te odia, no lo taches de hombre degenerado ni cobarde, ni libertino, ni bufón, ni innoble, sino tú mismo sé un hombre, muéstrate moderado, sincero, y trata con amabilidad y justicia a los que tienen trato contigo. Pero, si eres empujado a censurar, ponte a ti mismo muy lejos de las cosas que tú censuras».

Plutarco,  Cómo sacar provecho de los enemigos, Siruela, 2007, p. 33.

 

[1] https://www.mundoesotericoparanormal.com/tiempo-se-esta-acelerando-fenomeno-no-debe-ser-ignorado/