Alabanza de la reserva orgánica…

El envejecimiento es un fenómeno universal de los seres vivos, consecuencia del paso del tiempo que todo lo aporrea, deprecia y desvencija; de paso, es el conjunto de cambios que acontecen en los sistemas orgánicos que sostienen la vida. La expresión de estos cambios, tanto en lo morfológico y funcional, como en el plano fisiológico y bioquímico, nos permite identificar a los seres como envejecidos, como viejos; digo sin sonrojo que hace algunas lunas formo parte de esta legión de provectos, pero sin mentiras edulcoradas, puedo decir que nunca fui más feliz…

Me siento razonablemente bien y soy inmensa, pero inmensamente rico, mi familia, con Graciela a la cabeza, siempre a la vera de mis deseos, mis hijos y nietos y el afecto de muchísimos alumnos y pacientes ¡Qué más puedo pedir a la vida!

La vejez es una etapa postrera bastante prolongada del ser humano. Aunque vamos perdiendo componentes de nuestra integridad y facultades en forma insensible a lo largo del tiempo, no cabe duda de que es la edad de las pérdidas, pero también de disfrutar las ganancias acumuladas en el largo trajinar que nunca cesan. A estas personas se nos llama mayores, provectos, ancianos, senectos, viejos y en el tráfico, con razón o sin ella, le adicionan el peyorativo, ¡¨Viejo de m…¨! El arribo a los 65 años es el alcance de una vejez social definida por la jubilación. Pero el umbral de la vejez se ha dilatado mucho; será generalmente los 80 años cuando se entre por la áspera puerta de la ancianidad. La salud mal acomodada, la sensación de cansancio vital o el progresivo apartamiento social, señalarán la frontera entre ser mayor y ser anciano. En el proceso del envejecer se pueden diferenciar, sumariamente cinco elementos causales: la herencia, la configuración física, la personalidad, la biografía y el entorno. Estos mismos factores son los que van a influir en la enfermedad, esa que yace oculta o acaece inclemente como un relámpago en un cielo azul…

Hay adolescencias que se activan a los noventa años.

Alda Merini

La reciente enfermedad de un viejo amigo mío rayando ya los ochenta años y a quien he acompañado por más de media centuria, me invita a meditar acerca del envejecimiento, pero particularmente sobre el concepto de reserva orgánica, don que revela la existencia de Dios y su infinita sabiduría, dádiva finita de la cual se habla poco como si no existiera porque damos por sentada su posesión, como si los avances de la medicina hicieran ocioso hablar de ella.

De condición magra, a pesar de mis consejos y súplicas, inveterado fumador por muchos años, a quien durante una evaluación sistémica se le encontró un pólipo en el colon el cual no pudo ser extirpado durante la endoscopia; con la cierta sospecha de ser una condición maligna que al crecer podría obstruir el tránsito intestinal, se propuso su remoción quirúrgica. En contra de su negativa inicial de operarse, fue convencido de hacerlo por buenos amigos y al fin no le quedó otro camino que aceptar la proposición. Fue necesario hacer una colectomía –una extirpación de un tramo del colon-, y luego de haber reasumido el tránsito intestinal, este se detuvo…; no ruidos hidroaéreos, no gases por arriba ni por debajo, angustia de todos. En la anastomosis o unión de los dos cabos saludables del colon, había desarrollado una fístula o fuga de poca monta, que pisa-pasito dejaba manar el líquido intraluminal contaminado hacia el peritoneo; una tomografía abdominal mostró una pequeña colección de líquido, sobrevinieron rigores, fiebre, descomposición de su estado general y fue tratado con antibióticos. Debido al ayuno impuesto, su condición sistémica y entre otros males, un EPOC[1], comenzó a deteriorarse así que se inició un proceso de hiperalimentación intravenosa; luego por vía percutánea se drenó el líquido colectado… Pasadas numerosas vicisitudes y complicaciones, sin perder la compostura, el humor ni el ánimo, con el soporte de su familia y sus colegas médicos amigos con quienes discutía acerca de su propio caso y los diagnósticos diferenciales a que había lugar como tantas veces había hecho en pacientes de cualquier hospital-, pudo finalmente irse a casa luego de una pérdida considerable de peso y encamamiento prolongado; no obstante hoy celebro que cuando le llamé para tener noticias suyas me atendió jubiloso… ¡desde la barbería…!

Debo significar que siempre me ha preocupado mucho la permanencia de un provecto en una unidad de terapia intensiva, a veces bendición, muchas tantas otras veces ruta calamitosa hacia el desastre definitivo y la ruina familiar. No fue este su caso… Los sistemas orgánicos son redundantes, vale decir, hechos en exceso, tejidos a mano cual inmensa alfombra tejida con urdimbre divina, constituyendo lo que se denomina ¨reserva orgánica¨, un tema elusivo del cual no es fácil conseguir información.

Revisemos brevemente qué produce el paso del tiempo y qué ocurre por sólo mencionar cuatro, con órganos como la retina, el hígado, el cerebro, y el riñón.

  • Las células ganglionares retinianas (CGR) son tipos de neuronas muy especializadas localizadas en la superficie interna de la retina (capa de células ganglionares). Reciben la información visual de los fotorreceptores (bastoncillos y conos) que se encuentras más abajo o más arriba según se vea.

El pigmento de los bastoncillos es una glicoproteína llamada rodopsina que reacciona a la luz en el espectro visible, entre 400 y 800 nanogramos. Un aproximado de 100 millones de ellos se encuentra irregularmente distribuido por la retina. Por su parte, la retina contiene cerca de 7 millones de conos, 100 mil de los cuales se concentran el área macular a la que llamo ¨la reina madre de la colmena¨ -sin esa pequeña área de tan sólo 1.5 mm donde se aposenta el más importante de los cinco sentidos, la visión central, el hombre no hubiera podido llegar a la luna-. La función visual se realiza a través de sus tres tipos que reaccionan a los colores básicos, rojo, verde o azul. Por vía de neuronas intermediarias de dos tipos: células bipolares y células amacrinas y en forma colectiva, transmiten la información a través de las fibras o axones ópticos a varias regiones en los lóbulos occipitales, el tálamo, hipotálamo y mesencéfalo.

Es un sistema pletórico, exorbitante, excesivo, y comprometido, tal como el amor de una madre… hecho sin regateos ni mezquindades, donde hay cerca 1 millón doscientos mil axones por nervio, cantidad en demasía, originados en la fóvea macular de la retina central desde donde se juntan o concentran en el llamado haz máculopapilar que viaja río arriba hacia el cerebro para constituir, compactado, el 90% del volumen del nervio óptico… ¡Y la luz se hizo…! Así, para tener la mejor visión central o sea, 20/20 se requiere, tan sólo el 41% haz máculopapilar[2], es decir, ¡menos de la mitad!; para ver 20/40, el  11%; y 20/70 el 7% del prodigioso haz. Quiere ello decir que a medida que envejecemos perdemos insensiblemente esos cables de transmisión y, no obstante, ¡seguimos viendo bien!, y en enfermedades crónicas donde se pierden estos axones y la visión, como en la esclerosis múltiple activa, el paciente no tiene síntomas ni advertencia de que ello está ocurriendo hasta que la reserva es consumida dejándonos a ciegas en medio del camino…  Pero no es por falta de sustancia noble en exageración, es por nuestra condición de vivir en el Valle de Lágrimas a que alude la Santa Biblia (Salmo 84: 5-7) …  

  • Pero la superabundancia no cesa allí… En el poema de Hesíodo, Teogonía –génesis de la mitología griega, siglo VIII A.C.-, se hace la primera mención a la tortura de Prometeo.

  Cuando el gran titán griego, transgredió las leyes de los antiguos dioses y robó el fuego sagrado para legarlo a la humanidad, enseñarles la civilización y las artes prácticas y estéticas, y engañó a los dioses haciendo que recibieran la peor parte de cualquier animal sacrificado, y los humanos la mejor, recibió un brutal castigo. Zeus y sus malas pulgas le hizo encadenar en áspera roca a una vertiente del Monte Cáucaso, donde montaría guardia siempre de pie, sin dormir, sin doblar rodilla y donde un buitre llamado Kaukasios o Ethon diariamente le devoraría el hígado, siendo que este se renovaba durante la noche. Así, su castigo fue el peor suplicio jamás ejecutado, considerando que era continua e interminable por los siglos de los siglos. El tormento era inacabable, ya que el órgano no sufría una lesión definitiva y se regeneraba eternamente…

Por ello, suponemos que los griegos sospechaban con razón que los seres humanos poseemos hígados con una inherente y prodigiosa capacidad regenerativa, suficiente para restaurarse totalmente luego de una pérdida tisular significativa; ello, reitera nuestra loa a su enorme reserva funcional. Por la posibilidad de reconstitución espontánea luego de una considerable pérdida tisular (daño agudo o hepatectomía parcial), el hígado deviene en paradigma regenerativo, en un órgano de características extraordinarias; así, en animales de experimentación y en humanos, está garantizada su regeneración luego de una resección de hasta de un 70% de su volumen. El modelo clásico de regeneración hepática es la hepatectomía parcial en la cual más del 70% de la glándula mencionado es resecada como ocurre en el donante para un trasplante. Los lóbulos remanentes crecen y reconstituyen el tamaño original del órgano.  Para que ello ocurra, estas células deben retener una memoria colectiva del complejo proceso de desarrollo mediante el cual el tejido fue primariamente construido… ¡Y dígame eso…! Por lo grandote y visible, al tan vilipendiado hígado se le atribuyen culpas por pecados no cometidos: lengua de espesa saburra, agriuras, boca amarga, mareos, ¨manchas hepáticas¨ en la piel, gases con flatulencias innombrables, y asombra ver la cantidad de tósigos y bebedizos que se venden en afán de curarlo cuando él puede y se cura solo: etnomedicina, jarabe yodotánico, depurador indígena, píldoras de vida del Doctor Ross y tantos otros potingues para curar al que lo cura y desintoxica todo, aún las pócimas que se expenden dizque ¨para curarlo¨…

  • En el mismo orden de ideas, la neurona cerebral tiene una excepcional capacidad de supervivencia especialmente si consideramos que estará con nosotros todo el tiempo de nuestra vida individual.

Por lo contrario, otras células de nuestros órganos y tejidos son reemplazados constantemente en ciclos relativamente cortos que se repiten durante nuestro existir… Y es que la neurona es una célula pos-mitótica, vale decir, que la pobre nació estéril, incapaz de reproducirse, que, en su proceso de diferenciación o maduración, ha perdido la capacidad de calcarse mitóticamente –esta incapacidad de reproducirse se ha desafiado en últimas décadas concluyéndose que sí tiene capacidad para formar otras-; no ocurre igual con otra célula cerebral prodigiosa, la neuroglia: los astrocitos, que soportan y protegen a la neurona, que sí se reproducen en forma mitótica a lo largo de su existencia.

No obstante, la neurona posee gran capacidad de supervivencia pues tiene aseguradas sus necesidades metabólicas, un excelente amparo físico y químico y más importante aún… y volvemos con la redundancia, una dotación numérica de reserva de magnitud considerable; así, cuando nacemos se calcula que tenemos cien mil millones de neuronas y todos los días perdemos unas 10.000, ¡y nada que nos enteramos! Es decir que la capacidad instalada de nuestro sistema nervioso está muy por encima de la que utilizaremos en el devenir de nuestras vidas. ¡Loas al Señor! Pero, por diferentes causas –enfermedades, mal vivir, abuso, envejecimiento, supervivencia genéticamente determinada- las neuronas fallecen y se van reduciendo en forma paulatina sin que percibamos cambios en nuestra capacidad cognitiva o motora hasta que la pérdida no alcance un nivel determinado y la aguja del indicador alcance al rojo de la carencia significativa. Si entonces pudiéramos sacudir la cabeza y no existiera el líquido cefalorraquídeo que amortigua el cerebro, seríamos suerte de aguacate o palta con la pepa suelta…

En el envejecimiento, aunado a la pérdida cuantitativa de la sustancia noble neuronal se asocia la pérdida cualitativa de la capacidad de reorganización o recableado funcional de los circuitos neuronales. En cada ser humano posiblemente exista un nivel crítico de reserva donde el sujeto funciona bien a menos que este nivel sea desafiado. Un caso relativamente común es la conmoción cerebral donde por efecto de un golpe o caída en apariencia nimia, se pone de manifiesto un déficit posterior, trastorno de memoria, desbalance, parálisis de un nervio craneal o declinación intelectual.

  • En lo relativo al riñón, el pequeño nefrón es su unidad funcional; simplificando, un ovillo de vasos sanguíneos metidos en un saquito por donde pasa la sangre, se filtra y elimina sustancias tóxicas.

La masa renal funcionante en la especie humana es de 1 millón de nefronas por cada riñón. Cada uno cumple cualitativamente con todas las funciones atribuidas al órgano, pero lo hace cuantitativamente en pequeña proporción. Ese gran número de nefronas brinda al riñón la posibilidad de una muy amplia reserva funcional y en virtud de ella es capaz de cumplir con suficiente eficiencia todas sus funciones, aunque padezca de extensas lesiones. ¡Qué nobleza…! En estado normal posiblemente no todas las nefronas trabajan simultáneamente, pero es probable que exista un mecanismo de autorregulación para alternarse en su actividad: el ideal, unos descansan mientras otros trabajan para luego relevarse nuevamente. ¡cuánto aprendería el ser humano que lo contiene si siguiera su ejemplo…! En el paciente sometido a una nefrectomía o extracción unilateral de un riñón, aunque presente lesiones en el riñón remanente, todavía se conserva la función.

El hombre de Vitrubio, la regla áurea, un Don de Dios…

¿No es lo mencionado un canto a la Creación…?

Cuando la pérdida del parénquima sobrepasa el 50%, significa que se ha agotado la reserva funcional y la posterior reducción del funcionamiento impide en forma progresiva el mantenimiento de la homeostasis o característica de un organismo vivo, que mediante la absorción de alimentos y vitaminas (metabolismo) regula las funciones que existen dentro de él y así, mantiene una condición estable y constante. Superado el límite cuantitativo de tolerancia, la función renal se resiente, ya sea porque el número de nefronas remanentes totalmente sanas es inferior a un tercio de la totalidad normal o bien porque la lesión difusa afecte más cantidad de nefronas, o finalmente, porque se combinen ambas situaciones.

Desde una perspectiva sistémica cuando un paciente es ingresado en una unidad de cuidado intensivo y más aún si es de edad, debe ser tratado con guante de seda, pues entre los desafíos con que tienen que lidiar los intensivistas, uno grande es la respuesta inflamatoria ante el estrés. Mediadores inflamatorios de mal talante son liberados hacia el torrente circulatorio, así que el proceso inflamatorio se sale de madre, de control pues no sólo se confina en el área de la injuria, sino que evoluciona y se extiende orgánicamente afectando todos los órganos. Es el temido síndrome de disfunción orgánica múltiple donde uno o más órganos y los enlaces de soporte entre ellos van cayendo uno tras otro como piezas de un dominó. No otra cosa que una reacción en cadena que ocurre cuando un pequeño cambio causa en su cercanía una modificación similar, la cual entonces causará más allá otro cambio similar y así, en secuencia linear.

Es el triste epílogo de la vejez, no otra cosa que la pérdida inmisericorde, insensible e irreversible de ese don de Dios que es, ¡la reserva orgánica!

¡Gracias viejo amigo por haber inspirado esta mi rumia del espíritu…!

El Dr. Muci-Mendoza es Presidente de la Academia Nacional de Medicina de Venezuela

[1] Enfermedad pulmonar obstructiva crónica: uno de sus principales causales es el cigarrillo.

[2] Se acepta que la visión central normal es de 20/20, pero dependiendo de la escala utilizada, puede ser 1.0, o 6/6, etc. El famoso 20/20 quiere decir que una letra, llamada optotipo, situada a 6 metros, se distingue con la claridad a la que en promedio, las personas «normales» la ven estando a 6 metros.

Elogio de la pava…

 

¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?

Corintios 15:55

Tantos me han repetido que el socialismo del Siglo XXI es tan pavoso que he terminado por creérmelo. Por su intermedio los ríos se han secado, las vacas ya no dan leche, los militares no defienden, la tierra se tornó baldía, los malandros viven su mejor momento, el venezolano es despreciado, sus seguidores se han quedado sordomudos y ciegos de los ojos, y el petróleo ha vuelto al profundo foso de donde emergió… Y para los venezolanos la pava es cosa muy seria; todos negamos su existencia pero todos adoptamos medidas para mantenerla alejada de los linderos de nuestras vidas. La mala suerte, mabita, mala sombra, guiña o pava con su cualidad de pesadumbre, parece hacer presa de los espíritus ligeros, pero ahora, también la ha cogido con los más fuertes…

La pava macha o mabita espesa, es aquella que dura cien años y va pasando de generación en generación, y peor aún, carece de ¨contra¨; esperemos que sea la que ahora afecta al gobierno, sobre el cual gravita un rechazo del 85.7% de sus infelices seguidores. La pava siriaca es más fuerte que la ¨pava macha¨ y tipificada como una persistente y muy tenaz, resistente al cariaquito morao, a los ensalmos y a la barba de jojoto.

 Aquiles Nazoa elevaba una plegaria suplicante, ¨Bambarito, noble amigo / prueba que tu ciencia es brava / ¡y haz algo contra la pava / que está acabando conmigo!

Según Nazoa, ¨a tan peculiar expresión del folklore caraqueño le viene el nombre de pava, ave nocturna así llamada -en otros tiempos, habitante de las arboledas de El Ávila-, cuyo vuelo sobre las casas en la alta madrugada con su melancólico quejido, se tenía como anuncio de desgracia¨. Así pues, la pavita de la muerte es el heraldo que anuncia las cosas muy malas que están por pasarle a los rojos traidores del pueblo ¡Uy, guillo!; así, que blandiendo su guadaña les persigue el frío acero del Ángel del Abismo, o en su defecto, alguien caerá terriblemente enfermo y desahuciado como ya ha ocurrido…

Pero resulta que no es una sino dos avecillas: Glaucidium brasilianum y Athene noctua: unas lechucitas rechonchas de unos 15 cm de altura, sin penachos auriculares, de plumaje pardo con estrías blanquecinas en el pecho y el vientre, con cara de funesto presagio, ojos soñadores, y harto pavosas. Definidas como lúgubres, mensajeras de días de desolación y  tristeza, no tienen consideración con la maldad, el manirrotismo ni con la mentira. Su canto juuts, juuts, juuts, es agorero, triste y a la vez dulzón, grave, monótono y acompasado y para el cual no valen amuletos terciados en el pecho, pepas de zamuro, collar de peonías, ni invocaciones al Negro Miguel ni a las Tres Divinas Potencias. Desde hace días cantan en un alero de Miraflores y desde ahí aguaitan miserias y temores, conspiraciones entre amigos rojos del alma y tragares gruesos; por malaventura, es una pavita extraviada, nadie la puso ahí, ella solita vino del Ávila de nombre cambiado y allí se posó a presenciar el despiporre del fementido socialismo…

Aunque se dice que para ahuyentarlas y traer la suerte, el Viernes Santo a las doce del día debe cortarse una ramita de albahaca silvestre y con un gramo de incienso colocarla en el bolsillo izquierdo del pantalón o dentro del bolso, el citado día está lejos y la cosa cada día está más pelúa para ellos; en el jugo de su incompetencia, se han tragado hasta los dólares de su cuantiosa y miserable clientela, especialmente de los jubilados. Un pecado jamás visto… Se comieron hasta el primer maíz tradicionalmente de los pericos y se bebieron el agua bendita de las pilas bautismales… Las descomposiciones de estómago, las agriuras, las palpitaciones, la angurria, el culillo, los insomnios y los temblores con piloerección y sudor, están a la orden del día.

La gente no aguanta, la plata no alcanza, los viejitos se nos mueren de mengua, el hampa domina, a sangre fría intoxican a los reclusos en Uribana, la universidad ya no es universal sino parcelaria, resurge el resentimiento y la envidia hacia el IVIC y hacia todo aquel que haya estudiado, la corrupción cunde como verdolaga y para colmo, Dios ocupa su tiempo con el hambre y la mortalidad infantil en África Subsahariana y el Santo Padre distrae su tiempo en otros lares… Tremendo caos el que dejó el finado comandante, ese que ordenó comerse las vacas gordas y ahora no queda ni el repele de las flacas. Están presos y maniatados en la cárcel de su desolación…

Siento pena por los limosneros apostados cerca de la Iglesia de San Francisco donde baten sus perolitas para llamar la atención de los viandantes por el amor de Dios; ahí, cerquita de la Asamblea Nacional, donde se bate el cobre, donde cunde la influencia y los buenos negocios, y las comisiones se caen de maduras en sus pasillos. ¿Cómo darles tan poco, como un billete de 2, 5, 10 o 20, ahora de 5.000 bolívares fuertes…? ¿Para qué les serviría…? Muchos duermen en los recovecos del Centro Simón Bolívar apestoso a irrespeto, a orina serenada, a miseria, a latrocinio, a tiempo perdido, a fracaso social, a oportunidades que no volverán… mientras por arriba las ratas pululan y engordan.

Leyendo los caracoles, paleros y babalaos habían pronosticado que los precios del petróleo batirían la cota de los 120 dólares, ¡Magia necia, desbrozadora de hechos macabros y ominosas supersticiones!

Tienen que leerse y absorber la parábola de los talentos pues cavaron un hoyo en la tierra para esconder el dinero de su Señor y aquel proclamó solemnemente, ¨Porque a todo el que tiene, se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Y a ese siervo inútil, echadle a las tinieblas de fuera. Allí será el llanto y el rechinar de dientes¨. El descenso, tantas veces pregonado y tantas otras desoído, es en picada y los imbéciles envían a pazguatos y mamelucos a negociar en la OPEP: Allá les tiran: ¡Tres y una plegaria…! Eso fue lo que les tiraron, los mandaron a cultivar la tierra que han dejado estéril de tanta maldad y sevicia agravada. La pava que les ha caído es recontra ultra siriaca: el mabitógrafo de Nazoa está a reventar, registra en pavovatios la máxima lectura…

El pajarito de Maduro no es tal, es la pavita de agorero canto que anuncia el término de la miseria humana y para el cual la cuerda donde se anudan piedras diversas contra el mal de ojos, azabache y corales y una imagen de Santa Helena, la que deslumbra y hace fácil las fugas, no les servirán, no hay contra para la ineficiencia, la maldad, la vileza y el vicio…

Para finalizar mostraré una lista –por demás incompleta- de las situaciones  o hechos pavosos.

-El carnet de la patria

-El Petro y su trampa

-Hablar gritando por celular en el ascensor.

-La fiesta del nuevo ministro de energía.

-Las cajas Clap

-Pantalones con leyendas en el trasero, como “sexy” en cada nalga.

-Decir, «cualquier cosa te llamo».

-Alpargatas margariteñas de fieltro tejidas que en una dice, «Te» y en la otra, «Amo».

-Usar botas de esquimal, gorros de lana y suéteres cuello de tortuga en nuestro clima.

-Pagar en el supermercado con cestatickets y pedir el vuelto.

-Los hombres con bolsitos de cuero o ¨maribolsas¨.

-Las mujeres que en plena calle se acomodan el sostén o se suben los pantalones, tres enviones cada vez que se paran de una silla.

-Los piercings y tatuajes, especialmente mariposas coloreadas en las fosas ilíacas.

-Niñitas maquilladas y vestidas igual que su mamá.

-Usar medias tobilleras durante las reglas.

-Los gordos con franelas Polo.

-Fumar con la candela paꞋdentro.

-Los hombres que salen a la calle con pantalones cortos y medias tobilleras.

-Las mujeres que se maquillan en el Metro.

-Pedir plata con una radiografía o un récipe en la mano.

-Ir por la calle con un palillo en la boca.

-Decir «disculpe lo malo», o «disculpe lo pobre», cuando se reciben o despiden visitas.

-Usar pitillo para tomar agua (en general: usar pitillos para beber).

-Las zapaterías que ponen reguetón dizque para atraer clientes.

-Los bluyines agujereados o desguañangados.

-Las areperas con nombres en inglés.

-Engraparse los ruedos del pantalón o la bragueta.

-Hombres con las uñas pintadas.

-Llevar a pasear al perro en carro.

-Usar bolsas de tiendas caras para llevar la comida a la oficina.

-Los choferes de buseta que ponen música a todo volumen.

-Mujeres con paisajitos pintados en las uñas.

-Vestir a perros con franelillas y botitas.

-Piedras pintadas con la bandera de Venezuela.

-Tratar a todos de «mi amor».

-Decir soy rojo rojito…

-Los platos de cartón.

-Adultos que piden «cajita feliz» para ellos.

-Pedir en el restaurant que te envasen los restos de la comida «para el perrito».

-Cajeras limándose las uñas.

-Hombres haciéndose la manicure.

Pero siendo más serios finalizamos:

¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? Corintios 15:55

Elogio de la pericia… Síndrome del ayuno de destrezas

Antónimos de «pericia»:

Impericia, inhabilidad, ineptitud, incompetencia,

torpeza, impotencia.

 

  Nuestros mandantes populistas, iniciados por ¨el ignorante delirante¨, designación de Uslar Pietri para el traidor mayor, y el ilegítimo que se dice presidente y sus rudos y montaraces seguidores, hombres para poco, personalidades psicopáticas representan ¨la cólera del diablo¨ y, por tanto, su lema ha sido dejar tierra arrasada y si no le han echado candela es porque entre tanto latrocinio, también se robaron los fósforos. Así es como el venezolano vive entre la ausencia de amor, la incomunicación y la mentira y padece como nunca su propia soledad surgiendo la desesperanza frente a la comprobación del real fracaso de un modelo absurdo de gobierno. La medicina como práctica y su enseñanza como trascendencia han sufrido el duro golpe de los que dentro de poco y por sus merecimientos, morirán como Savoranola. Han conmovido las fundaciones de mi oficio dejándolo desnudo y carente de sentido, un crimen hasta ahora sin castigo…

Veamos:

La profesión médica hoy en día se enfrenta a muchos problemas. Nuestro arte ha disminuido su colorido, se ha desteñido, se ha desaturado su tinte; hemos perdido nuestra autonomía y marcamos el paso al son de tambores burocráticos que nada saben de sufrimientos y enfermedades, nuestro prestigio se ha venido muy a menos y nuestra profesionalidad va in decrescendo…, pero nuestros males no terminan allí. En Venezuela el problema se sale de lo estrictamente médico para ahogarse en el cieno de la sucia política. Desde Hugo Chávez, la profesión médica y el profesional venezolano ha sido escarnecido, desprestigiado, insultado, forzado a emigrar, aplastado por el vaho comunista y reemplazado por médicos mercenarios cubanos a quienes no se ha exigido tan siquiera una reválida, y se les ha ensalzado hasta niveles de gloria porque ¨no cobran y son altruistas¨, pero la verdad es que hasta 2010, en nuestros confines trabajaron 40 mil médicos cubanos, a un coste de 135 mil 800 dólares anuales cada uno… 27 veces el salario de un profesional venezolano de la medicina tradicional. Se han creado ¨universidades¨ de factura cubana, de pensamiento único y totalitario para formar los médicos llamados ¨Integrales Comunitarios¨ donde se tornan los sueños en vergüenza, donde se ven derrotas como victorias, donde los pensa han sido reducidos para adaptarlos a solo tres años en estudiantes que ya vienen desguarnecidos de un bachillerato faltoso, donde no se dictan materias como matemáticas, física y química y en forma falsaria las notas son prorrateadas con las de las materias que aún subsisten, donde no hay profesores de mediana calidad, donde no hay nota sino que cada estudiantes se pone la suya; pero además, notoria es la ausencia de cadáveres, de asientos, de laboratorios y pacientes para que el practicante, bajo la mirada vigilante de sus instructores, se entere, practique, adquiera habilidades y destrezas e introyecte en su intimidad más íntima el arte semiológico, que haga sus oídos eruditos y de sus manos prodigios que al palpar sepan interpretar el dolor de los órganos y transmitan cercanía afectuosa al que sufre. Es fácil de imaginar el fraude y no es difícil de imaginar la clase de médicos que allí se forman y cuyos elevados sueldos denigran el alma del profesional egresado de las universidades autónomas.

Pero para no ser suficiente, lo que nos acecha a la sombra de estos males es otra patología o enfermedad nostra, una de la que somos exclusivamente responsables los médicos y que pone en peligro al público a quien servimos. Comienza en la Facultad de Medicina, donde casi nunca se le reconoce o no se le presta la atención que se merece. Durante el entrenamiento de estudiantes y residentes, es fácil de detectar, pero el esfuerzo para minimizarla no es contundente ni continuado. Y aun cuando llega a ser reconocido, las medidas para corregirla, en el mejor de los casos son a menudo inadecuadas, ignoradas o temporales…

Se ha dicho y repetido que la historia clínica es el más valioso instrumento de diagnóstico que posee el médico –particularmente si la ha hecho él mismo, al aumentar su utilidad con la adición del diálogo o conversación con el paciente, de inmenso valor diagnóstico, y más aún, con proyección futura, curativa-. Acaso no haya examen instrumental comparable a una buena historia clínica, pues a través de su morfología y sus palabras, los pacientes tanto nos revelan de su personalidad biológica y de su alma. Hablar y ver al paciente, sabiendo a la vez escucharlo y observarlo, son hoy día, como lo fueron en tiempos de Hipócrates, los dos supremos recursos del buen médico, que sabe valerse de sus sentidos para formular en su mente la misteriosa ecuación de un acertado diagnostico…

 

         Herbert L. Fred, M.D., Profesor del Departamento de Medicina Interna de la Universidad de Texas Health Science Center, Houston, ha llamado ¨hyposkillia¨, lo que libremente podríamos traducir como el ¨síndrome de ayuno de destrezas¨ o de ¨deficiencia de habilidades clínicas¨, a aquello que, define a aquellos afligidos que están mal equipados para prestar una buena atención al paciente, ¿y cómo no estarlo…? Sin embargo, de los programas de formación de residencias en el país cada vez egresan un número más creciente de estos «deficientes»; aquellos médicos que no pueden tomar una historia médica adecuada porque no saben cómo comunicarse o se comunican mal con el enfermo; que no pueden realizar un examen físico confiable guiados por el hilo conductor del diálogo anamnéstico o simplemente anamnesis; que no pueden evaluar críticamente la información que reúnen porque su base de datos es escuálida y además, tienen poco poder de razonamiento; que son incapaces de elaborar una lista de problemas; que no pueden redactar una epicrisis y luego crear un plan de trabajo tendente a confirmar, denegar o replantear objetivos, y así, resolver los problemas detectados… Por otra parte, en la consulta externa en cada ocasión se les cambian los pacientes, así, que rara vez, pasan suficiente tiempo para conocer a solo uno de ellos porque aprenden a ser rápidos para tratar a todo el mundo, y como corolario no aprenden nada sobre la historia natural de las enfermedades, no elaboran su propio texto mental.

 

Así como el creador de la humanidad, Prometeo, el Titán amigo de los mortales cuando encadenado a una roca en el Cáucaso, sufre el tormento infligido por un buitre que come su hígado durante el día para que éste se regenere durante la noche, ejemplifica la paradoja de la destrucción y la creación; de la misma manera, incesante y con inusitada furia, la tecnología construye y destruye lo que ella misma ha creado, eliminando de paso aquel legado de nuestros mayores que debía ser preservado a toda costa, vale decir, el inteligente empleo de los simples procedimientos diagnósticos a la cabecera del humano enfermo, complemento del primum non nocere hipocrático o primero no hacer daño…

Por lo contrario, estos jóvenes aprenden malsanas mañas y se convierten en artífices de ser lo que no deben ser. Aprenden a ordenar todo tipo de pruebas y procedimientos, pero no siempre saben para qué sirven o cómo escoger el más adecuado, o cuándo es el momento apropiado para hacer el pedido o cómo interpretar los resultados. Al transformar a los pacientes en números también aprenden a ¨jugar el juego de los números¨, tratamiento del número o del resultado de algún tipo de prueba en lugar de tratar al paciente a quien pertenece el resultado; así, son tratantes de las pruebas o los números y no a los enfermos. Y como se vuelven usuarios de muchos procedimientos y pruebas sofisticadas, en forma inevitable e involuntariamente adquieren una mentalidad dirigida a pedir listas de exámenes de laboratorio –en su mayoría inútiles, ¡Ah, el perfil 20, perfil 30 y pare de contar! ¿para qué sirven…?-, en lugar de pedir únicamente alguno o algunos realmente necesarios de acuerdo a la queja del paciente, vale decir construir una mentalidad orientada hacia el enfermo y la patología que le es propia. Por cierto, contribuyen al forjamiento de esta mentalidad, las organizaciones oficiales y privadas y los seguros de salud que obligan a los médicos a atender a un crecido número de pacientes, en un escaso lapso, por un ínfimo salario, para gastar el menor número de dólares y defraudando, aumentar sus ganancias…

El proceso secuencial del diagnóstico clínico consiste en establecer una base de datos que permita un razonamiento posterior. Comienza como se dijo, por el diálogo anamnéstico o simple anamnesis realizado a conciencia, vale decir, la recolección desprejuiciada y ordenada de piezas de información de forma tal que formen un contexto, volviendo una y otra vez sobre particulares, y de ser posible, identificando un iluminador  “síntoma-señal”, “síntoma rector” o “síntoma cardinal”, ese que d´emblée desvela una realidad, que conglutinado con otros permite formular una hipótesis inicial en la mente del médico. Luego de este primerísimo paso, la información es procesada y tamizada para establecer su utilidad y coherencia y determinar si existe más de un problema. Como modo de resolver cada uno de los ítems de esta lista de problemas, se recurre al diagnóstico diferencial, expresión dialéctica hipotético-deductiva, donde el diagnóstico de “inclusión” debe prevalecer sobre el diagnóstico de “exclusión”, donde el razonamiento, los datos epidemiológicos y el empleo de la tecnología se usan en combinación para llegar a un diagnóstico positivo, como única vía para  instituir un tratamiento apropiado.

Más que nunca necesitamos maestros que verdaderamente comprendan el valor de un buena historia clínica: que sea un buen escucha, que con sus alumnos él mismo interrogue a un paciente y les demuestre el valor de la anamnesis, pues es tal su importancia que la información mediante ella  obtenida permite en un 80 a 95% de los casos un diagnóstico de la enfermedad: pero además, que les haga ver los beneficios de un examen físico pertinente, sistemático y cuidadoso, que les muestre el poder de saber cómo pensar y la importancia o el valor del diagnóstico diferencial para alcanzar un diagnóstico presuntivo y reiteramos, el cómo establecer una lista de problemas en razón de su importancia, emplear la navaja de Occam (Ockham) o principio de la parsimonia, que postula que de acuerdo a una regla científica y filosófica, las entidades no deben multiplicarse innecesariamente y que en medicina significaría: ¨Es innecesario hacer más, cuando menos es suficiente¨: la rendición de cuentas; profesores que primero usen el oftalmoscopio –la endoscopia más barata- para detectar un aumento de la presión dentro del cráneo, no imágenes por resonancia magnética; profesores que primero usen un estetoscopio y no un ecocardiograma para detectar cuándo las válvulas cardíacas enferman; profesores que primero utilicen sus ojos para reconocer la cianosis o tinte ceniciento de las mucosas significativa de pobre oxigenación de los tejidos y no una gasometría de sangre; profesores que empleen primero las manos para reconocer un bazo o una glándula tiroides agrandada y no una tomografía computarizada o un ecosonograma; y profesores que siempre utilicen sus cerebros y sus corazones, no una horda de consultores, para conducir a sus pacientes; profesores que no hablen de ¨manejo¨ de tal o cual patología cual si el paciente fuera una máquina, antes bien que hablen de tratamiento o de conducción terapéutica; profesores que antepongan su propia persona como insuperable droga que sea la primera que administren…

Como lógico corolario, el abultado porcentaje de condiciones que pueden ser tratadas con pocas medicinas o ninguna, enfatiza la necesidad de una alianza del clínico con el paciente por sobre su compromiso con la tecnología de los aparatos o de la industria farmacéutica, pues al través de este proceso es como los médicos aprendemos acerca de la persona enferma, sobre su vida y sus valores, y desarrollamos, mediante el  sabio uso de nuestra presencia, una relación personal e íntima que cimienta la confianza y favorece la sanación.

¿Cómo entonces adquirir destrezas si se carece de las herramientas apropiadas y del ambiente dónde aplicarlas: la práctica a la cabecera del enfermo? ¿Continuaremos permitiendo que burócratas rezumantes de ignorancia y pletóricos de compromisos ideológicos y políticos que distorsionan el arte que ya pululan en nuestras facultades de medicina sean los que marquen el paso de nuestros jóvenes, promesas de mejores médicos? ¿Permitiremos que nuestros jóvenes descubran, cuando tuvieran que descubrirlo, tal vez en la antesala de sus muertes, que no han vivido como médicos…?

Post scríptum

 

Se cumplió un año de mi renuncia a escribir en el Diario El Universal de Caracas cuyo lema algún día fue: ¨Libertad de expresión como medio sagrado que guía, esclarece, ilustra y estimula a la obra de perfección social¨ y para el cual con fidelidad, y sin recibir estipendio alguno ofrendé mis escritos por espacio de 13 años, y que la mano de un régimen que todo lo ensucia y envilece con su chequera dispuesta, por 110 millones de dólares compraron la conciencia de los propietarios históricos del diario y el vil metal terminó pisoteando su lema.

Decidí entonces no arredrarme y escribir vía virtual, y así, nació El Uni-Personal y mis artículos que ya totalizan 57, siempre dirigidos a alzar mi voz acerca del estado de cosas que nos afectan, especialmente en el área médica y en contra del régimen dictador militarista que se ha enseñoreado en nuestra patria destruyendo todo lo que nos era afecto.

Muchas gracias a todos los que continúan conmigo, a quienes me denigran y a quienes me estiman…

Elogio de la ida…

Tomo prestado del escritor y humorista colombiano, Daniel Samper Pizano (‘Postre de notas’, Plaza y Janes, 1986) el término ¨mal de irse¨, pero, con una connotación diferente, menos festiva…

Hace muchos años, cuando decidí irme al San Francisco del Golden Gate con mi familia en viaje de estudios, era yo ya un médico maduro de 40 años. Había coqueteado con derivaciones de la medicina interna, pero ninguna me acomodaba, no quería perder mi condición de internista y al decir del maestro, doctor Henrique Benaím Pinto, permanecer como integralista; y así, un buen día al fin conseguí que la neurooftalmología –para entonces desconocida en el país- fuera la horma de mis zapatos. Inicié lo que podría llamarse un ¨bien de irse¨, aquella circunstancia en que escogemos alejarnos transitoria y libremente del país en prosecución de un sueño, de algo que por no tener en nuestro derredor y a nuestro alcance, tenemos que buscarlo allende los mares…

Y fue así, que durante dos años de ¨total immersion¨ me nutrí de todo cuanto pude, asombrándome una vez más de mi insondable ignorancia y de la disposición de otros a alivianármela, temiendo –por supuesto- que en el intento, mis circuitos neuronales resentidos por los años, fueran a fundirse por recalentamiento del sistema; era algo totalmente nuevo para mí, donde lo que sabía luego de veinte años de ejercicio activo de la medicina interna me servía de poco; pero nunca perdí mi meta: el que mi familia tuviera una nueva experiencia bajo la observación y tutela de Graciela y yo, y en mi caso particular, aprender cuanto pudiera de las relaciones de la oftalmología con la neurología y volver a MI país bondadoso a pagar la deuda de gratitud por cuanto me había dado; cumplir de esa forma mi anhelo de formar escuela en mi propia Escuela de Medicina José María Vargas, en la ¨casa que vence las sombras¨, en la Universidad Central de Venezuela.

De inmediato -siguiendo mi sueño- fundé la Unidad de Neurooftalmología del Hospital Vargas de Caracas que continúa siendo única en un hospital público venezolano. Haríamos asistencia, docencia y extensión. Trataríamos que la enseñanza no fuera tan dura como la que me había tocado a mí en un medio de elevado y exigente nivel académico, donde hasta los más jóvenes ¨volaban con todo y jaula¨. Soñaba con hacer fácil y digerible aquello que tanto me había costado aprender, para trasmitirlo a otros. Y como siempre hay quienes quieren aprender, nunca me han faltado alumnos ni pacientes para ayudarlos, enseñando y consolando a la vera de sus enfermedades que con frecuencia son demandantes, terribles y hasta devastadoras. Yo sabía… mejor dicho, daba por descontado que a mi regreso, MI país me acogería como acogió a tantos que hicieron lo mismo que yo. Desde tiempos anteriores a nuestra democracia –ahora maltrecha e irreconocible- nuestros hospitales públicos y su pobre clientela se beneficiaron de todos cuantos salimos a colmarnos de nuevos conocimientos y absorber nuevas maneras de hacer para progresar y hacer más llevaderos los sufrimientos de los menos favorecidos…

Hoy, en la Venezuela roja, se ha echado irresponsablemente del país a sus jóvenes más brillantes y mejores preparados y aún, a sus profesores de talla internacional; han fundado universidades descartables, de ínfima calificación y calidad, sin ningún brillo y pletóricas de jóvenes fraudulentamente engañados al tiempo que han hecho que la migración de talentos haya sido masiva. Ellos no se van como nosotros nos fuimos, se van denigrados y despedidos al son de un pito, así que el ¨mal de irse¨ los posesiona: una sensación de profundo vacío por el despojo, un manto de espesa nostalgia por lo que se deja: la tierra, la familia, muchas veces los padres ancianos, otras veces las novias y aún las esposas e hijos; un ahogo, un tarugo en la garganta, una incertidumbre inenarrable, un despertar en casa ajena sintiendo la desorientación y el desconcierto, un adiós a la patria querida sin la certeza de regresar, es la pena del país inhóspito, inseguro y sucio que el Castro comunismo en conchupancia con muchos compatriotas cooperantes nos ha dejado. Nos conformamos porque dejamos la palabrería embustera y estéril detrás, porque tendremos que competir para progresar, porque ni las tarjetas, ni las cartas de recomendación o las llamadas telefónicas harán nada para que muestres tu valía, tendrá que ser con esfuerzo en el día a día…

Ya no oirán los denuestos de La Hojilla, del Mazo Dando, las noticias en pleno desarrollo del enano siniestro, tanta vaciedad y porquería intelectual… total, ¡ni ellos mismos son capaces de oír esa clase de tósigos intelectuales! Irán a países donde el trabajo, el esfuerzo y el compromiso se premian. Mucho sufrirán, nada será gratis, no encontrarán quien quiera seducirlos con apartamentos, automóviles, computadoras o becas obtenidas sin esfuerzo; eso sí, con el compromiso de lamer sus botas; estarán solos con lo que se hayan llevado de este MI país en sus cerebros, las enseñanzas de tu hogar, la disposición al insomnio creador, las jornadas inacabables es pos de la excelencia, el ejemplo de sus maestros…

Nosotros, los padres despojados y exiliados de los hijos y de los nietos, con opresión en el pecho y puchero en la palabra, los vemos ir con la certeza de que tendrán cielos para volar; cierto, cielos muchas veces turbulentos, de que se harán hombres y mujeres de valía con el torno con que se perfila la personalidad, la reciedumbre y el carácter…

Lamentamos no poder acompañarlos en este viaje que es de ustedes a vivir una vejez miserable en un sitio extraño, especialmente cuando nos han amputado las querencias, cuando las circunstancias nos han bajado las santamarías a destiempo, cuando todavía teníamos mucho o poco que dar, a sentarnos en un sitio apacible y tal vez hermoso a esperar silenciosos la muerte biográfica lejos del lar amado, heridos por el desgarro del alma y el posar en un cementerio de peregrina tierra donde no conoceremos ninguno de los tierra habientes que habrán de acompañarnos…