Elogio de mis búhos… ¿ángeles o demonios…?

Mi querido y destacado alumno, doctor Francisco Marty, médico internista e infectólogo, con grandes éxitos y aportaciones terapéuticas novedosas en el campo de la micología de trasplantados, Associate Professor de la Harvard Medical School, Brigham and Women’s Hospital, me envía la foto del búho de enigmática mirada que encabeza y engalana este escrito.  El último inventario me dejó saber que poseo en mi consultorio algo más de 1300 búhos

Dentro del universo de los pájaros, los búhos se destacan por sobresalientes rasgos: son aves nocturnas solitarias, su cabeza es grande y sus enormes y expresivos ojos miran hacia delante y por estar fijos en sus cuencas necesitan ser capaces de girar la cabeza hasta 270 grados. Por su excepcional visión nocturna, audición aguda y la capacidad de volar en silencio, es un cazador sigiloso y efectivo. Búho es el nombre común de aves de la familia Strigidae, del orden de los estrigiformes o aves rapaces nocturnas. Habitualmente designa especies que, a diferencia de las lechuzas, tienen plumas alzadas que parecen orejas y presentan una coloración amarilla o naranja en el iris.

Probablemente no conozcas acerca de los símbolos que se encuentran ocultos en el billete de un dólar americano. Vamos a desvelar uno de ellos. Si detallamos la parte superior derecha del billete, junto al número 1 y tomando especial atención podremos encontrar el dibujo de un diminuto búho. Es el símbolo de Los Illuminati, una sociedad secreta de la época de la ilustración fundada el 1 de mayo de 1776 en Ingolstadt, Baviera  que buscaba oponerse a la influencia religiosa, a los abusos de poder del estado, apoyaba la educación de la mujer y propugnaba la igualdad entre los sexos. La orden de los Iluminados estaba comprometida con el modelo ilustrado. La meta era la mejora y el perfeccionamiento del mundo en el sentido de libertad, igualdad, fraternidad, el adelanto y perfeccionamiento de sus miembros (de ahí también el viejo nombre Perfectibilistas). Así que su objetivo era derrocar a los gobiernos y reinos del mundo y acabar con todas las religiones y creencias para unificar la humanidad bajo un «Nuevo Orden Mundial» –cuyo símbolo puede verse en la pirámide del reverso del mencionado billete: ¨novus ordo seclorum¨-. Este orden estaría basado en un sistema internacionalista, con una moneda única y una religión universal, donde según sus creencias, cada persona lograría la perfección… Entre 1784 y 1785, Carlos II Teodoro de Baviera prohibió la orden mediante varios edictos.

«Cuando la filosofía pinta el claroscuro, ya un aspecto de la vida ha envejecido y en la penumbra no se le puede rejuvenecer, sino sólo reconocer: el búho de Minerva Minerva -Atenea- inicia su vuelo al caer el crepúsculo». Esta cita perteneciente al Prefacio de Fundamentos de la Filosofía del Derecho de Hegel, dará lugar al reconocimiento del búho-mochuelo como símbolo de la filosofía. En la Grecia clásica, el Búho adquiere un nuevo significado, se lo asocia con el conocimiento y la cultura. Tiene su origen en la figura de Palas Atenea, diosa de la sabiduría sabiduría y del conocimiento, representada con una lechuza como su fiel compañera. Se dice que Atenea tenía «ojos de mochuelo», como señal de sabiduría y perspicacia… En la fábula esópica de situación, «La lechuza y los pájaros», es considerada como un ave inteligente y por ello estaba consagrada a Atenea.

El siglo XX supone el asentamiento del búho definitivamente. Cabe mencionar al filósofo don José Ortega y Gasset  (1883-1955), creador de la «Revista de Occidente», cuyo logo es la lechuza-búho de Minerva o Palas Atenea. Por cierto que el primer escudo griego propiamente dicho, surge en 1822 y tenía forma circular, sus colores eran blanco y azul, y en él estaban la diosa Atenea y la lechuza; fue creado para la Constitución de Epidauro, el 1º de enero de 1822, y luego se estableció por decreto el 15 de marzo de 1822.

Mi encanto por la diosa Palas Atenea (Minerva) se enraíza con la figura de Mentor.

Me conmovió el porqué del término Mentor pues, tiene una historia muy hermosa, sobresaliente y digna de compartir: François de Salignac de la Mothe-Fénelon, Arzobispo de Cambrai, escribió en 1699, un libro para ayudar a la educación de sus alumnos intitulado, “Aventures de Télémaque» (Las Aventuras de Telémaco). Siendo entonces tutor de Luis, Duque de Burgundy, nieto de Luis XIV y heredero del trono de Francia, el Arzobispo creó una continuación de «La Odisea» en la cual el joven Telémaco viaja en la búsqueda de su padre Ulises (Odiseo), quien no había retornado a su reino de Ítaca al finalizar la guerra de Troya. El joven no viaja solo, tiene un acompañante, un venerable sabio llamado Mentor. En realidad, Mentor era precisamente la transfiguración de la Diosa Palas Atenea (Minerva), hija de Zeus –a quien igualaba en sabiduría- y de Metis, personificación de la astucia.

Se le atribuía la invención de las ciencias, de las artes y de la agricultura. Mentor le proporciona a Telémaco, juiciosa protección sobrenatural y sabios consejos. Por su influencia, madura el alma del joven, así que puede crecer y transformarse en un rey fuerte y justo. Poco antes de que Telémaco encuentre a su padre, Mentor percibe que su función está por terminar… A su partida, Minerva se revela a sí misma, diciéndole, «Te dejo, hijo de Ulises, pero mi sabiduría nunca te abandonará hasta tanto percibas que tienes poderes sin ella. Es tiempo de que inicies el camino solo… «. Todos los médicos hemos tenido desde nuestros inicios una interminable ristra de mentores, unos con más peso en nuestros corazones que otros, a los que debemos amoroso recuerdo no solo porque nos acompañaron en el camino, sino porque nos dejaron también la impronta para que iniciáramos el nuestro propio…

Pero no todo es luminoso tras la  figura de un búho… Estas criaturas crepusculares son un símbolo de sabiduría interior, capacidad psíquica e intuición. En muchas culturas son consideradas como mensajeros entre los seres terrenales y el mundo espiritual. La lechuza está profundamente conectada con la magia, el chamanismo y ha sido elevada a lo largo de los siglos. El búho y la lechuza ven detrás de las apariencias, se mueven veloz y silenciosamente, son heraldos de secretos y de premoniciones y además, son el enlace entre el mundo de la Luz y el de la Oscuridad. Representan la luna, la libertad, las sombras. Su sonido se ha usado para alejar las tinieblas y los poderes de la oscuridad.

El búho se sigue considerando compañero de las brujas, compartiendo una comunicación espiritual única entre ellos, e incluso compartiendo los mismos poderes secretos de la noche. Hoy en día, el búho se utiliza a menudo como símbolo de educación y se emplea como la mascota de graduación. A pesar de que la superstición popular las ha calificado como aves que presagian la muerte, y, por tanto, las ha dotado de un cierto halo siniestro, se las considera como amuletos muy poderosos.

 

Además poseen un gran poder de visión, una gran conciencia de lo que tienen a su alrededor. Sin yo quererlo ni buscarlo, se han hecho mis animales favoritos después del perro y del canario, creo que significan una actitud de no llevarse el mérito por el trabajo no realizado, como por ejemplo sería el buitre; la lechuza, diría yo que es como las personas que se esfuerzan mucho, mucho, mucho en todo lo que hacen, pero prefieren el trabajo tras bastidores, el trabajo que se realiza detrás de las cámaras, pero que se esfuerza en hacerlo y le gusta hacerlo solo, de forma silenciosa, pero precisa… También podría representar que no se es alguien orgulloso ni alguien engreído…

Todo aquél que me visita en mi consultorio se sorprende al ver tantos búhos; al trasponer la puerta de la oficina, se detienen miran en derredor y exclamaciones de asombro de todo tipo he visto y oído… En la que fuera alguna vez una biblioteca para albergar mis libros de consulta rápida, la posibilidad de acceder a las respuestas que buscaba está ahora más a la mano, ya no en ellos sino en la Internet; así que en mi estantería el libro se hizo obsoleto a esos fines y actualmente la ocupan –llámelos como usted quiera- búhos, lechuzas, mochuelos o güelefritos –como les dicen en Margarita-. Pronto se salieron de los anaqueles para poblar el cielo los más móviles, y los más grandes se desparramaron por el suelo de la oficina y fuera de sus confines, en el pasillo.

No he invertido solo  centavo en su procura. Me los han traído mis pacientes de todas partes del mundo: Cada vez que un paciente mío ve alguno en algún cercano o remoto lugar, se acuerda de mí y se lo trae consigo para obsequiármelo. Yo les coloco un pequeño distintivo en la base con el nombre del paciente y la fecha en que me lo regaló. El material de confección es variopinto, abundan el yeso, conchas de mar, conchas de coco, cerámica, cristal, fibra, metal, minerales diversos, tejidos, felpa, fotografías, cuadros y pare usted de contar. Algunos son únicos, hechos sólo para mí. Nunca los he contado personalmente, pero sé que sobrepasan con holgura los 1300 elementos porque un amigo médico, mientras yo examinaba a su madre con un problema complejo, se tomó la tarea de contarlos. Los presentes varían al son de la economía; si hay dinero en la calle, me llevan más búhos; si hay depresión económica, caen las dádivas…

Cada quien se hace para sí mismo un idea de por qué los tengo… ¿qué significan?, ¿por qué tantos?, ¿no les tiene miedo?, ¿no siente que es observado desde atrás durante toda la tarde? Pero la verdad es fácil, simple y sencilla de comunicar. Cierto día los padres de un alumno mío, agradecidos por mis cuidados, me trajeron como sujeta-libros, un par de imponentes búhos de alabastro, creo; algún tiempo después vino una señora y sacando dos ejemplares de su cartera me dijo,

¨ ¡Cómo yo sé que a usted le gustan los búhos, le traje estos dos de regalo…! ¨

Y de allí en adelante, todos piensan que me encantan los animalejos. A decir la verdad, no es que me gusten tanto, y por ello no los tengo en mi casa. Me gustan porque cada uno significa un íntimo agradecimiento, una conexión espiritual, una tarea completada o en camino de completarse; me satisfacen grandemente porque cada uno representa un amoroso recuerdo en mi consultorio…

Hace poco mi esposa confeccionó uno con huevos, sí, con cáscaras de huevo trituradas y dispuestas amorosamente sobre su silueta y sus garras hechas con espinos de jabillo; lo designamos como el ¨buhito huevón¨, pues ¿qué otro nombre podría tener…?

Otra pregunta surge a menudo:

 -¨¿Quién se los limpia doctor…? Debe ser un trabajo muy laborioso…¨

-¨¡Seguro que lo es! –les respondo-. Me avergonzaría si les dijera que nadie los limpia, pero que estoy convencido que durante la noche, cuando me retiro del consultorio, cobran vida y diligentes se limpian los unos a los otros…¨.

Cada vez que veas un búho piensa en inteligencia, brillantez, sabiduría, poder, conocimiento, intuición, mensajes, misticismo, misterio, observación inconsciente y silenciosa, independencia, protección, valentía, transición, longevidad y reencarnación… Si se sienten atraídos por los búhos y su significado, pueden tener esa misma capacidad para descubrir secretos. Tanto así, que hasta las personas podrían sentirse incómodas a tú alrededor, y ello, porque sienten que eres capaz de ver a través de ellos. La lechuza también nos enseña a reconocer el lado oscuro de nuestra personalidad, el lado oscuro de la luna que en parte somos, y en esa oscuridad también podemos encontrar alimento para el crecimiento.

Infortunadamente, el búho ha prestado sus ojos a un virus gigante, el citomegalovirus o CMV que impresiona en los cortes histológicos de la retinitis o inflamación de la retina que produce, pues es la infección intraocular que con más frecuencia aparece en los pacientes con VIH/SIDA, además, es la primera causa de ceguera en esta enfermedad.  Afecta a un 15-45% de los enfermos, siendo en más de un tercio de los casos bilateral y aumentando su frecuencia con la progresiva mayor supervivencia de los pacientes: Para su presentación suele requerir de un estado de profunda depresión inmunológica: linfocitos CD4 menores de 50-100/mm 3. El patrón típico se muestra en trozo de pizza y se esparce imparable, como un «incendio de sabana».  

Fabula de la lechuza y el zorro

«Durante una ausencia de la lechuza, el zorro le comió los huevos. Al volver ella a la cueva donde tenía el nido, hizo mil conjeturas sobre quién podría haber sido. El lagarto le era sospechoso y también la comadreja; el zorrillo era muy capaz y el hurón bastante aficionado; varios otros bichos había a cual más ladrón y para quienes especialmente los huevos eran un manjar predilecto, y la pobre lechuza, deplorando su descuido, no sabía a quién echar la culpa.

No dejó de cruzar por su mente dolorida como una fugitiva idea que bien podía ser el zorro, pero la rechazó casi con indignación contra sí misma, al acordarse que el zorro era su propio compadre, y aunque algunos le aseguraron que era un gran pícaro, no lo quiso creer capaz de semejante fechoría.

Y lo consultó, al contrario, sobre las medidas más conducentes a evitar en el porvenir la misma desgracia.

El zorro, muy comedido, se prestó a ello con la mejor voluntad, indicó mil medios, precauciones, complicadas combinaciones de puertas y de cerraduras, y de estas últimas se guardó, sin decir nada, las llaves duplicadas.

La moraleja de esta historia es que cuando queremos pedir consejo sobre cómo asegurar algo, no debemos pedirlo a los que tengan algún interés en ese algo, ya que los consejos que nos den seguramente no serán todo lo buenos que nosotros queremos¨.

Godofredo Daireaux (París 1849 – Buenos Aires 1916)

Cuento incluido en el compilado de ficciones “La oveja negra y demás fábulas” que  Eugenio Monterroso publicó en 1969.

Los otros seis.

¨Dice la tradición que en un lejano país existió hace algunos años un Búho que a fuerza de meditar y quemarse las pestañas estudiando, pensando, traduciendo, dando conferencias, escribiendo poemas, cuentos, biografías, crónicas de cine, discursos, ensayos literarios y algunas cosas más, llegó a saberlo y a tratarlo prácticamente todo en cualquier género de los conocimientos humanos, en forma tan notoria que sus entusiastas contemporáneos pronto lo declararon uno de los Siete Sabios del País, sin que hasta la fecha se haya podido averiguar quiénes eran los otros seis¨.

 

 

Elogio del Prejuicio… Las enseñanzas de Misia Chucha y Misia Virginia

 Elogio del Prejuicio… Las enseñanzas de Misia Chucha y Misia Virginia

No creo que hubiera cumplido los 7 años cuando conocí a ese par de viejecitas: Misia Chucha y Misia Virginia. ¿Cómo no conocerlas si eran nuestras vecinas de enfrente cuando nos mudamos a una casa de dos plantas en la Avenida Bolívar al lado del Cine Camoruco en mi Valencia natal y propiedad de Henriquito Hensen? Se habían quedado solteronas y le servían a su hermano, el boticario de la esquina, persona muy apreciada, quien, para colmo, también era soltero. Una era alta y seca, se recogía el cabello hacia atrás con un clásico moñito nada primoroso, pelos retorcidos en el bozo, tenía la voz ronca y sospecho que no le gustaban mucho los niños. Su presencia me infundía mucho miedo. Su hermana, por lo contrario, era más bien pequeña, en sus mejillas se destacaban dos parches rosaditos, el cabello blanquísimo recogido arriba también en un moñito primoroso, una sonrisa bien dispuesta y cuando la encontraba de pie en el portón de su casa o caminando por la acera, siempre tenía algo bueno para mí, una sonrisa, un piropo, una frase cariñosa y hasta un dulcito…

¿Cómo podían ser hermanas dos seres tan diferentes y de tan antipódico temperamento? ¿Cómo podía ser una tan agria y amargada y la otra tan dulce y llevadera? Lo cierto es que un día, conversando con mi madre le comenté lo linda que debió haber sido Misia Virginia y lo fea y sangre de chinche que era Misia Chucha. Mi madre, echando la cabeza hacia atrás lanzó una de sus sonoras carcajadas y aclaró mi confusión.

“No mijo –me replicó- Estás en un error, Misia Chucha es la pequeña, la viejita hermosa y menudita, la amorosa y sonriente, y Misia Virginia, la espigada y amarga, la lacónica y áspera”.

-¿Pero cómo podía ser eso…? –le seguía preguntando-. Chucha es el femenino de chucho, un látigo corto de cuero que tenía mi papá, y más de un chuchazo al aire o donde la espalda pierde su nombre, habíamos recibido por impertinentes. Ello explicaba mi asociación de Chucha con lo negativo. A la inversa, las virginias eran unas minúsculas florecillas violeta pálido que mi mamá cultivaba en un pote, nada les faltaba, quizá sólo tamaño, lo cual compensaba con la cantidad que se agolpaban en reducido espacio, orgullosas como esas pizpiretas mujeres chiquitas a quienes luego, en mi adolescencia, llamaríamos DDT… Sí, como el insecticida – “Dotaditas  De Todo”-. ¡Tremenda confusión la mía! Y entonces, ¿cuál fue pues la enseñanza que me dejaron estas dos viejecitas…?

Me enseñaron los nefastos efectos del prejuicio y el carácter cruel de la proyección psicológica. Nunca más podría sacar conclusiones apriorísticas si no tenía una clara información previa de lo que oía, veía o palpaba. Que todo aquel que me caía gordo o simpático a primer golpe de vista, era necesariamente una mala o una buena persona, que nuestra percepción del mundo podía no ser más que, en muchos aspectos, una inexistente ilusión.

Claro está que yo no era tan despierto ni inteligente a los 7 años como para poder comprender en su totalidad la lección. Fue la vida y sus continuas sobaduras [2] e indigestiones, que a los trancazos y adecuadamente digeridas, me hicieron reconocer mi error una y otra vez. Confieso sin embargo que en ocasiones vuelve a jorobarme.

Luego vino la facultad de medicina y los cadáveres, pues, aunque usted no lo crea, fueron ellos mi primer contacto con la medicina y el ser humano. ¡Qué paradoja! ¡Qué tristeza! ¡Qué confusión! Antes de relacionarnos con los vivos, lo hacíamos con los muertos, simples despojos terrosos y formolados, de penetrante olor, que, al introducirse profundamente en nuestras narices, nos hacían llorar, pero nunca de pena por aquel anónimo ex personaje que nos prestaba su cuerpo para que aprendiéramos anatomía.

Sólo fue en el tercer año cuando tuvimos nuestros primeros encontronazos con los vivos, ellos más que nosotros. Y por cierto que, con vivos muy enfermos, esperando su sino y próximos a abandonar el valle de lágrimas en aquellas salas del Hospital Vargas de entonces, aromosas al fenol o creolina con que coleteaban sus pisos. Teñidos de prejuicio, casi sin darnos cuenta, los sentíamos como aquellos muertos de carne cenicienta con los que nos habíamos relacionado primero.

 Nunca es tarde para abandonar los prejuicios.

Henry David Thoreau

 

Nos enseñaron nuestros profesores, tal vez sin querer, el galimatías médico, esa jerigonza que hoy día vomitamos a la cara del enfermo cuando queremos “explicarle” algo, pero que es realmente un recurso para decirle que no nos moleste en nuestra majestad, para dejarles con los ojos claros y sin vista, para expresarle que no queremos comprenderle ni aclararle nada y de una vez acabar con el ¨diálogo¨. Así fue, como de un porrazo nos quitaron la curiosidad y nos dieron a cambio una serie de clichés que, aprendidos como un loro, nos permitirían realizar una historia clínica –a lo peor, con todo inventado por nuestra incapacidad de comprenderles- y permitirnos tener la ilusión de comunicarnos con nuestros congéneres.

Y de esa forma, cualquier dolor de cabeza se nos antojaba sin mucho preguntar, que era producto de hipertensión arterial. Cualquier síntoma revesado, no entendido o ignorado, era ¨nervios¨, hoy día ¨estrés¨, o quizá “usted no tiene nada” o “es juguete de su imaginación”. Cualquier fiebre era un virus, ¡sí! precisamente ¨el virus que anda por ahí…¨, sin siquiera pensar que hay que estar loco para deambular por allí consultando sin tener nada, particularmente en horas de la madrugada. ¡Cuántas veces un síntoma que parecía baladí, era signo de una seria enfermedad! ¡Cuántas otras, una queja que olía a tragedia era simplemente lo que nos habíamos estudiado la noche anterior!

Como puede verse, formando una trilogía, allí estaban siempre mi acendrado prejuicio, Misia Chucha y Misia Virginia, bien para hacerme escuchar lo que yo no quería oír, para hacerme ver tan sólo la ilusión de lo que estaba dispuesto a ver, para hacerme sentir en el pulpejo de mis dedos un tumor imaginario o peor aún, pasar por alto un hallazgo determinante porque mis manos –en ese preciso momento- estaban desconectadas de mi cerebro. ¡Ellas para decirme, “! ¡So gaznápiro! ¿Vas a volver a tus andanzas o vas a aprender alguna vez…?”.

Pero por más que he tratado de sacudirme mis prejuicios como perro recién mojado, no siempre lo he logrado. A pesar de todo, cuando tengo frente a mí un paciente cualquiera, siempre vuelan a mi memoria las figuras de Misia Chucha y Misia Virginia para susurrarme al oído,

-¨Oye bien mijito, oye bien, mira bien, fíjate bien, toca bien, desprejuíciate para que no confundas la gimnasia con la magnesia…¨

 

 

[1]Médico internista, FACP, neurooftalmólogo clínico. Profesor titular de Clínica Médica, Universidad Central de Venezuela. Escuela José María Vargas. Presidente de la Academia Nacional de Medicina

[2] Aunque no lo encontré en mis dos diccionarios de venezolanismos, mi papá usaba el término que considero aprendió en el Llano venezolano,  “sobar” como sinónimo de castigar, de dar una paliza.

Elogio de la niña de mis ojos…

Elogio de la niña de mis ojos…

No te esperábamos… Viniste al mundo en tiempos de la radiopelvimetría, un examen radiológico practicado en la mujer al final del embarazo (finales del octavo mes e inicio del noveno) que permitía medir las dimensiones de la pelvis ósea y comprobar si el parto se podía efectuar por vía natural o si requeriría de una sección cesárea. En verdad, no te esperábamos… y más aún, cuando el médico radiólogo que informó el estudio, mi admirado amigo doctor Salvador Malavé Villamizar (†) aseguró que sería varón, pues entre los difusos grises de la placa radiológica le pareció ver un ¨pipicito¨… De acuerdo a los vaticinios en una suma imágenes superpuestas, sería pues un niño y no una niña. Ya teníamos dos varones y me había costado mucho convencer a Graciela para que tuviéramos un tercero…, únicamente para que hubiera pugilato a la hora de escoger ¨la punta¨ en los asientos traseros de nuestro automóvil: 2 ventanas x 2 puntas para tres = conflicto.

Pues bien, a prepararse para recibir lo que Dios nos enviara 5 años después de su último parto. Se dispuso la canastilla donde todo era azul celeste, puro macho, puro… puro machote. Y lo que venía se propuso venir con alboroto, dolores de parto y todo eso que aguantan las mujeres con estoicismo y coraje. Luego de entrar en trabajo de parto no hubo dilatación del cuello uterino por lo que se decidió realizar una sección cesárea.

Su añorado partero, el doctor Luis Enrique Capecchi (†) escindió el abdomen y luego otra vez el cuerpo uterino, introdujo su mano y extrajo al ¨niño¨; pero… ¡sorpresa el 17 de noviembre!, resultó que no tenía el ¨pipicito¨ que se había anticipado…, antes bien, era una niña linda, rosadita, de cachetes carmesí y unos pulmones dispuestos para el llanto enérgico con alaridos de protesta por haber sido sacada del microclima bondadoso y tibio donde se encontraba…

Al llevarla al retén no podía ser vestida de azul que era lo que traíamos. ¡No había nada rosado…! Inmediatamente hubo un revuelo en la clínica, la enfermera Victoria González, no sé de dónde desencamó una ropita amarilla y así fue vestida mientras cambiaba el ¨sexo¨ de la canastilla –como quien dice amarillo: territorio neutral-, Victoria Pérez secretaria de piso le llevó los zarcillos; Matilde  Carrasco, otra enfermera del retén, le prendió coquetos lacitos rojos en su escasa cabellera rubia y la hermana Milagros, enfermera de la Congregación de Monjas de San José, le perforó los lóbulos de las orejas. Una amiga y querida vecina, Margarita Morales que para esos días esperaba una hembra y tuvo un varón, le pasó completo todo el ajuar y asunto arreglado.

La ¨niña de mis ojos¨, como me gusta llamarla, tendría por nombre Graciela, como su madre, pero como era tan chiquita, se quedó para siempre, ¨Chelita¨ o ¨Cheli¨. Llenó la casa de alegría femenina, sus hermanos mayores Rafa y Gusta la amaron, la consintieron y la protegieron como hasta el presente… Ahora comparten sus mimos con los de su esposo José Miguel Smith Matas…

Sus manos y sus pies eran mínimos; yo le tomaba el dedo pequeño del pie y le decía que ese era ¨mi dedito¨; un día estaba correteando por la casa, de repente oí un grito y un llanto inconsolable; ocurrí donde ella se encontraba, le pregunté qué había pasado y entre jipidos y lagrimones, como respuesta me dijo… -¡¨Papi, me aporree tu dedito…¨!

Cheli no es una mujer venezolana cualquiera, es una mujer de temple, ¨echada paꞋlante¨, es linda, querendona, economista de la UCAB y posgraduada de la New York University, preocupada por su país desde la distante y ya no tan brumosa Londres, y ahora madre a tiempo completo de tres hermosos hijos, una hembra, Valentina y 2 varones Matías y Joaquín, el benjamín…  Movida por su oposición al régimen escribió en 2003 en diario El Universal que entonces era libre y no mediatizado por la dictadura, un artículo que le fue publicado y que a continuación incluyo pues creo que todavía puede adaptarse a la situación venezolana aún hoy:

Nuestra Cheli entró en sazón, hoy llegó a sus 45 años de fructífera vida, que comparte con su esposo José Miguel Smith e hijos y la familia entera que tanto la quiere y la respeta.  Hija y hermana solícita y preocupada; madre responsable y amorosa. Venezolana íntegra, se ha tomado su rol en Chamos Charity (http://www.chamos.org.uk/0) con pasión, amor por los niños y deseo de ayudar. Con un grupo de sus amigas venezolanas trabajan para recolectar fondos por todos los medios para paliar la tribulación de sus hermanitos venezolanos.

Hoy falló nuestra presencia en su casa; casi siempre ha sido así; no podemos culpar a nadie, sin embargo, somos otra Venezuela, una mueca de lo que fuimos y donde transcurrió su infancia, adolescencia y adultez temprana. Fallamos los de mi generación en proveer un nido acogedor para nuestros hijos y nietos donde desplegaran sus alas de Pegaso. No supimos defender nuestro país y estamos sumidos ahora en la más grande desdicha y ruina y permitiendo la diáspora interminable de nuestros hijos y el consecuente desarraigo… La vergüenza nos acompañará por siempre…

La relación con su madre ha sido muy cercana y agradecida, muy linda; se comunican a diario y todo se lo cuentan… Sucesos, chismes, intercambio de recetas de cocina, anécdotas del cada día, preocupaciones banales y serias, ¨casi¨ como si estuviera aquí…

Cierto día adquirí una computadora para mis hijos. La veía de lejos pero no me atrevía a acercarme; para mí era como una especie de monstruo o ente agresivo que no soltaba presa. Hice algunos intentos, pero no podía con mi ¨cyberphobia¨: Dependía de Cheli hasta para enviar correos electrónicos. Nunca me recriminó por mi ignorancia cibernética ni por no romper aquella barrera que no sabía cómo vencer.  Acercándose la fecha para salir del país a realizar su sueño, a hacer un posgrado en New York University donde había sido aceptada, me dijo, -¨Bueno papi, me quedan apenas tres meses en Caracas, tienes que aprender…!¨. A regañadientes me aproximé a la computadora y me percaté de que no mordía ni expulsaba gases, ni poseía un hálito asqueroso como suele ocurrir con los monstruos, pero cada vez que tocaba una tecla todo se borraba; gritaba su nombre y ella rauda venía acompañada de su santa paciencia.  -¨!No hay problema papi…!¨, le daba a otra tecla y aparecía el escrito perdido… Muchas veces lo hice y nunca me rechazó o me hizo sentir miserable, mal de mí analfabetismo tecnológico. Entonces le dije, -Bueno, prepárame un guión hecho para un ¨oligofrénico¨ o¨ deficiente mental¨, y así lo hizo, una especie de Silabario Catón con el cual mi mamá me enseñó trazando con su dedo mágico las primeras letras… todo especificado y separado con bullets para que no me equivocara… Y así comencé… Gracias

Cheli: La crisis es tan enorme que los niños desnutridos mueren de hambre, no crecen, tendrán cerebros pequeños y ausencia de escuelas de pensamiento libre, entonces, proclives a la esclavitud: no hay leche ni otras proteínas. El sueldo básico está en Bs F 456.507,44 y una caja de leche de 12 litros cuesta hoy Bs F 96.000,oo así que un litro cuesta Bs. F 8.000,oo. La crueldad se transparenta al través de las acciones de los poderosos…

Tu país está sumergido en medio de apetencias geopolíticas donde todos quieren una tajada; Dios nos dio riquezas que no trabajamos y que no supimos administrar y que derrochamos y seguimos endeudándonos para gastar más y dar más a los asaltantes del tesoro nacional; el dólar a Bs F 80.000,oo y por ello el envilecimiento chavista se ha contagiado a una traicionera oposición, porque todos estamos sumergidos en el cieno de la codicia y la corrupción. ¡Hace falta que llueva fuego…!

Pero, aun así, celebraremos tu presencia y tu cumpleaños:

¡Qué belleza de hija tenemos Graciela y yo…! ¡Qué lindos nietos nos ha dado con José Miguel!

¡Linda de alma, sensible a los problemas sociales, madre a tiempo completo, comprometida y venezolanísima desde la distancia!

¡Que Dios te bendiga y que tengas un cuadragésimo quinto aniversario muy feliz donde estaremos presentes de corazón!

Elogio del contrarrevolucionario…

«La contrarrevolución no será una revolución contraria,

sino lo contrario de la revolución»

  Joseph Marie de Maistre

 

Un contrarrevolucionario es cualquiera que se opone a una revolución, sobre todo el que intenta revertir sus resultados, parcial o totalmente; pero advierto que no somos reaccionarios, es decir, no aspiramos a instaurar un estado de cosas similar al que anteriormente existía con las viejas guardias adecas, copeyanas, masistas o comunistas. ¿Quién hoy día no es un contrarrevolucionario…? Puede ser que en nuestra sufrida Venezuela el nombre no se ajuste a las definiciones clásicas, pero entendamos que un enorme porcentaje de connacionales que no están medrando en las arcas públicas y sufren inmerecido apartamiento y pena, se oponen a las políticas del gobierno actual y quisieran revertir la situación de emergencia compleja que nos azota…

Desde mi carta abierta al embajador cubano del 4 de marzo de 2001, publicada en la sección Cartas al Editor del diario El Universal –puede leerse buscando mi nombre en Google-, nunca he conspirado o asistido a reuniones furtivas en cenáculos; siempre mi disenso ha sido abierto y diáfano, con un lenguaje directo y sin tapujos; publiqué en el pasado muchos artículos de opinión en el mismo diario hasta mi retiro hace cuatro años por desacuerdo con el cambio de su línea editorial y su intento de coaccionarme; comencé a escribir por mi cuenta, en lo que he llamado el Uni-Personal y ahora en mi página de Internet, (http://rafaelmucimendoza.com), publicando al presente 152 artículos- siempre tratando de crear conciencia, de hacer patria, de mostrar desde entonces lo que nos está acabando hoy día. El espíritu festivo del venezolano donde ¨todo le rueda y de todo hace un chiste¨, impidió que la mayoría comprendiera la tragedia que se cernía sobre nuestro país; mis amigos despreciaban mi labor y en tono jocoso me anunciaban cárcel. Cuando fui presidente de la Academia Nacional de Medicina de Venezuela para el bienio 2014 y 2016, en la cuenta semanal del presidente y al inicio de mis palabras, dedicaba siempre unos párrafos a la calamitosa situación del país, siempre muy duros y críticos, como debía ser. En una de las asambleas, un Individuo de Número pidió la palabra para censurarme exigiendo que se borraran mis palabras en la grabación que luego se transcribe porque ¨podía ser inconveniente desde el punto de vista político y acarrearnos consecuencias indeseables –especialmente porque para su subsistencia, la institución siempre ha dependido del ejecutivo nacional-…¨. Antes de que yo pudiera responderle, de súbito y sin pedir la palabra se levantó muy indignado el maestro Blas Bruni Celli y nos dijo a los presentes,

  -¨¿El día de mañana qué pensarán nuestros hijos y nietos cuando se enteren que no quisimos ni supimos defender la patria y la democracia desde esta tribuna; por supuesto que no debe borrarse…¨, y así quedó grabado e impreso para la posteridad.

Y es que siempre ha habido muchos miedosos, muchos pusilánimes, cobardes y apocados, de muelle actitud que pensando en sus intereses personales y en su hacienda han adoptado la estrategia del avestruz… Pocos mostraron y todavía muestran algún interés, me han llamado paranoide o han tomado mi actitud a sorna, no hubo compromiso ni acción, la posesión del país por Cuba hace años es un hecho que mana indignación por los cuatro costados, es la ceguera virtual del venezolano que todavía continúa siendo una realidad, aún en nuestra Academia…

Desde aquellos que fueron y siguen siendo expulsados del país por miles por la marea roja, hasta nosotros los del insilio, esos que decidimos quedarnos y continuar haciendo nuestra labor de patria, trabajando, enseñando, sembrando, cosechando y denunciando…, dando apoyo a los desprotegidos, preparando el terreno para buenos y mejores tiempos que vendrán, de solidaridad y democracia donde se respete la ley, la Constitución y el trabajo honrado, donde sea premiado el mérito y condenada la prevaricación. Esa nueva marea blanca de cambio llegará igualmente hasta la nación que nos domina: Cuba, pero, además, hasta Nicaragua, Bolivia y todo país donde la izquierda no signifique progreso sino oportunidad para la tropelía, el abuso y el enriquecimiento ilícito.

Las páginas de Opinión, 4 y 5 del diario El Nacional del sábado 28 del corriente muestran en forma diáfana una de las tantas facetas de la destrucción de nuestra querida patria iniciada, continuada y mantenida con conocimiento de causa de lo que hacía, por Hugo Chávez Frías aun hasta después de su muerte; ahora intentada ser completada por su sucesor ilegítimo e incapaz Nicolás Maduro Moros… ¿Y qué los movía y qué los mueve…? No otra cosa que el odio. Ese odio que ellos y su camarilla se tienen a sí mismos, a su propia miseria humana y que han proyectado sobre el que algo posee por esfuerzo propio, especialmente intelectual o material. Sus descendientes y amigos, aquellos que quemaban autobuses a las puertas de la casa que vence la sombras en nombre de la ¨justicia social¨, término hueco en sus bocas, se han hecho de ingentes sumas en dólares, desde la hija favorita María Gabriela hasta los sobrinos de Cilia entrando ahora en los predios de los ¨bolichicos¨, mientras nuevas/viejas formas de agredir son fraguadas en el cerebro del médico asesino extraídas de las profundidades el Averno.

Esas cuatro páginas a que hago referencia son una oda al odio desbocado que ha creído no tener un juicio ni un castigo y ya vemos, el castillo inexpugnable, el castillo de naipes se desmembra por el peso del mismo odio expulsado hacia inocentes en el afuera…

¿Quién me quitó a mis hijos, a mis nietos, a mi hospital con mis alumnos y mis colegas, a mi escuela de medicina, a mis pacientes, a mis niños de la calle, a mis cansados viejitos de los más bajos estratos cogiendo sol y pasando penurias…? Una revolución ridícula sólo de camisas rojas sin sesos ni buenas intenciones; con mucho odio destructivo. ¿Quién me robó la oportunidad de construir un verdadero país, un país fuerte y sustentable…?, ¿Quién arrebato a mis pacientes 24 mil médicos que han migrado allende los cielos, caminos y mares?, ¿Cuánto nos costará ser de nuevo un país que reemplace al fallido que tenemos, gobernado por gente mala, brutal e indolente, con hombres y mujeres de buena voluntad?

Todas las formas de intimidación y demostración de frágil poder han lanzado contra nosotros. Pero ellos bien saben que el momento de la verdad se acerca y los cerca, se creían fortalezas inexpugnables y mire que débiles eran… Já, já, já… Ya no encuentran que inventar, pero no nos los calamos más… No podrán escapar ni tener paz porque la mano de la justicia será larga e implacable.

Somos felices siendo así; ¡sí, somos contrarrevolucionarios, no hay términos medios…!, a ver cómo nos ponen a todos presos…

  “La felicidad puede encontrarse incluso en el más oscuro de los tiempos, pero sólo para aquellos que recuerdan encender la luz.”

—Albus Dumbledore, personaje de Harry Potter