Elogio de mis ochenta y uno…

Elogio de ya son 81…

Rafael Muci-Mendoza

«Dichosos los que pueden dar sin recordar y recibir sin olvidar.»

—Elizabeth Bibesco (1897-1945), escritora inglesa

Este artículo está dedicado a Graciela Facchin, la chica de mis sueños.

El 26 de junio de 1965 contrajimos matrimonio; ya contamos 54 años.

Desde ese día, hemos estado viviendo juntos el sueño de nuestras vidas. No puedo imaginar mi vida sin ella.

T

Hoy, 1º de mayo de 2019, he querido que a los lados de una estilizada acuarela que en 1991 me hiciera mi antigua paciente, la señora Mercedes H. deBellard Pietri (†), estuviera otra con mi esposa Graciela, mi compañera por 54 años, y en mi Unidad de Neurooftalmología del Hospital Vargas de Caracas en 2015 donde han transcurrido mis mañanas por casi 40 años y donde soy velado por la sonrisa empática de mi maestro y mentor, doctor William F. Hoyt (†). Asistí a ella hasta diciembre de 2018 y me he retirado temporalmente. Espero que las circunstancias de inseguridad que rodean la institución, hagan más fácil mi pronta reincorporación. Pero ello no significa que me he detenido, solo he alterado el rumbo de mi camino, no voy al mismo sitio, no obstante, he continuado dictando mi curso anual de ¨Fondo del ojo en la enfermedad sistémica¨ en la institución privada donde laboro y que se encuentra este año en su 50º edición con una audiencia de más de 80 alumnos…

Todo parece mucho tiempo, pero el tiempo se ha empeñado en volar y las hojas del calendario se antojan en caer más rápido que las hojas de los árboles otoñales… Es el llamado “fenómeno de la aceleración del tiempo”, es la percepción de que el tiempo se empeña en acortarse. Muchísimos años atrás, cuando apenas éramos niños, el tiempo parecía pasar de forma muy lenta; pero, mientras más pasan los años, los días parecieran achicarse más y más, tal como si la percepción de la realidad hoy en día fuese distinta. La realidad pareciera decirnos que el tiempo no se está acelerando, pero puede ser todo lo contrario, y a esto nos referiremos más adelante; parece ser nuestra conciencia la que crea la ilusión del tiempo acelerado. Es como si el tiempo pasara más rápido, pero, es nuestra percepción del tiempo que va cambiando sin que se trate de que los días duren menos, sino antes bien, es posible que ya renunciamos a vivir y decidimos no aprender nuevas cosas. Por ello, hay que emprender la búsqueda de nuevas y variadas experiencias para no caer en la monotonía, esa que nos hacen sentir que los días pasan tan rápido. En razón de este hecho, de experimentar los años de forma más rápida, hay que pensar que podríamos estar atrapados en nuestras propias rutinas percibiendo como el tiempo pasa ante nosotros sin que aprendamos algo nuevo o sin realizar actividades variadas y constructivas.

No recuerdo cuándo o cómo escuché esta lapidaria sentencia, ¨Una vez que se alcanza ¨cierta edad¨, cada 15 minutos te sientas a desayunar…¨ -así que les ruego me disculpen por un momento, ¡es que me están llamando de nuevo a desayunar…! -.

 Copiado textualmente [1] “Los científicos descubrieron hace muchos años que la Tierra emite un pulso. Este pulso o frecuencia fue comparado con los latidos del corazón, manteniéndose estable en aproximadamente 7.8 ciclos por segundo durante miles de años. Sin embargo, en 1980 los latidos del corazón de la Tierra comenzaron a acelerar. En la actualidad, se encuentra a 12 ciclos por segundo, pero lo más increíble es que algunos científicos creen que la Tierra realmente dejará de girar cuando este pulso alcance los 13 ciclos por segundo. Cuando la tierra deje de girar sobre su eje se cree que se mantendrá unos tres días  y luego comenzar a girar en la otra dirección.

Esto hace que sintamos como si el tiempo se estuviera acelerando, un período de 24 horas ahora se ha convertido en tan sólo 16 horas. Nuestros relojes todavía se mueven en segundos, minutos y horas, y aún marcan un día completo en 24 horas, pero debido al aumento de la frecuencia de la Tierra, solo se perciben apenas 16 horas.

Las investigaciones sobre este fenómeno son claras; el ser humano está avanzando hacia la cuarta dimensión, un lugar donde nuestros pensamientos se manifestarán casi al instante. Es por eso que tantas personas, en algunos casos sin saber por qué, se están volviendo más conscientes y espirituales, alejándose del materialismo y la codicia. Estamos sintiendo la necesidad de no sólo hacer lo correcto para nuestro propio cuerpo y mente, pero, además estamos más dispuestos a ayudar a otros”.

  Con el tiempo, los puntos de vista y las maneras como vemos las cosas, cambian… En quinto grado, estudiaba yo en el Colegio del Sagrado Corazón de Jesús, La Salle de Valencia. El hermano Elías nos preparaba para hacer la Primera Comunión; dentro de todas aquellas cosas de las cuales habló y mostró mientras hablaba, –algunas horribles como grandes cromos del purgatorio y el infierno que nos hacían vivir el sufrimiento de aquellos desgraciados pecadores en medio de lenguas de fuego y gritos de dolor doquier-, recuerdo que nos refirió una anécdota según la cual, preguntado Napoleón Bonaparte cuál había sido el día más feliz de su vida, él contestó sin titubeos: -¨¡El día de mi primera comunión!¨ -a decir verdad, no he encontrado ninguna referencia acerca de si esta relación es cierta-. Lo cierto es que esperé el gran día… ¡Vaya decepción…!, ¡no sentí absolutamente nada…! Con el tiempo, el concepto del día más feliz de mi vida ha cambiado y todavía no ha ocurrido, pero siempre he dicho que ese día será cuando cese la ocupación cubana en nuestro país, cuando recuperemos la medicina nostra y nuestros valores, y cuando los cubiches se vayan a donde nunca debieron salir, la podrida isla comunista y miserable de Cuba.

Un espaldarazo vino en días pasados de quien no es santo de mi devoción, Donald Trump, quien el 30.04.2019 escribió por tweeter, ¨Si las tropas y las milicias cubanas no cancelan de inmediato las operaciones militares y de otro tipo con el propósito de causar muerte y la destrucción de la Constitución de Venezuela, se impondrá en la isla de Cuba un embargo total y completo, junto con las sanciones de más alto nivel. ¡Ojalá todos los cubanos regresen a su isla sin demora y en paz! ¨ Si realmente esto ocurriera en el próximo futuro, ¡qué mejor regalo de cumpleaños podría tener…!, pero los políticos no son de confiar… Un mes después no ha ocurrido nada…

Los llamados ¨Mártires de Chicago¨, sindicalistas anarquistas, fueron ejecutados en Estados Unidos por participar en las jornadas de lucha por la consecución de la jornada laboral de ocho horas, que tuvieron su origen en la huelga iniciada el 1º de mayo de 1886 y su punto álgido tres días más tarde, el 4 de mayo en la Revuelta de Haymarket. A partir de entonces se convirtió en una jornada reivindicativa de los derechos de los trabajadores en sentido general que es celebrada en mayor o menor medida en todo el mundo. En el pasado y en nuestro país solía ser día de ofrecimientos demagógicos, pero en el hogaño de reiterados aumentos de sueldo solo para engordar la hiperinflación, porque entre otras cosas ya no hay trabajadores, hay esclavos del PSUV o del comunismo, una enfermedad contagiosa de elevada virulencia y alta tasa mortalidad por hambre, inanición, dejadez o maltratos. El 1º de mayo tampoco es el día más feliz de mi vida; ese día acaecerá –repito- cuando no quede un solo cubano invasor en MI país, Venezuela.

Porque la vida continúa, el tiempo pasa en forma inevitable e inasible como el agua que se escapa de entre los dedos de la mano, y sus designios se cumplen cada día no siempre en forma inexorable, pues son influidos por el deseo personal y la decisión. y hasta podría decirse, por una forma de epigenética o capacidad de cambiar o ser cambiados por las circunstancias; puedo decir sin jactancia que, a pesar de mis falencias, limitaciones y debilidades, la suerte y el éxito me han acompañado, si es que por éxito entendemos conseguir aquello que queremos y sentirnos satisfechos con ello…

No he necesitado prostituirme nunca ni degradar el oficio que escogí, para obtener poder, dinero o posición; me he conformado con pocos bienes terrenales, así, que he hecho mío el jocoso concepto del ¨consumismo¨-con su misma mujer: Graciela por 53 años, con su misma casita de La Castellana de 175 m 2 por 51 años, con su mismo automóvil VW Vento GLX ´97 con ¨quema-coco¨, con mi reloj Cassio con marcapasos, con mis mismas amistades de toda la vida y otras más recientes que también tienen la pátina de lo antiguo; con su mismo Hospital Vargas y su misma Clínica El Ávila, con mis mismos gustos y enamorado de la vida-; duermo a pierna suelta porque no tengo deudas, ni materiales ni de conciencia, no le debo nada a nadie, pero ¡Ah!, ¡paradoja!, al mismo tiempo debo mucho a muchos –pero he sabido agradecer con creces a esos, mis queridos padres, mis bondadosos maestros sobre cuyos hombros me he alzado y he visto más lejos, y a Graciela, a mis hijos y nietos, a mi familia, y a aquellos otros que conmigo, han defendido con ahínco mi profesión de médico de la degeneración por la intrusión cubana, a mi país convertido en sumidero, a mis amigos y alumnos a quienes he atendido en situación de necesidad-; he aprendido todo lo que he podido venciendo mi viejo “síndrome de atención dispersa (TDA)” (fui un niño disperso; descubrí en la madurez que había sido un adulto mayor disperso, y ahora soy un viejo disperso pero ya con diagnóstico que me hice o mismo, ¿y qué?), para devolver con enseñanzas y sin restricciones lo que tanto me ha costado adquirir a fuerza de aceptación, convicción y decisión. Siempre tengo una razón que hace sonreír mi corazón y con mi buen sentido del humor hago que otros también sonrían conmigo; he hecho mi propósito de que ningún paciente salga de mi consultorio sin una sonrisa en la cara, aun cuando le haya expresado una amarga y dolorosa verdad…

 

El secreto de mi vida y mi palabra clave en la ruta ha sido trabajo y más trabajo, pero no un trabajo impuesto, por ello me gusta llamarme ¨residente de primer año de medicina –pero viejo-¨, aquel a quien se dejaba todo el trabajo porque los mayores –compañeros residentes de años superiores- ya parecía que sentían el hastío de la vida mientras yo veía en cada paciente una oportunidad de poder ayudarlo –aun con mi sola presencia y escasísimo bastimento-, de poder aprender, de adquirir experiencia, de vencer mi complejo de ¨patito feo¨, de estudiar sobre sus casos para tratar de reconocerlos más temprano y actuar de manera más eficiente, de embadurnarme con ese sentimiento humano que todos transpiramos y que solo los médicos podemos sentir…

 

No te obsesiones con el éxito. El éxito es conseguir lo que quieres. La felicidad es querer lo que consigues.”

Ingrid Bergman 

No creo en la obsolescencia programada, tampoco en el envecimiento prematuro, por ello he aceptado el desafío con que enfrento mis días, ese que sentimos cuando una máquina del progreso tecnológico nos reta, sea un computador, un teléfono inteligente o un nuevo artilugio y nos retiramos asustados; fundar la única unidad de neurooftalmología en un hospital público existente en Venezuela y activa por más de 39 años que hoy lleva mi nombre por escogencia de mis compañeros de cátedra y aceptación del Consejo de la Escuela de Medicina José María Vargas, donde se han formado cerca de 40 especialistas neurooftalmólogos del país y otras naciones; de ingresar sin palanca y por propio mérito en la Academia Nacional de Medicina, de ganarme la estima y la confianza de mis colegas hasta llegar en 2014 a ser su presidente durante dos años reglamentarios, y en seguir luchando para reganar la democracia perdida.

  Los comunistas han pretendido robarnos nuestros sueños cuando nos hemos dejado, y han hecho que vivamos los suyos sórdidos, malsanos y egoístas. No me duele la cabeza, no me duele nada –y a veces al levantarme me acompaña algún achaque o malestar para desaparecer luego, es decir, que si algo me molesta es durante algunos minutos; por ello, me digo, tal como le expreso a mis pacientes provectos como yo, ¿¡Que mueble viejo no cruje de noche!?, total, no consiento mis achaques, vivo enamorado, las curvas, las caderas y las buenas piernas todavía me emocionan, por ello me digo, bienvenidas la horas, semanas o días que me restan…

 No soy hipertenso ni diabético, no me duele la cabeza, no tengo el colesterol elevado, no tomo medicamentos porque a todos les tengo gran respeto y desconfianza, no hago dietas, no suelo repetir mi ración de alimento casi nunca, hago tres comidas y la primera, el desayuno, la más importante, por lo que nunca la desdeño; no tomo edulcorantes sintéticos –peores que el azúcar-; he mantenido mi peso desde que me hice adulto y todavía la balanza me señala mi peso de estudiante, 66 o 67 kg…, y mi estatura que fue de 1.68 m, es ahora de 1.65, es decir, me he encogido, mis discos intervertebrales se han deshidratado, mejor decir, me he despanchurrado 3 cm, pero aun camino erguido y me ejercito… El año pasado gané un maratón de 5 km y llegué de primero y de último, un contrasentido; lo que pasó fue que era ¡el único inscrito en la categoría de 80 años…!

Nunca he tomado somníferos o sedantes y vean el por qué –ya yo lo sabía de antes-: Un estudio reciente que encontró que 25% de los estadounidenses mayores que toman Xanax –en nuestro medio es el alprazolam– o Valium para dormir o calmar ansiedad acaban por quedar enganchados, ¡nunca más lo podrán dejar porque son adictivos! Si en el 9% al 12% de las mujeres y cerca de 5% al 6% de los hombres de 65 años reciben la droga, resulta que existen 2.205.000 de viejos adictos. Como sociedad de consumo siempre estamos buscando atajos. Tomarse una pastilla en lugar de hacer el esfuerzo necesario para mejorar el bienestar a través de cambios de estilo de vida: evitar redes sociales antes de dormir y no creer en todo lo que se lee, buena nutrición hasta donde podamos, ejercicio en forma de caminatas diarias, desestresarse no oyendo cadenas o programas de Maduro o Diosdado, siempre tóxicos, siempre llenas de mentira y porquería….

La ignorancia arrogante, la injusticia social, el crimen sin castigo, que nos trajo el siglo XXI, se trocó en habitud; le huyo como si fuera peste…, me alcanza en una edad provecta, me lame los pasos como un pegoste de chicle en la suela del zapato del cual no puedes zafarte. Entonces es cuando te das por enterado, y quieres que otros se enteren, no queriendo saber que para ello debías disponer en tu bastimento de algo de esa sabiduría –que desde los ancianos de la tribu- dejan los años. Nadie puede vivir la vida en la vida de otro; la nuestra es genuina y única… Hemos vivido apresurados, tan apresurados que no podemos echar la vista atrás y entonces, nos llega ¨el momento de la verdad¨… y su cercanía, nos invita a hacer lo que no quisimos o no pudimos.

En los párrafos siguientes confronto las ideas de dos pensadores de dos realidades geográficas y tiempos diferentes, dos famosos escritores de disímiles realidades, donde vemos a un Víctor Hugo abrumado en su vejez de 83 años repleto de amantes, infidelidades y tragedias, y así, se dice que sus últimas palabras fueron: «Ceci est le combat du jour et de la nuit… Je vois de la lumière noire.» —Es el combate del día y de la noche… Veo la luz negra—, fallece de una apoplejía o ictus, tal vez un hipertenso desconocido e irredento; y a ¨Gabo¨ habiendo alcanzado los 87 fallece de un cáncer linfático, hablando y lamentándose de cosas similares cuando ya poco podía hacerse para enderezar entuertos…

 

¿PONIÉNDOME VIEJO? – Víctor Hugo (1802-1855) a los 53 años…

«Te estás volviendo viejo -me dijeron-, has dejado de ser tú, te estás volviendo amargado y solitario-. No, respondí; no me estoy volviendo viejo, me estoy volviendo sabio. He dejado de ser lo que a otros agrada para convertirme en lo que a mí me agrada ser, he dejado de buscar la aceptación de los demás para aceptarme a mí mismo, he dejado tras de mí los espejos mentirosos que engañan sin piedad. No, no me estoy volviendo viejo, me estoy volviendo asertivo, selectivo de lugares, personas, costumbres e ideologías. He dejado ir apegos, dolores innecesarios, personas, almas, y corazones; no es por amargura es simplemente por salud. Dejé las noches de fiesta por insomnios de aprendizaje, dejé de vivir historias y comencé a escribirlas, hice a un lado los estereotipos impuestos, dejé de usar maquillaje para ocultar mis heridas, ahora llevo un libro que embellece mi mente. Cambié las copas de vino por tazas de café, me olvidé de idealizar la vida y comencé a vivirla. No, no me estoy poniendo viejo. Llevo en la alma lozanía y en el corazón la inocencia de quien a diario se descubre. Llevo en las manos la ternura de un capullo que al abrirse expandirá sus alas a otros sitios inalcanzables para aquellos que sólo buscan la frivolidad de lo material. Llevo en mi rostro la sonrisa que se escapa traviesa al observar la simplicidad de la naturaleza, llevo en mis oídos el trinar de las aves alegrando mi andar. No, no me estoy volviendo viejo, me estoy volviendo selectivo, apostando mi tiempo a lo intangible, reescribiendo el cuento que alguna vez me contaron, redescubriendo mundos, rescatando aquellos viejos libros que a medias páginas había olvidado. Me estoy volviendo más prudente, he dejado los arrebatos que nada enseñan, estoy aprendiendo a hablar de cosas trascendentes, estoy aprendiendo a cultivar conocimientos, estoy sembrando ideales y forjando mi destino. No, no es que me esté volviendo viejo por dormir temprano los sábados, es que también los domingos hay que despertar temprano, disfrutar el café sin prisa y leer con calma un poemario. No es por vejez por lo que se camina lento, es para observar la torpeza de los que a prisa andan y tropiezan con el descontento. No es por vejez por lo que a veces se guarda silencio, es simplemente porque no a toda palabra hay que hacerle eco. No, no me estoy poniendo viejo, estoy comenzando a vivir lo que realmente me interesa».

Cuando Gabriel García Márquez (1927-2014) se retira de la vida pública a los 87 años aquejado de un cáncer linfático, envía una carta de despedida a sus amigos, y que gracias a la Internet ha sido difundida. Es verdaderamente conmovedora; está escrita por él, uno de los latinoamericanos más brillantes de los últimos tiempos.

Reza así:

“Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, aprovecharía ese tiempo lo más que pudiera, posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo.

Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan.

Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz.

Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen.

Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo, sino mi alma.

A los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse.

A un niño le daría alas, pero le dejaría que él sólo aprendiese a volar.

A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres… He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada.

Me apartaría de los necios, los habladores, de las gentes con malas costumbres y actitudes.

Sería siempre honesto y mantendría llenas de amor y de atenciones a las personas a mí alrededor, siempre trataría de dar lo mejor… He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre.

He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse.

Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrá de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo.

Trata de decir siempre lo que sientes y haz siempre lo que piensas en lo más profundo de tu corazón.

Si supiera que hoy fuera la última vez que te voy a ver dormir, te abrazaría fuertemente y rezaría al Señor para poder ser el guardián de tu alma Si supiera que estos son los últimos minutos que te veo, te diría “Te Quiero” y no asumiría, tontamente, que ya lo sabes.

Siempre hay un mañana y la vida nos da siempre otra oportunidad para hacer las cosas bien, pero por si me equivoco y hoy es todo lo que nos queda, me gustaría decirte cuanto te quiero, que nunca te olvidaré.

El mañana no le está asegurado a nadie, joven o viejo. Hoy puede ser la última vez que veas a los que amas. Por eso no esperes más, hazlo hoy, ya que, si mañana nunca llega, seguramente lamentarás el día que no tomaste tiempo para una sonrisa, un abrazo, un beso y que estuviste muy ocupado para concederles un último deseo.

Mantén a los que amas cerca de ti, diles al oído lo mucho que los necesitas, quiérelos y trátalos bien, toma tiempo para decirles, “lo siento”, “perdóname”, “por favor”, “gracias” y todas las palabras de amor que conoces.

Nadie te recordará por tus nobles pensamientos secretos.

Pide al Señor la fuerza y sabiduría para expresarlos.

Finalmente, demuestra a tus amigos y seres queridos cuanto te importan.

Gabriel García Márquez

 A cierta edad no podemos derrochar las horas del reloj y cada minuto por venir debe estar acompañado de un nuevo aprendizaje. Vida y muerte se suceden todo el tiempo, cada despedida, cada cambio es una pequeña muerte que da lugar a un renacer, a un algo nuevo. No hay creación sin destrucción, no hay renovación sin muerte, no hay algo novedoso si primero no existe el vacío, por ello debemos dar la bienvenida a la muerte y a su inventor…

Casi siempre se van afectos, este año falleció nuestro fino y dilecto amigo, el doctor Juan José Puigbó, cardiólogo y señero ejemplo de lo que es ser un médico y académico; por otra parte, mi maestro William F. Hoyt se me fue en su San Francisco del Golden Gate, con su cerebro rebosante de conocimientos opacados por una demencia tipo Alzheimer, ¡pura pérdida!, pero también, fallecieron nuestro canario, ¨Cenizo¨ cantante de insigne registro y a quien así designamos por ser el primero en casa de color gris, y nuestra perrita caniche, ¨Cotufa¨, blanquita toda, que nos acompañó durante 15 años. Todavía los echo de menos… Sendos episodios muy dolorosos…

 

  Con motivo de las felicitaciones por mi aniversario, una antigua alumna me escribió con mucho afecto diciéndome que yo era ¨inmortal¨… Inmediatamente le contesté preguntándole si conocía la historia de Titono inmortal. Ella me contestó que no lo conocía, pero que yo le había enseñado a siempre a investigar, a buscar aquello que desconociéramos… Con su hermosa sonrisa me respondió luego, que también me deseaba ¨juventud eterna¨, un hermoso despropósito…

 Para quienes no lo recuerden: En la mitología griega Titono o Titón era un mortal hijo de Laomedonte, rey de Troya, y hermano de Príamo. Como su hermano Ganímedes, era de una belleza deslumbrante y la diosa Eos, Aurora en la mitología latina, se enamoró de él. Ella misma le pidió al padre Zeus que concediera la inmortalidad a su amado Titono, cosa que el padre de los dioses concedió. Pero a la diosa se le olvidó pedir también la juventud eterna, de modo que Titono fue haciéndose cada vez más viejo, encogido y arrugado, hasta que se convirtió en cigarra, o según otras versiones, en grillo. Desde entonces, cada vez que Eos se despierta por la mañana y llora produciendo el rocío con sus lágrimas, Titono se alimenta de las mismas; según la creencia antigua, cuando le preguntan qué desea, responde en latín: Mori, mori, mori… que significa morir, morir, morir…

 

 

¨El fin siempre es temprano, cada día es toda la vida en tiempo pleno, no hay más que el hoy, que este momento, solo ese, en que

 conozco que estoy vivo y siento¨

Arturo Uslar Pietri

 

   «Si deseas afligir al que te odia, no lo taches de hombre degenerado ni cobarde, ni libertino, ni bufón, ni innoble, sino tú mismo sé un hombre, muéstrate moderado, sincero, y trata con amabilidad y justicia a los que tienen trato contigo. Pero, si eres empujado a censurar, ponte a ti mismo muy lejos de las cosas que tú censuras».

Plutarco,  Cómo sacar provecho de los enemigos, Siruela, 2007, p. 33.

 

[1] https://www.mundoesotericoparanormal.com/tiempo-se-esta-acelerando-fenomeno-no-debe-ser-ignorado/

Elogio de la etnia…

 

Elogio de la etnia… (Redivivo)

Rafael Muci-Mendoza

 

No estoy seguro si mi padre, también migrante de la persecución siria otomana tan terrible como fue,

al comprenderlo, se identificaba con él…

 

De buen porte era aquél indio guajiro, o si se desea de la etnia wayú o wayúu, tan afecto a la casa de mi infancia, «Ramiro Espiayú», alto, corpulento, de pocas palabras, con su cara aguzada de cotejo, su tez cobriza curtida por el sol y su cara seria picada de viruela, a veces ablandada por una media sonrisa, sus manos grandes y llenas de callos y nudos y a quien mi padre llamaba para aquellos oficios propios de un ¨toero¨, pues hacía de todo, lo hacía muy bien y en el término de la distancia; no sé si por convencimiento o por prevención de una sarta de reprimendas que no estaba dispuesto a recibir: bien le pasaba un lechado a las casas de mi papá, reparaba las tejas, reemplazaba una viga cariada por otra o colocaba nueva caña brava en el techado, reparaba la caja de agua del baño a dos metros del suelo que al tirar de la larga cadena traía a la poceta una tonelada de agua bullanguera, y si el templón era desproporcionado, se venía el depósito con todo y tubería, o pintaba con brocha gorda lo que fuera, dejando aquellas paredes homogéneas y lisitas….

Pero especialmente, lo llamaba con ocasión de aquellas empresas difíciles a quienes todos le sacaban el cuerpo y que nadie podría hacer tan bien como él, como encaramarse en una escalera, quitar el cielo raso del techo frente al paraqué –una habitación adyacente a la sala que no se sabía para qué servía, por qué se llamaba así y donde se recibían las visitas- y entendérselas con un enorme panal de abejas y sus furiosas residentes no dispuestas a dar prenda.

Aquel enjambre iracundo le picaba por todas partes y él, ni se enteraba ni mostraba interés alguno por quitárselas a manotazos ni protegerse la cara ni los ojos, sus aguijones ponzoñosos no le levantaban ronchas ni le producían siquiera escozor. Parecía tener ese extraño síndrome llamado de «insensibilidad congénita al dolor» donde ocurre una interpretación anormal de los estímulos dolorosos que no son percibidos como tales y el tipo no se da por enterado cuando algo le lastima o le hiere, y por ello tiene el cuerpo cuajado de mataduras y cicatrices, o ese otro síndrome propio de la gente que la vida le ha negado todo y ha pasado tanto trabajo y tanta privación y pena, que una picada de avispa o la rabia de un alacrán le parecen nimiedades…

Ese era su trabajo y había que hacerlo, y hacerlo bien, por eso mi papá lo quería mucho, tanto como a un hijo, y más aún lo admiraba y le respetaba por su consecuencia, disposición y responsabilidad, y no dejaba de amonestarlo cuando desviaba la meta. Era un indio que los muchachos de mi casa juzgábamos como ¨raro¨, porque no era Ramiro uno de esos indios con pluma en la cabeza que veíamos en la matinée de los sábados en el Teatro Imperio de Valencia, apaches o sioux, chirikaguas o cherokees, pintarrajeados, galopando sin montura, con una lanza en ristre y pegando gritos, que el muchacho de la película –¨el catirito¨ cómo le decían en Maracaibo- no perdonaba con su revolver Colt de tiro certero o su Winchester 1892; aquellas montoneras, mensajes subliminales de desprecio e intransigencia, eran verdaderas peleas de tigre con burro amarrado, que en su momento, inocentes aplaudíamos a rabiar por virtud de la manipulación mediática gringa contra las razas originarias a las cuales casi aniquilaron de un todo…

¿Cómo había llegado aquel indio a Valencia…? Creíamos que «Espiayú» era su apellido, porque entonces ignorábamos que en la Guajira Venezolana existían al menos 30 clanes o castas, cuyo mayor porcentaje de población se distribuía entre los «Epieyú», Uriana e Ipuana y por ello, al escuchar su nombre y pegado a él, el extraño apellido, no otra cosa que el nombre del clan al cual pertenecía, por supuesto que distorsionado por la ignorancia y cosa que a él poco le importaba, sentíamos sobrada emoción…

Mi hermano Franco sentía especial fascinación y cercanía hacia el indio a quien de continuo le pedía le regalara un arco con sus flechas y un puñal, y el indio, de muy pocas palabras, casi monosílabo, asentaba de vez en cuando para no llevarle la contraria; pero en verdad Ramiro nunca le regaló nada, pero tampoco le arrebató la esperanza…

Ramiro era migrante como tantos hoy día, venido al centro del país para huir tal vez de la vida limitada y austera, del calorón y la tierra abrasada, o huyéndole al bastón de mando y a la justicia de un palabrero, o quién sabe si de un desarraigo amoroso, echando de menos el baile de la yonna o chicha maya donde más de una vez había mordido el polvo por virtud de una india antojadiza de rápido bailar que le hiciera enredar los pies y caer a tierra cuan largo era…

No estoy seguro si mi padre, también migrante de la persecución siria otomana tan terrible como fue, al comprenderlo se identificaba con él y vestía sus zapatos evocadores de recuerdos que le ponían triste, pero también al ver a su numerosa prole venezolana, estudiosa y pujante, pagaba al país por las bondades que le había brindado…

Ha sido ancestral que el comercio sea la actividad más importante de los wayú, dada la vida difícil en esas tierras lejanas y olvidadas, incluido más recientemente el «bachaqueo» o contrabando entre Venezuela y Colombia de gasolina, güisqui y artículos de primera necesidad. La Constitución Bolivariana de 1999, ¨la mejor del mundo¨ y la más vulnerada de la vía láctea, ha incluido en su articulado sentencias hermosas para cuidarlos, pero me sospecho que se trata de un dechado de letra muerta y ya fétida, tal cual su Preámbulo, más perteneciente a un país idílico que a la diaria realidad que padecemos.

Las asambleístas que tienen que bregar con la protección de las etnias sólo visten coloridas mantas o camisones guajiros, creo que más para aparentar que para representar un genuino compromiso, pues además de haberles abandonado hace rato, se olvidan de los pemones en el sureste del estado Bolívar en la frontera con Guyana y Brasil, habitantes comunes en la Gran Sabana y todo el Parque Nacional Canaima, que en sus hermosos mitos describen los orígenes del Sol y de la Luna y la creación de los tepuyes milenarios –Monte Roraima o Dodoima en pemón– y las actividades del héroe creador Makunaima y sus hermanos; y los yanomamos, o la gran nación yanomami, ubicados en nuestro país principalmente en el estado Amazonas, consentidos del padre Cocco, misionero salesiano italiano nunca suficientemente exaltado y reconocido aunque tan a menudo olvidado, y que además se extienden en los territorios brasileños de Amazonas y Roraima.

El venezolano que es un ser de memoria corta, o no le importan sino sus intereses personales o sus propias pequeñas-grandes tragedias, acaso olvide la Masacre de la aldea Haximu, un genocidio cometido en territorio venezolano en 1993 donde en medio de fusiles contra flechas, unos 16 yanomami fueron asesinados por un grupo de garimpeiros o buscadores independientes de oro. ¿Hubo justicia…?

Los pemones que han sobrevivido 500 años después de la llegada de los españoles al continente americano denuncian que “ya llegaron brasileros a minas del Parque Nacional Canaima, aterrizan en Campo Carrao, al lado Salto Ángel, con combustible y bombas”… El ejército o la guardia nacional quienes deberían protegerlos y proteger el suelo patrio,  se hacen la vista gorda y de inmediato les desmienten… Cataplasmas de oro y billetes verdes sobre el pecho a la manera de condecoraciones, les eliminan el sentido de pertenencia y sepultan su deber patriótico…

Resulta triste y penosa la situación en la que pueblos que han habitado las selvas del Estado Bolívar de Venezuela, la Guayana y el Amazonas, siguen siendo desplazados y despojados del derecho a poseer y a explotar las tierras que han ocupado durante siglos, mucho antes de la Conquista de América. Los buscadores de oro han hecho de aquellos hermosos parajes territorios contaminados de enfermedades venéreas y de mercurio sin mencionar las extensas áreas deforestadas, nunca más recuperables… Como este metal pesado se amalgama con el oro y la plata, se ha utilizado para mejorar la separación de las partículas de oro de la ganga o mineral secundario que le acompaña.

Las embatoladas de la Asamblea, mujercitas de pocas luces, no deben olvidar el desastre de Minamata… En 1956, en esta ciudad industrial de Japón, comenzaron a aparecer personas con extraños síntomas de discapacidad sensorial como falta de coordinación motora y alteración de la sensibilidad en manos y piernas, pérdida de la visión, la audición y la palabra, y, en casos extremos, parálisis e incluso muerte por hidrargiria o envenenamiento por mercurio, con cerca de 900 muertos y más de 2000 afectados. El tipo y el grado de síntomas que se presentaron eran individuales y dependían de la dosis, del método de contaminación y de la duración de la exposición. Un ejemplo claro y desgarrador de negligencia, búsqueda del lucro económico a cualquier precio incluido la vida de los demás, y el desprecio al medio ambiente…

Lo que pasa es que el negocio es muy grande, la conciencia muy pequeña, la codicia aguda para el negociado ilícito es febril y la ceguera funcional de las autoridades es profunda para no mirar lo que no conviene y les reporta inconmensurables beneficios…

Otro invasor de aquellos desolados territorios es la malaria o paludismo. Aquellos tiempos de casas muertas, de escalofrío solemne con tiritar de dientes, anemia y bazo agrandado vienen con la octava estrella de la bandera, pura paja… De acuerdo a la Sociedad Venezolana de Salud Pública y la Red Defendamos la Epidemiología, hasta el 18 de julio pasado se notificaron 69.413 casos, lo que representa un aumento de 57,8% con respecto al período homólogo anterior donde se contabilizaron 43.992. El estado Bolívar concentró 54.381 enfermos o el 92,2 % de los casos notificados. Los estados Amazonas, Delta Amacuro, Monagas, Sucre, Apure y Zulia, también se encuentran en el ojo de la epidemia, esa que la dictadura se empeña en negar, siendo que en el inmediato quinquenio 2010-2014 el incremento fue de 109%, un salto atrás epidemiológico, una afrenta a la epidemiología nacional… Pero, ¿qué queremos?, no puede compararse un tal Henry Ventura y su cerebro chiquito que emulando el parto de los montes parió la  «micromisión contra la malaria» con un Arnoldo Gabaldón que en su tiempo, con conocimientos, liderazgo, garra y corazón de león logró que Venezuela fuera el primer país de América Latina en erradicar la malaria… ¡La vergüenza no existe en los prohombres de la revolución…!

Es que la Venezuela chavomadurista, tiene uno de los peores escenarios económicos: la inflación más alta del planeta, prolongada recesión, desabastecimiento y carestía de productos esenciales, desgarradora crisis humanitaria compleja en salud, un desorden cambiario originado por tres tasas de cambio para engordar la codicia de los vivos del régimen, un país donde la gente está pasando hambre, ese mismo donde mueren 25.000 ciudadanos violentamente cada año, donde la fuerza pública de Venezuela opera en conjunto con las bandas criminales y con toda la delincuencia organizada que hay en el eje fronterizo permitiendo el contrabando a gran escala, ese que no pasa por las trochas sino por los puentes internacionales, ¿Quién puede creer que un régimen falsario e irresponsable, inmoral y mendaz y que se encuentra de salida, pueda darles seguridad, estabilidad y tranquilidad a 20.000 refugiados sirios…?

Ramiro debe estar contento con mi recuerdo, pero también muy triste; triste al ver a su pueblo rebajado por políticos corruptos a categorías infrahumanas que hablan tanta paja que podrían dar de comer a toda una legión de chivos hambrientos… ¡Chivo que rompe tambor, con su pellejo lo paga…!

 

Addendum

 

La condena de Leopoldo López de manos de una funesta jueza es la condena de todos los demócratas decentes de MI país y con relación a la pena inmerecida, desproporcionada y cruel impuesta desde las alturas del régimen achacoso e insignificante, el escritor Hermann Hess (1877-1962), nos alecciona:

  • «Para que pueda surgir lo posible es preciso intentar una y otra vez lo imposible»
  • «Dios no nos envía la desesperación para matarnos, nos la envía para despertar en nosotros una nueva vida»
  • «Donde cesa el bienestar y empieza la penuria, se deja sentir la educación que la vida nos quiere dar»

Elogio del apetito material

 

Soy un observador apasionado del drama del ser humano, especialmente, del ser humano enfermo… En ocasiones pareciera que el médico solo quiere ver ¨cosas¨, diagnosticar enfermedades, a veces al boleo sin importarle mucho que ¨esa¨ enfermedad esté aposentada en un ser humano: es cuando se ¨cosifica¨ al paciente, es decir, se le ha transformado en una ¨cosa inanimada¨. En países desarrollados como los Estados Unidos de América donde se privilegia la prisa y el dinero, de ello no escapa el acto médico. Ahora resulta que el acto médico es presenciado a lo lejos, o tal vez  no tan lejos, por una persona ajena a la profesión que juzga el rendimiento del pobre médico asalariado en función del tiempo que se tome para ¨evaluar¨ al cliente, que no al enfermo en función del número de ¨clientes¨ que vea; por ello, se supone que la consulta no debe durar más de 10 minutos y a los 30 segundos, el cuitado será interrumpido en su relato para que el tiempo rinda. Sin embargo, esos primeros cinco minutos de conversación, que se inician con la queja principal del enfermo y continúa con las preguntas del médico, que son fundamentales para el inicio del proceso curativo, es abortado en forma intencional. La medicina se ha mercantilizado al extremo y está en manos de corporaciones de seguros, que encontraron en la salud, un negocio que deja pingües ganancias…

La adoración del dinero es mala señal, pues es indicio de que no cuenta el sufrimiento del paciente que muchas veces, asiste a una consulta para que relatada su historia, el médico le reasegure, porque la mayoría de las veces eso es simplemente lo que el paciente desea, ser escuchado y ser parte del diálogo exploratorio o diagnóstico, donde en 80% de las veces puede arribarse a un diagnóstico con solo escuchar: esa es la brújula que nos guía en el mar misterioso de la enfermedad. El examen físico vendrá después y será ejecutado con especial énfasis en el órgano o sistema que haya sugerido el diálogo… La ¨genética¨ del encuentro ha sido un proceso de siglos de observación cuidadosa y deseo de ayudar. Ahora es suplantado por máquinas para ser usadas aunque no se necesiten, empleadas sin tino ni destino; pero dejan gruesos dividendos. La ¨epigenética¨  se realiza en ese cuerpo y esa mente suyos que están continuamente sometidos , a lo largo de su vida, a fuerzas dinámicas cambiantes: las de su ecuación genética, su medio ambiente, sus estreses internos y su voluntad de realizar podría ser, el cambio negativo que se ha dado en la sociedad y por ende en la medicina, al incorporar al $dolar$ como el objeto amado ante el cual se rinde el conglomerado consumista. y es por encima de todo, el primum movens del existir.

Sirva este preámbulo para narrar la anécdota de un curioso, por no decir insólito hecho clínico que presencié 40 años atrás durante mi estada en el país del norte, específicamente en la ciudad de San Francisco, cuando realizaba mis estudios posdoctorales de neurooftalmología. Cuando se daña el lóbulo occipital del cerebro que tiene su asiento en la parte más posterior del mismo, ocurre un defecto en el campo visual, este defecto se llama ¨homónimo¨ pues se pierde la visión en la mitad derecha o izquierda del campo de ambos ojos, y a veces es ignorado por el paciente; como consecuencia, cuando camina se tropieza con todo lo que esté a su derecha o izquierda, simplemente, porque no lo ve…

La anécdota en cuestión se refiere a un enfermo de 60 años, llamémoslo Cyril  -ver la foto de inicio-, en quien se sospechaba tenía un infarto en el lóbulo occipital derecho con el defecto en el campo visual contalateral izquierdo, pero se encontraba desorientado, algo obnubilado o confundido por lo que sus respuestas eran erráticas… En estos casos, muchas veces  con el paciente mirando al frente, se recurre  a un gesto de ¨amenaza¨, y en el caso presente, tratando de ¨puyarle¨el ojo izquierdo con le dedo extendido. Si el campo está intacto, girará los ojos en la dirección del estímulo.  Lo cierto es que ninguna de las táctica empleada, había dado resultado en el sentido de demostrar que en efecto, sí  existía un defecto campimétrico…

De improviso y desde atrás, se aproximó un médico gringo que escuchaba nuestra conversación a la cabecera del enfermo diciendo que él, en muchos casos complejos como el que nos ocupaba, había resuelto este problema con la ¨estrategia de Jackson¨, ¿y esa cuál es, le pregunté?; nunca la he escuchado mencionar…, y así, presuroso y seguro, extrajo de su cartera !un billete de $20$!, y lo trajo desde la extrema izquierda hacia el centro, y no más al trasponer el meridiano vertical del ojo, ocurrió el milagro, el enfermo desvió los ojos a la izquierda buscando el estímulo más poderoso que pueda existir en una sociedad materialista a ultranza: Un billete verde de $ 20…

 

Andrew Jackson (15 de marzo de 1767-8 de junio de 1845), estadista estadounidense, séptimo presidente de los Estados Unidos (1829-1837).

Elogio de la Bachelet…

¡Bienvenida doctora! Usted es la Alta Comisionada de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y ocupa el cargo honorífico de presidenta de la Alianza para la Salud de la Madre, el Recién Nacido y el Niño de la Organización Mundial de la Salud; yo solo soy un viejo médico venezolano, trajinado al través del dolor de pacientes de un hospital público durante 58 años de ejercicio profesional, inmune al retiro, docente nato de esa, la medicina clínica que usted, mujer médica conoce, esa que muestra compasión y empatía ante el más necesitado, esa que busca con los sentidos dónde nace la queja, esa que intento trasmitir a mis alumnos, jóvenes, todos muy jóvenes alevines que llevan dentro de sí la pasión por ser útiles a todos, pero en particular a los niños, embarazadas y ancianos.

Déjeme decirle con todo respeto, que aquí, en MI país, muy pocas personas le tienen en estima, piensan que ya usted hizo su mente, que tiene temor de enfrentar a las izquierdas que le apoyan y decir la verdad pura y simple, aunque urtique a los poderosos. La institución a la cual usted pertenece ha mostrado un desdén glacial ante el drama que nos consume; un pobre país rico, un pobre país miserable sin comida, sin luz, sin agua potable, sin medicinas, con epidemias surcando a sus anchas y sin contención todo el territorio nacional, con una pobre medicina para miserables. Su presencia aquí, no debe ser mediatizada por intereses políticos que tratarán de confundirla, aunque imagino que bien sabe qué ocurre aquí; tampoco por sus convicciones ideológicas las cuales respeto; usted puede hacer la diferencia o no hacer ninguna, y no traer al conglomerado venezolano esperanza, antes bien, otra frustración más y la convicción de que usted simplemente, no puede ni quiere hacer nada. Recuerde que el Colegio de Médicos de Chile le otorgó una beca para especializarse en pediatría y salud pública en el Hospital Roberto del Río, especialidad en la cual no se tituló por razones personales. En sus fotos de Google nunca le he visto cargando un niño, pero imagino que ese amor maternal que le llevó a la pediatría, aún, ¡conserva toda la candidez dentro de su corazón…!

Quienes nos gobiernan no son socialistas ni comunistas, son un tinglado criminal. Viene a la expatria Venezuela, donde podrá presenciar con afligida nitidez la historia natural de enfermedades inclementes abandonadas a su evolución espontánea sin interferencias o trabas de inteligentes políticas públicas, dejadas de lado por la crueldad…

Acérquese al Hospital de Niños José María de los Ríos, centro de referencia nacional, no se deje llevar por intereses bastardos; si fuera posible, vaya de incógnito y de improviso, y vea con ojos misericordiosos, con ojos de madre, con mirada de pediatra comprometido, toque sus cuerpecitos y calme sus temores seguros de presentir el peligro de la fría guadaña de la muerte que les acecha: mire a sus colegas, los médicos comprometidos que han decidido luchar en el ¨aquí y el ahora¨ del país sin tomar sus bártulos y marcharse; impotentes, haciendo cabriolas terapéuticas donde nada hay, pero donde sí abunda el desdén, las armas y la delincuencia de cuello blanco y de camiseta y chores; vea niñas de apenas 12 años embarazadas recibiendo bonos del gobiernos, vea las madres desesperadas y sus retoños con desnutrición aguda, niños desnutridos y de muy bajo peso, con marasmo o kwashiorkor, que de sobrevivir, no podrán competir en la lucha por la vida y serán siempre lerdos, pasto de populistas; sienta el llanto ininterrumpido y agudo, ese que llega al alma, que parece decir, ¡no me quiero morir!, ¡no me dejen morir!, ¡hay dinero para armas, pero no para que a mí me impidan morir!

Otee en lontananza de este expaís, Venezuela, que una vez controló la malaria y hoy día no solo la estimula, sino que también la exporta a países vecinos y hermanos; mire como cunde el sarampión, la difteria, donde no existen vacunas y Edward Jenner mira horrorizado desde su tumba.

No sea aliada de una causa injusta, no se preste a apuntalar una dictadura inhumana y cruel; obligue a sus ojos de córneas turbias a ver lo que ya sabe que ocurre; a mirar lo que ya intuye; a olfatear el acre aliento de la miseria; háblele a sus oídos duros por la costumbre para que sientan el llanto del niño desnutrido, ese que tiene el tono de un pífano triste…

A los viejos déjenos morir con dignidad, hicimos cuanto pudimos y queremos ir a la paz de los sepulcros donde los paleros no roben nuestros despojos; reconcíliese con su alma de pediatra, y salve a los niños de la dependencia de un cerebro de bajo peso, de ser un lastre para todos, el resto de sus vidas… No los deje de lado, por favor…