Pobre rico país pobre… De acuerdo a Pitágoras de Samos, de la armonía surgirá del caos
Y a rastras como las ratas pasaron más de tres lustros oscuros, tiempos amenazantes, tormentosos, intransigentes y difíciles para unos; paradójicamente y presenciando la destrucción del país, bienvenidos para otros; la patria se polarizó en dos toletes; nos dividimos como si fuéramos enemigos viviendo bajo un mismo sol, bajo una misma historia, bajo una misma bandera; pero parecimos ignorar que los opuestos son lo mismo, difiriendo sólo en el grado, y sabedores que los pares opuestos pueden ser reconciliados; aunque el amor y el odio son considerados antagónicos, situados en antípodas, el uno al otro enteramente diferente e irreconciliable, en la realidad no lo son. Ambos son designaciones aplicadas a los dos polos de una misma cosa.
Solamente odiamos aquello que amamos o hemos amado y nunca podremos odiar lo que nunca hemos amado. En una escala donde amor y odio antagonizan, en cualquier punto donde comencemos encontraremos más amor, o menos odio, conforme ascendemos la escala; y más odio o menos amor conforme descendemos. Soy optimista, fusionaremos voluntades en medio de la bulla que nos aliena, la calma renacerá y reconstruiremos un mejor país con el auxilio de mucha de la fuerza que aún nos queda, la de nuestros hijos, la esperanza de nuestros nietos y el recuerdo de nuestros padres…
Los antecedentes históricos de la medicina venezolana establecen cuatro etapas de evolutivas que incluyen, su fundación, reforma, transformación y modernización; pero me he permitido adicionar dos etapas más, una que llamo de involución de la medicina pública (con un correlato de avance en la medicina privada), y la etapa actual –incomprensible- que he calificado de entrega a una nación extranjera.
La primera etapa, correspondiente a la fundación, se inicia en 1763, años antes de la existencia de la Capitanía General de Venezuela que se decreta en 1777, con la creación de la Cátedra de Medicina en la Universidad Real y Pontificia de Caracas; y luego con la institución del Protomedicato, ambos debidas al empeño y decisión del ilustre médico mallorquín, Lorenzo Campins y Ballester.
La segunda etapa, correspondiente a la llamada reforma, es liderada por el doctor José María Vargas, quien en 1827 se convierte en el primer rector seglar de la republicana Universidad Central de Venezuela. Vargas se erigiría en el reformador de los estudios médicos. Con él se inicia la medicina científica, y quedan echados los cimientos para su ulterior desarrollo.
La tercera etapa es la de transformación. Comienza en 1891 y está determinada por tres hechos fundamentales; a saber, la inauguración del Hospital Vargas de Caracas ese mismo año; la fundación de las cátedras experimentales de Fisiología, Histología y Microbiología; y la creación del Internado y Externado hospitalarios. Siete visionarios colman esta etapa: Elías Rodríguez, rector de la UCV para la fecha; Luis Razetti alma y motor indiscutible de esa transformación; José Gregorio Hernández, fundador, regente y sostenedor de esas tres cátedras a lo largo de 28 años; y cuatro grandes clínicos y maestros venezolanos de todos los tiempos, propulsores de las clínicas madre, Francisco Antonio Rísquez, Pablo Acosta Ortiz, Aníbal Santos Domínici y Miguel Ruíz.
La cuarta etapa es una de modernización iniciada en 1936, cuando se crea el Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, cuyo primer titular fue el doctor Enrique Tejera Guevara. Se produce la transformación de la Junta de Beneficencia Pública de Caracas; se crean las cátedras clínicas de todas las especialidades médicas y se funda el Consejo Venezolano del Niño. Se trata de una época de fecunda ebullición y gestación, de anhelo de reformas y mejoras que llevan a la ciencia médica venezolana a la altura de las naciones más avanzadas
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La quinta etapa la he llamado, la Involución de la medicina pública y Evolución de la medicina privada. Para el momento del inicio de nuestros estudios médicos, el Hospital Vargas de Caracas era el centro de referencia nacional para pacientes de todo el país, que venían en la búsqueda de comprensión para sus quejas y cura para sus dolores. Allí se formaron las grandes escuelas de clínica médica y cirugía. Médicos privados enviaban sus pacientes tras la pista de un diagnóstico acertado, o para la realización de exámenes complementarios que no se hacían fuera de su perímetro, o para alguna complicada intervención quirúrgica. Muchos de nuestros profesores hablaban fluidamente dos o tres lenguas, tenían estudios de postgrado en el exterior y habían regresado a esparcir su semilla en ese terreno abonado que fuimos nosotros. Eran momentos en que la atención médica se percibía como un acto de beneficencia y no como un derecho humano como luego con pertinencia lo fue.
Se habían fundados hospitales a todo lo largo y ancho de la geografía nacional y allá se fueron posgraduados de las cuatro clínicas ¨madre¨, a modificar viejas maneras de hacer, retoñando por doquier con fuerza de primavera, el verdor del progreso médico. El Hospital Universitario de Caracas amenazó con el cierre del Hospital Vargas. Visionarios no lo permitieron, y sobre su muerte cierta, como ave Fénix fulgurante se alzó la Escuela de Medicina José María Vargas.
Con el paso del tiempo, las políticas de salud fueron cambiando sin que se trazara un plan para garantizar su continuidad. La politiquería infiltró instituciones e inició el deterioro de los servicios públicos de salud; buenos planes eran rechazados por provenir de otra tolda política. Los hospitales públicos, a un coste elevadísimo, devinieron en receptáculos de toda injusticia, depósitos de enfermos con problemas médicos y quirúrgicos no resueltos, morideros de gente, bien por falta de mantenimiento, bien por migración del personal hacia la práctica privada ante los paupérrimos salarios, falta de insumos, ausencia de protección para el médico y el paciente, períodos de estada elevadísimos… en fin, todo lo que implica una mala medicina a un impresionante coste.
Entre tanto, fueron formándose policlínicas privadas del más alto nivel, limpias y funcionales, bien dotadas de insumos y con los últimos adelantos tecnológicos del momento, con personal altamente solvente, competente y bien preparado, que a un coste elevado serviría a la ínfima parte de la población que pudiera cancelar sus servicios. Muy poca solidaridad hacia quienes no tenían posibilidades mostraron en sus comienzos estas instituciones, y, con mucha frecuencia, los profesionales, copiando estándares extranjeros ordenaban y aun ordenan en forma desordenada y desconsiderada, exámenes costosos cuando procedimientos más económicos podían conducir a un diagnóstico.
Iniciamos nuestras prácticas en este período, muchos compañeros y yo, compartíamos la práctica entre docencia y asistencia matutinas y práctica privada en la tarde. No había la posibilidad en el Hospital de conciliar las dos propuestas. El Complejo Asistencial Docente Vargas –sueño de hombres y mujeres de valía- quedó como vergonzosa historia no concluida, o la autogestión promovida en años posteriores por ilustres vargasianos, jamás pudo ser llevada a buen puerto por ese proceso involutivo que iniciaba el agobio rojo, donde no hay consuelo para las penas del niño que vive en la calle o aquél otro ahogado en su dolor, mendigando salud en Miraflores, atestado de papelitos peticionarios y de promesas incumplidas, cuando la dádiva política a otros países continuaba y continúa encontrándose a la orden del día.
La sexta etapa en este declive hacia el precipicio de la ignominia y la destrucción, la he denominado La Entrega. En 1999, veinte años atrás, con la llamada Tragedia de Vargas, cuando los venezolanos nos aprestábamos a votar en el referéndum para la aprobación de una nueva Constitución –lo que ocurriría al siguiente día-, las precipitaciones en el Litoral Central se establecieron y continuaron sin amainar, determinando que el cuerpo de bomberos local sugiriera decretar un Estado de Emergencia en la zona, advertencia que el Gobierno nacional no escuchó. Esa voz desoída por mezquinos intereses de la alta cúpula gobernante, condujo a la desinformación de la población litoralense y a la muerte de cerca de cincuenta mil conciudadanos, un crimen de lesa humanidad olvidado y todavía no pagado…
En ese infausto momento, el gobierno venezolano devuelve la ayuda norteamericana que veía en camino, devuelve los barcos y permite el ingreso de 500 ¨médicos¨ cubanos cooperantes a la costa varguense, un verdadero Caballo de Troya cargado de las más aviesas intenciones como luego se hiciera más que evidente. Y a aquellos médicos venezolanos que nos desplazamos a brindar ayuda en las áreas de necesidad, en forma artera, nos fue negado el acceso. No me quedan dudas de que había un plan, un perverso plan y a largo plazo, concebido en Cuba y puesto a punto, para que en caso de alguna circunstancia imprevista se procediera a un acceso masivo de invasores llamados ¨cooperantes¨.
Y así fue, el deslave de Vargas brindó oportunidad para comenzar a regalar la patria al peor postor: Cuba. Medio millar de médicos cubanos que nunca se devolverían, sino que crecería en número hasta alcanzar los treinta mil o tal vez más, una mezcla de técnicos desinformados y agentes políticos… Esta vergonzosa entrega aupada por muchos de nuestros colegas y especialmente por el Colegio de Médicos Metropolitano, significó la vulneración de las leyes de la República y la pérdida de la soberanía de la salud que desde hace 20 largos años está en manos cubanas. Difícil de comprender cómo se involucraron médicos venezolanos, algunos cercanos y queridos amigos y otros conocidos, en este regalo infamante, en esta traición a la medicina venezolana. Se permitió el ejercicio ilegal de la medicina por extranjeros sin haber cumplido los extremos de la ley a la cual nosotros y generaciones posteriores estábamos y estamos obligados por la Constitución de la República y la Ley del Ejercicio de la Medicina.
Los venezolanos poseídos de inmenso desinterés y cobardía miramos a otro lado mientras ocurría una invasión silenciosa del país por una nación ajena a nuestro gentilicio; más enervante aún, sin oponer resistencia alguna, sin que se disparara un solo tiro. Es bien conocida la existencia de un ministerio de salud cubano en la sombra, paralelo al Ministerio de Salud y Desarrollo Social amparado por quienes han pisoteado los principios éticos y morales de nuestro oficio, y ante la indiferencia del conglomerado médico. De estos médicos esclavos del régimen cubano se sabe que muchos han desertado. Desde 2007 se puso en marcha guiado tal vez por una buena intención ¿?, la Misión Barrio Adentro, un plan político e ideológico presentado como misión humanitaria, también entregado a la Misión Cubana pero que en sus normas, regulaciones y administración nunca ha funcionado integrado al Ministerio de Salud de Venezuela, desconociendo las leyes de la república y las ideas y propuestas del Maestro José Ignacio Baldó. Todo ello puso de manifiesto la profunda debilidad de la Federación Médica Venezolana y los Colegios de Médicos y otros organismos de la sociedad civil para enfrentar con inteligencia y decisión una lucha frontal contra los invasores. Los cubanos deben ser invitados a salir del MI país, ese a donde nunca debieron llegar… Ese momento que no se atisba en el horizonte, estoy seguro de que pronto llegará…
Por otra parte, la premeditada asfixia económica a las universidades nacionales buscando su quiebra y cierre consiguiente, beneficiando a aquellas bajo la tutela del Estado, la creación inconsulta, apresurada e improvisada de una carrera de medicina con estudios paralelos de faltoso y vergonzoso pensa, que otorgaría el título universitario de Médico Integral Comunitario (MIC), a diferencia de nuestro título de Médico Cirujano, que reciben una beca jugosa en Bs F., contrastando con las ocasionales becas de trabajo de muy pocos Bs F. de nuestros alumnos regulares. Este programa ofreció ¨formar y capacitar¨ veinticuatro mil ochocientos quince nuevos ¨médicos¨ bajo el concepto del empleo de realidad virtual como única herramienta docente en desprecio flagrante de la enseñanza clásica de 2500 años de antigüedad, que todos conocimos y aprendimos, ayudamos a modernizar y enseñamos a la cabecera del enfermo, y en ignorancia acerca del cómo hacer una historia clínica y sin contacto alguno con los pacientes.
La idea que alienta la formación de estos supuestos médicos, puede verse, tiene más que ver con una intención política: la forja de activistas del régimen. En diversas publicaciones de prensa, entrevistas radiales y televisivas y en una carta abierta dirigida al Embajador Cubano en el año 2001, he hecho constar mi rechazo y descontento, incluyendo, con inenarrable dolor, la petición de mi jubilación de la UCV después de 46 años y tres meses de ejercicio activo como manera de protesta ante las autoridades de la Facultad de Medicina por el envío de 8.900 estudiantes del MIC a los hospitales de las facultades tradicionales, no existiendo espacio ni posibilidades docentes para atender esta ola de cursantes y cuya escaso conocimiento y formación salta a la vista: «Un árbol torcido nunca su rama endereza». Alumnos de todo mi afecto y autoridades de la Facultad de Medicina de la UCV han colaborado y siguen colaborando en la traición y el engaño mostrándose como lobos con piel de cordero…
La destrucción de los hospitales públicos ha sido intencional, con saña y sadismo, las listas de Tascón y Maisanta guardan toda su vigencia para los jóvenes egresados de universidades tradicionales que quieran servir a su patria, y ellas, con la vorágine que nos asesina, han servido para que muchos consideren irse el país porque aquí no se les quiere ni se les aprecia. Pecado mayor de lesa patria, no podría concebirse. El esfuerzo de pensar, de planificar y de poner en marcha algún proyecto se les hace lastimoso e imposible, están llenos de miseria, de ignorancia, del lastre de la maldad, de la perversión y el odio…
¡Ah! Hemos entregado el país o hemos permitido que se hiciera, hemos consentido su destrucción total y entre sus más conspicuas víctimas ha estado precisamente la medicina, los afligidos pacientes profiriendo ayes y quejidos, ¨tenebrosos cánticos de dolor¨, y los médicos haciendo mucho con lo poco de que disponemos. El retroceso ha sido abismal, volvimos a la Venezuela macilenta, al quebranto y el tiritar de dientes de la malaria que ya traspuso la cota de los 400.000 casos, todo trasunto de la «enfermedad totalitaria» y sus oscuras artes de lúgubres propósitos: entrega, crueldad, sadismo, manipulación, privación deliberada de los derechos humanos y de las libertades básicas, sociopatía y megalomanía.
Pero…, otra realidad arribará, otro hermoso día mostrará la aurora, será una séptima etapa de la medicina venezolana, El Renacer… Los cerebros están dispuestos, las energías buscando cauce de vida, las de los jóvenes llenos de savia pujante y creativa, las de los más viejos dispuestas a mostrar sus errores y a prestar su experiencia. Existe un gran contingente de jóvenes médicos venezolanos migrados, muy bien formados que esperan por la salida de los destructores para su retorno y dar inicio a la reconstrucción total del país y de la medicina nacional; no les defraudemos, votemos en masa cuando se nos ofrezca seguridad de un CNE depurado, decente y patriota, votemos con esperanza y decisión, defendamos nuestros votos con los dientes, para que esta negra noche dé paso a una alborada de progreso, castiguemos a quienes nos castigaron con malas políticas y venta del país, con entreguismo y con maldad.
Los gobiernos de Chávez-Maduro y los cooperantes nacionales han sido la peor epidemia que ha confrontado la república: el mal comunista con su vaho destructivo y sus secuelas de dolor y atraso, tierra arrasada y jóvenes sin destino, tiene que irse, debe ser enfrentado por hombres y mujeres de buena voluntad y con todo, para lograr la salud de la república, y la Misión Médica Cubana volver adonde nunca debió salir ¡Así de simple…!
- PS. Los días 4, 5 y 6 de diciembre de 2019, se realizará en los espacios de la Universidad Central de Venezuela (UCV), un foro llamado «Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después», entre otros cursan la invitación la Academia de Ingeniería y el Hábitat… La convocatoria es a partir las 9:00 a.m., en la Sala de Conciertos al lado del Aula Magna. Información tardía y compromisos adquiridos con anterioridad, me impedirán asistir. Dentro de la programación parcial que escuché, seguramente no se tomará en cuenta el efecto colateral que produjo en nuestra medicina…