Elogio de la ira divina…

En la mitología griega el dios Atlas había sido castigado a sostener la bóveda celeste y el mundo sobre sus hombros, y Poseidón, el dios de los mares, le hacía tambalear…, así era como se producían los terremotos. Como decían mis pacientes llaneros, en estos momentos, la Tierra está como las embarazadas en la inmediata proximidad del momento del parto: ¨revuelta¨. Terremotos, tifones, lluvias torrenciales, inundaciones, volcanes en erupción, catástrofes por todas partes, lo que fue dado en llamarse como la ira de Dios, castigando a diestra y siniestra los pecados de los hombres…

El 29 de julio de 1967 a las 20.05 horas, habiendo llegado  cansado de mi consulta privada me encontraba conversando con Graciela en el recibo de la casa donde vivíamos en alquiler en Los Palos Grandes. Pequeña, se accedía por una escalera a un alto, tres habitaciones, cocina y baño, y debajo de la cual había un pequeño apartamento donde residían dos jóvenes solteros y desconsiderados, que armaban sus francachelas con cierta frecuencia…

Oyendo un ruido que provenía desde abajo, repentinamente Graciela me dijo, -¨Como que los vecinos están de nuevo rodando los muebles…¨. No la dejé terminar, recordando que mi hermano Franco cuando vivía en San Francisco California había tenido la experiencia similar de ¨un tren movilizándose bajo tierra¨, le dije imperativamente, ¡Corre afuera, sal a la calle, esto es un terremoto…! Y mientras ella se movilizaba con una barriga de ocho meses, yo, dando tumbos contra las paredes de un estrecho pasillo, fui en busca de mi hijo Rafael Guillermo de apenas seis meses de edad quien por primera vez, dormía plácidamente en su cuna.

No más bajé a la calle, se oían los gritos de los vecinos que como bachacos molestados en su agujero, salían a borbotones de todas partes y un vecino español que repetía a toda voz, -¡Saliros, saliros todos, estáis en grave peligro!, mientras los cables de energía eléctrica chocaban unos con otros produciendo tronante ruido y salto de chispas… Vivíamos una experiencia nunca vivida, el denominado terremoto Cuatricentenario de Caracas,  con duración de entre 35 y 55 segundos según la zona de la ciudad, de 6.5 a 6.7 grados de intensidad en la escala de Richter, evento que ocasionó daños importantes en el Litoral Central, especialmente en Caraballeda y en la capital, en áreas de Altamira y Los Palos Grandes, pero también fue sentido en la región norte central del país…

Al día siguiente pudimos observar atónitos y adoloridos como los edificios Neverí, Palace Corvins, San José y Mijagual se habían aplastado como una torre de naipes –en este último falleció sepultado con su familia el doctor Gabriel Trómpiz Martorell, joven y promisorio psiquiatra hijo de nuestro jefe de cátedra del mismo nombre-, y es que nos encontrábamos en Plena Falla Geológica de Humboldt.

Según el ¨Seismological Notes¨ de junio 1968, el número de víctimas mortales alcanzó 240, hubo 1.536 heridos y las pérdidas fueron de 50 millones de dólares. Sin embargo, según datos proporcionados por instituciones del país hubo 274 muertos, 2.000 heridos y las pérdidas alcanzaron los 100 millones de dólares.  Por las características de las edificaciones caraqueñas, este evento atrajo hacia Caracas especialistas de todo el mundo y sirvió de referencia para elaborar las normas modernas para la construcción de edificaciones antisísmicas.

Interesante rememorar que el profesor Luis Beltrán Reyes había publicado en el diario El Universal del 2 de noviembre de 1966 las predicciones de la vidente italiana Marina Marotti quien entre otros vaticinios refería, ¨que una ciudad de América de Sur en la que se celebrarían muchas fiestas; estaría llena de polvo, ruinas, muerte y destrucción¨. Más tarde profetizó que Caracas ¨sería sacudida por un fuerte temblor de grandes consecuencias a mediados del año 1967 y que el mismo dejaría una huella de dolor y muerte». El 21 de enero de ese mes Luis Duque publicó en la revista ¨Elite¨ un reportaje intitulado: ¨¿Un terremoto destruirá a Caracas?¨, y en la portada se mostraba una imagen a color de las torres de El Silencio estremecidas por el temblor profetizando un sismo en la ciudad; además se afirmaba que el sabio Alexander von Humboldt había dicho en 1800 que en un plazo de 150 años Caracas podía ser completamente devastada por un gran terremoto.

Desastres naturales a granel: Los recientes terremotos de Ecuador y Japón, las inundaciones en Chile, tornados y lluvias torrenciales en Uruguay, erupción del Popocatépetl en México, la devastación no propiamente natural inducida en Venezuela por el Socialismo del Siglo XXI que destruyó la moral, la ética, las buenas costumbres, el buen talante del venezolano, el trabajo productivo y de paso, arrasó con toda la riqueza material. Todas catástrofes naturales, una inducida por lo más oscuro de un ser humano: la perversidad…

Ya el terremoto gestado en la mente perversa de Chávez y su pandilla de ladrones y criminales, ha destruido todo el país, ha contaminado muchos países de Latinoamérica que por cierto están sacudiéndose su mala vibra, y no hay área de la vida nacional que no haya sido tocada por su violencia inmisericorde alcanzando el deshonroso título de la nación más miserable del mundo, con falta de materia prima, paralización de líneas de producción e impensada crisis eléctrica, una inflación que se ubicará en más de 2.000% el próximo año y una crisis humanitaria fruto del estragamiento continuado, más de 250 mil muertes trágicas en 17 años y más de 500 mil trabajadores sin trabajo…

Imagine ese terremoto por años anunciado en Caracas…; en la situación actual del país, nos encontraría a la intemperie, sin cuerpo de bomberos dotados, sin rescatistas, sin hospitales, sin ambulancias, sin médicos, con 100% de desorganización o despelote eléctrico, con más del 90% de escases de medicamentos, sin vacunas –no hay antitoxina ni toxoide tetánico-, sin suficientes reservas de sangre de donantes voluntarios porque no hay bolsas para recolectarla y almacenarlas, sin solución fisiológica (agua con sal), sin solución glucosada (agua con azúcar), sin urnas donde colocar los cadáveres. Y todavía estos hijos de mala madre quieren quedarse en el poder…

No hablemos lo que ocurriría en las casas de Misión Vivienda Venezuela, ninguna en manos de ingenieros venezolanos castigados sólo por ser venezolanos, todas en manos de empresas extranjeras sin adaptación al contexto e idiosincrasia del país, y en medio de la mayor opacidad de los contratos, sin supervisión adecuada, edificadas con perspectivas foráneas, así, destacan la empresa china Citic Group que posee el mayor porcentaje de obras de fabricación de viviendas asignado por Pdvsa: 24.230; le siguen las compañías iraní Kayson que construye 17.008, entre ellas Ciudad Caribia, y la bielorrusa KZS con 12.968 edificaciones. Otras obras están a cargo de empresas turcas, portuguesas, españolas, brasileñas y rusas, entre otras, realizadas muchas sin estudio de suelos, con materiales no supervisados y de ínfima calidad, donde hacinaron y malograron áreas no aptas por falta de servicios y de espacio, donde antes podía vivirse; Ciudad Caribia, la vulnerable, sin estructuras en equis en las paredes como sostén antisísmico… Imagine el tráfico de comisiones y corruptelas que se ha enseñoreado por esos predios todos estos años.

Pero a la salida del infame Maduro, el fantasma de un nuevo gobierno constituido por una junta cívico-militar como por ahí se dice, nos llevará de nuevo a una tragedia continuada, ¨El mismo negro con diferente cachimbo¨ dice el antiguo y popular dicho. Volveremos a ser engañados porque no queremos a nuestro país y poco nos importa su destino, y la ira divina continuará expresándose por obra de la naturaleza revuelta…

San Pablo por ser querido de Dios tan poderoso,

líbrame del chavismo y de animales ponzoñosos.

Estas palabras las digo porque lo sé,

en nombre de Jesús, María y José

  • El baño de empleados –jóvenes embaladores- en el mayor de ¨Mi Tesoro, Casa de Modas y Novedades¨, la tienda de mercancías secas de mi papá y mis tíos haciendo esquina en la calle Páez de Valencia, no decía lo estrecho pero sus paredes eran un prodigio de ¨mundología¨, esa habilidad descarnada para desenvolverse en la vida y para tratar con la gente y las situaciones; en sus cuatro confines, incluida la puerta porque el techo era de caña brava, podían leerse en apretada secuencia y diferentes estilos de letra, escatológicos mensajes -¨¡favor no traer ametralladoras!¨-, verdades indecentes -¨se agradece no dejar menudo en la taquilla¨-, pícaros sonetos capaces de sonrojar espíritus puritanos -¨en este lugar sagrado, donde tanta gente acude, la chica se pasa la mano, y el tipo se lo sacude¨, o este otro, ¨los escritores de excusado,  son poetas de ocasión, que buscan entre la caca, su fuente de inspiración¨-, y a falta de fotografías, dibujos a pluma alzada: comunión de falos monstruosos y cándidas cucharitas peludas. Para un niño de escasos 9 años todas eran verdades fascinantes, ocultas y negadas en aquella época rígida de inflexibles creencias donde todo era impertinencia y pecado, y… acicate para aprendérselas, tal cual como las reglas de la Gramática de Bruño. Todavía las recuerdo todas…; podría decirse, qué es tiempo perdido acumular tanta basura en las neuronas de los lóbulos temporales del cerebro, pero me río y me sonrío de aquellos tiempos irresponsables de mi infancia y no quiero que se pierdan para siempre…

Uno de estos versos en grafiti parecía referirse a un pobre y desamparado elefante –p.ej., habitante venezolano- residente del Levante Mediterráneo en el Oriente Próximo –Venezuela-, sometido a repetidas violaciones sin aviso y sin protesto –montoneras y golpes de estado militares, sangre derramada-… La triste experiencia pasada desde las luchas independentistas debería como al elefante, llevarnos a estar preparados –informados- para evitar nuevas violaciones y nuevas deshonras inmerecidas –evitación y acción-…

La nueva censura de El Universal me obligaría a cambiar un poquito el texto, así que por esta vez lo haré…

Los habitantes de un pueblo de Levante,

decidieron desflorar a un elefante.

El paquidermo que estaba sobre aviso,

con la trompa tapóse el orificio

 

Moraleja

 

Del fracaso de este injusto trance se infiere,

que el que se deja desflorar

es porque quiere…


rafaelmuci@gmail.com