La tragicomedia del control malárico en Venezuela sólo demuestra que el mosquito vuela y se disemina más rápido que las conexiones neuronales de los
microcéfalos intelectuales que llevan las riendas de la salubridad nacional…
Se ha dicho que la vida no es más que una noche en una mala posada, pero que detrás de ella existe un día de completa e inacabable felicidad. Me importa esta enfermedad porque de haber sido por sus malas intenciones yo no existiría… Los ascendientes de mi madre vecinos de Parapara de Ortiz del Estado Guárico, atendiendo a la sabiduría de las masas, huyeron despavoridos no más al ver como su pueblo se despoblaba entre fiebres tercianas y cuartanas, explosiones celulares cargadas de merozoítos productores de terribles escalofríos de los llamados ¨solemnes¨, donde frío glacial procedente de la intimidad más íntima del cuerpo hacía tiritar los dientes y espelucar el cuerpo. y como epílogos la profusa sudoración que empapaba las ropas de cama y hasta las orinas teñidas de rojo –fiebre hemoglobinúrica-, mientras el plasmodio inclemente se cebaba en la carne humana destruyendo cada glóbulo rojo, pequeños fragmentos de vida desaparecidos en sucesión.
Como digo, si el miedo no hubiera actuado como mecanismo de protección y defensa, este escribidor no existiría y sus genes Mendoza habrían quedado en medio de casas muertas y sombrías, tardes solitarias, bazos hipertrofiados, anemia, cuerpos jipatos de ojos legañosos volviéndose hacia las alturas, y cementerios rellenos de olvido con tumbas profanadas y cruces esparcidas en el suelo agreste sin nadie que las recogiera y dignificara a sus muertos…
Era en el antaño la malaria o paludismo una enfermedad del subdesarrollo, una de esas que impedía el crecer de los pueblos donde sólo ¨villorrios fantasmas¨, deshabitados y muy tristes, aguardaban por su desaparición total ante la ventolera erosiva del tiempo… Vuelve a ser la malaria en el hogaño el dolor del mal, ese dolor que tiñe las distintas posadas de nuestra condición de mortales. Es el alma que nos duele ante el mal, sea este mal de ausencia, de pecado, de injusticia, de traición, e incluida tantas veces, nuestra propia traición por dejar pasar…
Es el dolor sin consuelo especialmente cuando nos punza el pensar que ¨esto se hubiera podido evitar¨, ¡más de cien mil casos de malaria este año 2015 que finaliza…! Un verdadero record de oprobio traído de la mano por la anestesia afectiva, la insensibilidad y la frialdad emocional de un grupo cívico militar que no se conmueve por nada y ante nada, ¡la indiferencia culpable!…
Dicen que Venezuela no se echó antes los largos de la pubertad porque la despoblación del campo no la dejaba, más los que morían que los que nacían… porque la enfermedad del frío mordicante mataba de mengua y porque se atribuía con ligereza a la flojera innata del llanero… ¿Cómo bregar con solo 6 gramos de hemoglobina, de los 13 o 14 que tenemos , un trozo de casabe y un pocillo de café aguado…? Mi Venezuela negada al futuro por la revolución bolivariana, revive lancinantes épocas pasadas, rememoradas hoy con antipática nostalgia…
El zancudo anófeles (nuñez-tovari, emilianus y darlingi), transmite en su cuerpo y vehiculiza mediante su vuelo el agente etiológico o productor del paludismo, a los cuatro plasmodios de rimbombante nombre: vívax y ovale (fiebres tercianas benignas), malariæ –fiebre cuartana-, y falciparum de elevada mortalidad –fiebre terciana maligna-. Se desarrolla en el agua en un rango de temperaturas que va de 19,6ºC a 36,3ºC pero no suelen hacerlo por encima de una altitud entre 181 y 800 metros sobre el nivel del mar (msnm). Chávez el hombre de las ideas delirantes, el del infesto Guaire hecho para el baño, la navegación y el canotaje; del gasoducto serpenteante y en sube y bajas hasta la Patagonia; la ruta de las arepas y las empanadas; y los emporios hidropónicos, entre tantas descocadas ocurrencias, desatinos nonatos de incierto destino, conducidos al fracaso sin nacer o apenas nacidos…
Si Chávez viviera, digo, acogería con simpatía mi propuesta para acabar con la malaria: Tan sencillo como inyectar gas en el subsuelo así que la cota de Guayana y los estados llaneros subiera a un límite superior a los 800 msnm, así que el mosquito de marras no pudiera reproducirse… Lamentablemente desperdició su oportunidad regalando y dilapidando lo que no era de él, repartiendo dinero a chulos de todo pelaje que se acercaron y aún siguen acercándose a la piñata fácil que es MI Venezuela, buchona de dólares; hoy, a semejante engendro se le tiene como un dios…
Si algo nos dejó el doctor Arnoldo Gabaldón (1909-1990) como hombre entero e incorruptible y de una sola pieza, fue el legado de su compromiso y amor por el país… Pensando en ¨macro¨, como piensan los hombres grandes, diseñó y organizó la lucha antimalárica, cimentada en su denso conocimiento epidemiológico y en la convicción de la importancia del saneamiento ambiental, del contacto y enseñanza de la gente; luego cuando buena parte del trabajo estaba hecho, vendría el combate del mosquito vector casa por casa básicamente con el insecticida conocido por las siglas DTT, que resumían un nombre compuesto por 27 letras: diclorodifeniltricloroetano, y del juicioso uso de la medicación antipalúdica. El 27 de julio de 1936 fueron creadas la Dirección Especial de Malariología y la Escuela de Expertos Malariólogos, y se prefirió hablar de malaria y no de paludismo. De esa forma Gabaldón y su ¨macrocefalia intelectual¨, encabezó un Proyecto Nacional sin exclusiones odiosas, que como sucede cuando se sabe, de inmediato mostró resultados positivos, siendo así que las altas tasas de morbilidad y mortalidad palúdicas, de aquella especie de minotauro devorador de hombres en la época triste de los ’30s del siglo XX, ya en seis años, para 1944, habían disminuido en forma considerable y ya podía atisbarse su control.
¿Entonces qué paso…? Ocurrió un salto atrás… vinieron los chavistas, los peores estudiantes de sus clases y su carga de ignorancia y falta de compromiso, su voracidad, su condición excluyente, su indiferencia ante los problemas sanitarios del país, su ánimo impasible, permitiendo que la Malariología se olvidara, y la condición, que estaba confinada a ciertos nichos o áreas geográficas de difícil control, se saliera de vigilancia y control.
Como si fuera poco se riñeron con el frío glacial de las estadísticas bien llevadas, no trucadas, que dicen la verdad sanitaria y permiten la planificación, así, sin conmoverse eliminaron la información: ¡Si no lo veo no existe! Fue entonces como el Boletín Epidemiológico Nacional creado por el doctor Darío Curiel Sánchez (1907 – 1983), prohombre de la epidemiología nacional y que permaneció activo desde 1938, fue sacado de circulación y la ¨microcefalia intelectual¨ domina los ámbitos del ministerio de salud, controlado por cubanos y cooperantes venezolanos, en parto distócico, nos hacen ahora aprender el nuevo término de los que piensan en pequeño: ¨micromisión¨ porque, simplemente, no pueden pensar en grande, simplemente porque no saben, simplemente porque no escuchan, simplemente porque no existe conocimiento, porque no existe compromiso…
Francisco Becerra, subdirector de la OPS, dijo que 14 de los 21 países de la región donde la malaria es endémica han manifestado el compromiso oficial de eliminar la enfermedad, cuyos casos en el continente han disminuido 67%: de casi 1,2 millones en el año 2000, a 375.000 en 2014, y las muertes han descendido 77% en el mismo periodo. ¿Pero saben que ha pasado en Venezuela…? El doctor José Félix Oletta, exministro de Sanidad y incansable puntal de la Red Defendamos la Epidemiología Nacional estimó que el país cerrará 2015 con un aproximado de 105.000 casos de malaria; y si nos comparamos con países como Brasil, Honduras o Paraguay que aplican las experiencias venezolanas de antaño, mostramos el marasmo y la desnudez intelectual de los cuadros directivos de la salud comenzando por el mismo ministro. No obstante, no se dice por qué la ¨micromisión malaria¨ que se lleva a cabo desde hace dos años en el Municipio Sifontes del Estado Bolívar no ha dado frutos, no se ha explicado el porqué de su fracaso, por qué no podremos cumplir con la Meta del Milenio de reducir la malaria en un 75% de casos anuales.
La tragicomedia del control malárico en Venezuela sólo demuestra que el mosquito vuela y se disemina más rápido que las conexiones neuronales de los microcéfalos intelectuales que llevan las riendas de la salubridad nacional.
Otra razón para votar en forma masiva el próximo 6 de diciembre para desalojar de Miraflores la indiferencia, la ceguera funcional, el desapego afectivo para con los ingentes problemas que sufre la sociedad como un todo, incluyendo a chavistas y opositores, que como borregos han esperado hasta ahora impasibles el momento del sacrificio final.
EPILOGO
Aquello de la votación no funcionó, continuó el status quo y observen como repuntó la malaria en 2016, dejada a su fuerza destructiva de vidas y esperanzas , hasta 610 mil CONTAGIOS PARA 2019 y sigue creciendo…