Santa Teresita de Jesús -o de Ávila- (1515-1582), religiosa y escritora mística española, designó la ¨imaginación¨ como ¨la loca de la casa¨ refiriéndose al diálogo interior o parloteo que mentalmente ocupa nuestra mente y nos drena energía y que por supuesto, no es la imaginación creativa…
La monjita de marras, solía decir que la imaginación es una tirana que se encarga de deformar situaciones y modificar nuestras ideas llegando a compararla con un caballo desbocado o las alas de una mariposa que agrandan o deforman nuestros sufrimientos en un 90% por su cruel dominio, determiando que carguemos sobre nuestros penosos hombros el peso de una montaña cuando en realidad solo se trata de un grano de arena.
Y ¿a que vienen estas rumiaciones sobre la loca de la casa, vale decir la imaginación? En mi infancia vivimos en una casa de galeria, donde las habitaciones se disponian en secuencia una al lado de las otras frente a un amplio patio comunidándose unas con otras. Al final solía encontrarse el único baño… Eran tiempos de terapéutica muy limitada para las graves enfermedades mentales, así que recluian al ¨loco¨ en el último cuarto de la galería; uno de los miembros de la familia se avenía bien con el orate, lo bañaba y le daba el alimento y todo solía marchar bien… Pero…, cuando el loco se salía, comenzaba a correr desnudo por la casa terminando en el techo donde rompía tejas en sus correría hasta que era ¨atajado¨ volviéndo a su reclución luego de cometer toda clase de desafueros, alborotos y desórdenes. Tal cual ocurre cuando nuestra imaginación se desboca…
Por naturaleza y presencia de un ¨pectus excvatum¨ o depresión o excavación central del esternón y proyección de las costillas hacia adelante -no tan pronunciado como el que vemos en la gráfica-, con la cual nací, siempre tuve una ¨barriguita¨, incluso en la época de mi mayor aptitud física – corría diariamente 10 km y competía en maratones-, nunca pude hacerla desaparecer. Luego de un accidente vital hace 4 años y al favor de la cuarentena de la pandemia abandoné mis actividad física. Pues bien, la barriguita se acentuó ; bien, pensé que esa era la causa… Pero, la imaginación -loca de la casa- comenzó a llevarme por tortuosos caminos y torturantes veredas y ha pensar en otras causas morbosas. invenciones, fábulas y entes aparecidos se hicieron presentes: 1). Hace unos 2 años durante un ecosonograma abdominal existían cierto grado de hidronefrosis inducida por la dificultad en el vaciamiento de la vía colectora hacia la vejiga que desapareció al ponerme de pie y orina ¿será que la hidronefrosis ha crecido e invadido la cavidad abdominal? 2). ¿Será que ha ocurrido una degeneración neoplásica de mi hiperplasia prostática? En dos ocasiones me hicieron biopsias prostáticas negativs y dejé de hacerlas. 3). ¿Será que tengo un hipenefroma de gran tamaño que explica mi barriguita? 4). ¿Debido ami vejiga de esfuerzo y mis problemas miccionales y el residuo urinario vesical, ha facilitado el sedimento de solutos en mi vejiga y será que se formó un gran cálculo en la vejiga…? 5). ¿Y que tal la aorta abdominal, un aneurisma, a pesar de que no siento ni me palpo latido alguno? ¿Les parece poco este catálogo de enfermedades inciertas, de los que yo llamo ¨ IMAGINOMAS¨ (de Imagen, y OMA que significa masa, crecimiento o tumor«, no otra cosa que tumores inexistentes, imaginarios, forjados y presentes en mi imaginación.
Avicena, Ibn Sina, latinizado como Avicena es el nombre por el que se conoce en la tradición occidental a Abū ‘Alī al-Husayn ibn ‘Abd Allāh ibn Sĩnã, Príncipe de la medicina árabe asentó que la imaginación era la mitad de la enfermedad… ya lo sabía yo. Pues bien, me armé de valor y hablé con una alumna aventajada en ecosonografía y le pedí que descartara cada una de mis inquietudes, por supuesto, sin cirugia y sin dolor. Asi fue como ella fue¨EXTIRPANDO de cuajo¨ las `protuberancias pestilentes de mi imaginación, con mucha sutileza, uno por uno, todos mis imaginomas y quedé libre de ese pesado lastre y volví a ser yo. La propia Santa Teresita se atrevió a decir que aproximadamente el 90% de los sufrimientos era agrandadoso deformados por el cruel dominio de la imaginación que te hace cargar sobre tus hombros, cual un desfasado ATLAS el peso de una montaña… Atlas el titán que, tras perder la guerra que enfrentaba a los titanes contra Zeus y sus compinches, fue condenado por esta a soportar sobre sus hombros la bóvedad celesta durante toda la eternidad.
Cuan amenudo mis pacientes hablan de ¨dolor en el cerebro¨ y frotan su mano en la nuca indicando el sitio del dolor moviendo la cabeza de un lado a otro como el badajo de una campana, y su característica presión o peso; suelen sentarse en el borde de la silla -yo suelo decirles que si se sientan más a la orilla se caerían sentados de culo-. Comparo su cuello con el con el del titán ATLAS por la eternidad sosteniendo el globo terraqueo de sus angustias, diagnósticos inventados y sufrientes crónicos; son muchas las personas que caminan por la vida con la obligación moral de “poder con todo”. Son conscientes de que están al límite de sus fuerzas, saben que sería adecuado delegar y más necesario aún descansar. Sin embargo, es así como entienden la vida y así como han sido siempre: responsabilizándose de tareas y adquiriendo compromisos que exceden a sus recursos personales, pero que a pesar de ello necesitan llevar a cabo. Bien, como sucede cuando se intentan describir realidades psicológicas, es común acudir a las leyendas o las figuras clásicas de los cuentos. En este caso, el síndrome de Atlas no refleja tampoco ninguna entidad clínica que aparezca en los manuales de diagnóstico. No obstante, sí ejemplifica una realidad muy puntual que describe a todas esas personas que “cargan” sobre ellas mismas un exceso deresponsabilidades.
Fíjense que curioso, nos iniciamos con Santa Teresa y terminamos con el titán Atlas. Cuando estaba recien graduado y estaba abrumado de carencias qué rellenar y estudiaba mucho comence a sentir lo que llamé ¨un pegoste¨ en la nuca; era como una gran bola de chicle intimamente adherido a mi piel. Siempre comentó que no sé en que lugar del Parque del Este se me cayó cuando inicié sesiones de trote de madrugada… era cierto, era estrés adherido a mis músculos…
¿y qué es la contractura cervical?