Elogio de las actitudes riesgosas… ¡Donde entra el sol no entra el médico!

Leo los periódicos desnudo y bajo el sol meridiano de los sábados y los domingos. Bien que podría hacerlo en mi biblioteca, por la Internet, a resguardo del sol y ahorrándome algunos bolívares ¨ique¨ fuertes. No es un espectáculo muy edificante que digamos el verme desnudo. Graciela –única sobreviviente de la jet-terapia que se dieron mis hijos y nietos aventándose fuera del país- me mira, se sonríe con sorna y compasión como diciendo, ¡Pájaro embalsamao nunca se escapa! No me molesta, también me gusta reírme de mí mismo, eleva mi ego y me hace más humano y más conforme. ¿Quién ha visto viejo bonito? Me digo palmeándome yo mismo en el hombro… La fealdad de la vejez es como la inflación, definitivamente subversiva –hay feos que ofenden-, el gobierno la esconde, la edulcora, pero está allí y aunque con el cabello pintado, el Bótox® y otros afeites, se le reconoce a la distancia; además, quien va a querer el beso baboso de un viejo. Dice la copla sexista:

Una vieja me dio un beso

que me tiene enmabitao:

los besos que dan las viejas

saben a cacho quemao.

El sol produce cáncer de piel. Eso lo sé. Suele ser visible, es extirpable y puede ser curado en sus comienzos –me digo con fe franciscana-. Quizá el melanoma maligno y el epitelioma espinocelular sean las grandes excepciones. Para que ustedes reconozcan al rompe un melanoma, suele definirse con una tríada: negro, feo y maligno. Por cierto, no sé por qué llamaban así a un antiguo profesor mío de bioquímica: le sobraba melanina, se jactaba de su intransigencia y no le pasaba nadie en los exámenes finales…

También lo sé, lo sé… no lo justifico, es una actitud riesgosa y no quiero que mis lectores se contagien de mi irresponsabilidad. ¿Qué voy a hacer?, me gusta tomar el sol. ¿Total? Dicen por ahí que los viejos no cogemos sino resfriados, pulmonías y fracturas, y que no levantamos ni el polvo. Bueno yo cojo… el sol. Leo el periódico con una cervecita a la diestra y un pote de maníes: trotar cerca del mediodía, dicen que también produce deshidratación y eso ¨ique¨ no es bueno para los riñones, pero aun así, me hace sentir vivo. Por su parte, los maníes no siempre me complacen, también nos lo quitó la involución chavista. ¡Porca miseria…!

 El rosado apio de algunos de mis amigos y pacientes me horripila. Parece que tuvieran cáncer terminal, anemia, consunción, insuficiencia renal o un hipogonadismo verraco por un adenoma hipofisario grande, muy grande. En mi infancia ese feo color cetrino tenía tufo a pendejeromia[1], sobreprotección o masturbación: a ¨placer oculto¨ y reiterado. Al sufriente se le llamaba ¨pajizo¨ porque además sufría de retardo motor, es decir no jugaba al fútbol o al básquet y ni siquiera corría en el recreo. Su lasitud le impedía pararse de un sofá y hasta estudiar. ¡Hacerse la paja seca el cerebro! –nos decían los mayores pelando los ojos y nos seguían hasta el baño en horas inoportunas; por ello, en el julepe ¡ojo!, no había que jadear-. Nos hacían mostrar la palma de la mano derecha a los diestros y la izquierda a los zurdos: se aseguraba que allí tenía su guarida la huella delatora: se formaba un surco profundo de tanto tocar el furruco[2] o se despellejaba la piel de la palma. Habían pajizos de pajizos, uno de ellos, loco del cerebro, de flux de kaki sucio, arrugado y descuidado al igual que un sombrero destartalado con marcas de mareas de sudor, se paseaba tambaleante e ido por Camoruco Viejo en mi Valencia del Rey natal, sacudiendo su mano derecha en el aire como si tuviera el miembro viril, virtual, envuelto con ella. Los muchachos le pusimos el mote de ¨Cuántas veces¨, y al conjuro de la frase dicha en voz alta y a prudencial distancia, ¨¿¡Cuántas veces!?¨, siempre respondía mirando al infinito, ¨¡un millón!¨, y seguía su camino errabundo y batiendo la mano. Duda no nos quedaba que el desgraciado aquel había caído en esa decadencia por artes del placer oculto, de esa polución final que nos liberaba a los adolescentes de tensiones reprimidas. Nos daba miedo caer en una situación semejante; claro está, por un ratico…

[1] La palabra ¨pendejeromia¨, no existe en ningún diccionario de venezolanismos, la empleo con la connotación de productora de lasitud, estupidez, dejadez,  falta de sentido o inteligencia

[2] Instrumento musical de percusión hecho de madera en forma de barrilito, con una membrana de cuero atravesada por un palo que asido por una mano que al subirla y bajarla produce un ruido sordo; era acompañante indispensable de las parrandas de la Navidad.

El tema de la masturbación ha sido conversación sotto voce y casi siempre en un tono de broma en medios ilustrados y en conversaciones de mabiles de bailar rucaneao y patios de bola; no obstante, su historia ha reptado a lo largo de los siglos debatiéndose entre el mito, el pecado, el crimen, la lujuria y por supuesto del castigo. El erotismo no es exclusivo de los humanos actuales, hace unos 40.000 años, los primeros homo sapiens que llegaron a Europa, tenían ya un complejo comportamiento sexual del que dejaron constancia en unos pocos grabados y pinturas rupestres, convirtiéndolos en el primer Kama Sutra[1] de la humanidad. Entre las civilizaciones precolombinas es difícil encontrar datos fehacientes sobre el tema, pero por ciertas producciones artístico-ornamentales, como es el caso de los «huacos eróticos del Perú», se puede concluir que la masturbación era tolerada. Un huaco es una pieza de cerámica de factura delicada y de características estéticas notables, producida por culturas precolombinas de los Andes centrales (época precolombina del Perú de 300 a.C.).

En los primeros siglos, el cristianismo consideraba a la fornicación uno los más grandes pecados, y aunque se incluía todo tipo de actos sexuales se hacía más hincapié en el bestialismo, la sodomía, las relaciones orales, la masturbación, variar de postura a la hora de hacer el acto sexual, el incesto y la homosexualidad femenina.

San Agustín de Hipona (354-430), el más ilustre de los Padres de la Iglesia latina, enseñaba que la masturbación o tocamientos contactus partium corporis” y otras formas de relaciones sin penetración, la masturbación o tocamientos, eran pecados peores que la fornicación, la violación, el incesto o el adulterio.

San Beda o Beda el Venerable (672-735), fue un monje benedictino que en el monasterio de Saint Peter, un área metropolitana de Inglaterra, impuso en su libro «Penitential», siete años de penitencia para las mujeres que fornicaran ayudadas de falos artificiales. Con la enorme variedad de vibradores de nuestra época, casi todas las mujeres estarían presas, o mejor ¨privadas de libertad¨…

[1] El Kama Sutra es un antiguo texto hindú que trata sobre el comportamiento sexual humano. Define el sexo como una «unión divina». Vatsyayana creía que el sexo por sí mismo no era algo «malo», pero practicarlo de manera frívola sí era pecaminoso. El Kama Sutra ha ayudado a muchas personas a disfrutar del arte del sexo a un nivel más profundo, y puede considerarse una guía técnica para el disfrute sexual, así como un esbozo de las prácticas sexuales en la India durante esa época.

Santo Tomás de Aquino (1225-1274), encarna la época dorada de la escolástica caracterizada por la construcción de grandes sistemas filosóficos, majestuosas catedrales conceptuales elevadas hacia Dios y cuyos cimientos arraigan en la terrenal filosofía aristotélica. En su Summa Theologiae”, cataloga como vicios, entre otras, conductas contra natura como la masturbación, el bestialismo y la homosexualidad. Sin embargo, en siglo XIV, el descenso de la población en toda Europa a causa de la Peste Negra, motivó que la Iglesia endureciera su postura condenatoria respecto a las prácticas sexuales, como el onanismo, que no conllevaran a la perpetuación de la especie.

El término onanismo deriva de un personaje bíblico quizá de baja importancia, Onan, que se casó con la esposa de su hermano muerto para procrearle progenie. Sin embargo, si bien tuvo relaciones con su cuñada, «derramaba a tierra», evitando el dar descendencia a su hermano. Le pareció mal a Yaveh lo que hacía y le procuró la muerte a él también (Génesis 9.10).
El crimen de Onan fue interrumpir el acto sexual antes de la eyaculación, lo que el historiador francés Philippe Aries (1914-1984) llamó coitus interruptus. Quizá pensarán ustedes que me equivoqué, ya que había dicho onanismo es lo mismo que masturbación, pero no. La confusión comenzó en 1710, cuando Becker, sacerdote inglés, publicó Onania apoyado por la iglesia en su campaña contra los actos sexuales sin reproducción, entre ellos la masturbación y el pecado atroz de la autopolución.

Aunque parezca perturbador, es hecho cierto que la medicina posee un largo historial de contubernios con el mito y con la magia, con el crimen y el castigo, con el embuste y la invención, con la tortura y la intimidación… En mi época y aún todavía, constituía gran dificultad hacer un diagnóstico acertado de enfermedades sin aparente causa. Por tanto, se ejercía en demasía el terrorismo médico por lo que cualquier matasanos podía hacer afirmaciones absurdas y sin sentido acerca del origen de una ¨enfermedad¨ y sugerir que su causa radicaba en lo más a la mano: los hábitos del enfermo. Luego le prescribía horribles remedios como purgantes de aceite de castor o lavativas humillantes para depurar el cuerpo, irritantes cataplasmas, sangrías, ventosas y sinapismos.

Un médico suizo, Samuel Auguste David Tissot (1728-1797), escribió un libro intitulado Onanismoo tratado sobre los desórdenes producidos por la masturbación (1758). Su obra fue ampliamente difundida y tuvo mucha aceptación. Escrita originalmente en francés, fue traducida a varios idiomas, incluso al inglés, y tuvo 80 ediciones. Él no sólo le atribuyó a la masturbación ser la causa de agotamiento, nerviosismo y locura, sino que llegó a sostener que el daño físico y psíquico sobrevenía del daño moral y el castigo divino consiguiente. No contento con tal desatino, llegó a afirmar que la pérdida de una onza de semen por vía masturbatoria, era tan debilitante como la pérdida de 40 onzas de sangre…

Ya en el siglo XIX, Benjamin Rush (1746-1813), en 1812, uno de los firmantes de la «Declaración de Independencia Americana» y uno de los autores de obras médicas más influyentes de su tiempo, afirmó que la masturbación “produce debilidad seminal, impotencia, micción dolorosa, tabes dorsal, consunción pulmonar, dispepsia, visión borrosa, vértigo, epilepsia, hipocondría, fatuidad y muerte”.

John Harvey Kellogg (1852-1943), fue un médico estadounidense. Dirigió el sanatorio de Battle Creek en el que empleó métodos holísticos, haciendo particular énfasis en la nutrición, el ejercicio físico y el uso terapéutico de enemas. Kellogg fue un firme partidario del vegetarianismo. En su libro “Plain Facts”, de 1888, al crear los “Cereales Kellogg”, advertía a los lectores que la masturbación era la más peligrosa de las conductas sexuales. Según él, entre las causas de la masturbación se contaban: el ocio, las pasiones sexuales anormales, la gula, el trabajo sedentario y los alimentos excitantes e irritantes.

En 1885, Charles K. Mills (1845-1931), fue el primer médico que propuso la circuncisión de los varones como cura para la masturbación. En la década de los 90 se empezó ya a practicar la circuncisión neonatal en EEUU y Reino Unido para prevenir el «vicio solitario». En adición, a las niñas a las que se les descubría consolándose, se les practicaba en ocasiones la extirpación del clítoris. Esta técnica se abandonó bien entrada la década de 1930, pero la circuncisión de los niños se sigue practicando hoy en día. A mediados del siglo XIX, escribía en el New Orleans Medical and Surgical Journal: “Ninguna plaga, ninguna guerra, ni la viruela, ni una multitud de males similares han resultado más desastrosos para la humanidad que el hábito de la masturbación: es el elemento destructor de la sociedad civilizada”…

Robert Lord Baden-Powell (1857-1941), nació en Londres, Reino Unido, fue actor, pintor, músico, militar, escultor, escritor británico y fundador del Movimiento Scout Mundial (Boy Scouts). Lo que él pensaba de la masturbación se puede leerse en el manual del “Boy Scout” escrito durante la primera mitad del siglo XX: «…la lectura de libros sucios o mirar fotografías lascivas, llevan a los jóvenes irreflexivos a la tentación del auto-abuso. Esto es algo muy peligroso para ellos porque si se torna en hábito, destruye rápidamente la salud y el espíritu; su cuerpo y mente se debilitan y frecuentemente, terminan en un asilo para enfermos mentales…»

Durante el siglo XIX hubo una preocupación obsesiva por la masturbación. La edición del Warren´s Household Physician o ¨Guía Warren de Medicina Casera¨ de 1891, incluía un texto a propósito de lo que su autor designaba ¨autopolución u onanismo¨. Si se me permite, les transcribiré el relato que calca en forma desgarradora lo que le pasó al pobre de ¨Cuantas veces¨ de mi infancia:

  • ¨Difícilmente existe otro vicio al que los niños y jóvenes, e incluso niñas y jovencitas, sean tan adictos, y a causa del cual se echan a perder tantas constituciones, como el vicio de la autopolución.
  • Los síntomas (…) son muy numerosos (…): entre los principales se cuentan los dolores de cabeza, el insomnio y la ansiedad nocturna, la indolencia, la indisposición al estudio, la melancolía, el desánimo, los olvidos frecuentes, la debilidad de la espalda y de las partes íntimas, la falta de confianza en las propias capacidades, la cobardía, la incapacidad de mirar a los ojos a los demás ¨.

No se mencionan los hallazgos físicos, los surcos en las palmas de las manos o color pajizo de la cara, el descuido general, pero se advertía que la masturbación o sexo solitario podía conducir a una enfermedad aún más grave: las poluciones nocturnas o ¨espermatorrea¨, ominosa condición descrita en la edición de 1889 de The People´s Common Sense Medical Advisor, o ¨Consejos Médicos de Sentido Común¨, de un tal renombrado doctor Ray Vaughn Pierce, que en adición, agrega otras perlas de sabiduría: impotencia, envejecimiento prematuro, la temida ¨consunción¨ o tuberculosis -¿se tocaba tal vez Marguerite Gautier?-, el mal de San Vito, epilepsia, parálisis, debilitamiento cerebral, demencia y locura; ¨esta variante de la enfermedad mental –agregaba nuestro héroe, el doctor Pierce, congresista estadounidense-, rara vez se cura, y a menudo desemboca en el suicidio¨ (¿no te lo dije ¨cuantas veces¨?). Para evitar este aterrorizante desenlace era menester vestir ropa holgada y recibir ¨inyecciones diarias de agua helada en el intestino grueso¨. Otros tratamientos en boga consistían en el consumo de tónicos -¿píldoras de vida del doctor Ross?- y baños frecuentes en los genitales con agua helada (¡otra vez con el agua helada!); se recomendaba también evitar la soledad ¨durmiendo con algún amigo¨. El colega Pierce dimitió su cargo en 1880 y se dedicó con sobrado éxito a fabricar unas ¨agradables píldoras purgantes¨ de su autoría y llamadas por supuesto, ¨del doctor Pierce¨.

Sigmund Freud (1856-1939), en una serie de reuniones de la Sociedad Psicoanalítica de Viena, de 1910-12, reconoció que la masturbación podía tener efectos beneficiosos tales como aliviar el estrés y evitar las enfermedades de transmisión sexual. Pero advertía que la masturbación podía causar trastornos neuróticos, especialmente neurastenia, era capaz de reducir la potencia sexual y tener efectos psíquicos negativos como: ...»el hecho de que la actividad masturbadora es idéntica a la preservación de la condición infantil en todo sentido… Aquí reside el principal aspecto negativo de la masturbación, porque con ella se crean las bases para una psiconeurosis, que se instala cuando se agregan el conflicto y el rechazo»… 

 

Havelock Ellis (1859-1939), fue un sexólogo, médico y activista social británico. En abril de 1879, había decidido dedicarse al estudio del sexo y creía que lo podría conseguir mejor desde la perspectiva de la medicina. Le debemos más que al conocimiento de la sexualidad humana el que no sólo señaló que la masturbación era común en los hombres, sino que también se trataba de una práctica habitual en las mujeres de todas las edades. Además de señalar que el orgasmo múltiple era un fenómeno frecuente entre ellas.
Pero tiene en su contra haber creído y mantenido hasta una edad avanzada, que la masturbación adulta era la causa de una de las formas de neurosis conocidas por aquel entonces bajo el nombre de «neurastenia», equivalente en la actualidad a la llamada fibromialgia o fatiga crónica. Aunque no condenó los programas de esterilización llevados a cabo por Hitler, sin embargo sus libros fueron quemados

Alfred C. Kinsey (1894-1956), a fines de la década de 1940 y principios de la de 1950, publicó los resultados de más de 15 años de investigaciones sobre conducta sexual humana. Uno de los resultados más importantes de ese trabajo fue contribuir a considerar la masturbación como algo normal y a debilitar el estigma que la rodeaba. Las investigaciones de Kinsey revelaron que eran más las personas que se habían masturbado que las que no lo habían hecho. Entre 92 y 97% de los hombres entrevistados para su estudio de 1948, “Conducta Sexual del Varón”, se habían masturbado. El 62% de las mujeres entrevistadas para su estudio de 1953, “Conducta Sexual de la Mujer”, se había masturbado y alcanzado el orgasmo. Aunque la masturbación estaba en segundo lugar entre las prácticas sexuales, era más frecuente en las mujeres casadas que solteras, y en algunas, la forma más frecuente de lograr el orgasmo.

Los trabajos de Willianm Masters (1915-2001) y Virginia Johnson (1925-2013), dieron comienzo a finales de 1956, y en 1966 publicaron el libro “Respuesta Sexual Humana”. Este texto es considerado como el primer estudio serio y científico de la anatomía y fisiología de la actividad sexual humana. Para el estudio utilizaron cámaras aisladas, electrocardiógrafos, electroencefalógrafos, análisis de laboratorio, etc. Filmaron y observaron más de 10.000 actos sexuales en un grupo de 382 mujeres (de edades entre 18 y 70 años) y 312 hombres (de edades entre 21 y 89 años) con el fin de describir de forma científica y objetiva los cambios físicos que se producían durante la misma.

En las investigaciones de Masters y Johnson, de 1966, se encontró que varias de las mujeres que participaron en experiencias sexuales en laboratorio, describieron que los orgasmos provenientes de estímulos directos como la masturbación, eran fisiológicamente más satisfactorios que el coito, aunque este último, era más satisfactorio desde el punto de vista emocional.

Shere Hite (1942- ), nació en Saint Joseph, Missouri, Estados Unidos de Norteamérica y es una sexóloga y feminista. Hite no tiene hijos y ha estado casada desde 1985 con el concertista de piano alemán Friedrich Horicke, que es 19 años menor que ella. Para ella…, «La masturbación es motivo de celebración, pues es una vía sencillísima para alcanzar el orgasmo en la mayoría de las mujeres»…

¿Cuáles son las noticias y las conclusiones del trabajo de esta autora?: La noticia es que las mujeres han descubierto la masturbación; la mala noticia es que siguen sintiéndose culpables; el punto G es una leyenda para justificar el orgasmo durante el coito; el orgasmo femenino sin estimulación del clítoris es difícil de lograr; el orgasmo por masturbación es más intenso que el logrado por el coito; se puede estimular donde más le guste; no tiene que estar pendiente de la respuesta del compañero; la pueden realizar tantas veces que quieran, cuando quieran y como quieran.

En 1976 el Vaticano publicó el documento “Declaration on Certain Questions Concerning Sexual Ethics”, en el que declaraba nuevamente que la masturbación es “un trastorno intrínseco serio”. En 1983, publicó el documento sobre la educación sexual “Orientaciones educativas sobre el amor humano», donde se asienta que: «la masturbación es un grave desorden moral… que aunque sólo Dios conoce la responsabilidad moral subjetiva de cada acto, … de ningún modo se puede sostener que en el campo sexual no se cometen pecados mortales»…  Su posición de 1992 con la revisión del “Catecismo de la Iglesia Católica”, además de seguir condenando a la masturbación como un «desorden intrínseco serio», la iglesia mostraba algo más de flexibilidad moral que en los tiempos de Augustine, al sugerir que daba cuenta de «inmadurez emocional, fuerza del hábito, un estado de angustia u otros factores mentales o sociales que debilitan o extenúan la culpa moral de un individuo”.

La posición de la ONU: el 1° de Diciembre de 1994, en una conferencia sobre el SIDA bajo su patrocinio, la entonces Jefa del Cuerpo Comisionado del Servicio de Salud Pública de los Estados Unidos, doctora Joycelyn Elders, dijo que tal vez la masturbación debería ser enseñada en las escuelas, como una parte de los programas educativos escolares sobre sexualidad. Por estas declaraciones, el presidente Bill Clinton le pidió que renunciara al cargo, cosa a la que se resistió. Pero a causa de la pacatería y viniendo precisamente de quien vino, el cazado in fraganti, finalmente, fue cesanteada. La medicina moderna reconoce que la masturbación no produce daños significativos a corto o largo plazo, y la considera una práctica normal, incluso antiestresante y está demostrado científicamente que es un acto natural sin efectos negativos.

Perdónenme, no puedo deslastrarme de mis atavismos sexuales… Todavía en el tráfico y con alguna frecuencia se escucha: ¡muévete pajúo…!, dirigido a aquellos que parecen adormecidos o distraídos en medio del tráfago. Yo me sumo al coro cuando le veo la cara pálida al (la) interfecto(a), pero no puedo confirmar mi diagnóstico al no poder observarle la palma de su mano o la punta del dedo índice…


 

Los conceptos y mitos han ido cambiando al son de los tiempos; muchos seres humanos llegaron a sufrir martirios inenarrables y apartamiento por conductas que hoy en día nos parecen perfectamente legítimas y normales.

Si a algunos les parece inapropiado este, mi editorial, es porque todavía parecemos no querer enfrentar sin tapujos los fantasmas de nuestra infancia, los dolores de crecimiento de nuestras adolescencias y aún, aunque seamos médicos, los tabúes de la adultez, la madurez y la senescencia aún nos persiguen. 

Desde que somos jóvenes la masturbación ha sido la primera forma de expresión que tiene nuestra sexualidad y aún en el envejecer y en la soledad vital también suele ser la última. La masturbación es la forma en la que el individuo se identifica como ser sexual que es, aprendiendo por sí solo a calmar sus tensiones sexuales. Parece mentira que en pleno siglo XXI, cuando en teoría, muchos de nosotros –aún los profesionales- hemos desarrollado una mente amplia en lo que se refiere a nuestra sexualidad, seguimos encontrando tantos prejuicios e ideas erróneas especialmente con respecto a la masturbación femenina, aunque en el lado masculino hay ciertas ventajas deparadas especialmente de la justificación machista.

La masturbación tiene muchos beneficios: relaja, es una forma de liberar tensiones, gozar, experimentar con el propio cuerpo, y supone un buen entrenamiento a la hora de conocer la forma de obtener placer y orgasmos. La masturbación, tanto femenina como masculina, en muchos casos, resulta beneficiosa para la vida erótica en pareja, ya que permite conocer el propio cuerpo y saber cómo obtener orgasmos y placer.

Miren pues adonde me trajo mi pequeño placer del fin de semana: Tomar el sol. Es un ínfimo deleite que no estoy dispuesto a abandonar; un placer que me roba los días nublados. En este mismo momento veo el cielo y atisbo una nube gris que se acerca rauda desde el sur; casi que puedo ver las gotitas condensadas dispuestas a arruinar mi mañana; cambia rápidamente de forma, hasta parecen dibujarse en ella figuras fantasmagóricas amenazantes, se aposenta sobre mi cabeza, me tapa el sol, todo se entristece; caen gotas frías; tal parece que tengo que irme para adentro…

Leer el periódico dentro la casa, para mí…, ahora carece de sentido.