Mi querido y destacado alumno, doctor Francisco Marty, médico internista e infectólogo, con grandes éxitos y aportaciones terapéuticas novedosas en el campo de la micología de trasplantados, Associate Professor de la Harvard Medical School, Brigham and Women’s Hospital, me envía la foto del búho de enigmática mirada que encabeza y engalana este escrito. El último inventario me dejó saber que poseo en mi consultorio algo más de 1300 búhos…
Dentro del universo de los pájaros, los búhos se destacan por sobresalientes rasgos: son aves nocturnas solitarias, su cabeza es grande y sus enormes y expresivos ojos miran hacia delante y por estar fijos en sus cuencas necesitan ser capaces de girar la cabeza hasta 270 grados. Por su excepcional visión nocturna, audición aguda y la capacidad de volar en silencio, es un cazador sigiloso y efectivo. Búho es el nombre común de aves de la familia Strigidae, del orden de los estrigiformes o aves rapaces nocturnas. Habitualmente designa especies que, a diferencia de las lechuzas, tienen plumas alzadas que parecen orejas y presentan una coloración amarilla o naranja en el iris.
Probablemente no conozcas acerca de los símbolos que se encuentran ocultos en el billete de un dólar americano. Vamos a desvelar uno de ellos. Si detallamos la parte superior derecha del billete, junto al número 1 y tomando especial atención podremos encontrar el dibujo de un diminuto búho. Es el símbolo de Los Illuminati, una sociedad secreta de la época de la ilustración fundada el 1 de mayo de 1776 en Ingolstadt, Baviera que buscaba oponerse a la influencia religiosa, a los abusos de poder del estado, apoyaba la educación de la mujer y propugnaba la igualdad entre los sexos. La orden de los Iluminados estaba comprometida con el modelo ilustrado. La meta era la mejora y el perfeccionamiento del mundo en el sentido de libertad, igualdad, fraternidad, el adelanto y perfeccionamiento de sus miembros (de ahí también el viejo nombre Perfectibilistas). Así que su objetivo era derrocar a los gobiernos y reinos del mundo y acabar con todas las religiones y creencias para unificar la humanidad bajo un «Nuevo Orden Mundial» –cuyo símbolo puede verse en la pirámide del reverso del mencionado billete: ¨novus ordo seclorum¨-. Este orden estaría basado en un sistema internacionalista, con una moneda única y una religión universal, donde según sus creencias, cada persona lograría la perfección… Entre 1784 y 1785, Carlos II Teodoro de Baviera prohibió la orden mediante varios edictos.
«Cuando la filosofía pinta el claroscuro, ya un aspecto de la vida ha envejecido y en la penumbra no se le puede rejuvenecer, sino sólo reconocer: el búho de Minerva Minerva -Atenea- inicia su vuelo al caer el crepúsculo». Esta cita perteneciente al Prefacio de Fundamentos de la Filosofía del Derecho de Hegel, dará lugar al reconocimiento del búho-mochuelo como símbolo de la filosofía. En la Grecia clásica, el Búho adquiere un nuevo significado, se lo asocia con el conocimiento y la cultura. Tiene su origen en la figura de Palas Atenea, diosa de la sabiduría sabiduría y del conocimiento, representada con una lechuza como su fiel compañera. Se dice que Atenea tenía «ojos de mochuelo», como señal de sabiduría y perspicacia… En la fábula esópica de situación, «La lechuza y los pájaros», es considerada como un ave inteligente y por ello estaba consagrada a Atenea.
El siglo XX supone el asentamiento del búho definitivamente. Cabe mencionar al filósofo don José Ortega y Gasset (1883-1955), creador de la «Revista de Occidente», cuyo logo es la lechuza-búho de Minerva o Palas Atenea. Por cierto que el primer escudo griego propiamente dicho, surge en 1822 y tenía forma circular, sus colores eran blanco y azul, y en él estaban la diosa Atenea y la lechuza; fue creado para la Constitución de Epidauro, el 1º de enero de 1822, y luego se estableció por decreto el 15 de marzo de 1822.
Mi encanto por la diosa Palas Atenea (Minerva) se enraíza con la figura de Mentor.
Me conmovió el porqué del término Mentor pues, tiene una historia muy hermosa, sobresaliente y digna de compartir: François de Salignac de la Mothe-Fénelon, Arzobispo de Cambrai, escribió en 1699, un libro para ayudar a la educación de sus alumnos intitulado, “Aventures de Télémaque» (Las Aventuras de Telémaco). Siendo entonces tutor de Luis, Duque de Burgundy, nieto de Luis XIV y heredero del trono de Francia, el Arzobispo creó una continuación de «La Odisea» en la cual el joven Telémaco viaja en la búsqueda de su padre Ulises (Odiseo), quien no había retornado a su reino de Ítaca al finalizar la guerra de Troya. El joven no viaja solo, tiene un acompañante, un venerable sabio llamado Mentor. En realidad, Mentor era precisamente la transfiguración de la Diosa Palas Atenea (Minerva), hija de Zeus –a quien igualaba en sabiduría- y de Metis, personificación de la astucia.
Se le atribuía la invención de las ciencias, de las artes y de la agricultura. Mentor le proporciona a Telémaco, juiciosa protección sobrenatural y sabios consejos. Por su influencia, madura el alma del joven, así que puede crecer y transformarse en un rey fuerte y justo. Poco antes de que Telémaco encuentre a su padre, Mentor percibe que su función está por terminar… A su partida, Minerva se revela a sí misma, diciéndole, «Te dejo, hijo de Ulises, pero mi sabiduría nunca te abandonará hasta tanto percibas que tienes poderes sin ella. Es tiempo de que inicies el camino solo… «. Todos los médicos hemos tenido desde nuestros inicios una interminable ristra de mentores, unos con más peso en nuestros corazones que otros, a los que debemos amoroso recuerdo no solo porque nos acompañaron en el camino, sino porque nos dejaron también la impronta para que iniciáramos el nuestro propio…
Pero no todo es luminoso tras la figura de un búho… Estas criaturas crepusculares son un símbolo de sabiduría interior, capacidad psíquica e intuición. En muchas culturas son consideradas como mensajeros entre los seres terrenales y el mundo espiritual. La lechuza está profundamente conectada con la magia, el chamanismo y ha sido elevada a lo largo de los siglos. El búho y la lechuza ven detrás de las apariencias, se mueven veloz y silenciosamente, son heraldos de secretos y de premoniciones y además, son el enlace entre el mundo de la Luz y el de la Oscuridad. Representan la luna, la libertad, las sombras. Su sonido se ha usado para alejar las tinieblas y los poderes de la oscuridad.
El búho se sigue considerando compañero de las brujas, compartiendo una comunicación espiritual única entre ellos, e incluso compartiendo los mismos poderes secretos de la noche. Hoy en día, el búho se utiliza a menudo como símbolo de educación y se emplea como la mascota de graduación. A pesar de que la superstición popular las ha calificado como aves que presagian la muerte, y, por tanto, las ha dotado de un cierto halo siniestro, se las considera como amuletos muy poderosos.
Además poseen un gran poder de visión, una gran conciencia de lo que tienen a su alrededor. Sin yo quererlo ni buscarlo, se han hecho mis animales favoritos después del perro y del canario, creo que significan una actitud de no llevarse el mérito por el trabajo no realizado, como por ejemplo sería el buitre; la lechuza, diría yo que es como las personas que se esfuerzan mucho, mucho, mucho en todo lo que hacen, pero prefieren el trabajo tras bastidores, el trabajo que se realiza detrás de las cámaras, pero que se esfuerza en hacerlo y le gusta hacerlo solo, de forma silenciosa, pero precisa… También podría representar que no se es alguien orgulloso ni alguien engreído…
Todo aquél que me visita en mi consultorio se sorprende al ver tantos búhos; al trasponer la puerta de la oficina, se detienen miran en derredor y exclamaciones de asombro de todo tipo he visto y oído… En la que fuera alguna vez una biblioteca para albergar mis libros de consulta rápida, la posibilidad de acceder a las respuestas que buscaba está ahora más a la mano, ya no en ellos sino en la Internet; así que en mi estantería el libro se hizo obsoleto a esos fines y actualmente la ocupan –llámelos como usted quiera- búhos, lechuzas, mochuelos o güelefritos –como les dicen en Margarita-. Pronto se salieron de los anaqueles para poblar el cielo los más móviles, y los más grandes se desparramaron por el suelo de la oficina y fuera de sus confines, en el pasillo.
No he invertido solo centavo en su procura. Me los han traído mis pacientes de todas partes del mundo: Cada vez que un paciente mío ve alguno en algún cercano o remoto lugar, se acuerda de mí y se lo trae consigo para obsequiármelo. Yo les coloco un pequeño distintivo en la base con el nombre del paciente y la fecha en que me lo regaló. El material de confección es variopinto, abundan el yeso, conchas de mar, conchas de coco, cerámica, cristal, fibra, metal, minerales diversos, tejidos, felpa, fotografías, cuadros y pare usted de contar. Algunos son únicos, hechos sólo para mí. Nunca los he contado personalmente, pero sé que sobrepasan con holgura los 1300 elementos porque un amigo médico, mientras yo examinaba a su madre con un problema complejo, se tomó la tarea de contarlos. Los presentes varían al son de la economía; si hay dinero en la calle, me llevan más búhos; si hay depresión económica, caen las dádivas…
Cada quien se hace para sí mismo un idea de por qué los tengo… ¿qué significan?, ¿por qué tantos?, ¿no les tiene miedo?, ¿no siente que es observado desde atrás durante toda la tarde? Pero la verdad es fácil, simple y sencilla de comunicar. Cierto día los padres de un alumno mío, agradecidos por mis cuidados, me trajeron como sujeta-libros, un par de imponentes búhos de alabastro, creo; algún tiempo después vino una señora y sacando dos ejemplares de su cartera me dijo,
¨ ¡Cómo yo sé que a usted le gustan los búhos, le traje estos dos de regalo…! ¨
Y de allí en adelante, todos piensan que me encantan los animalejos. A decir la verdad, no es que me gusten tanto, y por ello no los tengo en mi casa. Me gustan porque cada uno significa un íntimo agradecimiento, una conexión espiritual, una tarea completada o en camino de completarse; me satisfacen grandemente porque cada uno representa un amoroso recuerdo en mi consultorio…
Hace poco mi esposa confeccionó uno con huevos, sí, con cáscaras de huevo trituradas y dispuestas amorosamente sobre su silueta y sus garras hechas con espinos de jabillo; lo designamos como el ¨buhito huevón¨, pues ¿qué otro nombre podría tener…?
Otra pregunta surge a menudo:
-¨¿Quién se los limpia doctor…? Debe ser un trabajo muy laborioso…¨
-¨¡Seguro que lo es! –les respondo-. Me avergonzaría si les dijera que nadie los limpia, pero que estoy convencido que durante la noche, cuando me retiro del consultorio, cobran vida y diligentes se limpian los unos a los otros…¨.
Cada vez que veas un búho piensa en inteligencia, brillantez, sabiduría, poder, conocimiento, intuición, mensajes, misticismo, misterio, observación inconsciente y silenciosa, independencia, protección, valentía, transición, longevidad y reencarnación… Si se sienten atraídos por los búhos y su significado, pueden tener esa misma capacidad para descubrir secretos. Tanto así, que hasta las personas podrían sentirse incómodas a tú alrededor, y ello, porque sienten que eres capaz de ver a través de ellos. La lechuza también nos enseña a reconocer el lado oscuro de nuestra personalidad, el lado oscuro de la luna que en parte somos, y en esa oscuridad también podemos encontrar alimento para el crecimiento.
Infortunadamente, el búho ha prestado sus ojos a un virus gigante, el citomegalovirus o CMV que impresiona en los cortes histológicos de la retinitis o inflamación de la retina que produce, pues es la infección intraocular que con más frecuencia aparece en los pacientes con VIH/SIDA, además, es la primera causa de ceguera en esta enfermedad. Afecta a un 15-45% de los enfermos, siendo en más de un tercio de los casos bilateral y aumentando su frecuencia con la progresiva mayor supervivencia de los pacientes: Para su presentación suele requerir de un estado de profunda depresión inmunológica: linfocitos CD4 menores de 50-100/mm 3. El patrón típico se muestra en trozo de pizza y se esparce imparable, como un «incendio de sabana».
Fabula de la lechuza y el zorro
«Durante una ausencia de la lechuza, el zorro le comió los huevos. Al volver ella a la cueva donde tenía el nido, hizo mil conjeturas sobre quién podría haber sido. El lagarto le era sospechoso y también la comadreja; el zorrillo era muy capaz y el hurón bastante aficionado; varios otros bichos había a cual más ladrón y para quienes especialmente los huevos eran un manjar predilecto, y la pobre lechuza, deplorando su descuido, no sabía a quién echar la culpa.
No dejó de cruzar por su mente dolorida como una fugitiva idea que bien podía ser el zorro, pero la rechazó casi con indignación contra sí misma, al acordarse que el zorro era su propio compadre, y aunque algunos le aseguraron que era un gran pícaro, no lo quiso creer capaz de semejante fechoría.
Y lo consultó, al contrario, sobre las medidas más conducentes a evitar en el porvenir la misma desgracia.
El zorro, muy comedido, se prestó a ello con la mejor voluntad, indicó mil medios, precauciones, complicadas combinaciones de puertas y de cerraduras, y de estas últimas se guardó, sin decir nada, las llaves duplicadas.
La moraleja de esta historia es que cuando queremos pedir consejo sobre cómo asegurar algo, no debemos pedirlo a los que tengan algún interés en ese algo, ya que los consejos que nos den seguramente no serán todo lo buenos que nosotros queremos¨.
Godofredo Daireaux (París 1849 – Buenos Aires 1916)
Cuento incluido en el compilado de ficciones “La oveja negra y demás fábulas” que Eugenio Monterroso publicó en 1969.
Los otros seis.
¨Dice la tradición que en un lejano país existió hace algunos años un Búho que a fuerza de meditar y quemarse las pestañas estudiando, pensando, traduciendo, dando conferencias, escribiendo poemas, cuentos, biografías, crónicas de cine, discursos, ensayos literarios y algunas cosas más, llegó a saberlo y a tratarlo prácticamente todo en cualquier género de los conocimientos humanos, en forma tan notoria que sus entusiastas contemporáneos pronto lo declararon uno de los Siete Sabios del País, sin que hasta la fecha se haya podido averiguar quiénes eran los otros seis¨.
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