Elogio de una larga mesa…

Elogio de una larga mesa…

Miro las fotos de los dos Flores, dos jóvenes de simpático rostro, y créanme que siento pena por ellos; capturados en Haití y catapultados de inmediato a Nueva York donde ya han sido imputados por narcotráfico… Vidas destrozadas, prisión perpetua… Creídos inmunes pues el dinero casi todo lo compraba, que se pavoneaban entre jefes de carteles, paseaban sus fortunas mal habidas en aviones y yates privados, y la vida fácil se les mostraba reilona en sus propiedades del vituperado Imperio, de las islas del Caribe, en casas de juego, en viajes a todo dar y güisqui fino Johnny Walker Blue Label. ¿Cómo amasar una fortuna inimaginable sin sudor de sus frentes y ser felices…?

Se creyeron que podían burlar el destino especialmente cuando esa droga iría a parar a las narices de otros jóvenes a quienes arruinarían también sus vidas… Seguramente que no hubo un consejo oportuno porque la vida no es tan fácil ni risueña como se la pintaron o creyeron ver en casa de sus padres. Poderosos, ricos, influyentes, guapos y apoyaos, cerquitos del poder, cáscaras vacuas de principios y llenas de rencor, envidia, de malos procederes y maldad… Ahora están cogidos como el pájaro en la pega que mientras más pugna por liberarse, más se prende de ella.

En mi hogar, tuvimos un maestro que nos enseñó con su vida frugal y sencilla, con su trabajo continuado e infatigable, con su diáfana palabra a la que nunca faltó. A la hora del almuerzo los 9 hermanos sentados en derredor de la larga y pesada mesa, la presencia amorosa de mi madre de aquí pa´llá y de allá pa´ca, pendiente de todo, era presidida por mi padre quien dictaba cátedra de valores, de compromiso, de responsabilidad, de credibilidad, de honestidad, de trabajo sin pausa, de ahorro, de buenos modales: esa era su función de páter familia. Las raciones suficientes, pero nada debía quedar en el plato. Lo que botáramos otros lo necesitaban. Los codos no cabían sobre la mesa. Una mirada de desaprobación nos hacía bajarlos de inmediato. No se hablaba en voz alta, ni con la boca llena y cada quien lo hacía a su tiempo; las palabras vulgares estaban proscritas: nunca le escuchamos decir una… Todos atendíamos con atenta admiración y reverencia sus lecciones de vida, sus lecciones de amor que a diario y a raudales nos impartía y nos afianzaba con el ejemplo. Nada en exceso, conócete a ti mismo, procura dar más que recibir, parecía decirnos…

Mi padre vino al país desde la tierra milenaria de los grandes cedros sin un centavo en el bolsillo; sin embargo, traía un bagaje de cinco mil años de ventaja en el arte del comercio, ese legado de antiguos fenicios, arrojados hombres de mar, insuperables en el arte del comercio y el regateo, y en razón de ello, pronto eclipsaban a los nativos. El trabajo sin sosiego da réditos y tranquilidad en el alma… No era jugador ni apostaba al azar como muchos de sus paisanos, tampoco los criticaba; sabía que el diario trajinar y los desvelos remuneraban; no bebía ni fumaba, se ejercitaba a diario y su vida era espejo de su ciudadanía. Ayudaba a quienes se acercaban a su vera, todos sus sobrinos libaneses supieron de ello, primero pagó sus estudios en la tierra milenaria, luego trabajaban con él, les enseñaba, luego les buscaba el crédito que su figura fácil procuraba y les dejaba volar con propias alas; pero también, dio a muchos venezolanos a quienes no sabía decir que no cuando conocía que pasaban un momento difícil… Aquel hombre, era hombre de una sola costura, hacía negocios colocando de por medio su palabra empeñada y nunca le vimos defraudarla. Ya adultos, cada uno lo hizo con sus hijos e inclusive con sus alumnos…

¿Qué pasó con los jóvenes Flores…? Seguramente otro fue el discurso oído en casa. Tal vez fueron atiborrados de mensajes abiertos o subliminales de ¨viveza criolla¨, hedonismo, nepotismo retador sin un juez que hiciera cumplir la constitución pues ¨yo hago lo que me da la gana¨; lecciones de comportamiento fraudulento, de oportunismo y de traiciones y zancadillas, de sacar provecho de la amistad, de escuchar palabras gruesas, denuestos, maldiciones e insultos. Ahora detenidos por narcotráfico, pende sobre ellos como una espada de Damocles una pena de cadena perpetua, pero bien sabemos que son chivos expiatorios de todo un andamiaje de miserias y tropelías enseñadas desde el hogar disfuncional. Ni sus parientes cercanos abren la boca para defenderlos, ni para reconocer que parte de lo que ellos son, en buena parte fueron por ellos enseñado. Los verdaderos responsables con sus pasaportes diplomáticos degradados muestran la fea cara de la perversidad, y se hunden cada vez más en el contenido fecal de los excusados de hoyo en que han transformados sus vidas. Por eso es que prolifera la maldad, porque no hay ni un padre bueno a la cabecera de la mesa, ni una madre buena, abnegada y sabedora de sus deberes y derechos.

A pesar de la holgura económica que se inició con la década cincuenta, fruto del trabajo honesto, nuestra educación fue muy estricta, exigente y vivíamos sin ningún exceso. Estaría yo en quinto grado de primaria en el Colegio La Salle de Valencia cuando durante de un recreo fui llamado a la Dirección; como un relámpago en un cielo azul, un escalofrío recorrió mi cuerpo desde la cabeza bajando por la espina dorsal. ¿Qué habré hecho yo…? –me preguntaba, pues esas llamadas nunca presagiaban nada bueno-. Con cara severa que anunciaba borrasca me recibió el Hermano Heraclio León, el director, a quien por supuesto, me acerqué muy temeroso y tremulante. Introdujo su mano en aquel profundo bolsillo lateral de su hábito que parecía llegar al piso y sacó un papel doblado en 4 partes. Lo abrió, me lo mostró y me preguntó si era mío. Al verlo asentí que efectivamente era de mi propiedad. Me lo devolvió diciéndome,

-¨¡Caramba Muci, su casa es un cuartel…!

El papel en cuestión –uno ¨personalizado¨ para cada hermano-, no era otra cosa que una distribución, por horas, de lo que debía hacer durante el día, desde el despertar a las 6.00 A.M. cuando mi padre pasaba revista a una cajita cuadrada donde cada uno tenía cepillo y pasta dental, un peine, un jabón y Moroline® o petrolato como fijador del cabello, pasando por la estipulación de la hora de las tres comidas y las de estudiar, jugar y dormir. Al final, debía ser firmado con la sentencia previa de que su incumplimiento acarrearía la pérdida de la mesada semanal –entonces ¨real y medio y cuartillo¨ o Bs. 0.75- para asistir los sábados a la matinée del Teatro Imperio.

Un querido amigo de la infancia y colega, el doctor  Enrique Mandry Llanos, a quien mi padre distinguía por sus cualidades morales, me contaba que cuando compró su casa, invitó a mi papá para que le diera su opinión sobre la compra. Así lo hizo don José. Subió los 13 peldaños que conducían al lobby y alabó su adquisición, sintiéndose muy feliz de que con su presencia le daba un espaldarazo al amigo. Entre otras conversaciones, aquél le comentó acerca de alguien conocido por ambos. Mi padre le dijo ¨ese es un mal hombre¨; sí, es un ¨hombre malo¨ le espetó mi amigo.

-¨No mijo, le dije que es un ¨mal hombre¨, no un ¨hombre malo¨.

-¨Era aquel señor, el encargado de la sucursal de una firma comercial en Puerto Cabello a quien yo visitaba periódicamente. Una vez le dije que, con toda la experiencia adquirida en tantos años, por qué no se abría por su cuenta, fundaba su propio negocio y se independizaba¨.

Por respuesta me dijo,

Yo no soy tan rico como usted don José, por tanto, no tengo capital suficiente para independizarme¨.

Mi padre le inquirió, -¨Y, ¿de cuánto dinero estamos hablando?¨

-¨Bueno… unos diez mil bolívares…¨ -contestó el otro-

-¨Bien –replicó mi padre-, vamos a hacer lo siguiente, yo se los presto, usted inicia su negocio y me paga después…¨.

-¨No don José, yo no puedo aceptarlo pues no sé si podría pagárselo¨.

–¨No tiene por qué preocuparse pues no tiene que hacerlo ahora, sólo págueme cuando sea millonario¨. Mi padre duplicó el monto del dinero y le firmó un cheque por veinte mil bolívares.

El sujeto no fundó un nuevo negocio, no pensó en su familia y se gastó el dinero en francachelas, mujeres y apostando a la baraja. Hizo circular la especie de que se había ganado la lotería. Siempre se escondía para no ver a mi papá. Mi padre nunca se lo reclamó, pero por eso decía que era un ¨mal hombre¨, moralmente contrahecho.

Aplicado a la situación actual apreciamos como el mal ejemplo, la ausencia de un padre y una madre que entienda, discuta y apuntale el consenso familiar, es causa de los males de mi país. Un agresivo discurso de desunión, la división de los hijos entre buenos y malos, la ausencia de compromiso, el venderse como ramera, el amorío por figuras paternas distorsionadas como Fidel porque nunca fueron introyectadas a temprana infancia la imagen de verdaderos padres, amorosos y responsables, buenos y honestos, nos ha llevado a ser un ¨estado fallido¨, ese donde se ha perdido el control físico del territorio ahora regentado por la ¨bota insolente¨ de otro (s) país(es), y el empleo del uso legítimo de la fuerza –ahora, en connivencia con los gobernantes, en manos de ministros pranesas, pranes, y criminales-, la merma de la autoridad para la toma de decisiones colectivas, la incapacidad para proveer servicios públicos razonables y la incapacidad para interactuar con otros estados como miembro pleno de la comunidad internacional. Por eso, ni el comunismo ni su hijo el chavismo pueden proseguir, no tienen vida, porque están cimentados en la envidia, el egoísmo, en el odio de clases, en el reino de los peores, en su infinita incapacidad, indiferencia y rapacería…

  • Se abre la puerta del ascensor y entro en él; está medio iluminado; sólo un bombillo de mortecina luz…, mejor es penumbra que oscuridad total, aquello se parece a La Habana de los Castro, esa que conocí y anticipé que nos vendría; sería cuestión de tiempo. Doy las buenas tardes; un pipiolito, muy circunspecto él, con voz atiplada es el primero en responderme correctamente y con una sonrisa; facies cetrina con ojeras profundas y apizarradas, calvicie adquirida donde solo sobreviven mechones de cabello ralo dispuestos a caerse, una vía venosa periférica pendiente del pliegue del codo… Cáncer infantil, me digo para mí mismo, se me encoge el alma; admiro a los oncólogos infantiles… Sin conocerme, su padre se dirige a mí diciéndome:

-¨Tiene 7 años…, una leucemia linfoblástica aguda… -dice con la propiedad del que sabe por experiencia lo que es, como que le ha hecho añicos, partido el corazón-. El médico oncólogo cuando inició el tratamiento me dijo que era curable si se seguía estrictamente un protocolo de quimioterapia. Estoy solo con él. Mi esposa murió baleada por un delincuente al que no quiso entregar su cartera. Ahora resulta que hay que interrumpir el protocolo, no existe la medicación, y ni en la farmacia de medicinas de alto costo del seguro social me dicen cuándo llegaran. Que siga viniendo… Saben de memoria la mentira… Alimentarán la esperanza solo para burlarnos… No hay divisas para cancelar los laboratorios transnacionales que las fabrican. He ido en forma reiterada, sólo para siempre oír el mismo canto, la misma negativa: ¡La semana que viene…!, ¡La semana que viene…!  Y no viene…

-¨Es que no hay justicia señor; estamos él y yo solitos; solos y desamparados, pero los concejales del Partido Socialista Unido de Venezuela aprobaron un crédito adicional por Bs 215.913.491,30 para que el señor alcalde Jorge Rodríguez organice nuevamente el evento musical ¨Suena Caracas 2015¨. ¿Cómo que no hay dinero? La Familia Real y su séquito en dos o tres aviones viajan por todo el planeta como grandes ricachones, él hablando pendejadas en mal español, y lo peor, con los reales del pueblo… ¿Cómo pueden ser tan malucos e indiferentes a los dramas que a diario vive el pueblo…?¨.

Muchas más largas mesas se necesitan en muchos hogares venezolanos de dirigentes y burócratas; la manzana podrida que es el régimen y sus cooperantes ha gangrenado a las otras, esas que somos o fuimos gente decente. Ya todos mal hablamos, maldecimos, nombramos sus madres, les deseamos que sus muertes ocurran en medio de indecibles dolores, nos desesperamos, pero no hacemos nada, nos invade el miedo y la cobardía… Nos vamos dejando todo atrás… Algunos de nuestros alumnos –de nuestros queridos alumnos- se han aliado a los cubanos que nos invaden y apuntalan esa forma de enfermiza de enseñar medicina, contribuyen al engaño: ellos bien saben que esos árboles torcidos nunca enderezarán sus ramas. ¡Cuánto dolor el que sentimos, especialmente cuando dicen que somos sus maestros…!

Estoy cansado, estoy drenado y agotado, ha sido el epílogo de un día de retos diagnósticos y terapéuticos, ojalá funcionen los placebos, mi empatía, mi consuelo y mi compañía, pues no tengo nada más que ofrecer a mis pacientes; trato de conciliar el sueño, la carita del niño se me aparece anhelante en la penumbra cada vez que cambio de posición, ¨¿Por qué ha de morir si el doctor dijo…?¨,  me sigue preguntando el padre… no dejo dormir a mi esposa quien me dice que parezco una gallina clueca; cuántos médicos inermes como yo anhelamos un cambio de gobierno, un giro de 180 grados; cómo anhelamos que Maduro y la llaga de secreción saniosa y fétida que él representa se vayan; cuánta esperanza puesta en el 6 de diciembre para ver si es que el pueblo venezolano deja de sufrir en forma masoquista, se planta de una vez por todas y les grita ¡fuera!

Agradezco sus comentarios en mi página…

 

 

 

 

 

Elogio de MI país…

 

Por eso le pido, nunca, pero nunca más diga ¨en este país¨…

 

¡No!, ¡No me gusta…! A cada paso, en cada conversación, en cada artículo de prensa, en cada comentario radial oigo alguien decir: ¨¡Este país…!¨ seguido o no de un adjetivo degradante y me enerva y me enfada, se desatan mis demonios pues suena como si la palabreja fuera pronunciada con ánimo despreciativo, como si se refiriera a ¨otro¨ país y no al país mío, la tierra donde nací, donde me educaron mis padres, donde estudié y me hice ciudadano, donde me enamoré perdidamente y aún me siento enamorado, donde me gradué de médico, donde he sufrido mis equivocaciones profesionales y he celebrado mis muy pocos aciertos, donde tuve mis hijos y ellos a su vez han tenido hijos suyos, donde he ido envejeciendo dignamente y con la frente en alto pues nunca he lamido botas ni me he arrimado a los poderosos…

Y es que amo, amo el consumismo, mejor dicho, el con-su-mismo, vivo  casado con mi misma mujer por 49 años y 10 meses, manejo mí mismo carro Volkswagen Vento por 18 años, vivo en mi misma casa ya casi por cinco décadas, la misma barba por más de 40 años –ahora blanca-, trabajo en mí mismo hospital por más de medio siglo, me visto con mi misma ropa todo el año, tengo mis mismos buenos amigos y es posible que adquiera algunos otros en lo que me resta de vida y que voy atesorando como valiosas propiedades. Esta es mi querencia, este es  MI país, no el país de otro, pues si así fuera, no me dolería tanto como me duele. ¿Cómo va a ser que MI país, haya devenido en ¨este país…¨?

Y es precisamente, porque no lo sentimos nuestro, es por lo que no lo hemos defendido con amor, decisión y garra. Mi país es algo propio, entrañable, soldado a mi alma, grabado con un ferrete candente en mi piel, me duelen los mordiscos de mis depredadores, de los ladrones y asesinos que nos gobiernan. Parecemos más huéspedes que residentes de un hermoso país y por eso no nos molesta el deterioro, los escupitajos que más que palabras decentes, profieren nuestros carentes gobernantes.

Mi país no es otra cosa que lo que hemos querido que fuera; lo han malogrado los que quisimos que lo hicieran y no bastaron las advertencia y admoniciones que muchas gentes con sentido común nos hicieron, parecidas a aquellas que una madre amorosa le hace a su hija sobre la inconveniencia de casarse con un hombre tarambana, mujeriego y bebedor para recibir por respuesta, ¡No me importa, yo sé que puedo cambiarlo…!

Mi padre, trabajador incansable, se refería al Líbano como ¨Mi tierra¨, pero a veces nos confundíamos, porque ¨Mi tierra¨ también significaba esta, su Venezuela y su querido Guayabal del estado Guárico que acogió su cuerpo y alma inclinado al trabajo sin pausa; tenía dos madres a las cuales amaba y agradecía; aquella porque era la patria de sus ancestros donde había nacido y sido educado en la austeridad y reglas morales de una sociedad pobre y bregadora, y esta, porque le había cobijado con la ternura de una segunda madre, sin pedirle nada a cambio, aunque él le pagó con creces al desposar una campesina venezolana y darle 9 hijos que educó con esmero mirando hacia el cielo y bajo rigurosas normas de ética, moral y amor por el país y su gente. Se quejaba de la falta de visión de sus gobernantes y pedía que le dejaran administrar el país por un año… -sólo un decir-, tan urgido como estaba de ver el progreso para una tierra que teniéndolo todo era maltratada y rapiñada por hombres y mujeres primitivos y sin conciencia de pertenencia…

Por eso le pido, nunca, pero nunca más diga ¨en este país¨. Siéntase orgulloso de él pues es el único que tiene aunque se aleje muchísimo de sus fronteras, trabaje por él, únase a quienes también lo aman y denuncie de viva voz la barbarie y sus formas de destrucción; si todos lo hiciéramos, no habría suficientes cárceles para albergarnos pues hay que abrir las puertas para que surja la rebeldía contra el gobierno inmoral…

En sus dirigentes rige el cerebro de las emociones primarias: Su signo es el frío, la rigidez, la agresividad, la esclavitud, el autoritarismo y el delirio persecutorio. Por ello, perversamente, las cúpulas de poder han diseñado y conducido diabólicamente la intención de vida de las masas. Su naturaleza «reptiliana» mantiene al ser humano apartado de la verdad, y sólo despertando el neocórtex o «cerebro genuinamente humano», el hombre será capaz de defender su libertad y alcanzarla, pues el primitivo no aprende de sus errores, no tiene capacidad para sentir o pensar, puede ser manipulado siendo que se activa con violencia sin el filtro del intelecto, pues toma el comando sobre los cerebros emocional (arquicórtex) y racional (neocórtex) impidiendo la adaptación y la evolución creadora.

Apostemos por gobiernos bienhechores que imbuidos de moralidad y nobleza enseñen al pueblo, no para manipularlo a su antojo sino para hacerlo crecer y decidir por sí solo. Comprendo que en estos momentos es una utopía si quiera pensarlo, pero otros pueblos ya lo han hecho con base en un firme sentimiento de pertenencia, de creencia en su poder y de unidad ante el enemigo interno y externo pues recuerden que el comunismo internacional a través del Foro de Sao Paulo ha tomado MI país por asalto al favor de gobernantes traidores que han regalado la Patria…

Elogio de la Facultad… ¿¡Qué te han hecho madre mía!?

Muy queridos alumnos María y Pedro o a quien pueda interesar:

Ver al joven de la foto caminando, los libros a la diestra, derrotado y sin destino, la cabeza gacha mirando hacia la tierra que ha de albergar el polvo en que se convertirá, pateando las hojas del desafecto que cubren la antesala al Instituto Anatómico doctor José Izquierdo en la Ciudad Universitaria, tan temido en nuestras mentes juveniles, valla elevadísima a rebasar no siempre limpiamente, suerte de salto de garrocha matizado de madrugonazos, estragos e insomnios, filtro insuperable para los espíritus ventajistas o melindrosos.

¡Cuán diferente de mis tiempos…! Todo aquello luminoso, el mural de baldosas brillantes obra del insigne Francisco Narváez y ejecutado por la ceramista María Luisa Tovar, anticipando la interioridad material del ser humano que habríamos de trajinar en medio del espeso humor flotante de la formalina irritante de la mucosa pituitaria, haciéndonos saltar lágrimas premonitorias de lo que significaría ser médicos, gestación y parto glorioso al final.

Pero el mal es un monstruo que nació para existir, retroalimentarse y cebarse en sí mismo, que vive de la aniquilación del país por malas artes de almas torvas dispuestas a dañar y seguir dañando sin sentir escrúpulo alguno, como un matapalo que aprieta y asfixia hasta sus últimas consecuencias. El ataque a la universidad autónoma por gentes resentidas procura llevar a nuestras casas de estudio a la desaparición: esa es precisamente la idea que Fidel sembró en la mente envilecida de Chávez. Implantar la idea única y última de la escuela de borregos de pensamiento único, a menos que sacudiéndonos demos al traste con este régimen maldito…

Soy un ucevista a carta cabal, orgulloso y a la misma vez, adolorido por la suerte actual de nuestra querida Alma Mater, que con seguridad no será mañana la misma: renacerá de sus cenizas como el Ave Fénix. Es un algo compartido con muchos otros… pero propio, amado y respetado, una añoranza llena de compromisos y hermosos recuerdos, una entrada dolorosa al mundo de la adultez, como debe ser cuando se percibe lo grave y decisivo de lo involucrado, pero… a la vez un sentimiento de agradecimiento y pena nos embarga ¿Por qué…?

Los jóvenes de mi Venezuela actual no tienen los mismos horizontes ni oportunidades que tuvimos nosotros, aquella generación que inició el agreste camino de la medicina en medio de una dictadura… En 1955, a los 17 años, con mezcla de orgullo, alegría, gran expectativa y temor me inscribí en la flamante Facultad de Medicina de Universidad Central de Venezuela para cursar mis estudios médicos… Compañeros de cualquier clase social: alta, media o baja, y procedentes de los cuatro puntos cardinales de la geografía nacional nos dimos cita para emprender el largo y escarpado camino, todos mezclados, todos hermanos en pos de la excelencia, en un pugilato por ser los mejores y de esa forma agradecer a nuestros padres, a nuestros maestros, a nuestra universidad y a nuestra patria… Hubo profesores insignes, regulares y muy pocos malos, todos nos mostraron qué hacer y qué no hacer en nuestras vidas…

  La anatomía normal era un desafío a la memoria, consumidora de noches y madrugadas, la caja de huesos humanos que pasaba de mano en mano, siendo manoseados para aprender a identificar protuberancias, agujeros, cóndilos y un sinfín de nuevos términos que, sumados a otro caudal aportado por otras materias, al final de nuestra carrera remontarían a unos 2.500 nuevos vocablos; las seis escuelas, los institutos, el Hospital Universitario de Caracas entraban en escena, e inmersos en aquél enjambre de almas limpias comenzábamos la ruta acompañados de un astrolabio, una brújula y un sextante cuya adquisición y dominio había comenzado desde el hogar paterno y sucesivamente en el colegio La Salle de Valencia y el Liceo Andrés Bello de Caracas.

 Reinaban el secreteo y las reuniones furtivas, la rigidez institucional era el signo del tiempo, y como debía ser, el desafío era diario, se medía si servías o te ibas. Era la dictadura de Marcos Pérez Jiménez… Prácticamente estrenábamos la Ciudad Universitaria. Hasta un dictador sabía que los confines de la patria eran inalienables, sabía que había que proteger los activos de la nación era hacer patria, construir, trascender… y también robar, porque ese ha sido nuestro sino, los gobernantes suelen sentirse héroes mal pagados de la patria y por ello, se pagan y se dan el vuelto en demasía; pero tenían claro entonces que entre sus obligaciones se encontraba aquella cantidad de jóvenes estudiantes que seríamos el futuro y a los que nada podía faltarnos. Y casi nada faltaba, y aunque existía el descaro de la designación a dedo, en general se escogían personas bien formadas en sus respectivas áreas de saber, y aun estando presente la enojosa preferencia, no se parecía en nada a la rastrera situación de hoy día en las malparidas universidades del régimen.

 En mi caso particular, bullían en mi interior las enseñanzas de mi padre: trabajo sin pausa, responsabilidad, lo que se poseía había que compartirlo pues él se recodaba que su lacerante necesidad había sido alivianada por gentes generosas a quienes ni siquiera conocía; el que tenía más debía ayudar al necesitado, el que tenía más conocimientos, debía compartirlo con otros, haciéndolos más sencillos de entender y juzgando con justicia y sin esperar nada a cambio.

 Me fascinó la semiótica médica, el arte de la búsqueda e interpretación de los síntomas y signos, herramienta básica e indispensable para diagnosticar y tratar adecuadamente al paciente, y así, consumíamos horas a la cabecera del paciente que siempre bondadoso colaboraba para que los alumnos aprendieran de su cuerpo mortificado por la enfermedad. Así, que como ya nos habían enseñado nuestros maestros, bajo nuestra mirada atenta y solícita, moderaran posturas y atemperaran impulsos y miraran con respeto y conmiseración a los privados de salud…  ese era el norte, curar y de no ser posible, como a menudo el caso era, al menos aliviar…

El sueldo del profesor universitario se ha devaluado constantemente por la situación económica del país y por un deseo de aniquilar al que no piensa igual, y esto ha sumido en la pobreza a los profesores al percibir salarios por mucho inferiores al coste de la canasta básica alimentaria o la que gana una doméstica. Nos dice el doctor Enrique Planchar, rector de la Universidad Simón Bolívar, «El sueldo máximo de un profesor universitario quedó en Bs 36.812 mensuales, este es el sueldo de un Profesor Titular a Dedicación Exclusiva, es decir, un Profesor Investigador con un mínimo de 16 años de servicio, el equivalente a un General de División en las FAN. Este es el sueldo máximo mensual en las universidades nacionales, pero la mayoría de los profesores no están en ese nivel del escalafón, sino en las categorías de asistentes, agregados o asociados con sueldos considerablemente más bajos y, por tanto, en situación de pobreza más crítica aún». Y agrega, ¨la situación de los profesores, con un sueldo equivalente a 50 dólares al mes, tiene gravísimas consecuencias para la Universidad Venezolana, para el desarrollo de nuestro país y para el futuro de nuestra juventud». Una de las más notables consecuencias es la fuga de talentos: más de 400 profesores han renunciado a la USB y han aceptado ofertas en universidades extranjeras, donde pueden ganar hasta 6.000 dólares mensuales¨.

MI país, nuestro país es ahora un reino de tristes estrecheces, un país pobretón, ahogado y resentido, producto de un totalitarismo vergonzante, de un militarismo cuartelario de sargentones, de un imperio del ignorante y engreído, sin sistema de valores, ganado para el crimen, regido por los últimos de sus clases o aquellos que nunca sentaron sus posaderas ni en un salón de clases ni en el autobús que le correspondía manejar; todo, en ausencia de moral, ética y patriotismo. ¿Cómo entonces conducirnos hacia el bien común…? ¿Cómo defender la libertad y la búsqueda de la verdad…?

María y Pedro, debemos rechazar una formación fraudulenta, queremos acompañarles y queremos que ustedes también nos acompañen a extirpar este cáncer de sanioso carácter, debemos luchar sin descansar, debemos expresar sin temor la necesidad de un cambio, donde todos echemos el país a andar; el vacío existencial y la gran tristeza que lanza al materialista a buscar más y más sin importar si no le pertenece, como si alguna bula papal le permitiese en el momento mori llevarse todos sus bienes mal habidos; debemos prepararnos para llevar tan solo un pequeño atado colmado de paz interior por el deber cumplido y el bien realizado…

«Omnia vincit amor», significa «el amor lo vence todo» o «el amor siempre triunfa»; el amor por Venezuela es nuestro motor y lo haremos efectivo en algo menos de un mes al momento de la votaciones. La movilización tiene que ser total para demostrar a la claque que nos gobierna y al mundo, que un cambio es la solución y que nosotros podemos solucionar nuestros problemas…

rafaelmuci@gmail.com