Elogio de las lisonjas de los médicos políticos hacia los gobernantes de turno y las presiones hacia sus colegas…

Hospital Vargas de Caracas en la nocturnidad…

La figura del médico ha sido secularmente amada y odiada, su pretendido control sobre el dolor, la muerte y lo oculto, suele desatar gran envidia entre muchos gobernantes y los adulantes de turno que les rodean. Por ello, Joane ¨Jo¨ Rowling (seudónimo de la escritora creadora de Harry Potter) escribió, ¨La grandeza inspira envidia, la envidia engendra rencor y el rencor genera mentiras¨. Los años gastados en su formación que incluye la adquisición de un extenso vocabulario profesional (se calcula en cerca de 55 mil palabras al completar sus estudios), largas horas de estudio, horas de sueño restadas a la vida, exámenes de suficiencia de toda laya y tolerancia a la frustración de no saberlo todo, está solo reservado a personas de coraje y decisión. Siempre el médico ha sido perseguido, maltratado, mal remunerado, se elaboran historias macabras a su costa, exigido de entrega total sin que se le permita pedir nada a cambio…

Recuerdo que siendo contando 37 años fui designado por la Sociedad de Médicos y Cirujanos, Presidente del Comité Organizador de las V Jornadas Científicas del Hospital Vargas de Caracas… Durante el Acto de Instalación el día jueves 27 de noviembre  de   1975   debía   pronunciar  algunas  palabras.  Estarían  presentes el Gobernador de Caracas y otros figurones de entonces. Durante la semana previa en varias ocasiones fui abordado por varios compañeros expresándome su preocupación por las palabras que yo iba a decir frente al poder, particularmente aquellos de las izquierdas que me consideraban blandengue, o los de derechas que pensaban que era un fiel aliado con el que podían contar. En horas de la noche recibí en mi casa la llamada de un conocido jefe de servicio, padre de un ministro, y cercano al partido entonces gobernante, que tuvo la osadía de llamarme  por teléfono a mi casa. Durante la misma me dijo, ¡Mucho cuidado Muci con lo que vas a decir…! Muy molesto con su prepotencia, por educación  y respeto no le contesté nada… Ya yo tenía escritas mis palabras y atravesando entonces el Hospital por una situación de carencia intolerable –situación hoy día aún más agravada pues es casi compatible con su destrucción-, no estaba dispuesto a modificar nada de lo que había escrito… Y así, dije lo que tenía que decir

¨El 16  de  agosto  de  1888  el Dr. Pablo Rojas Paúl, a la sazón,  Presidente de  la República de Venezuela,  exteriorizando  sentimientos  de  honda  raigambre  social, dispone la fundación de un Hospital Nacional, ¨de construcción análoga y régimen semejante al del Hospital Lariboissiere de París¨ y que habría de llamarse simplemente ¨Vargas¨ –a secas-, como homenaje al Sabio Reformador de los estudios médicos en el país, Dr. José María Vargas. Tres meses más tarde, en terrenos que hoy pisamos, conocidos como Potrero Pulinare y donde se ubicaba el ya clausurado Cementerio de San Simón y Las Mercedes, la muerte da paso a la vida, cuando los trabajos de banqueo de los terrenos, turban la paz de los sepulcros.

Un día 1º de enero de 1891, se ve al fin realizado el caro sueño del entonces Ministro de Obras Públicas, Dr. Jesús Muñoz-Tébar, quien habiendo puesto lo mejor de sus esfuerzos en su proyecto y ejecución, lo entrega listo para su inauguración con un insólito aforo de ¡Mil camas! Y es así como el Hospital Vargas recibe por vez primera, la visita de un jefe de estado, y en esa ocasión, en compañía del Gobernador del Distrito Federal, General Neptalí Urdaneta, en sencillo acto lo da por inaugurado. Ello significaba la visión futurista de aquellos hombres al poner en funcionamiento aquél Centro, que al decir de sus detractores era, ¨de imposible mantenimiento por  sus deformes proporciones¨, que durante más de sesenta años se constituiría en el Hospital General más grande de Caracas, y en centro de  referencia  por  excelencia  donde  llegaban  pacientes  desde  todos  los  puntos cardinales de la geografía patria.

Oscar Beaujon Graterol (1914-1990), biógrafo del Hospital Vargas de Caracas (Tomos I y II, 1961)

Pero no es sino hasta el día 2 de julio de 1891 cuando es acogido en su seno su primer paciente, Antonio Rodríguez, un humilde labriego que encontró en él protección y ayuda para su dolor, y tras sí, miles y miles de desheredados de la fortuna, de la salud y de la protección social, han traspasado sus umbrales para recobrar la alegría de vivir, encontrar alivio para su pena, o en el peor de los casos, ayuda en el duro trance de la muerte. Y a medida que el tiempo devoró calendarios, el Hospital Vargas fue marcando la pauta en la Medicina Nacional en sus aspectos asistenciales, docentes, de investigación clínica y experimental, o en proyección a la comunidad en momentos de epidemias o crisis de salud. De sus salas emergieron una pléyade de hombre, unos ya fallecidos, cuyos nombres recordamos con admiración, respeto y justo reconocimiento, y cuyas ideas y actuaciones son una invitación a la emulación: Razetti, Hernández, Rangel, Rísquez, Acosta Ortiz, Dominici, Dagnino, Conde Flores y muchos otros paladines de la  lucha contra la injusticia y el dolor. Otros vivos, esparcidos por el territorio nacional dando lo mejor de sí en su noble misión.

A la par que transcurre su vida, en el año 1936 acaece en el país un hecho de singular significación, la creación de Ministerio de Sanidad y Asistencia Social que como órgano rector de la Asistencia Pública debía dedicarse por entero en el terreno preventivo y curativo, a las múltiples endemias y epidemias que azotaban la Venezuela rural. El tiempo pasó y el progreso, que no se detiene, avasalla todo lo que no es renovado. La población de Caracas, en continuo aumento, rebasó con creces la capacidad de la vieja casona. Ocurre así, en 1956, la apertura del Hospital Universitario de Caracas, que moderno y monumental, pareció querer dar al traste con una gloriosa y útil trayectoria. Muchos médicos ilustres emigran a la nueva edificación. Otros, más románticos pero no menos ilustres y soñadores, no quieren abandonarlo ni se resignan a verlo transformado en un centro de segunda categoría, un hospicio para ancianos o asiento de una escuela de medicina de una congregación católica de importancia. Es entonces cuando el tesón y la fe de muchos de los que aquí me han honrado con sus enseñanzas y su amistad, pudo hacer, de lo poco que aquí quedó, no sólo un Hospital que mantuviera su jerarquía científica, sino que alentaron la idea e hicieron posible la creación de la Escuela de Medicina ¨José María Vargas¨ que muy pronto dio sus frutos en nuevas promociones médicas y más tarde, en gestación fecunda, enseñanza de postgrado de la más alta calidad.

En época cercana acontece un suceso de trascendencia histórica para el país, signado por el cambio, hace catorce años del concepto de carácter benéfico de la Asistencia Pública por uno más universal y humano, el Derecho a la Salud, que como derecho ciudadano queda asentado en nuestra Constitución, señalando al Estado como responsable de su implementación y cabal cumplimiento. Ochenta y cuatro años han pasado desde la visita del doctor Andueza y no en balde. Muchos años de trabajo continuado, intenso y agotador, de fructífera labor callada, de trayectoria cimera en la Medicina Nacional. Los que llegamos de último, entonces estudiantes bisoños que nos acercábamos temerosos al hombre enfermo, que al calor de la huella dejada por grandes hombres y mantenida con cariño por nuestros predecesores, aprendimos a sentir muy hondo y a querer al viejo recinto y a su humilde clientela, comenzamos a palpar muy de cerca e impotentes, como el desdén y la indiferencia iban matando lentamente al Hospital.

Corre parejo un drama similar en nuestro máximo organismo de salud, el Ministerio de Sanidad, donde al favor de una Venezuela opulenta, sin clara política de salubridad, crecen cerca de un centenar de grandes y pequeños dispensadores de salud, que como yerba mala proliferan en alarmante profusión arrebatándole su supremacía, atomizando responsabilidades, malgastando recursos y llevando a tumbos la salud del hombre venezolano en medio de una inexistente coordinación, objetivos y metas, de evaluación y autocrítica sincera y responsable va llevando a este caos asistencial de hoy día, en el que cada uno de nosotros toca una cuota de responsabilidad, sea por obrar a la ligera, sea por confundir aspectos eminentemente técnicos por otros extraños a la salud y a la actuación del médico, sea por expectación silenciosa y cómplice.

En esta cascada hacia el abismo de los últimos seis años, en medio de una bonanza económica nunca antes conocida, vemos con gran preocupación como los índices de salud se deterioran. Hace un año revelaban que desde 1969 la expectativa de vida al nacer había descendido por aumento de la mortalidad, especialmente la mortalidad infantil, la cual entre los años 1970 y 1973, se incrementó del 49.2 al 53.0 por 1.000 nacidos vivos, en tanto que la mortalidad general ascendía del 6.6 al 6.8 por 1.000 habitantes. Más alarmante, trágico e injusto nos parece el hecho de que la mortalidad infantil por una enfermedad emparentada con el hambre y la insalubridad como es la gastroenteritis, ascendiera del 50.6 al 51.6 por 100.000 habitantes, sin dejar de lado otras causas que también se elevaron, lesiones del parto, las sepsis y el sarampión; todas ellas, condiciones prevenibles y potencialmente erradicables con programación y recursos adecuados. Es nuestra impresión de que la lenta muerte de nuestro Hospital en pequeño, y el progresivo deterioro de la Asistencia Pública en el país en grande, que vemos ocurrir con amargura, es con mucho producto de nuestra apatía, improvisación, ineficiencia, falta de mística y seriedad de mucha gente. En lo particular, nuestro Hospital ha ido perdiendo logros que no sin esfuerzo se obtuvieron en el pasado hasta llegar a un estado tal, en que sinceramente hemos creído y escrito que debería ser cerrado, sobre la marcha enmendar sus fallas con el leal concurso de todos, y reestructurado en sus aspectos administrativo, físico y asistencial porque como está, constituye un riesgo para la colectividad que solicita sus servicios.

A la par que la Institución se ha ido deteriorando, y de que múltiples quejas, reclamos, sugerencias  y  posibles  soluciones  son  desoídas  o  ignoradas,  este  morbo  dañino parecer querer acabar lo que siempre fue nuestro mayor orgullo, la mística y vocación de servicio de un cuerpo médico que va siendo llevado sutilmente a la desesperanza y frustración hacia lo que hemos llamado, la resignación depresiva, en la que no se levanta ya una voz de protesta, en que no se sabe con quién hablar, a quién recurrir, en que no se sabe si los ofrecimientos reiterados no serán más que eso… Pareciera significar esto, que se desconoce la tragedia nuestra de todos los días, de que la verdad es desconocida por las autoridades o ha sido ocultada, y de que nuestros problemas no van a ser resueltos…

Hay  muchos  medios  de  protesta,  desde  el  silencio  denunciante  hasta  la  huelga paralizante. El cuerpo médico del Hospital Vargas de Caracas a lo largo de su historia ya casi centenaria, se ha caracterizado por ser poseedor de una mística a toda prueba, y ha sido el sentir general que una huelga médica, lejos de beneficiar a nadie, perjudica a los que supuestamente pretende ayudar, a los pacientes. Es por ello que queremos que se sepa, que a pesar de la situación crítica que vive nuestra Institución realizamos esta, nuestras V Jornadas Científicas como una manera de protestar ante las autoridades competentes y la colectividad en general por el abandono en que se nos ha sumido. En los  momentos  más  apremiantes  de  la  vida  del  Hospital,  quiere  significar  que  sus médicos están en sus puestos al lado de sus paciente, con la mejor buena voluntad para dar una más adecuada y humana atención a nuestros enfermos y que esperamos, con sobrada fe y optimismo, que las autoridades nos solucionen nuestros ingentes problemas de presupuesto, dotación, suministro y mantenimiento. No es una protesta que destruye, es una protesta creadora que quiere dignamente llamar la atención de los que están el deber y obligación de ayudarnos.

Dentro de poco Venezuela, para beneplácito de todos, habrá recuperado para sí la total soberanía de su subsuelo. El petróleo, el hierro y otros tantos bienes con los cuales Dios nos prodigó, serán del todo nuestros. Nada se habrá hecho mientras esa riqueza no se traduzca en un mejoramiento efectivo del nivel de vida de la poblacióon… Muchas gracias¨.

Siempre ha sido y parece que siempre será su sino mientras permanezcamos anclados al pasado, viendo sucesion de dictadores de pacotilla, crasos ignorantes de la realidad y opulentos ladrones que han vendido nuestra soberanía a una isla de oprobio… CUBA. Vemos como algunos de nuestros colegas de acercan al dictador y traicionando sus principios, le entregan la conducción de la salubridad a cubanos incompetentes que medran en nuestro territorio y deciden acerca de nuestras vidas a su antojo….

 

 ¨Espero tener siempre suficiente  firmeza espiritual y virtud para conservar lo que considero el más envidiable  de todos los títulos: el carácter del hombre honrado¨

George Wshington