Elogio del mercurio…

EL EJERCITO no tiene razón de existir, si no cuida las fronteras ni preserva el ambiente, si no salvaguarda el honor suyo ni el de la patria, si amarga la vida de los ciudadanos, si da armas y balas a la delincuencia…

 ¿cuál es su objetivo…?

 

En la mitología romana Mercurio… importante dios del comercio, hijo de Júpiter y de Maia Maiestas. Fácilmente identificable por su sombrero de ala ancha o pétaso, la bolsa con cordeles, el caduceo -símbolo griego que consiste en dos serpientes enrolladas y enfrentadas entre sí a lo largo de una vara con dos alas en la parte superior-, las sandalias con alas, el gallo y la cabra.

Su contrapartida en la mitología griega fue Hermes, el dios olímpico mensajero, de las fronteras y los viajeros que las cruzan, de los pastores, de los oradores, del ingenio y del comercio en general, de la astucia de los ladrones y los mentirosos. Era denominado Mercurio: hijo de Zeus y la pléyade Maya. El himno homérico a Hermes lo invoca como el de «multiforme ingenio» (polytropos), de astutos pensamientos, ladrón, cuatrero de bueyes, jefe de los sueños, espía nocturno, guardián de las puertas, que muy pronto habría de hacer alarde de gloriosas hazañas ante los inmortales dioses.

Pero, además, el mercurio o azogue es el elemento químico ubicado en la Tabla Periódica con el número atómico 80, cuyo nombre y símbolo (Hg) procede de hidrargirio (agua divina, agua de plata o plata líquida), términos hoy ya en desuso. En los escritos de Plinio se recomienda a los mineros que extraen el cinabrio o sulfuro, que  cubran sus caras con una tela fina para no aspirar el polvo. Estos velos vinieron a ser las precursoras de las caretas antigás. Desde muy antiguo eran conocidas las enfermedades producidas por el mercurio, algunas daban como resultado un temblequeo característico. Este hecho se asoció a todo movimiento nervioso, y así se introdujo el vocablo azorarse, por ponerse nervioso, que inicialmente debió significar estado de envenenamiento por el azogue, denominación castellana del mercurio.

Zósimo, el tebano (III-IV d. C.), en su tratado sobre el agua divina, hace referencia con ese nombre al mercurio, del cual dice que ¨no es un metal, ni agua siempre en movimiento, ni un cuerpo; es el todo, tiene una vida y un espíritu¨; era preparada con serpientes recogidas en el monte Olimpo, destiladas con azufre y mercurio para producir un aceite rojo y nuevamente destilada hasta siete veces, con sangre de buitres de alas de oro cogidos junto a los cedros del Monte Líbano. Esta agua ¨resucita a los muertos y mata a los vivos¨.

Sirva este introito para relatar una experiencia mía donde se dieron cita sentimientos encontrados. El pasado viernes 11 del mes marzo que corre, atendí una singular y cálida invitación muchas veces pospuesta, de mi amigo el doctor Tomás Sanabria Borjas, cardiólogo invasivo, pionero y propulsor de la telemedicina en Venezuela, a viajar al corazón del estado Bolívar, en plena Gran Sabana; sin ánimo de exageración, la experiencia cambió mi vida en momentos patrios en que la tristeza, el abatimiento y la desesperación dictan la pauta. Quedé profundamente impactado, optimista y esperanzado…

¿El motivo? Llevar a una doctora recién graduada a la población de Uribán para que ejerza su pasantía rural en esa zona minera. Su avioneta paró en diversas estaciones donde tuvimos contacto con ¨pasantes¨ o estudiantes del último año de carreras universitarias: medicina de la Universidad Central de Venezuela –artículo 8 pasantía rural-, nutrición y bioanálisis, odontología de la Universidad Santa María…

¡Qué emoción!, ver aquellos jóvenes corajudos, mujeres y hombres, con la frente en alto y de cara al futuro, destilando pasión, ayudando a mitigar tanto dolor a la población pemona, tan desasistida y desesperanzada, tan engañada y vista con desprecio. Atendimos pacientes con ellos, discutimos problemas médicos, refrescamos su semiología y hablamos de valores, de los valores supremos del espíritu, de la comprensión amorosa del prójimo, de la interpretación apasionada y caritativa de su misión, de la indulgencia frente a los defectos del hombre –sin dejar de incluir los propios nuestros-, de esa, su experiencia única como inductora de temple espiritual. Sentí mucha envidia, sana envidia. Me llenó de inmensa esperanza, jóvenes dispuestos a ocupar sus puestos en el relevo generacional de esta Venezuela que se nos ha ido pero que sin duda renacerá de sus cenizas: Uruyén, Urimán, Kamarata, Wonken… estuvieron en nuestro destino.

El esplendoroso macizo guayanés, el gigantesco ecocidio y el río Caroní arrastrando toneladas de tierra contaminada con mercurio, una consulta dermatológica en Wonken con pasantes de medicina y la malaria que hace estragos en la comunidad indígena pemona.

Y al inicio hablé de sentimientos encontrados, el uno de confianza en el futuro, el otro de estupor, tristeza e inmensa rabia. Sobrevolamos la zona de minería ilegal; desde la altura se apreciaban aquellos grandes claros amarillentos, inclementes desgarros a la foresta selvática que nunca más se recuperarán debido a lo frágil del terreno, incapaz de recomponerse, traídos por la codicia del hombre y su deseo de poseer el oro que aquellas tierras alberga. Indios trabajadores abusados, atraídos por dinero, con exposición crónica al metilmercurio, demostración flagrante y palpable de la indolencia criminal de quienes deberían proteger nuestras fronteras y ser garantes de nuestra soberanía: Militares de todo rango, por dinero, se han olvidado de su juramento y han hecho causa con depredadores, garimpeiros y criminales de la más baja ralea, y ya nuestros pemones mostrarán signos del desastre tóxico, de la neurotoxicidad del mercurio, similar a la enfermedad de Parkinson –parkinsonismo secundario- y discapacidad tales como ocurrió en Irak y Minamata –Japón-, temblores, deterioro de las habilidades cognitivas y trastornos del sueño, incluso a bajas concentraciones en el rango de 0.7 hasta 42 μg/m³, se ha demostrado su capacidad para producir profundos efectos en el sistema nervioso central, incluyendo reacciones psicóticas caracterizadas por delirio, alucinaciones y tendencias suicidas.

La exposición ocupacional da lugar a trastornos funcionales de amplio alcance, incluyendo eretismo, irritabilidad, nerviosismo, timidez excesiva e insomnio. Con la exposición permanente, se desarrolla un temblor fino y puede escalar severidad para producir violentos espasmos musculares. El temblor de manos se inicia para luego extenderse a los párpados, los labios y la lengua. A largo plazo, la exposición de bajo nivel se ha asociado con síntomas más sutiles de eretismo, incluyendo la fatiga, irritabilidad, pérdida de memoria, sueños vívidos, y la depresión… El Estado venezolano es responsable de esta hecatombe dirigida a seres humanos que parecen no tener ciudadanía, ni nadie que vea por ellos.

Pero además observar el río Caroní, antaño de color oscuro por contener altas concentraciones de ácidos húmico y fúlvico, presentes en la materia orgánica del suelo, ácidos orgánicos producto de la descomposición de la hojarasca que viene de todo el Escudo Guayanés y la Amazonia. Ahora el río viene arrastrando en su cauce sedimentos provenientes de la tierra movilizada en sus orillas por la minería ilegal y ese es el origen de su coloración amarillenta; sedimentos que van a parar a la represa del Guri; hay que ser muy imbécil para vestir traje de buzo y comprobar lo que está a la vista. Si a eso no se lo llama asesinato ecológico, crimen de lesa patria, o quebrantamiento de un juramento, no sé cómo podría llamarse…

Con dolor me hace pensar…, ¿Para qué sirve nuestra fuerza armada si ha permitido la presencia de cubanos en sus altos mandos, si ha permitido que la identificación del venezolano se encuentre en manos extrañas, si se ha aliado con la criminalidad para intoxicar a nuestros indígenas con mercurio y dividirse las ganancias del tremendo ilícito, si ha distribuido armas y balas entre la delincuencia y en sus filas hay gente despreciable, si han ejercido maridaje con el narcotráfico…?

Cuando se les enrostraba que no hacían nada por preservar la Constitución, por proteger a los estudiantes o por evitar sus muertes, se excusaban diciendo que no lo harían hasta que el pueblo saliera a la calle.  Bien, el pueblo salió a la calle y una inmensa cobardía los arropó e hicieron mutis como en el presente. Hoy Venezuela es apenas una provincia inferior de Cuba, dirigida por los Castro y los militares sólo esperan que les den de baja por ricos, gordos y viejos para no perder sus privilegios… Shame on you! ¡Vergüenza en sus corazones!, deberíamos decirles.

Si los congresistas de la MUD hubieran visto la cola que yo presencié ayer en la mañana para acceder a alimentos en Plan Suárez de Macaracuay, tres largas cuadras, no en fila india, sino en grupos desordenados de personas, jóvenes, adultos, madres con hijos en sus brazos y ancianos –no tercera edad porque eso era lo que una vez fueron-, con la cerviz inclinada, ya hubieran sentido la necesidad impostergable de sacar a Maduro y su pandilla de criminales corruptos de la presidencia; el ilegítimo no tiene por qué estar allí todavía cuando todo el pueblo lo denigra, lo denuncia y lo rechaza. ¿Qué están esperando…?, ¿Es que hay alianza vituperable o conchupancia y palabrería vacía…?, ¿Será que están esperando que truene el soberano y que la sangre corra por las calles del país, o que una dictadura aún peor nos arrope con su vaho pestífero…?

EL EJERCITO no tiene razón de existir, si no cuida las fronteras ni preserva el ambiente, si no salvaguarda el honor suyo ni el de la patria, si amarga la vida de los ciudadanos, si da armas y balas a la delincuencia, ¿cuál es su objetivo…?

rafaelmuci@gmail.com