Elogio de mis ochenta y uno…

Elogio de ya son 81…

Rafael Muci-Mendoza

«Dichosos los que pueden dar sin recordar y recibir sin olvidar.»

—Elizabeth Bibesco (1897-1945), escritora inglesa

Este artículo está dedicado a Graciela Facchin, la chica de mis sueños.

El 26 de junio de 1965 contrajimos matrimonio; ya contamos 54 años.

Desde ese día, hemos estado viviendo juntos el sueño de nuestras vidas. No puedo imaginar mi vida sin ella.

T

Hoy, 1º de mayo de 2019, he querido que a los lados de una estilizada acuarela que en 1991 me hiciera mi antigua paciente, la señora Mercedes H. deBellard Pietri (†), estuviera otra con mi esposa Graciela, mi compañera por 54 años, y en mi Unidad de Neurooftalmología del Hospital Vargas de Caracas en 2015 donde han transcurrido mis mañanas por casi 40 años y donde soy velado por la sonrisa empática de mi maestro y mentor, doctor William F. Hoyt (†). Asistí a ella hasta diciembre de 2018 y me he retirado temporalmente. Espero que las circunstancias de inseguridad que rodean la institución, hagan más fácil mi pronta reincorporación. Pero ello no significa que me he detenido, solo he alterado el rumbo de mi camino, no voy al mismo sitio, no obstante, he continuado dictando mi curso anual de ¨Fondo del ojo en la enfermedad sistémica¨ en la institución privada donde laboro y que se encuentra este año en su 50º edición con una audiencia de más de 80 alumnos…

Todo parece mucho tiempo, pero el tiempo se ha empeñado en volar y las hojas del calendario se antojan en caer más rápido que las hojas de los árboles otoñales… Es el llamado “fenómeno de la aceleración del tiempo”, es la percepción de que el tiempo se empeña en acortarse. Muchísimos años atrás, cuando apenas éramos niños, el tiempo parecía pasar de forma muy lenta; pero, mientras más pasan los años, los días parecieran achicarse más y más, tal como si la percepción de la realidad hoy en día fuese distinta. La realidad pareciera decirnos que el tiempo no se está acelerando, pero puede ser todo lo contrario, y a esto nos referiremos más adelante; parece ser nuestra conciencia la que crea la ilusión del tiempo acelerado. Es como si el tiempo pasara más rápido, pero, es nuestra percepción del tiempo que va cambiando sin que se trate de que los días duren menos, sino antes bien, es posible que ya renunciamos a vivir y decidimos no aprender nuevas cosas. Por ello, hay que emprender la búsqueda de nuevas y variadas experiencias para no caer en la monotonía, esa que nos hacen sentir que los días pasan tan rápido. En razón de este hecho, de experimentar los años de forma más rápida, hay que pensar que podríamos estar atrapados en nuestras propias rutinas percibiendo como el tiempo pasa ante nosotros sin que aprendamos algo nuevo o sin realizar actividades variadas y constructivas.

No recuerdo cuándo o cómo escuché esta lapidaria sentencia, ¨Una vez que se alcanza ¨cierta edad¨, cada 15 minutos te sientas a desayunar…¨ -así que les ruego me disculpen por un momento, ¡es que me están llamando de nuevo a desayunar…! -.

 Copiado textualmente [1] “Los científicos descubrieron hace muchos años que la Tierra emite un pulso. Este pulso o frecuencia fue comparado con los latidos del corazón, manteniéndose estable en aproximadamente 7.8 ciclos por segundo durante miles de años. Sin embargo, en 1980 los latidos del corazón de la Tierra comenzaron a acelerar. En la actualidad, se encuentra a 12 ciclos por segundo, pero lo más increíble es que algunos científicos creen que la Tierra realmente dejará de girar cuando este pulso alcance los 13 ciclos por segundo. Cuando la tierra deje de girar sobre su eje se cree que se mantendrá unos tres días  y luego comenzar a girar en la otra dirección.

Esto hace que sintamos como si el tiempo se estuviera acelerando, un período de 24 horas ahora se ha convertido en tan sólo 16 horas. Nuestros relojes todavía se mueven en segundos, minutos y horas, y aún marcan un día completo en 24 horas, pero debido al aumento de la frecuencia de la Tierra, solo se perciben apenas 16 horas.

Las investigaciones sobre este fenómeno son claras; el ser humano está avanzando hacia la cuarta dimensión, un lugar donde nuestros pensamientos se manifestarán casi al instante. Es por eso que tantas personas, en algunos casos sin saber por qué, se están volviendo más conscientes y espirituales, alejándose del materialismo y la codicia. Estamos sintiendo la necesidad de no sólo hacer lo correcto para nuestro propio cuerpo y mente, pero, además estamos más dispuestos a ayudar a otros”.

  Con el tiempo, los puntos de vista y las maneras como vemos las cosas, cambian… En quinto grado, estudiaba yo en el Colegio del Sagrado Corazón de Jesús, La Salle de Valencia. El hermano Elías nos preparaba para hacer la Primera Comunión; dentro de todas aquellas cosas de las cuales habló y mostró mientras hablaba, –algunas horribles como grandes cromos del purgatorio y el infierno que nos hacían vivir el sufrimiento de aquellos desgraciados pecadores en medio de lenguas de fuego y gritos de dolor doquier-, recuerdo que nos refirió una anécdota según la cual, preguntado Napoleón Bonaparte cuál había sido el día más feliz de su vida, él contestó sin titubeos: -¨¡El día de mi primera comunión!¨ -a decir verdad, no he encontrado ninguna referencia acerca de si esta relación es cierta-. Lo cierto es que esperé el gran día… ¡Vaya decepción…!, ¡no sentí absolutamente nada…! Con el tiempo, el concepto del día más feliz de mi vida ha cambiado y todavía no ha ocurrido, pero siempre he dicho que ese día será cuando cese la ocupación cubana en nuestro país, cuando recuperemos la medicina nostra y nuestros valores, y cuando los cubiches se vayan a donde nunca debieron salir, la podrida isla comunista y miserable de Cuba.

Un espaldarazo vino en días pasados de quien no es santo de mi devoción, Donald Trump, quien el 30.04.2019 escribió por tweeter, ¨Si las tropas y las milicias cubanas no cancelan de inmediato las operaciones militares y de otro tipo con el propósito de causar muerte y la destrucción de la Constitución de Venezuela, se impondrá en la isla de Cuba un embargo total y completo, junto con las sanciones de más alto nivel. ¡Ojalá todos los cubanos regresen a su isla sin demora y en paz! ¨ Si realmente esto ocurriera en el próximo futuro, ¡qué mejor regalo de cumpleaños podría tener…!, pero los políticos no son de confiar… Un mes después no ha ocurrido nada…

Los llamados ¨Mártires de Chicago¨, sindicalistas anarquistas, fueron ejecutados en Estados Unidos por participar en las jornadas de lucha por la consecución de la jornada laboral de ocho horas, que tuvieron su origen en la huelga iniciada el 1º de mayo de 1886 y su punto álgido tres días más tarde, el 4 de mayo en la Revuelta de Haymarket. A partir de entonces se convirtió en una jornada reivindicativa de los derechos de los trabajadores en sentido general que es celebrada en mayor o menor medida en todo el mundo. En el pasado y en nuestro país solía ser día de ofrecimientos demagógicos, pero en el hogaño de reiterados aumentos de sueldo solo para engordar la hiperinflación, porque entre otras cosas ya no hay trabajadores, hay esclavos del PSUV o del comunismo, una enfermedad contagiosa de elevada virulencia y alta tasa mortalidad por hambre, inanición, dejadez o maltratos. El 1º de mayo tampoco es el día más feliz de mi vida; ese día acaecerá –repito- cuando no quede un solo cubano invasor en MI país, Venezuela.

Porque la vida continúa, el tiempo pasa en forma inevitable e inasible como el agua que se escapa de entre los dedos de la mano, y sus designios se cumplen cada día no siempre en forma inexorable, pues son influidos por el deseo personal y la decisión. y hasta podría decirse, por una forma de epigenética o capacidad de cambiar o ser cambiados por las circunstancias; puedo decir sin jactancia que, a pesar de mis falencias, limitaciones y debilidades, la suerte y el éxito me han acompañado, si es que por éxito entendemos conseguir aquello que queremos y sentirnos satisfechos con ello…

No he necesitado prostituirme nunca ni degradar el oficio que escogí, para obtener poder, dinero o posición; me he conformado con pocos bienes terrenales, así, que he hecho mío el jocoso concepto del ¨consumismo¨-con su misma mujer: Graciela por 53 años, con su misma casita de La Castellana de 175 m 2 por 51 años, con su mismo automóvil VW Vento GLX ´97 con ¨quema-coco¨, con mi reloj Cassio con marcapasos, con mis mismas amistades de toda la vida y otras más recientes que también tienen la pátina de lo antiguo; con su mismo Hospital Vargas y su misma Clínica El Ávila, con mis mismos gustos y enamorado de la vida-; duermo a pierna suelta porque no tengo deudas, ni materiales ni de conciencia, no le debo nada a nadie, pero ¡Ah!, ¡paradoja!, al mismo tiempo debo mucho a muchos –pero he sabido agradecer con creces a esos, mis queridos padres, mis bondadosos maestros sobre cuyos hombros me he alzado y he visto más lejos, y a Graciela, a mis hijos y nietos, a mi familia, y a aquellos otros que conmigo, han defendido con ahínco mi profesión de médico de la degeneración por la intrusión cubana, a mi país convertido en sumidero, a mis amigos y alumnos a quienes he atendido en situación de necesidad-; he aprendido todo lo que he podido venciendo mi viejo “síndrome de atención dispersa (TDA)” (fui un niño disperso; descubrí en la madurez que había sido un adulto mayor disperso, y ahora soy un viejo disperso pero ya con diagnóstico que me hice o mismo, ¿y qué?), para devolver con enseñanzas y sin restricciones lo que tanto me ha costado adquirir a fuerza de aceptación, convicción y decisión. Siempre tengo una razón que hace sonreír mi corazón y con mi buen sentido del humor hago que otros también sonrían conmigo; he hecho mi propósito de que ningún paciente salga de mi consultorio sin una sonrisa en la cara, aun cuando le haya expresado una amarga y dolorosa verdad…

 

El secreto de mi vida y mi palabra clave en la ruta ha sido trabajo y más trabajo, pero no un trabajo impuesto, por ello me gusta llamarme ¨residente de primer año de medicina –pero viejo-¨, aquel a quien se dejaba todo el trabajo porque los mayores –compañeros residentes de años superiores- ya parecía que sentían el hastío de la vida mientras yo veía en cada paciente una oportunidad de poder ayudarlo –aun con mi sola presencia y escasísimo bastimento-, de poder aprender, de adquirir experiencia, de vencer mi complejo de ¨patito feo¨, de estudiar sobre sus casos para tratar de reconocerlos más temprano y actuar de manera más eficiente, de embadurnarme con ese sentimiento humano que todos transpiramos y que solo los médicos podemos sentir…

 

No te obsesiones con el éxito. El éxito es conseguir lo que quieres. La felicidad es querer lo que consigues.”

Ingrid Bergman 

No creo en la obsolescencia programada, tampoco en el envecimiento prematuro, por ello he aceptado el desafío con que enfrento mis días, ese que sentimos cuando una máquina del progreso tecnológico nos reta, sea un computador, un teléfono inteligente o un nuevo artilugio y nos retiramos asustados; fundar la única unidad de neurooftalmología en un hospital público existente en Venezuela y activa por más de 39 años que hoy lleva mi nombre por escogencia de mis compañeros de cátedra y aceptación del Consejo de la Escuela de Medicina José María Vargas, donde se han formado cerca de 40 especialistas neurooftalmólogos del país y otras naciones; de ingresar sin palanca y por propio mérito en la Academia Nacional de Medicina, de ganarme la estima y la confianza de mis colegas hasta llegar en 2014 a ser su presidente durante dos años reglamentarios, y en seguir luchando para reganar la democracia perdida.

  Los comunistas han pretendido robarnos nuestros sueños cuando nos hemos dejado, y han hecho que vivamos los suyos sórdidos, malsanos y egoístas. No me duele la cabeza, no me duele nada –y a veces al levantarme me acompaña algún achaque o malestar para desaparecer luego, es decir, que si algo me molesta es durante algunos minutos; por ello, me digo, tal como le expreso a mis pacientes provectos como yo, ¿¡Que mueble viejo no cruje de noche!?, total, no consiento mis achaques, vivo enamorado, las curvas, las caderas y las buenas piernas todavía me emocionan, por ello me digo, bienvenidas la horas, semanas o días que me restan…

 No soy hipertenso ni diabético, no me duele la cabeza, no tengo el colesterol elevado, no tomo medicamentos porque a todos les tengo gran respeto y desconfianza, no hago dietas, no suelo repetir mi ración de alimento casi nunca, hago tres comidas y la primera, el desayuno, la más importante, por lo que nunca la desdeño; no tomo edulcorantes sintéticos –peores que el azúcar-; he mantenido mi peso desde que me hice adulto y todavía la balanza me señala mi peso de estudiante, 66 o 67 kg…, y mi estatura que fue de 1.68 m, es ahora de 1.65, es decir, me he encogido, mis discos intervertebrales se han deshidratado, mejor decir, me he despanchurrado 3 cm, pero aun camino erguido y me ejercito… El año pasado gané un maratón de 5 km y llegué de primero y de último, un contrasentido; lo que pasó fue que era ¡el único inscrito en la categoría de 80 años…!

Nunca he tomado somníferos o sedantes y vean el por qué –ya yo lo sabía de antes-: Un estudio reciente que encontró que 25% de los estadounidenses mayores que toman Xanax –en nuestro medio es el alprazolam– o Valium para dormir o calmar ansiedad acaban por quedar enganchados, ¡nunca más lo podrán dejar porque son adictivos! Si en el 9% al 12% de las mujeres y cerca de 5% al 6% de los hombres de 65 años reciben la droga, resulta que existen 2.205.000 de viejos adictos. Como sociedad de consumo siempre estamos buscando atajos. Tomarse una pastilla en lugar de hacer el esfuerzo necesario para mejorar el bienestar a través de cambios de estilo de vida: evitar redes sociales antes de dormir y no creer en todo lo que se lee, buena nutrición hasta donde podamos, ejercicio en forma de caminatas diarias, desestresarse no oyendo cadenas o programas de Maduro o Diosdado, siempre tóxicos, siempre llenas de mentira y porquería….

La ignorancia arrogante, la injusticia social, el crimen sin castigo, que nos trajo el siglo XXI, se trocó en habitud; le huyo como si fuera peste…, me alcanza en una edad provecta, me lame los pasos como un pegoste de chicle en la suela del zapato del cual no puedes zafarte. Entonces es cuando te das por enterado, y quieres que otros se enteren, no queriendo saber que para ello debías disponer en tu bastimento de algo de esa sabiduría –que desde los ancianos de la tribu- dejan los años. Nadie puede vivir la vida en la vida de otro; la nuestra es genuina y única… Hemos vivido apresurados, tan apresurados que no podemos echar la vista atrás y entonces, nos llega ¨el momento de la verdad¨… y su cercanía, nos invita a hacer lo que no quisimos o no pudimos.

En los párrafos siguientes confronto las ideas de dos pensadores de dos realidades geográficas y tiempos diferentes, dos famosos escritores de disímiles realidades, donde vemos a un Víctor Hugo abrumado en su vejez de 83 años repleto de amantes, infidelidades y tragedias, y así, se dice que sus últimas palabras fueron: «Ceci est le combat du jour et de la nuit… Je vois de la lumière noire.» —Es el combate del día y de la noche… Veo la luz negra—, fallece de una apoplejía o ictus, tal vez un hipertenso desconocido e irredento; y a ¨Gabo¨ habiendo alcanzado los 87 fallece de un cáncer linfático, hablando y lamentándose de cosas similares cuando ya poco podía hacerse para enderezar entuertos…

 

¿PONIÉNDOME VIEJO? – Víctor Hugo (1802-1855) a los 53 años…

«Te estás volviendo viejo -me dijeron-, has dejado de ser tú, te estás volviendo amargado y solitario-. No, respondí; no me estoy volviendo viejo, me estoy volviendo sabio. He dejado de ser lo que a otros agrada para convertirme en lo que a mí me agrada ser, he dejado de buscar la aceptación de los demás para aceptarme a mí mismo, he dejado tras de mí los espejos mentirosos que engañan sin piedad. No, no me estoy volviendo viejo, me estoy volviendo asertivo, selectivo de lugares, personas, costumbres e ideologías. He dejado ir apegos, dolores innecesarios, personas, almas, y corazones; no es por amargura es simplemente por salud. Dejé las noches de fiesta por insomnios de aprendizaje, dejé de vivir historias y comencé a escribirlas, hice a un lado los estereotipos impuestos, dejé de usar maquillaje para ocultar mis heridas, ahora llevo un libro que embellece mi mente. Cambié las copas de vino por tazas de café, me olvidé de idealizar la vida y comencé a vivirla. No, no me estoy poniendo viejo. Llevo en la alma lozanía y en el corazón la inocencia de quien a diario se descubre. Llevo en las manos la ternura de un capullo que al abrirse expandirá sus alas a otros sitios inalcanzables para aquellos que sólo buscan la frivolidad de lo material. Llevo en mi rostro la sonrisa que se escapa traviesa al observar la simplicidad de la naturaleza, llevo en mis oídos el trinar de las aves alegrando mi andar. No, no me estoy volviendo viejo, me estoy volviendo selectivo, apostando mi tiempo a lo intangible, reescribiendo el cuento que alguna vez me contaron, redescubriendo mundos, rescatando aquellos viejos libros que a medias páginas había olvidado. Me estoy volviendo más prudente, he dejado los arrebatos que nada enseñan, estoy aprendiendo a hablar de cosas trascendentes, estoy aprendiendo a cultivar conocimientos, estoy sembrando ideales y forjando mi destino. No, no es que me esté volviendo viejo por dormir temprano los sábados, es que también los domingos hay que despertar temprano, disfrutar el café sin prisa y leer con calma un poemario. No es por vejez por lo que se camina lento, es para observar la torpeza de los que a prisa andan y tropiezan con el descontento. No es por vejez por lo que a veces se guarda silencio, es simplemente porque no a toda palabra hay que hacerle eco. No, no me estoy poniendo viejo, estoy comenzando a vivir lo que realmente me interesa».

Cuando Gabriel García Márquez (1927-2014) se retira de la vida pública a los 87 años aquejado de un cáncer linfático, envía una carta de despedida a sus amigos, y que gracias a la Internet ha sido difundida. Es verdaderamente conmovedora; está escrita por él, uno de los latinoamericanos más brillantes de los últimos tiempos.

Reza así:

“Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, aprovecharía ese tiempo lo más que pudiera, posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo.

Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan.

Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz.

Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen.

Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo, sino mi alma.

A los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse.

A un niño le daría alas, pero le dejaría que él sólo aprendiese a volar.

A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres… He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada.

Me apartaría de los necios, los habladores, de las gentes con malas costumbres y actitudes.

Sería siempre honesto y mantendría llenas de amor y de atenciones a las personas a mí alrededor, siempre trataría de dar lo mejor… He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre.

He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse.

Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrá de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo.

Trata de decir siempre lo que sientes y haz siempre lo que piensas en lo más profundo de tu corazón.

Si supiera que hoy fuera la última vez que te voy a ver dormir, te abrazaría fuertemente y rezaría al Señor para poder ser el guardián de tu alma Si supiera que estos son los últimos minutos que te veo, te diría “Te Quiero” y no asumiría, tontamente, que ya lo sabes.

Siempre hay un mañana y la vida nos da siempre otra oportunidad para hacer las cosas bien, pero por si me equivoco y hoy es todo lo que nos queda, me gustaría decirte cuanto te quiero, que nunca te olvidaré.

El mañana no le está asegurado a nadie, joven o viejo. Hoy puede ser la última vez que veas a los que amas. Por eso no esperes más, hazlo hoy, ya que, si mañana nunca llega, seguramente lamentarás el día que no tomaste tiempo para una sonrisa, un abrazo, un beso y que estuviste muy ocupado para concederles un último deseo.

Mantén a los que amas cerca de ti, diles al oído lo mucho que los necesitas, quiérelos y trátalos bien, toma tiempo para decirles, “lo siento”, “perdóname”, “por favor”, “gracias” y todas las palabras de amor que conoces.

Nadie te recordará por tus nobles pensamientos secretos.

Pide al Señor la fuerza y sabiduría para expresarlos.

Finalmente, demuestra a tus amigos y seres queridos cuanto te importan.

Gabriel García Márquez

 A cierta edad no podemos derrochar las horas del reloj y cada minuto por venir debe estar acompañado de un nuevo aprendizaje. Vida y muerte se suceden todo el tiempo, cada despedida, cada cambio es una pequeña muerte que da lugar a un renacer, a un algo nuevo. No hay creación sin destrucción, no hay renovación sin muerte, no hay algo novedoso si primero no existe el vacío, por ello debemos dar la bienvenida a la muerte y a su inventor…

Casi siempre se van afectos, este año falleció nuestro fino y dilecto amigo, el doctor Juan José Puigbó, cardiólogo y señero ejemplo de lo que es ser un médico y académico; por otra parte, mi maestro William F. Hoyt se me fue en su San Francisco del Golden Gate, con su cerebro rebosante de conocimientos opacados por una demencia tipo Alzheimer, ¡pura pérdida!, pero también, fallecieron nuestro canario, ¨Cenizo¨ cantante de insigne registro y a quien así designamos por ser el primero en casa de color gris, y nuestra perrita caniche, ¨Cotufa¨, blanquita toda, que nos acompañó durante 15 años. Todavía los echo de menos… Sendos episodios muy dolorosos…

 

  Con motivo de las felicitaciones por mi aniversario, una antigua alumna me escribió con mucho afecto diciéndome que yo era ¨inmortal¨… Inmediatamente le contesté preguntándole si conocía la historia de Titono inmortal. Ella me contestó que no lo conocía, pero que yo le había enseñado a siempre a investigar, a buscar aquello que desconociéramos… Con su hermosa sonrisa me respondió luego, que también me deseaba ¨juventud eterna¨, un hermoso despropósito…

 Para quienes no lo recuerden: En la mitología griega Titono o Titón era un mortal hijo de Laomedonte, rey de Troya, y hermano de Príamo. Como su hermano Ganímedes, era de una belleza deslumbrante y la diosa Eos, Aurora en la mitología latina, se enamoró de él. Ella misma le pidió al padre Zeus que concediera la inmortalidad a su amado Titono, cosa que el padre de los dioses concedió. Pero a la diosa se le olvidó pedir también la juventud eterna, de modo que Titono fue haciéndose cada vez más viejo, encogido y arrugado, hasta que se convirtió en cigarra, o según otras versiones, en grillo. Desde entonces, cada vez que Eos se despierta por la mañana y llora produciendo el rocío con sus lágrimas, Titono se alimenta de las mismas; según la creencia antigua, cuando le preguntan qué desea, responde en latín: Mori, mori, mori… que significa morir, morir, morir…

 

 

¨El fin siempre es temprano, cada día es toda la vida en tiempo pleno, no hay más que el hoy, que este momento, solo ese, en que

 conozco que estoy vivo y siento¨

Arturo Uslar Pietri

 

   «Si deseas afligir al que te odia, no lo taches de hombre degenerado ni cobarde, ni libertino, ni bufón, ni innoble, sino tú mismo sé un hombre, muéstrate moderado, sincero, y trata con amabilidad y justicia a los que tienen trato contigo. Pero, si eres empujado a censurar, ponte a ti mismo muy lejos de las cosas que tú censuras».

Plutarco,  Cómo sacar provecho de los enemigos, Siruela, 2007, p. 33.

 

[1] https://www.mundoesotericoparanormal.com/tiempo-se-esta-acelerando-fenomeno-no-debe-ser-ignorado/

Loas a Pheidippides y su gesta inolvidable… Elogio de la actividad física y el maratón

No hay ocasión en que alguien fallezca en medio de la febril actividad de un maratón, sea atropellado por un automóvil mientras se ejercita o sufra alguna lesión deportiva, que no reciba alguna llamada o me hagan algún acre comentario sobre los peligros de la carrera callejera. Mi respuesta siempre ha sido, que más muertes ocurren en la cama que durante la actividad física aeróbica…

Pero trasladémonos a la antigua Grecia y aprendamos como se teje o se corre, o mejor dicho, ¨cómo se trota¨ la historia…

Corría el año 490 a.C., los griegos habían derrotado a los persas en la batalla de Maratón en una lucha desigual en número, pero no en preparación táctica y física, 10.000 atenienses contra 25.000 persas. El ataque fue inesperado, pero en una batalla que duró un día entero, los primeros pudieron expeler a los persas de vuelta a sus barcos. Éstos se dirigieron entonces hacia la playa desprotegida de Phaleron, en navegación de 10 horas; advertidos, los soldados atenienses tuvieron que correr una distancia de 40 kilómetros para esperarlos. Los invasores no podían dar crédito a lo que sus ojos veían, el ejército ateniense constituido por superhombres, les estaba esperando. Decidieron irse derrotados… De acuerdo a Heródoto se confió entonces a un soldado a quien Plutarco menciona después por su nombre, Pheidippides, la tarea de llevar las buenas nuevas a Atenas, distante unos 40 kilómetros en ruta ascendente.

La leyenda  cuenta que nuestro héroe, un hemeródromo o mensajero corredor, corrió henchido de orgullo y felicidad y al llegar a la ciudad, apenas tuvo aliento para decir ¡Ganamos…!, cayendo desplomado muerto y constituyéndose así, en la primera víctima mortal de un maratón. Este hecho inspiró la competición en los Juegos Olímpicos de Atenas en 1896, recorrer una distancia histórica de 42 kilómetros, 195 metros... ¿por qué esa distancia exacta? En 1908, la Reina Alexandra de Inglaterra fijó la distancia oficial de la prueba que hasta esa fecha no existía, en los citados 42 kilómetros 195 metros, distancia actual. Es esa precisamente la distancia que separa la ciudad inglesa de Windsor, del estadio White City, en Londres. Los últimos metros se añadieron para que la meta coincidiera con el palco presidencial.

      Siendo que la leyenda es notable, la verdadera historia es aún más asombrosa. Nuestro héroe comandaba una misión más dura e importante; el ejército persa se aprestaba a destruir a Atenas y él fue comisionado a ir a Esparta que distaba 240 kilómetros en búsqueda de ayuda; la trayectoria era demasiado accidentada para los caballos, así que no quedaba otra opción que enviar un emisario que, corriendo, cubriera el trayecto. Y así lo hizo en dos días, pero para su frustración, los espartanos celebraban el festival de Artemisa y no accedieron a prestarles asistencia; tuvo entonces que devolverse trotando similar cantidad de kilómetros a traer las malas nuevas, pero le dio fuerzas el ver durante la ruta al Dios Pan, dios de la fertilidad y de la sexualidad masculina desenfrenada, aunque se sospecha que fue una alucinación producto del extremo calor…

En muchas áreas de la vida, los médicos solemos ser ejemplos de lo que no debe hacerse sin pensar que estamos permanentemente bajo el escrutinio de nuestros pacientes… Tal vez ningún miembro de la sociedad maltrate su salud en forma más imprudente que el médico. Y este aserto lo toma muy en cuenta el enfermo al momento en que le aconsejamos sin verdadera convicción. Una vez que terminen su lectura, pudieran pensar que este editorial está impregnado de falsa modestia porque voy a hablarles de mí mismo. ¿Será el producto de un ataque de pedantería? No lo creo… Después de todo, el atleta aficionado que mejor conozco, soy yo mismo y ello, ¡me confiere algún derecho! Estoy orgulloso de ser un ¨atleta¨, aunque confieso que el adjetivo no deja de sonarme muy exagerado. Desde hace muchos años me he ejercitado persuadido de un beneficio a corto y largo plazo que al mismo tiempo es diversión, ¡qué más convincente que un buen ejemplo!  Hoy día habiendo pasado la cota de los ochenta años le digo a mis pacientes que el deporte ha sido para mí la mejor inversión a largo plazo que alguna vez hice…

El ejercicio me hace sentir bien, me mantiene físicamente activo, mentalmente alerta y emocionalmente estable. Forma parte de un estilo de vida al cual pertenecen también el dormir sin hipnóticos un número adecuado de horas, no fumar, no beber ni comer en exceso, casi nunca repetir, usar el cinturón de seguridad mientras manejo y jamás, pero jamás pensar en jubilarme, pues entiendo que la jubilación no planificada es una condena a la esterilidad y el hastío. El día en que no puedo ejercitarme, mi cuerpo y mi espíritu me lo reclaman y me hacen ver la diferencia.

Cuando realizo mi rutina, pleno mi mente de ideas positivas y oigo las señales que mi cuerpo sabiamente me envía, así que intento interpretarlas y atenderlas, así que podría decirles que muy pocas veces me he extralimitado o lesionado. Para alcanzar mi meta, me fijé un objetivo, comencé con muy poca distancia por largo tiempo, para ir aumentando la exigencia durante meses y años. Mis únicos contrincantes fueron mis debilidades. El primer maratón de la Clínica El Ávila en 1989 me introdujo a la competencia de aficionados, con lo cual vinieron a sumarse mi usualmente solitario entrenamiento, un mayor incentivo y diversión. Visto el beneficio, siempre y con el mayor entusiasmo he intentado interesar a mis cercanos, amigos, parientes, alumnos y pacientes, a tomar para sí mismos, parte del cuidado de su salud, enarbolando el emblema, ¨Si estoy bien, fuerte y controlado, saludable de cuerpo y espíritu, todo a mi alrededor estará bien¨. Mi esposa, mis hijos y nietos, alumnos y pacientes, me han enseñado la gratificación de interesar e iniciar a otros, en aquello que sinceramente hemos comprobado que ha sido bueno para nosotros mismos.

Veo en derredor mío y contemplo al hombre de la ciudad en continuo sufrimiento. Un tormento muchas veces no percibido y manifestado por intemperancia, mal humor, insomnio, excesivo apego al bien material, glotonería, excesos al beber, tabaquismo, enfermándose a sí mismo en una prisa irracional que le lleva en voladillas sin saber adónde va. Entiendo que habiendo pasado de una vida rural, tranquila, apacible y saturada de actividad a la inactividad casi total que trae aparejada la vida citadina, haya perdido el rumbo, alejándose de la promoción de su propio bienestar y de la salud, el bien más preciado. A despecho del llamado que ha venido haciéndose a la población general sobre el beneficio del ejercicio físico cotidiano, muy pocas personas lo han aceptado como hábito de vida ¡Qué lástima!

Presumiendo la buena fe del que se inicia, diversas razones atentan contra su mejor intención: O bien la persona inicia el ejercicio más como una obligación que como una diversión gananciosa; o inicia un plan de entrenamiento sin haber estructurado una estrategia previa, adhiriéndose a un sistema erróneo en el que se fija metas inalcanzables para las cuales debe acceder a niveles de rendimiento muy elevados desde el inicio; o en la búsqueda de su propósito, progresa a una velocidad inconveniente para sólo lesionarse en el intento y abortar la buena voluntad; o en fin, es desinteresado o desestimulado al exagerársele los peligros que entraña el entrenamiento, olvidándose que buena parte de las muertes no ocurren durante la práctica del deporte, sino en la comodidad inmovilizante de un sofá o de una cama.

Para desvirtuar los efectos beneficiosos de los buenos hábitos de vida y en particular el trote, a menudo se traen a colación distorsionados ejemplos, veamos:

Para desvirtuar los efectos beneficiosos de los buenos hábitos de vida, a menudo se traen a colación distorsionados ejemplos… Uno de ellos es el famoso dicho, ¡Llegar a viejo sin vicio, qué desperdicio! Además, veamos el caso de la francesa Jeanne Calment (1875-1997), la persona más vieja conocida quien murió a los 122 años y fue una fumadora empedernida hasta los 117 constituyéndose en la excusa de muchos fumadores. O el otro caso, referido a James Fixx (1932-1984), conocido por su libro »The Complete Book of Running» que muchos adquirimos y adoptamos como artículo de fe llevando a decenas de miles a imitarlo, haciendo de él, el gurú del mundo del trote. Pues bien, había sido un fumador en cadena de cerca de dos paquetes de cigarrillo por día dejando de fumar 17 años antes de morir a los 52 años mientras trotaba en Vermont Convencido de que el ejercicio era un seguro de vida y nunca tuvo ocasión para una revisión médica a pesar de conocer que su padre había tenido su primer infarto cardíaco a la edad de 35 años y fallecido de otro a los 43. La autopsia mostró que la arteria coronaria circunfleja izquierda estaba casi totalmente bloqueada y cerca del 80% de la coronaria derecha se mostraba obstruida, siendo que la nutrición del corazón se aseguraba a través de la arteria descendente anterior que también mostraba estrecheces segmentarias.

Por último, el cubano Alberto Salazar (1958-1982), ganador del Maratón de Boston y luego tres de Nueva York con un mejor tiempo de 2:08:13, sobrepasando la marca de Derek Clayton de 2:08:33 que había estado incólume por 12 años; fallecido por un infarto miocárdico a los 49 años mientras entrenaba, debió ser desfibrilado y tras ocho electroshocks y una suma total de 14 minutos en paro cardíaco, fue sometido a dos cirugías de revascularización miocárdica y terminó muriendo en su ley.

¡Qué muerte más feliz! –pienso- La preferiría una y mil veces a un prolongado lecho de miserias. Indudablemente, quieren los detentores de malos hábitos de vida hacer creer que una existencia disciplinada es una pérdida de tiempo, pues con ella no podemos cambiar en mucho el tiempo que vamos a vivir. Pero prolongar la vida nada significaría si sólo denotara vivir más años con más enfermedades y limitaciones. Debe saberse, sin embargo, que las mismas conductas que pueden agregar años a la vida, igualmente pueden dar a esa vida años de salud, independencia y creatividad.

Es bien conocido que el ejercicio regular y una dieta sana, aisladamente consideradas, reducen el riesgo de adquirir condiciones patológicas potencialmente limitantes o debilitantes como la enfermedad coronaria, diabetes mellitus, obesidad, hipertensión arterial y osteoporosis. Pero, además, el ejercicio físico puede ayudar a mantener a las personas activas a través de un incremento de su fuerza física y psíquica, a temperar el carácter, la capacidad aeróbica, resistencia y movilidad, virtudes corporales que tienden a desvanecerse con la avanzada edad o el mal vivir. Es así como personas viejas que han mantenido tales hábitos de vida a lo largo de los años, a menudo poseen habilidades y salud general mucho mejor que la de individuos con menos años y aún, décadas más jóvenes.

Investigadores de la Universidad de California Los Ángeles estudiaron un universo de 7.000 individuos por espacio de dos décadas. Tomaron en cuenta tres hábitos dañinos indiscutibles: Cigarrillo, abuso de licor e inactividad física. Adicionalmente, tres costumbres que ayudan a identificar a aquellas personas que suelen ignorar su salud: No desayunar, comer entre comidas y dormir menos de siete, o más de ocho horas. También se incluyó el sobrepeso, indicador que refleja el comer más de lo necesario y la ausencia de ejercicio. Los resultados indicaron que un hombre de 45 años que tenían menos de 4 de esas taras negativas o indeseables, vivía un promedio de 11 años más que un hombre de similar edad que tenía más de 5. Algo similar, pero de menor proporción se encontró en las mujeres.

Otro estudio realizado durante siete años en la Universidad de Stanford en California, hizo un seguimiento a 450 trotadores y 330 no trotadores con edades comprendidas entre 50 y 72 años. Luego de ajustar los resultados a la presencia de limitaciones o enfermedades previas al inicio del estudio, se encontró que aquellos que no se ejercitaban, desarrollaban enfermedades limitantes tres veces y media más frecuente que quienes sí lo hacían. Aún aquellos que corrían entre 1.5 y 9 kilómetros por semana, reducían su riesgo casi tanto como los que entrenaban a un máximo. Se dedujo pues, que el ejercicio aún moderado, es capaz de mejorar la calidad de vida a través del mantenimiento de la salud y de la elevación del espíritu a medida que envejecemos. Y no es sólo porque nos mantenga más fuertes y saludables, sino también, porque nos favorece el buen humor. Agregando en este sentido, un grupo diferente de la Universidad de Stanford en forma aleatoria, asignó a 360 sujetos con edades comprendidas entre los 50 y 66 años, la posibilidad de ejercitarse o permanecer inactivos. Luego de tan solo un año, los que se ejercitaron señalaron que el estrés negativo, la ansiedad y la depresión eran mucho menores y mejor tolerados que en el grupo que permaneció inactivo, y estos beneficios tampoco estuvieron en relación con la duración o la intensidad del ejercicio que realizaran.

  • Aún rememoro con añoranza, y todavía busco inútilmente los domingos la columna «Correr es vivir» publicada en el Diario El Nacional por el doctor farmacéutico, locutor y comentarista, Pedro Penzini Fleury (1936-2010), quien falleciera de una variedad de cáncer medular (mieloma múltiple) y a quien tuve la ocasión de atender como consultante en sus últimos meses, causándome asombro que ante cuadro tan triste y doloroso mantuviera siempre una sonrisa, un ánimo esperanzado, optimista y sosegado. Recuerdo haberme cruzado con él mientras trotábamos en las hermosas mañanas del Parque del Este, y pienso que la circulación crónica de endorfinas mantiene la fortaleza de ánimo y el talante tranquilo.

Como si ello fuera poco es bien conocido que mantener buenos hábitos de salud, ayuda a las personas mayores a mantener preservadas sus facultades mentales. Una investigación realizada en 500 residentes de Seattle en Norteamérica durante 35 años encontró, que aquellos que estaban físicamente saludables, en parte por sus buenos hábitos de vida tenían mayores probabilidades de alcanzar los 70 u 80 años activos y con mentes lúcidas. ¿La razón? Se piensa que condiciones patológicas tales como hipertensión arterial, enfermedad arterial coronaria y enfermedad pulmonar del fumador, reducen la oferta de oxígeno al cerebro, asfixiándolo y aún, son capaces de producir pequeños infartos cerebrales silentes o asintomáticos, robadores de bienestar mental. Pero, todavía existiría otra posibilidad: Si nos sentimos tristes o enfermos, es mucho más probable que evitemos el desafío que implica la actividad mental. Y ejercicios mentales, pueden ayudar a preservar una mente saludable de la misma forma que el ejercicio físico protege al cuerpo.

Nuestro sistema inmunitario, o dicho en palabras simples, la eficiente policía que reguarda nuestra integridad, momento a momento en fiera pero imperceptible batalla, destruye virus, bacterias, protozoarios y hongos que nos invaden desde el entorno. También es cierto que nuestro organismo es depositario de células descarriadas que se han transformado en cancerosas. Un sistema inmunitario robusto las identificará, las reconocerá como invasoras y destruirá esas células subversivas antes de que puedan multiplicarse y transformarse en tumores malignos. En teoría, el ejercicio físico puede disminuir el riesgo de cáncer a través de un fortalecimiento del sistema inmune.

Al menos tres grandes estudios observacionales que comprendieron más de 17.000 almas durante más de 16 años, ha dado soporte a esta teoría. Uno de ellos, del Instituto de Investigación Aeróbica de Dallas halló que las posibilidades de adquirir un cáncer fatal fueron 65% menor en hombres que se entrenaban moderadamente y 84% menor en los muy entrenados que en los sujetos sedentarios. El segundo estudio proveniente de las Universidades de Harvard y Stanford, encontró que hombres muy activos y moderadamente activos, desarrollaban un cáncer un tercio menos que las personas inactivas. Si bien estos hallazgos podrían tener que ver con una alimentación balanceada y otros hábitos saludables de los hombres más activos. Un tercer estudio del Instituto Nacional de Cáncer de USA tomó en cuenta esas posibilidades. Luego de controlar los hábitos de salud que pudieran influenciar el riesgo de cáncer, encontraron que éste era aún 39% más bajo entre hombres moderadamente activos y 23% en mujeres de hábitos similares que entre hombres y mujeres inactivas. Este decremento en la susceptibilidad de desarrollar cáncer en un deportista, puede también en teoría ser debido a más que una fortificación del sistema inmune. Es bien conocido que el ejercicio favorece la evacuación intestinal diaria, por tanto, ayuda a eliminar con mayor rapidez las sustancias cancerígenas que ingerimos especialmente con dietas malsanas, reduciendo su estancia en nuestro cuerpo y reduciendo así la posibilidad de cáncer del colon. Además, tiende a reducir moderadamente los niveles de estrógenos en la mujer, conocido favorecedor de un cáncer de la mama, y de la testosterona en el hombre, que estimula el crecimiento de un cáncer prostático.

En conclusión, nunca he admirado –que sí respetado- a una de esas personas que, sentada en el banco de un parque con dos perros calientes a la diestra y seis latas de cerveza a la siniestra, exhibiendo una extra-llanta colgando por encima del cinturón, observa sudorosos caminadores o trotadores que pasan frente a él. NO me agrada gratificarme de esa manera. Tampoco necesito tomarme dos tragos de güisqui para acallar la tensión interior que a veces me embarga, cuando puedo alcanzar mi toque de luz con un opioide un centenar de veces más potente que la morfina y en forma perfectamente legal… Me refiero a la euforia inducida por el ejercicio: Se ha determinado que las personas que se ejercitan vigorosamente por un período de unos doce minutos, liberan en sus cerebros sustancias naturales llamadas betaendorfinas, analgésicos naturales que al mismo tiempo elevan notablemente la sensación de bienestar. Las endorfinas son parte de esa gran familia de neurotransmisores, que son facilitadores bioquímicos responsables de la información entre los cien billones de neuronas o células contenidas en nuestro cerebro.

Las neuronas disparan impulsos electroquímicos a diversas frecuencias para estimular la liberación de los neurotransmisores que incitan a otras células a activarse. Cuando la armonía domina la relación entre unas y otras, se envían mensajes bioquímicos específicos a diversas partes del cerebro para inducirnos a realizar acciones como hablar, mirar, tragar, etc. Caminar vigorosamente o trotar durante cuarenta y cinco minutos o más tiene como efecto beneficioso producirnos euforia. Esta euforia quizá represente un efecto colateral del esfuerzo realizado en nuestro cuerpo para ayudarnos a sobreponernos a un elevado nivel de estrés positivo: El ejercicio físico. Si bien el cuerpo humano no fue diseñado para correr maratones, sí fuimos creados para correr cortos trechos como medio para escapar de animales salvajes u otros hermanos trogloditas blandiendo sus macanas. Mediante la secreción de betaendorfinas en conjunción con la adrenalina, nuestro cuerpo pudo en el pasado y puede en el presente, desarrollar extraordinarias proezas cuando fuere necesario. La euforia del corredor es la manera como nuestro cuerpo se adapta a la condición anormal de un estrés sostenido para mantener un equilibrio interno.

 

Durante el ejercicio liberamos en forma constructiva nuestra hostilidad, nos desembarazamos de tensiones internas con potencial de enfermarnos, elevamos nuestra sensación de bienestar, oxigenamos hasta el último rincón de nuestro cuerpo, acondicionamos nuestro sistemas cardiovascular y respiratorio para tolerar niveles de exigencia inesperados, fomentamos el sentimiento de auto-estima y auto-confianza, en fin, nos alejamos del polo tanático de la existencia para acercarnos al polo erótico de la vida. Sin olvidar esa ¨ausencia presente¨ qué es la muerte, celebremos cada día la vida con alegría, salud, felicidad y bienestar…

Así que continuaré ejercitándome en forma cotidiana como mi personal terapia preventiva y curativa, trotaré siempre mirando al frente y nunca al suelo, donde mis despojos habrán de yacer, perseveraré en mi intento de proporcionarme alegría, sensación de bienestar y sanación preventiva, y al mismo tiempo proseguiré recomendando a mis cercanos: familiares, amigos, alumnos y pacientes, los beneficios a largo y corto plazo de buenos hábitos de vida, pues no nos enfermamos por azar, llegamos a estar enfermos por lo que hemos hecho a nuestro cuerpo por nuestra manera de vivir y por aquellos hábitos convenientes que hemos dejado de incorporar en nuestras vidas…

 

rafaelmuci@gmail.com