Mi persona, entrevista 2006

Interesante entrevista al Doctor Muci, médico internista, neuro-oftalmólogo,

profesor de la Escuela Vargas, UCV 2006

 

El ojo es una ventana para mirar la enfermedad sistémica y el alma misma…

Lo triste de la vida no es lo que uno vive,  sino lo que deja de vivir… Si yo tuviera más vida, me dedicaría a mucho más cosas y especialmente a dar más…

La jubilación es la muerte biográfica… Si algo le pido a Dios  es que me envíe la muerte en la cama sino trabajando, enseñando o trotando… Quiero morir activo como siempre he estado…

 Una de las mejores estrategias es ejercitarse. Estimula el sistema vestibular y cerebeloso, y nos permite estar a solas y comulgar con nosotros mismos…

La frugalidad es importante, la riqueza material no lo es…

La riqueza interior lo es todo.

El régimen cubano es un parapeto de extrema crueldad, no sólo hacia su propio pueblo son que ahora lo tenemos actuando entre nosotros….. Hasta donde puede llegar la miseria humana en nombre de esta  revolución…

La técnica ha acabado con la curiosidad del médico; la máquina no resuelve sus problemas de ignorancia

La única especialidad del Dr. Muci ha sido la Medicina Interna. El Internista es el integralista e integrador. La medicina interna, escudriña,  diagnostica, integra, y trata la enfermedad en la persona del hombre: no solamente es importante la parte orgánica del paciente sino toda su persona, su espiritualidad e inclusive el medio social donde se desenvuelve.

 ¿Cree usted que esa visión hacia el médico internista ha cambiado?

No, no creo que haya cambiado, pero para explicarte, mi sueño toda la vida fue ser internista pero yo estuve coqueteando con muchas otras especialidades como por ejemplo: la cardiología, la neurología, la  Pediatría e  inclusive en una oportunidad pensé hasta en ser psicoanalista.

La neurooftalmología es una sub-especialidad muy clínica, tanto en el aspecto de la comunicación, de la anamnesis, como en el desentrañamiento del significado de los signos y los síntomas y donde uno para poder ejercerla no necesita instrumentos complejos, sino que el instrumento más importante es el más económico, vale decir, la historia clínica, la comunicación total con el paciente. Yo ejerzo y enseño la neurooftalmología y  dedico una buena parte de mi tiempo a eso, pero sigo siendo internista y de hecho, enseño a diario en el Postgrado de Medicina Interna,  tengo a mi cargo la Sala  3 de Medicina del Hospital Vargas de Caracas lo que considero a pesar de todas las carencias y pobreza, un privilegio, de manera que por eso es que digo que la clínica es la única, y lo otro simplemente  es una forma de hacer lo demás mejor, hasta donde yo puedo considerarlo.

En su especialidad y para la medicina en general ¿Qué simbolismo tiene el detective privado Sherlock Holmes?,

Bien, me siento en el 221 B de la calle Baker o Museo de Sherlock Holmes en Londres; esto significa un culto a la observación, a la observación del detalle fino, digamos que cultivar el mirar donde otros no han visto, afinar el oído para aprender el lenguaje de la enfermedad, a considerar las cosas minúsculas como mucho más importante que aquellas otras que están a la vista y precisamente esto es lo que quiere decirnos Sherlock Holmes. Pienso que el médico tiene mucho que aprender de las técnicas de ese detective de ficción porque su creador fue el médico oftalmólogo y escritor Sir Arthur Conan Doyle (1859-1930), quien vació en su protagonista Sherlock, las técnicas diagnósticas que había visto ejecutar a su mentor, el doctor Joseph “Joe” Bell (1837-1911), su profesor de medicina en Edimburgo, que era un clínico de filigrana y hacía asombrosos diagnósticos mediante observación sin siquiera tocar al enfermo… De hecho, conjuntamente con la Sagrada Biblia y el El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha (1605), considero que las Aventuras de Sherlock Holmes son textos de medicina sin serlo directamente: nos enseñan a estar cerca de la gente y entender sus éxitos y sus desgracias..

¿Cómo entró a su vida la Neurooftalmología?

   

Yo dicté ayer en la Academia Nacional de Medicina una charla  sobre que titulé Apuntes para la Biografía de la Unidad de NeuroOftalmología del Hospital Vargas de Caracas  (2006) debido a que el año pasado cumplió 25 años Ese fue el momento en que regresé de los Estados Unidos, luego de haberme entrenado en esa disciplina durante dos años. Pero realmente la historia viene desde mucho más atrás, de mi tercer año de medicina, cuando el Dr. Augusto León (1921-2010), Profesor de la cátedra de Clínica  Médica B a la cual estaba yo adscrito, y persona de todo mi afecto, respeto y admiración, nos encontró a unos compañeros y a mí sin hacer nada conversando en los pasillos del Hospital molestándose con nuestra pasividad, nos reprendió  diciéndonos: ¿Qué hacen ustedes allí que no están aprendiendo de suspacientes? Entonces nos llevó a una clase que iba a dictar al 6º año y nos habló durante una hora acerca del fondo del ojo, la tonometría ocular y la oftalmodinamometría. Este hecho, significativo en mi vida, ocurrió precisamente el 7 de noviembre de 1957, porque en verdad que para mí, constituyó una revelación… Todo lo que nos dijo en una hora de clase fue para mí extraordinario. Nos habló acerca de aquellos procedimientos oftalmológicos que podía utilizar el internista como adjunto del diagnóstico. De vuelta a mi casa mi hermano Fidias Elías me regaló su oftalmoscopio y yo hice el resto….

Después que eso ocurrió, me acompañó una filia por la oftalmología, aprendí todo lo que pude acerca del fondo del ojo y comencé a hacer pequeños cursos de fondo de ojo para mis compañeros y luego para mis alumnos. En el Hospital pensaban que yo sabía mucho y comenzaron a enviarme pacientes que yo no podía resolver, de los cuales nada sabía… Entonces un amigo me comentó que el había conocido a un oftalmólogo que tenía conocimientos de neurooftalmología y era capaz, solo mirando la pupila del paciente, de hacer diagnósticos muy finos, y esto me impresionó tanto que yo me dije,  ¡Algún día voy a aprender de esa ciencia!

Fue entonces cuando comencé a relacionarme con un grupo de oftalmólogos muy importantes de Caracas, que era liderizado por el Maestro, doctor Rafael Cordero Moreno (1917-2010). Viendo mi interés oftalmológico siendo sólo un internista, un día me dijo, – “Dr. Muci ya que usted quiere aprender neurooftalmología, cuando se decida a hacerlo yo le busco la persona idónea para que se vaya con él. Me recomendó con el Profesor William F. Hoyt en la Universidad de California, San Francisco y así, me constituí en el primer internista que fuera entrenado esta disciplina en los Estados Unidos. De su servicio han egresado los mejores neurooftalmólogos americanos. Era el doctor William F. Hoyt

Luego de enviarle mi currículo, recuerdo que él me escribió con gran amplitud y bondad, “Veo que usted tiene genuino interés, así que no importa que usted no sea neurólogo u oftalmólogo como han sido mis actuales y anteriores fellows; si usted lo quiere, puede perfectamente aprender las técnicas que nosotros empleamos”. Esto sucedió entre los años 1978 y 1980, de manera que antes de yo regresar a Venezuela, compré de mi bolsillo, todo cuanto necesitaba y por duplicado, o sea compré para mi consultorio privado y para la Unidad de Neurooftalmología que fundaría de inmediato. Nunca me ha agradó pedir nada a burócratas inflados de ilusorio poder ni depender de algún perdona-vidas, y como entonces podría hacerlo –el dólar estaba a Bs. 4.30-, cuando llegué, en julio de 1980 comencé de inmediato a trabajar, a ver pacientes muy temprano en la mañana, antes de dedicarme como internista a mis actividades asistenciales y docentes.

William Hoyt, MD (1926-2019), fue uno de los grandes hombres en la historia de la neurooftalmología mundial. Fue una figura imponente que influyó en dicho campo de todas las maneras posibles. Hizo ciencias básicas. Hizo ciencia clínica. Publicó un número extraordinario de artículos seminales. Escribió el libro de texto más importante en el campo: ¨Clinical Neuro-Ophthalmology¨. Sin embargo, insistía que por lo que más que se le recordaría sería por su inspirada enseñanza de sus muchos alumnos (fellows). Hoy día, muchos de nosotros continuamos tratando de emular su legado e influencia…

Después vino todo, vinieron más pacientes, vinieron los residentes de oftalmología de seis diferentes programas de Caracas, vinieron neurólogos, vinieron neuropediatras, todos a hacinarse en el cuarto que yo pomposamente llamo Unidad. Allí comulgo con el paciente y entre 8 y 14 personas que están en formación,  que están aprendiendo lo que considero el “arte de la medicina”. Una vez que termino la consulta diaria, me voy a la sala de medicina interna a ver con mis otros alumnos y adjuntos pacientes con problemas generales variados. Básicamente hago énfasis en los residentes sobre cómo examinar y cómo oír inteligentemente lo que el paciente relata.  Luego, les enseño todo lo que se puede hacer con el empleo ingenioso de los sentidos: con las manos, con la vista, con el olfato y con el tacto… Luego el insisto en otro arte, ese de ordenar los exámenes complementarios con sentido de realidad: sólo aquellos indispensables para precisamente complementar el juicio clínico y entre más sencillos y económicos, mejor… porque los exámenes no se pueden pedir a lo loco, en forma rutinaria o impulsiva, sino que  tienen que albergar una pregunta que acepte o niegue el diagnóstico presuntivo; el médico tiene pedirle algo al examen, y si él no fuera capaz de interpretarlo es preferible que no lo pida, porque muchas veces el especialista encargado de realizarlo, tampoco es capaz de interpretarlo por ser ignorante y mal preparado, creándose así, pura confusión Es mi manera de ser y de hacer. Porque los estudiantes de pregrado salen con muchas fallas en clínica médica y no llegan a comprender la importancia de la semiología o semiótica –el estudio de la interpretación de los signos y los síntomas-y nosotros no hemos logrado todavía que salgan sabiendo de veras cómo examinar un paciente.

Ellos son deslumbrados por los avances de la técnica y los aparatos y creen que ellos resolverán sus problemas de ignorancia. La formación queda entonces chucuta, incompleta, como decimos coloquialmente, al menos que alguno de ellos haya comprendido el sentido trascendente de saber cómo examinar un paciente.  Cuando nuestros residentes de postgrado llegan al servicio de medicina interna buena parte del tiempo lo dedicamos a enseñar técnicas de anamnesis o interrogatorio y de examen, chequeando lo que encontraron, pasaron por alto o interpretaron en forma equívoca, esto es de capital importancia… pero no es lo corriente, lo corriente es que el residente dice lo que oyó, habla de lo que obtuvo de su examen y los más viejos acatamos eso, nunca vamos a revisar si el hallazgo fue correcto… y eso es lo que yo hago, con demasiado gusto y hasta que Dios quiera y la muerte me separe de mi ministerio…

 

¿Qué le dice el fondo de ojo?

Para mi significó el puente de unión que hube de cruzar entre la medicina interna, la oftalmología y la neurología. Entre otras cosas, porque es una ventana para mirar la enfermedad sistémica y neurológica, pero tambiénnos sirve para mirar la enfermedad propiamente ocular. Me gusta decir que dentro de ese distanciamiento entre el médico y su paciente es el examen que permite un mayor acercamiento no sólo de proximidad física, sino también desde el punto de vista humano y humanitario. Muchas de las alteraciones que allí percibimos, ponen al médico en guardia acerca del peligro de ceguera o  veces, la posibilidad de una grave enfermedad general. He dictado una larga cincuentena de cursos anuales de fondo del ojo, cada vez más extensos y profundos lo que muestra que en medicina no hay nada sencillo y que debemos tener respeto por la ciencia… Creemos que sabemos de algo aunque a diario los pacientes nos muestran cuán poco sabemos…

El cerebro es infinito en sus posibilidades, ¿Está Ud. de acuerdo?

Por supuesto que estoy de acuerdo. Si Dios me concediera más vida ahorita y mi cerebro no declinara, la aceptaría para poder apreciar o dedicarme a muchas cosas que en el pasado, por inmadurez personal no les di importancia; hoy día me doy cuenta que lo triste de la vida no es lo que uno vive,  sino lo que deja de vivir… Si yo tuviera más vida, me dedicaría a mucho más cosas, literatura, filosofía, ciencia básica y muy especialmente, a dar más y más cada momento de mi vida…

Y el envejecimiento cerebral ¿se puede tratar o existen estrategias para prevenirlo?

 Yo voy a comenzar por el final, escuché hablar por ahí a una doctora que la habían jubilado contra su voluntad. Yo creo que una de las injusticias más grandes que uno puede hacerse con uno mismo o pueden hacerle, es jubilarse, porque la jubilación es la muerte biográfica porque suele cerrar un ciclo vital y pareciera que ya uno es superfluo, no es importante o útil para nadie, y para muchos médicos es el inicio de la tristeza, de la depresión, de la muerte en vida.

Por ejemplo yo en particular, no tendría ninguna otra cosa que hacer, a mi me gusta trotar, pero yo no voy a pasar  el resto de mi vida como Forrest Gump, trotando todo el día; sólo podría dedicarle un ratico, y entonces ¿Qué voy hacer con todo el resto del tiempo? A mí me interesan mis pacientes, porque la jubilación significa que ya uno no es útil para nadie  y una de la cosas que hace que el ser humano pueda vivir a plenitud es sentirse útil, entonces yo me siento útil con mis pacientes, con los del hospital que no tienen nada, con los pacientes de las consulta privada que me ayudan a vivir y que al mismo tiempo me pagan para que yo pueda atender a mis pacientes del hospital, porque al Estado no le interesa y paga sueldos miserables; cuando nosotros trabajamos en un hospital público realmente lo que hacemos es subvencionar al Estado y somos mal pagados y mal queridos, no sólo desde el punto de vista económico sino también desde el punto de vista afectivo, de manera que yo considero que mientras uno esté activo, puede que uno pierda masa neuronal, pero aumentará el numero de dendritas y de comunicaciones intercelulares… y el día que uno  baja la santa maría,  ya no hay vuelta atrás ni esperanza.

Yo tengo múltiples ejemplos, dentro de mis pacientes que me van a consultar, dentro de mi misma familia, dentro de mis profesores que se retiraron en algún momento y haber visto con dolor como se han descalabrado. De manera que yo creo que la patología de la jubilación es terrible, significa que el individuo será invadido por el taedium vitae, el aburrimiento y aunque no lo crea, se sienta a esperar la muerte. Tantas personas han dicho al detener la maquinaria, “Me voy a retirar y voy a descansar seis meses y luego veo que voy hacer”. Mentiras, nunca más la pondrá a funcionar, le tomará miedo a la vida y cualquier cosa que signifique un  desafío. Yo trabajo demasiado. Me levanto a las 3 de la madrugada, y me pongo a trabajar a esa hora: eso significa que mi día es muy largo, a pesar que me reposo unos 20 minutos al mediodía en que me quedo dormido: me levanto totalmente revitalizado para poder continuar.

Yo le digo a mis alumnos que me imagino la situación de un individuo que tiene  dos o  tres mujeres de las cuales tiene que ocuparse en el día;  cuando al regresar a casa le toca la verdadera, estará tan cansado ya no quiere saber de mimos ni caricias. Eso me pasa a mi cuando en la tarde llego a mi consultorio, después de todas mis actividades, a veces deseo que no venga nadie. Menos mal que una vez que entro de nuevo en actividad me siento tan vivo que puedo estar hasta 7 horas trabando sin descanso. Como te dije, si algo yo le pido a Dios es que me muera trabajando o trotando porque, la mayoría  de la gente se muere acostado en una cama   y yo no quiero morirme así, yo quiero morir activo y que se me recuerde activo y en disposición de ayudar.

A mis alumnos siempre les digo que una de las mejores estrategias para estar bien es el ejercicio físico. A veces troto por una línea recta o por el borde de una acera, porque eso ayuda al sistema cerebeloso, me tonifica el balance y el sistema vestibular, además correr por ejemplo un maratón, es un desafío con uno mismo, una lucha con el cansancio y el deseo de abandonar… Nada mejor para templar el espíritu y el carácter pienso yo… Todos mis hijos biológicos y algunos intelectuales hacen ejercicio, no tienen sobrepeso, y llevan su vida como yo, en forma frugal y sin excesos… La  frugalidad es importante… Yo me conformo con lo que Dios me ha dado, nunca he querido ser rico. No porque la riqueza sea mala, pero es que no me voy a llevar nada cuando me vaya y si algo yo puedo dejar en la tierra es el recuerdo de las personas en la cuales influí positivamente, lamentándome por los errores que he cometido, por los pacientes que han muerto porque no lo hice del todo bien, en fin, todo eso forma parte del sufrimiento del medico que le hace más humano. 

Dr. Muci, usted formó parte de una misión internacional y humanitaria convocada por la OMS/OPS, para estudiar en la década noventa una enfermedad llamada neuropatía óptica epidémica cubana. ¿Cuál fue su experiencia?

Por una parte, mi experiencia fue muy gratificante porque esa área de la neurooftalmología que yo había trajinado y pulimentado, se aplicaba exactamente al problema que ellos sufrían en la Isla, y que no sabían cómo resolverlo o desnudarlo ante el mundo… Nunca he podido estar seguro realmente de si no lo sabían, o era que el régimen cubano, tan cruel, tan frío e inhumano, a sabiendas de haber expuesto a su población a un llamado “Período Especial”, con la excusa de que iban a llegar los gringos a invadirlos –mientras ellos a un elevado coste mantenían sus soldados en países africanos-, le exigían sacrificios a la población, prácticamente la gente no comía pues no había alimentación  balanceada, proteínas ni vitaminas. Vendiendo el asunto de la invención de una invasión –como sucede ahora en Venezuela- le pedían y le exigían al pueblo cada vez mas sacrificios mientras los jerarcas tenían comida suficiente…, Fue allí fue cuando comenzó la gente a perder la visión; eso fue un proceso que duró cerca de tres años en el cual más de cincuenta mil personas fueron afectadas, muchos en forma irreversible. A ellos por razones políticas les convenía que fuera un virus, así que lo inventaron y lo llamaron “el virus del imperialismo” -¿te suena familiar?-.

“Mi presencia en el suelo cubano en 1991 y luego en dos veces en 1993 fue como trasponer un muro de opacidad y adentrarme en los dominios de un gobierno miserable y mentiroso que creyó que podía engañar a la Misión Humanitaria con la cual estuve involucrado en 1993 para investigar una causa obvia de pérdida visual colectiva mantenida en secreto durante 3 largos años sin que moviera la conciencia ni la lealtad de una clase dirigente inhumana. ¿Les suena…?”… “Nuestra estrategia fue cambiar el término neuritis por neuropatía y con la ayuda de un grupo de investigadores de alta factura llegar pronto al diagnóstico: ¡Hambre pura y simple…!”

En esa misión que yo era la persona que tenía menos credenciales académicas, porque en el grupo había nutrólogos, neuroepidemiólogos, neurotoxicólogos, y hasta expertos en virología del sistema nervioso. Inclusive, un Premio Nobel de Fisiología y Medicina, el virólogo Carleton Gajdusek quien había aclarado la enfermedad viral llamada kuru transmitida por canibalismo en Papúa y Nueva Guinea. Allí no se encontró ningún virus, lo que se encontró fue la destrucción de un pueblo por un sistema comunista horrible –ese que se está implantando en nuestro país ante la indiferencia de muchos-, hambre, miseria, persecusión, engaño y al mismo tiempo, un grupo médico local manipulado porque no podían decir que era lo que realmente estaba ocurriendo. Pienso yo que esta epidemia ha sido uno de los actos de crueldad más grande de un régimen hacia sus propio conciudadanos sobre la base de una mentira política. La ayuda que presté al pueblo cubano, con mi formación adquirida en plena libertad, fue por un lado muy gratificante, pero por otro lado fue muy triste porque nunca había imaginado hasta dónde podía llegar la crueldad, indiferencia y miseria humanas de un régimen tan espantoso; y al percibir como la política metida en los problemas de salud manipulando cifras e información pudo conducir a sus hermanos al más terrible sufrimiento en nombre de una revolución y con el chantaje de una supuesta invasión norteamericana. Venezuela ha sufrido de similar morbo a lo largo de los años, la destrucción de la moral del venezolano está a la orden del día y se deja ver doquier. Nos han enseñado a mendigar, a mentir para sobrevivir, a prostituirnos ante la mirada huidíza de nuestros vecinos y el mundo en general.

¿Qué opinión le merece la Medicina de nuestro país?

Indudablemente tenemos muy buenos médicos con formación ética, humanitaria y científica, pero con todo eso, no me atrevería a decir que toda la medicina en general sea óptima, entre otras cosas, porque la atención para las personas de pocos recursos, a pesar de que tenemos muy buenos médicos generales y especialistas preparados que saben muy bien lo que hay que hacer, muchos tienen que desertar de los hospitales porque son objeto de la más fría indiferencia, de perecusión, por tanto, no reciben ninguna ayuda. La vida de un médico en un hospital entraña demasiadas frustraciones; así que uno tiene que ser, si se quiere masoquista  para continuar trabajando en las condiciones en que lo hace, vale decir, a pesar de que todos están en contra de uno… Es triste ver la involución de mi Hospital Vargas en 45 añosahora 60 en 2022– que tengo transitando sus pasillos, y más agravado aún en los últimos 7 años del gobierno de Chávez entregado a los intereses cubanos y cuando a los médicos venezolanos se nos ha atacado y denigrado injustamente hasta más no poder.

Yo he podido continuar trabajando porque no dependo de nadie y me jacto en decir que en la Unidad no tenemos secretaria ni enfermera, los médicos somos las enfermeras y la secretaria, mis alumnos dan la citas, y los insumos que necesitamos los compramos de nuestro propio bolsillo y así, todos los días vemos y vemos pacientes por demás necesitados….

Yo pienso que el sistema que se está viviendo en Venezuela es sumamente cruel, se está destruyendo la medicina vernácula, por razones puramente políticas, porque el pueblo piensa que la medicina cubana es mejor que la medicina venezolana, o sea que el gobierno ha sido tan perverso que ha puesto a los pacientes a decidir quienes son mejores, si los cubanos o los venezolanos, y a mi me parece que una es una forma vil de  destruir la medicina, una manera que no tiene perdón de Dios. El padre en este caso, el Estado o sea Hugo Chávez, destruye su propia familia para premiar a otra que está lejos de nuestros afectos. Se trata de un plan premeditado de destrucción que no solamente incluye a los médicos sino a todos los miembros de la sociedad. Las leyes ya vienen preparadas desde la Isla, somos unos títeres de sus intereses. Tenemos espíritus tristes por cantidades que son los que aceptan este estado de cosas sin integridad ni entereza por aquello de dejar hacer, dejar pasar…

¿Cómo profesor de la medicina que recomendaciones daría a nosotros los médicos de “muchos años en el oficio” y a las nuevas generaciones?

 Mi opinión es que uno tiene que seguir teniendo compromiso absoluto con el paciente y debe seguir haciendo lo que sabe hacer y hacerlo lo mejor que pueda, y que cuando se tienen situaciones de carencia, lejos de arredrarse, lo que uno tiene que hacer es inventar, idear, usar el ingenio, poder hacer las cosas con los pocos elementos de ayuda que uno tiene a la mano, no olvidar que la clínica es la madre y que está por encima de todo las técnicas y aparatos y que a menudo podemos utilizar procedimientos muy sencillos con los que perfectamente podemos hacer diagnósticos, y eso es lo que yo le digo a mis alumnos, que uno no puede quedarse con los brazos cruzados.

Por eso yo adoro y amo todo lo que es sencillo, yo pienso que en la vida las cosas sencillas, son las mas importantes; y en la medicina, el conocimiento e integración del signo y el síntoma, el conocer todo lo que se pueda, es una gran ayuda sobre todo cuando nuestras vidas han estado comprometidas con los enfermos, no solo por medio atenderlos y por sacar un trabajo, sino por ayudarlos y hacer una experiencia vívida, digamos sentida y sólida, que permita diagnosticar al rompe, que faculte para ver hechos que otros no pueden ver, ¡Claro! Ello es producto de la experiencia y de la lectura comprometida.

Y a las nuevas generaciones desgraciadamente no sé que podría decirles, realmente los médicos del pasado estábamos dispuestos a invertir tiempo en aprender a examinar los pacientes, hoy en día la técnica ha acabado con la curiosidad de los médicos. El médico ya no siente curiosidad porque piensa que la máquina le va a resolver sus  problemas de ignorancia. La máquina, el instrumento de diagnóstico pasó a ser adorada, la Diosa Imagenología se convirtió en el nuevo Becerro de Oro, pero lo simple sigue -en mi concepto-, lo más importante. Lo que es más triste y uno de los efectos colaterales del tecnicismo, es que destruye todo, incluso técnicas anteriores; y si hablamos de instrumentos, ¿Qué médico no tiene en su consultorio algún aparato que alguna vez compró creyendo que lo iba ayudar y lo tiene allí arrumado? La técnica destruye la confianza en la propia persona, yo me pregunto hoy día: ¿Un cardiólogo soltado en una comunidad indígena podría ejercer tu trabajo con un estetoscopio y buena voluntad?,  Tal vez haya olvidado cómo usarlo, pues tienen extrema dependencia de ecocardiogramas, pruebas de Holter y métodos por el estilo.

Esas son las cosas que uno tiene que enseñar a los estudiantes, que hay muchas cosas simples, pero hay todo un ambiente que se ha confabulado alrededor del ejercicio médico: la industria farmacéutica, la industria proveedora de nuevos instrumentos, y otros para que el médico ya no confíe más en sus propias habilidades y destrezas.  Cuando yo estaba chiquito y jugaba en al amplio patio del colegio, de repente alguien grande decía,  ¡El que llegue de ultimo es “pupú de perro”! Y todo corríamos, pues no queríamos por nada ser los últimos.  Quiero decir que hoy en día el que no tiene  un aparato que mostrarle al paciente es el “pupo de perro” del presente…¿que le muestro yo al paciente sino tengo nada en mi consultorio?, entonces me compro un ecocardiógrafo por ejemplo, a veces sin haberme preparado para emplearlo, simplemente para mostrarlo porque las campañas le han hecho creer que los médicos que no tienen instrumentos son médicos atrasados, porque a la sociedad la han enfermado de medicalización, todo está medicalizado, hasta la vejez, porque esta ya no se considera como un fenómeno natural del ser humano sino como una enfermedad, y hay que darle medicina, eso no es así, la vejez significa exclusión, encierro, falta de ejercicio, falta de iniciativa, los viejos tenemos que estar entrenados para ser útiles, y no para ser receptáculos de medicamentos para mil dolencias que el individuo tiene y si son tontas hay enseñarlo como tiene que vivir con sus achaques.

Yo tengo dolores cambiantes pero afortunadamente se me quitan. No voy a decir por ello que estoy enfermo, pero la sociedad me vende dolencias y yo acepto un catálogo: “Dios mío estoy deshecho: mi osteoporosis, mi artritis, mi colon, es decir, la persona tiene toda una medicalización de su vida, un vicio que le han creado, olvidando que después que uno pasa de los sesenta, si no le duele nada es porque está muerto…¨.

Publicado en El Unipersonal.

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