¨Premonición¨, autor Juan José González Palma, junio 2018 Academia Washington: Caracas de Antaño

 

Mi relación de amistad con la familia González Palma se inició cuando tuve el honor de ser Presidente de la Academia Nacional de Medicina de Venezuela durante el bienio 2012-2014. Mis compañeros de la Junta Directiva y yo, comprendimos la necesidad de abandonar los vetustos salones del Palacio de las Academias en el Centro de Caracas y proyectarnos hacia el colectivo, y a ese efecto, pedimos la colaboración de la periodista, licenciada Marta Palma Troconis para realizar algunos videos educativos acerca de ciertas condiciones patológicas frecuentes en la comunidad. En estos videos participaron individuos de número y fueron proyectados en el programa televisivo ¨Saber vivir¨ que con acierto entonces ella conducía.

Cierto día de 2018 me manifestó que uno de sus dos hijos varones, Juan José (2006), deseaba que yo fuera parte de una celebración que suele llevarse a cabo a mediados de año en su colegio, la Academia Washington de Caracas – donde por cierto también había estudiado nuestra hija Graciela Cristina-, llamado ¨Caracas de Antaño¨, donde se involucra a personajes de edad avanzada del mundo profesional y de las ciencias del país. Me impresionó su madurez y el que él me honrara al escribir acerca de mí persona… En un carrión, le entregué varias carpetas contentivas con algunos de mis artículos de prensa para que obtuviera alguna información sobre mi persona y los temas acerca de los cuales yo solía escribir y que tenían que ver con la situación sanitaria del país, los estudios médicos y el derrotero al cual nos llevaba el estado comunista.

El 1 de junio de 2018 nos dimos cita en el patio de deportes del colegio donde en stands  o pequeñas estaciones dispuestas contorneando el espacio, los alumnos en una pequeña mesa con su silla se sentaban a esperar los visitantes que fueran atraídos por su trabajo para suministrarle información… En el suyo había una fotografía de mi persona, un pequeño libro -cuya foto engalana la entrada de este artículo- y brochures -o pequeños folletos- donde se refería a su trabajo. La fotografía muestra a la periodista Marta Palma, su hijo Juan José y mi persona. Me obserquió un librito donde imprimió su cuento…

 

La Academia Washington

¨En  la AW no todo es clases y tareas. Durante el transcurso del año escolar hay una variedad de actividades diferentes y especiales que año tras año han diferenciado al Colegio de los demás y que brindan sentido de pertenencia, orgullo y una energía especial que nos hace vibrar como Comunidad Washington, llenando nuestras memorias de los más gratos y valiosos recuerdos. Somos el hogar de más de 500 estudiantes y más de 100 personas entre profesores expertos y personal. AW es un lugar maravilloso para aprender y crecer. Somos una escuela privada, mixta, de educación laica y sin fines de lucro para niños de 4 a 18 años de edad. Nuestro programa está diseñado para que los estudiantes se motiven y estén dispuestos a cumplir con los desafíos de un plan de estudios diverso, bien estructurado y riguroso. Estamos orgullosos de contar con el reconocimiento de instituciones que avalan nuestro carácter internacional y multicultural.

¨Caracas de Antaño¨ es el evento emblema del Colegio desde 1983. Busca inculcar los valores, tradiciones y costumbres nacionales, a través de la investigación y exaltación de personajes ilustres de la historia venezolana. Es un proyecto interdisciplinario de investigación que realizan los alumnos de 5to. grado el cual culmina con la presentación del tradicional Baile de Cuadrillas, donde los participantes muestran sus más elaborados y elegantes atuendos de época¨.

El trabajo de Juan José llamado ¨Premonición¨

¨Para el Doctor Muci, por seguir luchando por el país y ser un ejemplo para todos, Juan José González.

    Índice

Prólogo …………………………….. 1

Introducción …………………….. 2

Capítulo I: ¨El Encuentro¨….. 3

Capítulo II. ¨La Carta¨………… 7

Capitulo III. ¨El regreso¨……. 12

Prólogo

Debo reconocer en un primer momento que me siento sumamente halagada ante la invitación de mi nieto para escribir el prólogo de su cuento ¨Premonición¨.  La redacción del mismo forma parte de las asignaciones con motivo del desarrollo del proyecto Caracas de Antaño.

El cuento se narra con un lenguaje claro, preciso, excelente ilación en las ideas, y cierto misterio que lo convierte en una invitación a una interesante lectura.

Juan cuenta su historia en cuatro capítulos. El eje central gira en torno a un sueño premonitorio, que lo lleva a visualizar el deterioro de la carrera médica en los últimos 15 años en Venezuela. De forma amena, y a la vez dura se transita sobre la realidad de la salud en nuestros hospitales y las enfermedades erradicadas que surgieron por el abandono y la desidia de gobernantes que privilegiaron sus ideas por encima de la calidad de vida de los ciudadanos.

La lectura del cuento es un canto a la verdad vivida, a la luz de los ojos de un niño que con su inocencia describe la tristeza de la decadencia de un país que se desvanece frente a nuestros ojos.

Vendrán tiempos mejores, estoy segura de ello, mis nietos lo merecen y la escritura de este cuento dan fe de ello. La lucidez y criterio para tan corta edad, así lo demuestran.

Gracias por tan hermoso trabajo que construiste en un proceso lleno de esfuerzo, dedicación y crecimiento, brindándose la oportunidad ambos de fortalecerse en un amor infinito.

América Troconis de Palma

Introducción

La Caracas de Antaño es un proyecto que tiene como finalidad exaltar las tradiciones, costumbres y valores culturales venezolanos de años pasados. En el presente trabajo, los alumnos desarrollaremos una de las actividades que forman parte de este proyecto, y es la elaboración de un cuento.

Mi cuento lo titule ¨PREMONICIÓN¨, y como su nombre lo indica, es la anticipación a través de un sueño, de unos hechos que ocurrieron en el pasado cercano con la figura del Dr. Rafael Muci-Mendoza y uno de sus tantos aportes a la sociedad como médico.

Se estructura en tres capítulos:

Capítulo I ¨La llegada¨: en este apartado, se dice que pasó antes de mi viaje en el tiempo.

Capítulo II ¨La Carta¨: describe los eventos ocurridos cuando el Dr. Muci escribe una misiva al embajador cuabano.

Capítulo III ¨El regreso¨: este es el desenlace y final del cuento. No se va a decir nada ya que este es el cierre del cuento, y quiero que sea una verdadera sorpresa.

Para escribir este cuento, necesité revisar, analizar e interpretar mucho del material suministrado por el Dr. Muci, tarea que me resultó muy enriquecedora, pues me sirvió para transportarme a la primera década del siglo XXI a través de periódicos, revistas , trabajos de investigación, entrevistas y sitios web.

Capítulo I: ¨El encuentro¨

El Dr. Muci pegó un brico como si hubiera visto un fantasma, y es que de verdad lo vio, porque yo aparecí de golpe. Me dijo entonces, ¨Niño, ¿qué haces aqui?¨Y le respondí que yo tampoco estaba muy claro de cómo había llegado a su casa, pero ahí estaba.

Insistí en mi pregunta, ¨¿Qué escribe con tanto ahínco? Él ya más tranquilo, respondió pausadamente: ¨Hijo, este país se lo llevó quien lo trajo¨.

En ese momento, empezó a contarme acerca de la difícil crisis que atravesaba el gremio médico, todo por las nuevas políticas de salud implementadas a partir del gobierno de Hugo Chávez, en el año 1999, en el marco de las misiones de Barrio Adentro, CDI (Centro de Diagnóstico Integral), y demás programas de intercambio con Cuba. Así mismo, me comentó que estaban trayendo médicos cuabano que dejaban desempleados  a algunos galenos venezolanos. Y lo peor de todo, que su capacidad y su conocimiento no eran ni la cuarta parte del que tenían nuestros médicos.

El Dr. Muci pronosticaba que, en un futuro no muy lejano, las aulas de las escuelas de medicina empezarían a vaciarse; aparecerían nuevamente enfermedades ya superadas en las últimas décadas como la malaria, paludismo, fiebre amarilla, tuberculosis, entre otras.

La calidad del servicio médico en Venezuela se ¨iría al suelo¨, primero con los médicos cubanos y luego con los médicos integrales , que en vez de estudiar como mínimo 6 años de medicina, le dan un título en dos años; en conclusión, está en peligro la vida de cada paciente que revisan esos doctores.

Entonces, supe que el Dr. Muci decidió escribirle una carta al embajador cubano de turno, quien tuvo la desfachatez de hablar mal sobre los médicos venezolanos, diciendo que estudiaban medicina para obtener el título y una acción en una clínica privada. Para el Dr. Muci, esta carta los expone al desprecio público y los desacredita delante de los pacientes. En la misiva pública, el galeno cuenta que viajó a Cuba en mayo de 1993, cuando se dio a conocer al mundo una epidemia que amenazaba con dejar ciegos a más de cuarentamil personas. Él fue parte de la misión humanitaria que visitó la isla, y esclareció las causas de la neuropatía óptica cubana, la cual era la falta de consumo de nutrientes básicos, lo que deja mucho que desear del regimen comunista cuabano.

Pude observar que el Dr. Muci estaba muy bravo al terminar la carta, y de inmediato se levantó para llevarla al diario en cuestión.

La pregunté si podía acompañarlo a la sede del periódico ¨El Impulso¨,y me dijo que lo siguiera, cerró la puerta con fuerza y nos montamos en su carro.

Capítulo II: ¨La carta¨

El Dr. Muci conducía us Toyota Corolla por la Autopista Francisco Fajardo hacia el centro de Caracas, especificamente en la Avenida Universidad, donde estaba la sucursal del periódico en la capital, ya que su sede está en Barquisimeto, Edo. Lara.

Su carro es de 1992, de color verde, sin choques, sólo con un pequeño rayón en el parachoques.

Al llegar, lo saludaron muy amablemente todo el personal del impreso, ya que sabían que era un doctor de muy buena reputación. Cuando le entregó la carta al editor, este le preguntó si algún médico lo apoyaba en la protesta que él hacía. Respondío tristemente y con un poco de amargura, que casi todos estaban de acuerdo, pero tenía miedo de acompañarlo públicamente. Los periodistas allí presentes lamentaron lo sucedido y comentaron: ¨Lástima, ello le habría dado más fuerza a su carta¨.

Me quedé pensando un rato y tuve el valor de apartarlo y decirle, casi en secreto: ¨¿Y si volvemos a hablar con los doctores  y los convencemos de que apoyen su protesta ante todo el mundo?¨. Al Dr, Muci le brillaron los ojos, me sonrió y dijo: ¨Vamos a intentarlo, pero voy a dejar la carta aquí para que sea publicada cuando ellos lo consideren conveniente¨.

Salimos rápidamente al Hospital Vargas, con la esperanza de que se uniera todo el gremio médico y que hicieran una manifestación fuerte para que toda la sociedad escuchara su clamor.

Cuando llegamos, el hospital estaba vacío, no había ni un fantasma en los pasillos. Decidimos entrar en cada salón hasta encontrar a alguien que escuhara. Después de mucho recorrer nos dimos cuenta que todos estaban reunidos en el auditorio discutiendo sobre las últimas declaraciones del embajador cubano, Germán Sánchez Otero quien había agredido verbalmente a los especialistas en medicina. El debate estaba candente, unos decían que había que hacer algo, otros apoyaban lo planteado, pero el detalle es que les daba miedo hacer pública su molestia, porque podía botarlos de sus puestos de trabajo.

Después de varias horas de dimes y diretes, no se llegó a ninguna conclusión, ya que era imposible que todos estuvieran de acuerdo. El Dr. Muci y yo estábamos sentados en la última fila del auditorio, ¨viendo los toros desde la barrera¨. Casi nadie se dio cuenta que estábamos allí.

Cuando todos estaban a punto de levantarse, el Dr. Muci se paró en el podio y les explicó el futuro que les vislumbraba como gremio médico. Lo hizo sin rabia y hasta con paciencia, pero ya el público estaba muy cansado, y no le dio crédito a sus palabras. Las cartas estaban echadas. Las posibilidades de una protesta fuerte se diluyeron.

El Dr. Muci y yo nos montamos en el carro y nos fuimos a su casa. A la mañana siguiente, apareció el artículo publicado en el periódico. Lo supimos porque recibimos una llamada a muy tempranas horas. El timbre nos sorprendió y él atendió sobresaltado. Solo escuché que dijo: ¨Si, yo lo escribí¨. Hizo una pausa larga y comentó, ¨No tengo miedo. Hasta luego¨.

Estuvo en silencio durante el desayuno y en un momento me dijo: ¨Al parecer, algunas personas piensan que soy un loco al escribir ese artículo. Dicen que estoy exagerando. La verdad no entiendo qué tienen en la cabeza. El tiempo me dará la razón. Más sabe el diablo por viejo que por diablo¨.

Fuimos al Hospital Vargas, donde tenía consulta en la mañana, y todo el mundo se le acercaba a felicitarlo. Él timidamente, sabiendo que algunos no lo decían de verdad, sino solamente por decirlo, nada más asentía con la cabeza. Presentía que muchos lo felicitaban, pero no lo acompañarían si tomara acciones más fuerte. La mañana transcurrió entre pacientes y halagos de sus colegas. A la hora del almuerzo, fuimos a comer a la Clínica El Ávila donde tocaba su turno de consulta de la tarde. También muchos colegas lo felicitaron, pero él reaccionó igual. Mientras estábamos en el carro, me dijo: ¨Muchos me felicitaron de corazón, otros no. La edad me permite ver los corazones más allá de las palabras¨.

Y así transcurrieron los días, y  algunos periodistas lo entrevistaron en programas de radio, televisión y prensa. Él siguió denunciando que la presencia de médicos cubanos en el país y  que aquí teníamos muchos médicos desempleados. ¨Ahora resulta que somos malos. Ahora resulta que los médicos venezolanos debemos ser desprestigiados por unas personas que ni siquiera están legalmente en el país y a las cuales el gobierno apoya¨.

El Dr. Muci fue noticia por unas horas. Luego bajó la intensidad de las llamadas y se empezó a hablar de otros temas.

Durante esos días, yo seguí allí, sin saber las razones del porqué estaba con él. De hecho, nunca nadie me preguntó que hacía yo con él, es más, ni yo mismo extrañaba a mis papás y a mi hermano, y es que lo veía todo como si fuera una película.

Lo cierto es que le dije que siguiera adelante, que tenía razón en lo que decía:

Que los médicos cubanos les harían daño a muchas personas por su baja preparación académica; que tres mil médicos de once mil que hay en todo el país, se iban a ir del país, que los hospitales no servirían para salvar vidas, sino para ver persona muriéndose y que reaparecerían enfermedades superadas como la tuberculosis, malaria, entre otras.

Que todo lo que estaba diciendo iba a pasar en un futuro no muy lejano, más o menos en el año del que yo venía, el 2015.

Se sorprendió cuando le dije todo eso, y le expliqué que yo no sabía por qué estaba ahí ni cómo había llegado, solo estaba seguro de que él iba por buen camino al denunciar todo lo que decía y que dentro de unos años la realidad le daría la razón.

Capítulo III: ¨El regreso¨

De pronto, me siento un poco raro y veo un cuarto blanco y escucho unos sonidos extraños que no  sé identificar.

Luego, se pararon los sonidos y estaba viendo un cuarto negro sin ningún tipo de iluminación. Despues empecé a oir voces de gente totalmente desconocida. Me asusté mucho, ya que no sabía lo que estaba pasando.

Recuerdo haber tenido un dolor de cuerpo muy fuerte, de ese que no te deja pararte de la cama. Trato de pensar que por qué estaba ahí y que había pasado. Ningún pensamiento de lo ocurrido llegaba a mi cabeza, hasta que de pronto se aproxima alguien irreconocible en el momento.

A los segundos de estar viendo al que se acerca a mi cama, me percato que era una cara conocida, pero no logro ubicar de dónde.

Esa persona me pregunta que cómo me siento y que si me dolía algo. Le respondí que me dolía todo el cuerpo. Él agregó pausadamente: ¨Es normal que te sientas así, hijo. Te diste tremendo golpe en la cabeza y tienes varias horas inconsciente. Tus padres y tu hermano están muy preocupados. Voy a salir a darle las buenas noticias de que despertaste. Quiere decir que las cosas están bien contigo¨.

Cuando el sale del alcance de mi vista, intento hacer memoria: ¿ Por qué este señor me parece tan conocido?¨. Pero no recuerdo absolutamente nada.

Con el pasar de los minutos , mis pensamientos empiezan a ordenarse. Sé cuál es mi nombre, Juan José González, recuerdo a mi familia, y también lo recuerdo a él, al doctor.

Empiezo a recordar cuando lo acompañé a llevar la carta para el embajador de Cuba al periódico, cuando fuimos al Hospital Vargas, vimos a todos los médicos discutiendo sobre la misiva y cuando lo ignoraron.

No recuerdo en qué momento sucedió, pero estoy seguro que sucedió algo así. También recuerdo que le dije que venía del futuro, para animarlo a que no descansara en sus denuncias. Que el tiempo le daría la razón.

En ese momento llegaron mis padres, mi hermano y el doctor. Cuando los ví, ya tenía todo claro en mi mente, y exaltado les empecé a contar todo lo que había pasado. Ellos empezaron a reirse. Nada de lo que contaba había ocurrido.

Yo molesto les expliqué que, de alguna forma u otra había viajado al 2001, y acompañado al Dr. Muci en algunas diligencias, y les conté sobre la carta al embajador cubano.

El Dr. Muci no paraba de reir. Le parecía interesante mi sueño, sobre todo porque todo eso ocurrió antes de que yo naciera. De hecho, dijo: ¨Todo lo que cuentas ocurrió, con pelos y señales. Pero no te recuerdo en ese momento¨.

Mis padres estaban apenados por lo que yo decía. No entendían cómo podía decir tantas bobadas. Sin embargo, estaban tranquilos porque estaba bien.

A las horas, me dieron de alta en la clínica. Pero antes de irme, el doctor me dijo en secreto: ¨Si recuerdo, pero no podía decirlo delante de tus padres. Me encantó conocerte en el 2015. Eres tal cual como te vi. No perdamos contacto¨.

Publicado en El Unipersonal.

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