Elogio de la inteligencia…

 

En el Paraninfo de Salamanca: 12.10.1936

¨Millán-Astray exclama irritado:

«Muera la intelectualidad traidora, viva la muerte»

Miguel de Unamuno, sin amedrentarse, continúa: «Éste es el templo de la inteligencia, y yo soy su sumo sacerdote. Estáis profanando su sagrado recinto. Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis. Para convencer hay que persuadir, y para persuadir necesitaréis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil el pediros que penséis en España. He dicho».

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Nada menos que el día de la Divina Pastora donde cerca de tres millones de feligreses inundaron las calles desde Santa Rosa a Barquisimeto para expresar su fe y dar vítores a su reina soberana; sin embargo, el mal se expresaba en otro lugar. Era previsible que un hecho como el sucedido la madrugada del sábado 14 de enero ocurriera en el Palacio de las Academias, no más al lado de la Iglesia de San Francisco y al frente del Capitolio Federal, entre las céntricas esquinas de San Francisco y La Bolsa, zona habitualmente rellena de efectivos militares, dependiente de la alcaldía de Libertador y con presencia de grupos de desocupados tarifados que vocean consignas de continuo en apoyo de la revolución bolivariana.

Comenté en muchas ocasiones que en algún momento las academias venezolanas, organizaciones de pensamiento libre, serían clausuradas por el régimen comunista y se instauraría una academia única al estilo de la Unión Soviética y Cuba, donde sus integrantes serían designados a dedo no con base a su sapiencia e ilustración sino a su compromiso y sumisión con el régimen que ahoga. El Estado apoya económicamente a las academias; es su deber; el ahogamiento económico progresivo con el fin de doblegarlas ha sido la norma en los últimos años, pero no lo han logrado; los académicos sostenemos los principios de individualidad, libertad y democracia.

Pero esta vez tomaron la vía rápida; esta vez los ¨colectivos¨ constituidos por hampa común, amparados por la lenidad y con el apoyo total del régimen asaltaron el Palacio en horas de madrugada y al favor de la falta de vigilancia –se dice que uno de los pocos existentes había renunciado días antes…-, que cargaron con el ¨cerebro¨ de las honorables instituciones: se robaron todas las computadoras –cerca de 100– y artefactos electrónicos, como monitores y videobeams, dejaron un lastimoso desorden y campantes subieron el producto de la fechoría a un camión –al cual nadie vio- y se marcharon impunes… Las cámaras de vigilancia del Consejo Supremo Electoral miran hacia la impunidad…

Bien sabemos de la pobreza económica de la mayoría de la Academias; así que es muy posible que los documentos, trabajos científicos, actas de las reuniones, etc., no tuvieran un soporte en una ¨nube¨, o los discos externos de apoyo no hayan sido mantenidos a buen recaudo fuera del ámbito del Palacio, así que será un golpe muy duro de absorber, pero no debemos desanimarnos y continuar nuestro apoyo a la libertad, las leyes y la democracia pues,

¨Todo principio violento, tiene un fin melancólico¨

Maestro, doctor Rafael Hernández Rodríguez  (1909-1985)

Esta fórmula de asalto también ha sido vivida al menos en decenas de ocasiones en el Instituto de Medicina Tropical ubicado en el campus de la Universidad Central de Venezuela, donde al favor de la falta de vigilancia, no solo se han afectado las prácticas de laboratorio de cerca 900 estudiantes de medicina sino también los paciente que acuden a consultas externas en procura de ayuda para sus dolencias y material biológico peligroso.

Ahora más que nunca los venezolanos radicados en el exterior deben volver su mirada comprometida hacia estas instituciones para ayudarlas a rehacer sus cerebros pues con los menguados presupuestos de que disponen sería imposible. Igualmente, instituciones bancarias, ONGs, fundaciones privadas, mediante donación de computadores fuera de uso en buen estado y otros apoyos electrónicos podría ayudar a paliar el estropicio…

Es el juego sucio de los chavocomunistas que han asolado el país y sus instituciones… La condena no sirve de nada, solo el 350 de la Constitución Nacional podrá librarnos de esta larga, penosa y negra noche… pero ¿Quien tiene el coraje de aplicarlo?

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