Elogio de la inteligencia…

 

En el Paraninfo de Salamanca: 12.10.1936

¨Millán-Astray exclama irritado:

«Muera la intelectualidad traidora, viva la muerte»

Miguel de Unamuno, sin amedrentarse, continúa: «Éste es el templo de la inteligencia, y yo soy su sumo sacerdote. Estáis profanando su sagrado recinto. Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis. Para convencer hay que persuadir, y para persuadir necesitaréis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil el pediros que penséis en España. He dicho».

Les invito a visitar mi página web: http://rafaelmucimendoza.com o www.rafaelmucimendoza.com

Nada menos que el día de la Divina Pastora donde cerca de tres millones de feligreses inundaron las calles desde Santa Rosa a Barquisimeto para expresar su fe y dar vítores a su reina soberana; sin embargo, el mal se expresaba en otro lugar. Era previsible que un hecho como el sucedido la madrugada del sábado 14 de enero ocurriera en el Palacio de las Academias, no más al lado de la Iglesia de San Francisco y al frente del Capitolio Federal, entre las céntricas esquinas de San Francisco y La Bolsa, zona habitualmente rellena de efectivos militares, dependiente de la alcaldía de Libertador y con presencia de grupos de desocupados tarifados que vocean consignas de continuo en apoyo de la revolución bolivariana.

Comenté en muchas ocasiones que en algún momento las academias venezolanas, organizaciones de pensamiento libre, serían clausuradas por el régimen comunista y se instauraría una academia única al estilo de la Unión Soviética y Cuba, donde sus integrantes serían designados a dedo no con base a su sapiencia e ilustración sino a su compromiso y sumisión con el régimen que ahoga. El Estado apoya económicamente a las academias; es su deber; el ahogamiento económico progresivo con el fin de doblegarlas ha sido la norma en los últimos años, pero no lo han logrado; los académicos sostenemos los principios de individualidad, libertad y democracia.

Pero esta vez tomaron la vía rápida; esta vez los ¨colectivos¨ constituidos por hampa común, amparados por la lenidad y con el apoyo total del régimen asaltaron el Palacio en horas de madrugada y al favor de la falta de vigilancia –se dice que uno de los pocos existentes había renunciado días antes…-, que cargaron con el ¨cerebro¨ de las honorables instituciones: se robaron todas las computadoras –cerca de 100– y artefactos electrónicos, como monitores y videobeams, dejaron un lastimoso desorden y campantes subieron el producto de la fechoría a un camión –al cual nadie vio- y se marcharon impunes… Las cámaras de vigilancia del Consejo Supremo Electoral miran hacia la impunidad…

Bien sabemos de la pobreza económica de la mayoría de la Academias; así que es muy posible que los documentos, trabajos científicos, actas de las reuniones, etc., no tuvieran un soporte en una ¨nube¨, o los discos externos de apoyo no hayan sido mantenidos a buen recaudo fuera del ámbito del Palacio, así que será un golpe muy duro de absorber, pero no debemos desanimarnos y continuar nuestro apoyo a la libertad, las leyes y la democracia pues,

¨Todo principio violento, tiene un fin melancólico¨

Maestro, doctor Rafael Hernández Rodríguez  (1909-1985)

Esta fórmula de asalto también ha sido vivida al menos en decenas de ocasiones en el Instituto de Medicina Tropical ubicado en el campus de la Universidad Central de Venezuela, donde al favor de la falta de vigilancia, no solo se han afectado las prácticas de laboratorio de cerca 900 estudiantes de medicina sino también los paciente que acuden a consultas externas en procura de ayuda para sus dolencias y material biológico peligroso.

Ahora más que nunca los venezolanos radicados en el exterior deben volver su mirada comprometida hacia estas instituciones para ayudarlas a rehacer sus cerebros pues con los menguados presupuestos de que disponen sería imposible. Igualmente, instituciones bancarias, ONGs, fundaciones privadas, mediante donación de computadores fuera de uso en buen estado y otros apoyos electrónicos podría ayudar a paliar el estropicio…

Es el juego sucio de los chavocomunistas que han asolado el país y sus instituciones… La condena no sirve de nada, solo el 350 de la Constitución Nacional podrá librarnos de esta larga, penosa y negra noche… pero ¿Quien tiene el coraje de aplicarlo?

Elogio de Silverado… ¡Maduro, quienes van a morir te saludan!

 

A decir verdad, desconozco por qué le llaman así… No tiene mayores o casi ninguna pertenencia, solo su vida, su firmeza y su día a día; es latonero y el patio de su casa es suerte de taller compartido con un hermano mecánico. Son dos de los nueve hijos que tuvo misia Pancha, diabética ella y diabéticos tres de sus hijos también; la matrona y una de las hijas fallecidas. La doña murió a los 80 años, era el pilar, el sostén y guía de la familia donde como es usual el padre o padrote, fue inexistente. No obstante, les inculcó férreos principios morales, afán por el trabajo y aborrecimiento por extender la mano para pedir un favor…Leer más

Minucias y miserias del arte de recetar I y II

 

PARTE I

 Se asegura que Librado Chiquinquirá Montiel Morillo de cuyo lugar de origen especularon los entendidos más nunca se llegó a precisar con entera exactitud la verdadera procedencia de sus nombres y apellidos, fue un niño raquítico, desnutrido e inapetente a causa de una diarrea que, juzgada por celebrados pediatras como pituitosa, no le abandonó ni por un momento durante los seis primeros mesesitos de su borrascosa lactancia… Fue oleado en muy diversas y críticas oportunidades y hasta se le tenía en una cajita de lata cromada donde una vez hubo bombones, toda de blanco y protegida con bolas de naftalina su mortajita ya preparada…

Mas el milagro de su literal resurrección y pronta recuperación en pocos días, fue a la vez que impresionante nunca antes presenciado por las crónicas: Se supo que su madre, mujer enteramente escasa, por un error de interpretación de una receta que con escritura garrapatosa y de mala gana un médico le extendiera no más al salir de la Maternidad Concepción Palacios con su criatura en brazos, sólo le había alimentado con ¡leche… de magnesia de Phillips!

  Nosotros, profesores de clínica médica solemos preparar a nuestros alumnos de pregrado para las grandes batallas, aquellas que a lo mejor nunca librarán y que de hacerlo, seguramente que lo harán mejor en ausencia de nosotros. Prueba de ello son las preguntas que a mansalva les disparamos con trabucos naranjeros. ¿Cómo trata usted a un paciente con un edema agudo del pulmón? ¿En qué momento, a qué dosis y bajo qué forma se administra la estreptoquinasa a un infartado? ¿Cuál es la conducta ‘inmediata’ ante la ruptura de un aneurisma aórtico? ¿Cuáles son los pasos terapéuticos a seguir en presencia de un tromboembolismo pulmonar masivo? ¿Cómo hacer una traqueostomía con una Gillette o la camisa de un bolígrafo? Mas resulta que el ejercicio cotidiano de la medicina es una suerte de guerra de guerrillas, o si se quiere una montonera, pues en él se agolpan grupos de variadas patologías o sinsabores que no mojan, pero empapan la existencia del sufrido: gastroenteritis y diarreas comunes, halitosis, policarencias, amigdalitis agudas, “el virus ese que anda por ahí”, sujetos piojosos o sarnosos, más sujetos con niguas o enladillados, flujos vaginales a escoger, acedías y gases… y mejor dejemos de lado esta ingrata colección de lo que es el escenario diario del oficio… ¿Estará el alevín por ventura preparado para enfrentar “eso” cuando orondo, salga con su tubo negro bajo el brazo, domicilio fugaz de su refulgente diploma de Médico-Cirujano? Me temo que no…

Conoce el billete de a quinientos, pero ignora cómo es el sencillo, el chipichipaje, el menudo de la práctica y, o lo aprenderá seriamente, o medio lo aprenderá, o no lo aprenderá del todo, pues ¡De todo hay en la ¡Viña del Señor!

 No le decimos por ejemplo que el arte de escribir una receta es fundamental, pues ella resume el análisis y comprensión de la queja y por supuesto el fin último de la consulta: Aliviar si curar no podemos…—aunque por lo general, es el postrer y más apresurado acto de nuestro efímero encuentro con el maldispuesto— En una hojita de papel ad hoc, garabateamos con desgano directrices que minutos más tarde no podríamos siquiera leer nosotros mismos, porque no entendemos nuestra propia letra, producto no precisamente de ejercicios repetidos de calco en un cuaderno de Escritura Inglesa -esos a los que era tan afecto Don José, mi sabio padre— ¿Cómo puede entenderse o interpretarse tamaño irrespeto hacia

el semejante desvalido? Escritura y firma ilegible, fecha inexistente… Y para más bochorno, se tiene por cierto que los boticarios y que son expertos en eso de interpretar para el paciente lo que el médico “pareció querer decir…”

Tampoco le advertimos sobre qué hacer si al paciente se le ocurre preguntar ¿Y cómo me tomo esta pastilla? ¿Antes o después de comer, en ayunas o con el estómago lleno? Lo más probable es que nosotros sin prestar mayor atención a la demanda, le responderemos ¡Es lo mismo! tómelo como usted quiera, antes o después. Mas resulta que estamos equivocados de metra… ¡Sí importa… y mucho! Deberíamos saber nosotros —para enseñarles a ellos— que hay un principio general según el cual, a mayor tiempo de permanencia de una droga en el estómago, mayor será su absorción. Así, que en general, no sería mala idea tomar la mayoría de las medicinas con las comidas — especialmente si el alimento consumido contiene algo de proteínas y grasa, que retardan el vaciamiento del estómago para darle mayor tiempo a que los jugos estomacales las disuelvan y preparen el camino para su absorción total en los primeros tramos del intestino delgado. Deberíamos hacerles saber que ciertos medicamentos como los antiinflamatorios no-esteroideos (aspirina, ibuprofeno, sulindac, naproxeno, indometacina, diclofenaco sódico y tantísimos otros), los esteroides de síntesis como la prednisona y dexametasona y antibióticos como la eritromicina, azitromicina y la doxiciclina irritan el estómago cuando son la tomados “en vacío”.

La idea de indicarlos conjuntamente con algo de alimento decrece las posibilidades de que produzcan malestares innecesarios. Pero también debemos enseñarles que hay otros medicamentos —incluidos algunos antibióticos— que no se absorben en presencia de alimentos. El caso de las tetraciclinas y la leche y los antiácidos es clásico. El antibiótico de marras se liga al calcio de la leche o de algunos antiácidos y forma un compuesto insoluble que sale por debajo, tal y como entró por arriba sin circular en el sistema. ¡Pura pérdida! Es por ello que deberán indicárseles entre las comidas —al menos una hora antes o dos horas después de comer-. De mucha importancia es especialmente recomendable no tomar bebidas alcohólicas ni siquiera en cantidades pequeñas, conjuntamente con medicamentos que puedan reducir la atención y los reflejos (como tranquilizantes, hipnóticos, medicamentos contra el mareo, la alergia, algunos del resfriado, etc.) porque se potencian los efectos de ambas sustancias. También hay que tener esto muy presente sobre todo en personas que utilicen máquinas o que tengan que conducir.

Les interesará conocer que ciertos compuestos rehúsan ser absorbidos si en sus cercanías hay un alimento que les caiga gordo: Es el pique entre los preparados de hierro y los alimentos ricos en fibras y fosfatos… ¡Ahhh!, pero el ferruginoso elemento se deja seducir rápidamente por la esbelta vitamina C contenida en un vaso de jugo de naranjas… En fin, como algunos estudiantes, también existen drogas “antiparabólicas”, de esas que no respetan un semáforo en rojo y se absorben en cualquier circunstancia en que se les tome: Los diuréticos y el acetaminofén pertenecen a esta clase de indolentes.

La producción del colesterol en el hígado es mayor después de la medianoche y menor en la mañana y en horas tempranas de la tarde, por lo que las estatinas son más eficaces al tomarse justo antes de dormir. La tensión arterial muestra un ritmo de 24 horas, más alto durante el día y más bajo durante el sueño nocturno. Sin embargo, especialmente después de los 55 años, muchas personas con tensión alta no muestran este descenso nocturno, una condición conocida como «non-dipping» o presión arterial no descendente. Se insiste en que se tome la medicación para bajar la presión arterial a la hora de dormir. Sin embargo, en hipertensos muy crónico con arterioesclerosis existe el riesgo de mayor descanso nocturno el que se asocia a la hipotensión fisiológica nocturna produciendo río arriba isquemia, ictus isquémico o neuropatía óptica isquémica anterior: Deben entonces ser administrados hacia las 4.00 pm. Los medicamentos llamados inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECA) y los antagonistas de los receptores de la angiotensina II (ARA-II), son más eficaces cuando se toman a esta hora. El no descenso de la presión arterial es un factor de riesgo importante del derrame cerebral, ataque cardíaco y enfermedad renal, uno o más de los medicamentos recetados justo antes de dormir normaliza el ritmo diario de la presión arterial, según han revelado los estudios.

Pues bien, bachiller, ya usted escribió su receta y le explicó al paciente… ¿Cree usted que él cumplirá al dedillo lo allí prescrito? Para comenzar, deberá usted saber que lo que usted le explique al paciente bien podría interesarle mucho, pero puede no importarle un comino… Estudios afirman que al salir de un consultorio más de la mitad de los enfermos han olvidado todo lo que allí se habló… y usted verá posteriormente a pacientes poniendo en boca de los doctores que antes les atendieron, ¡toda una sarta de barbaridades! Muchos en su desesperación, por creerse poseídos por un mal mortal, una vez que usted les reasegura y les tranquiliza diciéndoles que no es nada serio, que en general los encuentran sanos, estarán tan contentos que ya no le prestarán atención alguna particularmente, si la aprovechando la ocasión, se les hicieran recomendaciones concernientes a su dieta, sus malsanos hábitos o estilos de vida como salero en la mesa, inactividad, cigarrillo y alcohol en exceso… Nada de esto significa que por supuesto, usted no deba cumplir con su deber de informar y aconsejar, motivando en lo posible y sin amenazas, el pasaje de mensajes positivos hacia ellos.

Los mensajes implícitos en el verídico caso del cuitado Montiel y su diarrea, espuria y crónica, fruto de un enojoso malentendido entre una madre anencefálica y un médico impío de intrincada escritura, debería dar cabida para la reflexión sobre una parte tan importante del acto médico, tan descuidada como es la formulación de la receta, pues siendo la culminación del mismo deberíamos evitar que la ligereza y la prisa arruinen todo el trabajo previamente realizado. Por ello,

¡Gracias te damos Librado,

por el favor recibido,

al prestarnos en tu experiencia,

casi olorosa a tumba,

una didáctica vivencia…!

 

 

Minucias y miserias del arte de recetar

 PARTE II

 Del bestiario médico internacional, damos cuenta de un lusitano suceso, que al igual que aquí en Caracas, pudo en Portugal ocurrir: Fátima das Pilas P., vecina de Funchal residente anejo al Mercado de Quinta Crespo, conoció de “flores blancas” desde que se hizo mujer. ¡Ahh, qué la niña era precoz…! contactos carnales copiosos, de aquello un empiche hicieron. Toda conturbada y melosa, a una médica visitó, María das Neves Perpetuas, por más señas ginecóloga, que una leucorrea fungosa, de inmediato constató, y una flamante receta extendió… Y aquella mismísima noche, Fátima la infortunada, por aguda asfixia, rapidito feneció… ¡Nadie podía entenderlo! La señora dotora Das Neves, a sus sapientes colegas, ayuda rauda suplicó. El infausto caso y la “conexión leucorrea-aguda-asfixia”, el seso a todos devanó. ¿Cómo hacer la ligazón? ¿Será sin tampón acaso, una variante chocante, de un hiperagudo síndrome, del mentado “toxic shock”? Mas su acongojado autor de días, Joao das Maiores Pilas P., de remilgos se dejó, y la exhumación del cadáver de su hija demandó. El señor doctor forense, Arlindo Pereira Da Cava, en la Mesa de Morgagni “por sus ojos mismos vio”, y la autopsia de caso tan revesado, una explicación ofreció: Entre las cuerdas vocales atascado, y cerrando al aire todo paso, en su envoltorio genuino, un óvulo de nistatina, por cierto, que se encontró, que en letra pequeña imponía, “sólo por debajo se pone”.

 Corrieron las semanas, sus dimes y sus diretes, y al caer la sexta feira bajo el colchón de la cama de Fátima la finada, la receta de la médica, por casualidad fue encontrada. En letra casi ilegible, y entre palabras truncadas, podían leerse salteadas, frases que la luz hicieron: “Nistatina… mmm… mmm… mmm, introdúzcalo, profundamente con el dedo…”

 ¿Carencia de común sentido? ¿Un caso de criptográfica mal praxis? ¿“Flueurs blanches” empichadas y trágico fallecimiento? ¿Un déficit de relación, entre un médico y un paciente? Nunca nadie lo sabrá… mas quizá se podría colegir ¡que las pilas de Fátima das Pilas P., no estaban tan bien P…!

 El caso de la empichada Fátima, mi querido bachiller, da pie para hablar sobre otros aspectos de la receta… ¿Qué cree usted que hará el paciente con su receta? Lo más probable es que no siga con atención sus instrucciones, aun cuando usted se las haya explicado adecuadamente y hasta se las haya escrito a máquina o en Word para diáfana claridad. ¡Peor aún si la explicación no hubiera tenido lugar! Veamos un ejemplo: usted le indica un antibiótico para tomar por 5 días —que a su juicio es indispensable: una cápsula cada 8 horas —, ni digamos que cada 6, ¡por favor! posibilidades muy elevadas hay de que al segundo día el paciente se sienta mejor y descontinúe el remedio, bien por explicable olvido, bien porque le fastidió el estómago, bien porque… ¡ni siquiera lo compró…!

 

 

Que ello atraiga o no una recaída, parece ser asunto de él, pero… se lo endosará todito a usted. Quizá hasta le enrostrará que esa medicina no funciona… Pero ¡ojo!, podría tratarse de una dama o un caballero añoso a quién no le gusta que se le llame sexa o septuagenario, a lo mejor algo desmemoriado, que tiene que ingerir 5 u 8 pastillas diferentes para tantos diversos achaques que bien no podría tomarlas del todo, o confundir en sus cantidades, u olvidar que las tomó y repetir las dosis varias veces, con el elevado riesgo de toxicidad… entonces, ¡Que mi Dios se apiade de él! ¿Y la familia? Ignorando el envenenamiento, abogarán por más medicinas o lo atribuirán a decrepitud…

Analicemos ahora por un momento a ese espécimen de paciente a quien llamamos hipertenso, ¡siempre jugueteando con su receta! ¿Cómo carrizo convencer a alguien que se siente bien de tomar medicinas? En su interior, siempre albergará la idea -aunque le tenga todo el cariño y le jure toda la lealtad del mundo- de que usted le engaña o al menos exagera, y nunca llegará a entender por qué está usted empeñado en hacerlo sentirse enfermo… Suspenderá la medicación dos días antes de presentarse a su control “a ver cómo me consigue…” ¿Y cómo quiere usted? En reiteradas ocasiones se le ha advertido que no lo haga ¿Por qué? Porque no se podrá saber si su tensión arterial está elevada porque suspendió el antihipertensivo, o si es que la dosis sugerida fue insuficiente, o si en realidad era inefectiva y habría que cambiarla por otra de mayor potencia… No parece haber bastado que se le haya machacado que la medicina no cura, que sólo le controla… ¡mientras la tome! Que es el equivalente a las riendas en un caballo brioso: no más usted las afloja —el tratamiento—, para que el solípedo —la tensión arterial— se vaya al galope tendido y se le suba a las nubes. Así de sencillo, pero tampoco se dará por enterado… El fenómeno de “yo soy mi propio doctor y me conozco”, se expresará en continuas variaciones de la dosis, de acuerdo a su impresión subjetiva, pues los hay algunos que tienen ¡un tensiómetro en la nuca!, y le dirán, – “mi tensión está alta cuando me duele el cerebro” —y se sobarán el pescuezo, donde el cerebro no está, haciendo caso omiso de que usted les haya repetido “ene” veces, que no hay relación entre “ese” dolor y sus cifras tensionales, así como tampoco las orejas rojas y calientes, un mareíto sospechoso o un vaporón cefálico. Mas él no se hará medir la tensión cuando se sienta bien —por ejemplo, jugando su partidita de dominó— sino al día siguiente cuando vuelva a sentir el dolor. De seguir sus indicaciones, de tomársela en diferentes momentos, vería que estará elevada aun cuando él no sienta el dolor en “el cerebro” o la “prendición” en la cabeza… Pero, además, de pronto se le antoja que ahora tiene la “tensión baja” y una vecina del piso de arriba —que era enfermera cuando era chiquita— confirmará sus sospechas. “Un vaso de agua con azúcar ¿?”. le devolverá a la vida… Usted le dirá que no sabe muy bien qué es eso de “tensión baja”, si es enfermedad real o particularmente en la mujer, si es subterfugio, generador de enorme ganancia secundaria en diversos aconteceres diarios.

¿Sabían ustedes que el Gobierno Bolivariano suspendió la cadena de frío y eliminó las vacunas por superfluas e inútiles…? Es curioso que el sarampión y la difteria hayan renacido en esta tierra de Dios. Habrá que invocar en un aquelarre palero al espíritu de Fidel a ver si da luces al enojoso asunto…

¡Ajá! Pero qué ocurrirá si sintiéndose bien como ya asentamos que debía sentirse, aun con cifras de 200/120—, se le presenta un descenso agudo de la libido, le sabe la boca a sangre, tiene un ataque de sabañones o nota ojeras matutinas… ¿Qué cree usted que el sujeto hará? ¿Qué mayor excusa quisiera él para no tomar más la medicina? -porque este caso se da muchísimo más en hombres que en mujeres-. Pero no consultará, ni siquiera le llamará por teléfono, esperará a una nueva visita… ¡dos años más tarde! Como el avestruz, todos esos meses “enterrará en tierra su cabeza”, mientras durante todo ese tiempo la perversa estará dañándole pasito y con saña—con la diligencia de un sindicalero a la zaga de un préstamo blando– todas sus arterias vitales (corazón, cerebro, riñones y retina) ¡Cómo le parece…?

Otros pájaros de cuenta son el diabético y el dislipidémico —el que tiene el colesterol o los triglicéridos elevados—; les tiene sin cuidado el que usted les advierta que estas enfermedades hacen daño silencioso en el tiempo, que son como los comejenes: ¡sólo cuando se le cae el techo de su casa, se da usted cuenta que los tiene regados por todas partes! Mas ellos se mofan de su médico y de ellos mismos, modificarán la dieta a su antojo—si es que de verdad la siguen más allá de una semana— “Doctor, si no debo comer dulces ni azúcares ¿qué tal las frutas?” Le preguntarán con cara de ingenuidad. Pero al tipo no se le ocurre pensar que el asunto es cuestión de cantidad: Al mes siguiente vendrá preocupado y extrañado porque la glucemia se elevó a 300 mg% ¡con razón! El candoroso se come un guacal de mangos él solo en 4 días…

El del colesterol alto es masoquista y medio, se hace una determinación mensual, los colecciona en esmerado orden y hasta le elabora un cuadro comparativo en el tiempo. Mientras coquetea con un infarto no hace nada: Chicharrones de alita de pollo ‘ad libitum’, tragos van y vienen, sólo mueve los músculos masticatorios y de atleta no tiene sino los pies…

¿Cuál es la moraleja, bachiller? Los “Fátimas” se mueren ahora o más tarde de una u otra cosa. ¡Nada qué hacer! Son problemas de estructura cerebral. Los glotones, hipertensos, diabéticos o dislipidémicos ¡Vea qué puede hacer! Son problemas de estructura mental…

Los récipes de los médicos integrales comunitarios de talla cubana son ya notorios por ininteligibles, absurdos, de lenguaje muy pobre y escasa ortografía, que trasparentan una terrible ignorancia, aterradora y galáctica, y dan cuenta de la ausencia de conducción profesoral y amor  …

¨Urocultivo de oído derecho…¨

Rafael Muci-Mendoza –

 (publicado en El Universal 12 de mayo 2014)

Si no fuera por lo trágico, este récipe de un médico integral comunitario, llamaría a una sonora carcajada. Pudiera ser una excepción, pero me temo que no lo es… Es una muestra del resultado de una oferta engañosa a humildes jóvenes venezolanos que hemos denunciado en repetidas oportunidades; la medicina es cosa seria y a pesar de la ayuda de 8.000 millones de dólares anuales (5.800 millones de euros) que nuestro país le aporta a Cuba, miren ustedes la clase de formación de algunos de esos médicos; la Misión Médica Cubana la ha convertido en un bodrio.

El comunismo cubano no entiende ni le conviene entender que la figura del médico –hasta que llegaron a sus manos, respetable-, no puede ser un insumo para ser vendido y explotado por la revolución para hacer ver al pueblo que la preocupación por los pobres domina sus sueños. Una pobre medicina para pobres…, no puede ni debe ser el desiderátum de ningún gobierno.

Pasmosa cifra: 17 mil médicos comunitarios graduados y 2.500 en proceso de ¨de-formación¨, un grupo de ellos sin criterios de selección están realizando posgrados clínicos. ¿Dónde están los profesores?, ¿Dónde están las aulas, los laboratorios y las pruebas de selección y seguimiento?, ¿Son estos profesores los mismos cubanos que no aprobaron la evaluación de sus pares? Directivos del Colegio Metropolitano de Médicos apoya este engendro, pero no permitirían que pusieran sus manos sobre sus cuerpos, los de sus hijos o nietos: ¡El miedo es libre! La Facultad de Medicina de la UCV, algunos de sus directivos y profesores activos de tendencia izquierdosa, tienen mucho que ver con el forjamiento de baremos para permitir estos posgrados y el daño a la medicina nacional.

Este récipe es quizá la punta de un iceberg de un proceso macabro, lleno de engaños y mentiras que oculta la mala praxis del día a día en aquellos que no pueden reclamar y al cual muchos médicos hemos dado la espalda porque no es nuestra incumbencia: “laisser taire, laisser passer” (dejar hacer, dejar pasar). La medicina deja de cumplir sus fines altruistas cuando se le usa con fines políticos o comerciales.

Aterra la pregunta de qué hacer con estos jóvenes cuando al caer de la negra noche, renazca un nuevo día, y su claror permita ver cuánto daño se ha hecho…

 

Elogio de MI país…

 

Por eso le pido, nunca, pero nunca más diga ¨en este país¨…

 

¡No!, ¡No me gusta…! A cada paso, en cada conversación, en cada artículo de prensa, en cada comentario radial oigo alguien decir: ¨¡Este país…!¨ seguido o no de un adjetivo degradante y me enerva y me enfada, se desatan mis demonios pues suena como si la palabreja fuera pronunciada con ánimo despreciativo, como si se refiriera a ¨otro¨ país y no al país mío, la tierra donde nací, donde me educaron mis padres, donde estudié y me hice ciudadano, donde me enamoré perdidamente y aún me siento enamorado, donde me gradué de médico, donde he sufrido mis equivocaciones profesionales y he celebrado mis muy pocos aciertos, donde tuve mis hijos y ellos a su vez han tenido hijos suyos, donde he ido envejeciendo dignamente y con la frente en alto pues nunca he lamido botas ni me he arrimado a los poderosos…

Y es que amo, amo el consumismo, mejor dicho, el con-su-mismo, vivo  casado con mi misma mujer por 49 años y 10 meses, manejo mí mismo carro Volkswagen Vento por 18 años, vivo en mi misma casa ya casi por cinco décadas, la misma barba por más de 40 años –ahora blanca-, trabajo en mí mismo hospital por más de medio siglo, me visto con mi misma ropa todo el año, tengo mis mismos buenos amigos y es posible que adquiera algunos otros en lo que me resta de vida y que voy atesorando como valiosas propiedades. Esta es mi querencia, este es  MI país, no el país de otro, pues si así fuera, no me dolería tanto como me duele. ¿Cómo va a ser que MI país, haya devenido en ¨este país…¨?

Y es precisamente, porque no lo sentimos nuestro, es por lo que no lo hemos defendido con amor, decisión y garra. Mi país es algo propio, entrañable, soldado a mi alma, grabado con un ferrete candente en mi piel, me duelen los mordiscos de mis depredadores, de los ladrones y asesinos que nos gobiernan. Parecemos más huéspedes que residentes de un hermoso país y por eso no nos molesta el deterioro, los escupitajos que más que palabras decentes, profieren nuestros carentes gobernantes.

Mi país no es otra cosa que lo que hemos querido que fuera; lo han malogrado los que quisimos que lo hicieran y no bastaron las advertencia y admoniciones que muchas gentes con sentido común nos hicieron, parecidas a aquellas que una madre amorosa le hace a su hija sobre la inconveniencia de casarse con un hombre tarambana, mujeriego y bebedor para recibir por respuesta, ¡No me importa, yo sé que puedo cambiarlo…!

Mi padre, trabajador incansable, se refería al Líbano como ¨Mi tierra¨, pero a veces nos confundíamos, porque ¨Mi tierra¨ también significaba esta, su Venezuela y su querido Guayabal del estado Guárico que acogió su cuerpo y alma inclinado al trabajo sin pausa; tenía dos madres a las cuales amaba y agradecía; aquella porque era la patria de sus ancestros donde había nacido y sido educado en la austeridad y reglas morales de una sociedad pobre y bregadora, y esta, porque le había cobijado con la ternura de una segunda madre, sin pedirle nada a cambio, aunque él le pagó con creces al desposar una campesina venezolana y darle 9 hijos que educó con esmero mirando hacia el cielo y bajo rigurosas normas de ética, moral y amor por el país y su gente. Se quejaba de la falta de visión de sus gobernantes y pedía que le dejaran administrar el país por un año… -sólo un decir-, tan urgido como estaba de ver el progreso para una tierra que teniéndolo todo era maltratada y rapiñada por hombres y mujeres primitivos y sin conciencia de pertenencia…

Por eso le pido, nunca, pero nunca más diga ¨en este país¨. Siéntase orgulloso de él pues es el único que tiene aunque se aleje muchísimo de sus fronteras, trabaje por él, únase a quienes también lo aman y denuncie de viva voz la barbarie y sus formas de destrucción; si todos lo hiciéramos, no habría suficientes cárceles para albergarnos pues hay que abrir las puertas para que surja la rebeldía contra el gobierno inmoral…

En sus dirigentes rige el cerebro de las emociones primarias: Su signo es el frío, la rigidez, la agresividad, la esclavitud, el autoritarismo y el delirio persecutorio. Por ello, perversamente, las cúpulas de poder han diseñado y conducido diabólicamente la intención de vida de las masas. Su naturaleza «reptiliana» mantiene al ser humano apartado de la verdad, y sólo despertando el neocórtex o «cerebro genuinamente humano», el hombre será capaz de defender su libertad y alcanzarla, pues el primitivo no aprende de sus errores, no tiene capacidad para sentir o pensar, puede ser manipulado siendo que se activa con violencia sin el filtro del intelecto, pues toma el comando sobre los cerebros emocional (arquicórtex) y racional (neocórtex) impidiendo la adaptación y la evolución creadora.

Apostemos por gobiernos bienhechores que imbuidos de moralidad y nobleza enseñen al pueblo, no para manipularlo a su antojo sino para hacerlo crecer y decidir por sí solo. Comprendo que en estos momentos es una utopía si quiera pensarlo, pero otros pueblos ya lo han hecho con base en un firme sentimiento de pertenencia, de creencia en su poder y de unidad ante el enemigo interno y externo pues recuerden que el comunismo internacional a través del Foro de Sao Paulo ha tomado MI país por asalto al favor de gobernantes traidores que han regalado la Patria…