El término lucidez terminal se define como la (re)aparición repentina de habilidades mentales normales o inusualmente mejoradas en pacientes aburridos, inconscientes o con discapacidad mental poco antes de la muerte. Debido al interés de los medios y el público en el fenómeno, Nahm es probablemente mejor conocido por este trabajo. Él y sus colaboradores discuten casos de lucidez terminal (que denominan «lucidez paradójica») en los que las funciones cognitivas inesperadas en pacientes con déficits neurológicos graves (demencias, enfermedades cerebrales orgánicas y enfermedades mentales graves) regresan brevemente alrededor del momento de la muerte. En un artículo de 2019 revisan este y otros fenómenos relacionados en busca de posibles mecanismos biológicos, y discuten las implicaciones éticas y los desafíos metodológicos que enfrentan las investigaciones controladas. Concluyen que el fenómeno, si se confirma mediante una investigación más rigurosamente controlada, desafía los modelos neurológicos estándar, con implicaciones potencialmente profundas para el tratamiento de tales afecciones.
Hay mucho que investigar sobre lo que ocurre en la fase terminal de una persona. El mismo Nahm es un biólogo y parapsicólogo alemán cuya investigación psicologica se ha centrado en la lucidez terminal, las experiencias cercanas a la muerte, los casos del tipo de la reencarnación, la mediumnidad física, los fantasmas, la historia de la parapsicología y varios otros enigmas de la mente y la evolución de la vida. En 2009, él y Bruce Greyson, del Departamento de Psiquiatría y Ciencias Neuroconductuales de la Universidad de Virginia (EE.UU.), recopilaron 49 casos descritos en la literatura médica. La pequeña muestra no permite sacar conclusiones amplias sobre el tema, pero sí da algunas pistas. De los 49 casos, el 43% tuvo una mejoría repentina un día antes de la muerte, el 41% de dos a siete días y el 10% de ocho a 30 días. La mayoría de los pacientes padecían demencia, cuya forma más común es la enfermedad de Alzheimer. En general, este síndrome tiene una condición de atrofia progresiva del cerebro, pérdidas de sinapsis y neuronas y acumulación de sustancias tóxicas asociadas a un deterioro cognitivo que compromete varias áreas, como la memoria, el lenguaje y el razonamiento.
Hay varias hipótesis que intentan explicar qué sucede,pero hasta el momento ninguna de ellas ha sido probada. Entre ellas están las oscilaciones normales en pacientes críticamente enfermos, una reacción química en el cuerpo que funcionaría como instinto de supervivencia. También el azar, o la persistencia de la conciencia durante la muerte. O el sesgo de confirmación, es decir, la gente muere todo el tiempo, pero acabamos recordando historias asombrosas de aquellos que mejoraron antes de morir. También existen varios obstáculos, incluidos los éticos, para probar estas hipótesis, como la realización de exámenes invasivos en pacientes críticamente enfermos. Pero, ¿cuál sería la relevancia de comprender todo esto?
Por lo contrario, Medeiros dice que no le corresponde como médico invalidar las creencias espirituales o tratar de explicar las preguntas de los familiares: «¿mejoró para decir adiós?» o «¿será dado de alta y podrá volver a casa?». «Cuando me encuentro con una situación como esta en la que no hay explicaciones técnicas, lo que trato es entender qué significado le da la familia y cómo esa experiencia puede incluso ayudar a lidiar con ese dolor». Dice que durante años buscó explicaciones técnicas para las experiencias con pacientes al final de la vida, pero con el tiempo se dio cuenta de que no las necesitaba.
«Yo digo que debemos disfrutar. El paciente está hablando. Que diga lo que quiera decir, que escuche lo que tienen que decirle. Porque este momento transforma la vida. Es casi un regalo. Si mañana llega la muerte o la mejora, viviremos el día de mañana». Medeiros dice que es mejor que el paciente hable y escuche cuanto pueda hacerlo. Recuerda el caso de un paciente que, poco antes de morir, tenía mucho sueño y apenas respondía a los estímulos, como suele ocurrir cuando se acerca la muerte. Su familia tenía muchas ganas de que pudiera resistir hasta la llegada de dos nietos y darles su bendición, como lo hizo antes de enfermarse. «Cuando llegaron los nietos, sorprendentemente abrió los ojos, se sentó y en voz muy baja dijo una oración por cada nieto. Era un momento sagrado para la familia. Y su esposa me miró sonriendo como diciendo ‘Esto es lo que necesitábamos'». Murió horas después.
La pérdida por muerte de la pareja está situada en primer lugar de los acontecimientos vitales estresantes y se relaciona con el desarrollo o agravamiento de la enfermedad física. Es, por lo tanto, importante prestarle la atención adecuada para evitar en lo posible los riesgos. En estos tiempos venezolanos de ruptura de las familias por migraciones, no es inusual que muchas parejas de edad avanzada quedemos ingrimos y solos a edades provectas, siendo invitable la pregunta ¿quien se irá primero?, ¿que voy a hacer si mi esposa(o) si se va primero? Tal fue el caso de mi tío, don Aziz Muci Abraham, hermano menor de mi papá, que no pudo soportar el dolor de la pena y se fue el mismo día que su esposa sin ninguna enfermedad mortal.
Escribimos sobre este caso tan sentido, tan dolorido, ¨Elogio del amor de pareja: El definitivo y solidario adiós de unos amantes…¨ https://rafaelmucimendoza.com/academia-nacional-de-medicina-de-venezuela/4691/elogio-del-amor-de-pareja-el-definitivo-y-solidario-adios-de-unos-amantes/s
El duelo tiene lugar tras cualquier clase de pérdida, aunque suele ser más intenso tras el fallecimiento de algún ser querido y más la aún la pareja... No es un sentimiento único, sino más bien una completa sucesión de sentimientos que precisan de cierto tiempo para ser superados, no siendo posible el acortar este período de tiempo. Es la respuesta emotiva a la pérdida de alguien o de algo que es importante para nosotros. Es el precio que pagamos por el amor que profesamos a la persona o cosa perdida. La intensidad del duelo no depende de la naturaleza del objeto perdido, sino del valor que le atribuimos. La palabra duelo deriva del latín “dolus” que significa dolor…
El dolor de mi amigo, irredento, terebrante e insoportable como fue, dio al traste con su vida, pero le permitió despedirse de sus familiares y amigos y tener un almuezo previo y a su medida.